La conferencia recién había comenzado mientras yo me acomodaba en mi asiento con una taza de café caliente. Estaba entusiasmada por tomar un descanso de la rutina normal de la vida para pasar el fin de semana descansando y recargando energías.
Habían pasado unos diez minutos desde que la primera sesión había empezado, cuando noté que un lindo matrimonio joven entraba al salón. No parecían tener más de veinticinco años, por lo que asumo que se habían casado hace poco. Lo que sucedió después me sorprendió completamente.
Mientras él entraba y hacía gestos hacia una fila de asientos para que ambos se sentaran ahí, la esposa le dio una mirada y le dijo, «esa es la peor fila del mundo, idiota. ¿En qué estabas pensando?». Ella se echó el pelo hacia atrás, levantó su cabeza e hizo un gesto de negación y luego llevó a su esposo a la fila que ella eligió. Él la siguió literalmente como si fuera un cachorro derrotado.
No pude evitar entristecerme con esa escena. Aunque no conozco los detalles de su matrimonio, sí sé esto: las acciones de ella le dijeron a todos en esa conferencia que su esposo es literalmente incapaz de escoger algo tan simple como el lugar donde sentarse. El respeto público que ella tenía por su esposo era bajo, bajo, bajo.
Realmente me afectó observar cómo este joven matrimonio interactuaba. Estaba tan impresionada (pero en sentido muy triste) por cómo se veía él después de que su esposa lo masacrara.
En vez de tener un buen liderazgo y confianza masculina, él se veía derrotado.
Lamentablemente, ésta es una situación leve en comparación con la forma en que muchas mujeres (en las cuales me incluyo) tratamos a los hombres que nos rodean. En vez de animarlos, apoyarlos e influirlos para que desempeñen un liderazgo bueno, piadoso y sano, nosotras arrasamos en ellos. Soy la primera en admitir que lucho en esta área.
Aplasto el liderazgo de los hombres que están a mi alrededor más de lo que quisiera admitir. Tomo el mando, me hago responsable, corrijo, comparto frecuentemente mis opiniones y no le doy mucho espacio a los hombres para que puedan ejercer un liderazgo piadoso.
Soy honesta con ustedes, no quiero ser así. No quiero ser la esposa que pasa a llevar a su esposo cuando él simplemente está tratando de encontrar un lugar para que nos sentemos.
Mi objetivo en la vida es convertirme en una mujer que ama, honra y respeta a los jóvenes y a los hombres que me rodean. Quiero ser una mujer que los apoya y los ayuda en su liderazgo piadoso, no alguien que los destruye.
Deténganse por un minuto e imaginen cuán diferente se habría visto esa situación si es que la esposa le hubiese permitido a su esposo liderar. Imaginen cómo hubiese sido si incluso ella lo hubiese animado, diciéndole, «esos asientos son perfectos». El resultado habría sido completamente diferente.
Mi oración es que podamos comenzar a trabajar en esto, como chicas solteras o casadas, para que así podamos construir un estilo de vida en el que animemos a nuestros hombres (comenzando con cosas simples como dejarlo que él decida dónde sentarnos).
En mi libro, Girl Defined: God’s Radical Design for Beauty, Femininity and Identity [Chica definida: el diseño radical de Dios para la belleza, la femineidad y la identidad], Kristen y yo compartimos cinco formas en las que podemos ayudar, animar y apoyar a los hombres que nos rodean. Ya sea que estén solteras, en una relación o casadas, éstas son todas las cosas que podemos hacer.
Cinco formas en las que podemos apoyar la masculinidad piadosa:
1. Fomentemos su liderazgo (1Co 11:3)[1]
Si les interesa salir con alguien, esperen a que ellos las inviten. Esperen a que sean ellos quienes tomen la iniciativa. En cualquier relación, pregúntenles qué piensan y escúchenlos. Dejen que tomen decisiones en la relación. Pídanles consejos sobre los detalles y también sobre las grandes decisiones. Apóyenlos cuando tomen buenas decisiones, aunque sean simples.
2. Pronunciemos palabras de vida (Pr 16:24)
Esfuércense para sacar el lenguaje negativo de su vocabulario. Más bien, decidan usar palabras poderosas de ánimo. Noten lo bueno que hay en sus hombres y díganlo. Alábenlo por su carácter, sus pensamientos y sus acciones piadosas.
3. Ayúdenlos a triunfar (Gn 2:18)
Ayúdenlos a triunfar mientras se esfuerzan por ser el líder y el proveedor. Interésense por lo que hacen. Apóyenlos en sus logros; muestren comprensión y disposición a escuchar.
4. Dejen que sea fuerte (1Co 16:13–14; 1P 3:7)
Fomenten, en todas las formas posibles, la masculinidad que Dios les ha dado a los hombres. Dejen que las protejan. Pídanles que las escolte cuando entren a un restaurant o vayan a un evento que está lleno de gente. Si es que no tienen dificultad física para hacerlo, permítanles que les abra la puerta.
5. Fomenten su liderazgo espiritual (Ef 5:25–26)
¡Esto es muy importante! Para muchas mujeres cristianas, tener un hombre que pueda liderarla espiritualmente está al principio de la lista. Oren por él todos los días. Envíenles mensajes y versículos edificantes durante la semana. Pídanles su opinión respecto a temas espirituales. Oren diariamente para que Dios los levante para ser hombres que aman al Señor y a la Biblia.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
¿Cómo puedes apoyar mejor el liderazgo piadoso en los hombres que te rodean?
¿De qué formas estás destruyendo ese liderazgo?
Este recurso fue publicado originalmente en el sitio Girl Defined. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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[1] La sección en cursiva fue extraída del capítulo 9 del libro Girl Defined.