019. Salmo 32: las bendiciones de la confesión y del perdón
TRANSCRIPCIÓN
Nunca debemos permitirnos desarrollar patrones de minimización o negación de nuestro pecado, porque cada vez que minimizas tu pecado, estás devaluando la gracia de Dios.
Cuando piensas en confesar tus pecados, ¿qué imágenes se te vienen a la mente? Creo que la mayoría de nosotros detesta la confesión. No nos gusta admitir que estamos equivocados, y a veces nos defendemos incluso cuando sabemos que estamos equivocados, y a menudo trabajamos para erguir argumentos autoexpiatorios que hagan que nuestro pecado sea aceptable para nosotros. El tipo del centro comercial dirá que no es lujurioso; es sólo alguien que disfruta la belleza. El chismoso dirá: «no estaba chismeando, sólo estaba compartiendo un motivo de oración». Y el padre que le grita a su hijo dice: «eso no fue enojo pecaminoso. Sólo estaba siendo como uno de los profetas de Dios: “así dice el Señor”». Intentamos hacer todo lo posible para no confesar.
No obstante, lo que el Salmo 32 (que trata sobre la bendición de la confesión y el perdón) nos dice es que la confesión ¡es una bendición! Permíteme leer:
¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada,
Cuyo pecado es cubierto!
¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño!
Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió
Con mi gemir durante todo el día.
Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí;
Mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano.
Te manifesté mi pecado,
Y no encubrí mi iniquidad.
Dije: «Confesaré mis transgresiones al Señor»;
Y Tú perdonaste la culpa de mi pecado.
Esto es lo que necesitas entender. Está muy claro en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento que Dios ha provisto una manera para confesar el pecado y otorgar perdón. La confesión del pecado no es un preludio del juicio. Déjame decirlo nuevamente: la confesión de pecado no es un preludio del juicio; la confesión del pecado es una manera de entrar a la gracia del perdón de Dios. Nunca debemos permitirnos desarrollar patrones de minimización o negación de nuestro pecado, porque cada vez que minimizas tu pecado, estás devaluando la gracia de Dios. Nunca debemos acostumbrarnos a culpar a los demás por nuestro pecado. Nunca debemos permitirnos estar más preocupados por el pecado de los demás que por el nuestro. Creo que muchos de nosotros somos muy buenos en confesar los pecados de otros, pero no estamos muy comprometidos a hacerlo con los propios. Siempre debemos estar dispuestos a admitir que nuestro más grande problema en la vida existe dentro de nosotros y no fuera de nosotros, y la Biblia llama a eso «pecado». ¡Soy mi más grande problema!
¿Y por qué debo confesar? Porque necesito ayuda, porque puedo huir de una situación, puedo huir de una relación, ¡pero no puedo huir de mí! Descubro que cuando intento huir de mí mismo, siempre me encuentro conmigo mismo al final; ¡no funciona! Y por lo tanto, necesito ser rescatado de mí mismo. Necesito rescate, perdón, transformación y gracia empoderadora. Y entro en esa gracia por medio de la confesión; la confesión es admitir que necesito gracia divina.
Escuchen, existe un gran contraste en este salmo entre el momento en el que el escritor del salmo está en silencio, rehusándose a confesar, y la belleza del momento en el que confiesa su pecado. El silencio de la negación nunca va a ningún lado bueno. Hacerte sentir bien a ti mismo sobre lo que Dios dice no es bueno, nunca produce cosas buenas en tu vida. No obstante, tienes un Dios de gracia que dice: «ven a Mí y di la verdad, y Yo te perdonaré y te bendeciré!».
Preguntas para reflexión personal o discusión en grupo
- ¿Cuáles son algunos de los pecados que has minimizado recientemente? ¿Cuándo fue la última vez que defendiste tu pecado y por qué? ¿Por qué tu reacción inicial de defender fue más fácil que la confesión?
- ¿Cómo te sientes por dentro cuando escuchas la palabra «confesión»? ¿Qué tipo de imágenes aparecen en tu mente cuando piensas en el proceso de confesión a Dios? Si esas imágenes en tu mente son negativas, ¿por qué crees que son así?
- Cuando piensas sobre la gracia de Dios, ¿qué imágenes positivas aparecen en tu mente? ¿De qué maneras esas imágenes en tu mente hacen que quieras acercarte a Dios? ¿Cómo has experimentado previamente esa confesión como un preludio para entrar en la gracia de Dios?
- Piensa en las relaciones de tu vida con las cuales luchas y tienes la tendencia a culpar a otra persona por el conflicto en tu relación. Quizás las cosas son extremadamente difíciles (o han sido difíciles previamente) con un cónyuge, con un hijo, un amigo, un padre o un vecino. ¿Cómo los patrones negativos de comportamiento por tu parte han contribuido a la fractura de esas relaciones difíciles? ¿Estás dispuesto a admitir ahora mismo que tu más grande problema en la vida existe dentro de ti? ¿De qué manera admitir tu pecado personal puede ser una puerta a la reconciliación con las relaciones quebradas en tu vida? Toma un momento ahora mismo y confiesa a Dios que necesitas rescate, perdón, transformación y gracia empoderadora. Luego ora para que Dios restaure tus relaciones terrenales quebradas a medida que te acercas a otras personas con las que Él te ha llamado a reconciliarte.
Preguntas para conversar con niños
Para niños pequeños: cuando te enojas con alguien como tu hermano, profesor o conmigo como papá/abuelo, ¿cuál es tu primera reacción? ¿Por qué piensas que es tan fácil culpar a otras personas por tu mal comportamiento? ¿Por qué crees que es aterrador admitir cuando te equivocaste? ¿Qué crees que pasa dentro de tu corazón cuando luchas con admitir que hiciste algo mal? ¿Qué crees que significa perdonar? ¿Por qué crees que el perdón es algo que Dios ama dar? ¿Cómo nuestra visión y pensamientos correctos sobre el perdón dominan nuestros temores sobre admitir cuando fallamos? Oremos ahora mismo y admitamos juntos que metemos la pata todo el tiempo y necesitamos el perdón de Dios. Agradezcamos a Dios por el amor y el perdón que Él nos da gracias a la muerte de Jesús en la cruz.
Para niños más grandes: ¿por qué crees que es tan fácil culpar a la otra persona después de haber discutido con ella? ¿Por qué podría ser importante mirarnos a nosotros mismos en cualquier situación como esa y encontrar las áreas en las que hemos metido la pata? ¿Es posible que tú puedas cambiar los corazones de las personas? ¿Por qué debemos estar continua y principalmente preguntándole a Dios que cambie nuestros corazones? ¿Crees que tu mayor problema en la vida existe dentro de ti y no fuera de ti? ¿Por qué o por qué no? Cuando examinas honestamente tus propios pensamientos, acciones, palabras y motivaciones diarias, ¿de qué manera ves tu necesidad de Dios? ¿Cómo expresar esa necesidad en realidad te ayuda a crecer como un seguidor de Cristo? ¿Por qué admitirle a Dios que eres débil y necesitado es algo bueno y no malo?