Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día treinta:
al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:18).
A veces nos quedamos atrapados en el momento en que perdemos todo sentido de perspectiva. Nos transformamos en el hombre que se para ante la vista panorámica de una montaña, pero que solo ve el suelo bajo sus pies. Lo que ve es real, pero es demasiado pequeño y demasiado limitado. Necesitamos alzar nuestros ojos para captar una perspectiva más amplia: la perspectiva eterna. Como Pablo, necesitamos fijar nuestros ojos en lo invisible y en lo eterno.
Esta vida importa, pero la vida es corta. Cuando ponemos nuestra vida en el contexto de la eternidad, esta no es más que el sonido más fugaz; la carrera más corta entre dos fechas en una lápida. Mientras que otra noche de batalla contra el pecado sexual puede ser la noche más larga y más difícil de nuestras vidas, no es más que un tic del reloj en el contexto de la eternidad. «Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación» (2Co 4:16-17). Incluso esta tentación, esta aflicción, es tan ligera cuando la comparamos con el gozo que nos espera.
Padre, ayúdame a mantener mis ojos fijos en lo que es invisible y eterno. Ayúdame a ver mi vida y mis momentos de tentación dentro del contexto de la eternidad. Aunque estas tentaciones pueden sentirse muy pesadas y muy difíciles, quiero saber y creer que no son más que aflicciones ligeras y momentáneas comparadas con el peso eterno de la gloria incalculable que has preparado para mí. Anhelo el día en el que estaré contigo para siempre. Prepárame para ese día al darme tu gracia para batallar contra el pecado sexual hoy y cada día.