Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. El día dieciocho es cortesía de David Harvey:
No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido (1 Corintios 7:2).
Lo escuchamos todo el tiempo, ¡tengan «sexo con protección»! Sin embargo, para el hombre cristiano, el sexo con protección significa algo mucho más significativo y maravilloso que métodos anticonceptivos. Disfrutar sexualmente a tu esposa (¡e invitarla a ella a que te disfrute!) es un centinela instalado por Dios para guardar tu corazón en la batalla por la pureza. Considéralo como una de tus primeras líneas de defensa. Dios dice, «por razón de las inmoralidades», te doy protección: tu cónyuge. En vez de despilfarrar tu deseo sexual con la pornografía y la lujuria, satisfácelo teniendo maravilloso sexo que honra a Dios con tu mujer. ¡Ámala sacrificialmente y disfrútala con frecuencia!
Y para los hombres solteros: «pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad…» (2 Pedro 1:3), dentro de ello el poder para vencer la tentación de la inmoralidad sexual. ¡No fueron dejados sin municiones en la pelea! El divino poder de Dios incluye la gracia para esperar pacientemente por la llegada de aquella mujer. ¡Acaso no es algo que viene de Dios crear algo que disfrutemos y luego usemos como escudo!
¡Señor, tus caminos son magníficos! Nos diste el matrimonio para mostrar tu carácter y tu cuidado. [Para el hombre casado: me has dado una novia para que pueda ser bien amada. Me diste una esposa porque te preocupan mis debilidades. Ayúdame, oh Dios, a apreciar este regalo y a disfrutarlo a menudo, ¡incluso hoy! No solo porque el sexo me protege, sino que porque la pureza de tu pueblo te glorifica]. [Para los solteros: quizás no entiendo por qué me has dado un apetito sexual sin darme una esposa, pero confío en que tu poder me ha concedido todo lo que necesito para la vida y la piedad. Confío en que esto incluye vencer la tentación de la inmoralidad sexual. Por lo tanto, hasta el día en que pueda disfrutar del sexo con la esposa que tú proveas, te pido que pueda ser puro]. ¡Amén!