Cuando experimentas una crisis en tu vida, es natural pensar obsesivamente en esa crisis más que en cualquier otra cosa. Ya sea un pequeño dilema personal o una pandemia global como la que estamos viviendo actualmente, la respuesta espontánea de nuestros corazones es meditar en la ansiedad.
¿Suena esto como tu rutina diaria? Cuando despiertas cada mañana, lo primero que haces es revisar las noticias y descubrir las últimas estadísticas y acontecimientos:
- ¿Cuántos casos de COVID-19 hay en mi ciudad o estado?
- ¿Cuánto estiman que va a durar este distanciamiento social?
- ¿Cómo están los mercados financieros hoy?
- ¿Qué tiene que agregar el último experto?
(Si te pareces en algo a mí, serás tentado a hacer lo mismo de nuevo antes de ir a la cama… ¡y volver a revisar múltiples veces a lo largo del día!).
Mantenerse informado y tomar decisiones sabias en base a esa información es algo bueno. El problema está en que podemos desarrollar un hábito poco saludable en nuestros corazones donde meditamos en la dificultad y olvidamos a Dios.
Cuando hacemos esto, la crisis se verá más y más grande y Dios parecerá más y más pequeño.
Solo una cosa puede resultar de tal hábito: temor. Un temor paralizante, que produce pánico y resulta en ansiedad.
Hoy quisiera ayudarte a batallar contra el temor y romper ese hábito poco saludable.
El arma más poderosa contra el temor durante una crisis es la gratitud.
Cuando buscamos intencionalmente razones para estar agradecidos, no negamos la realidad de la situación. No estamos haciendo caso omiso a las duras estadísticas ni ignorando el consejo de los oficiales de nuestro gobierno.
Al contrario, miramos la realidad a través de los lentes de todas las cosas por las cuales debemos estar agradecidos.
El primer lugar que debemos mirar está verticalmente. Da gracias a Dios por quién es Él. Medita en su santidad. Vive en asombro de su poder. Recuerda su fidelidad. Adora su rectitud. Alábalo por su justicia. Agradécele por su paciencia, su amor, su misericordia y su gratitud.
Después de que hayas mirado con gratitud verticalmente, busca todas las razones que tienes para estar agradecido horizontalmente. Específicamente, de personas, lugares o cosas.
Agradece a Dios por las personas que Él ha puesto en tu vida. Incluso en este tiempo de distanciamiento social, estás rodeado de personas que te conocen, que te aman, que te envían mensajes, que te llaman, con las que haces videollamadas y que andarán contigo.
Agradece a Dios por los lugares en tu vida. Quizás es un parque del barrio donde puedes ir a caminar. Tal vez es una tienda en tu vecindario que tiene comida y cosas necesarias para el día a día. Agradece por tu hogar, donde puedes estar seguro. Agradece por las habitaciones específicas: donde puedes comer, relajarte, ejercitarte y dormir.
Agradece a Dios por las cosas en tu vida. ¿Has dado por sentada la tecnología que nos permite a todos estar conectados? ¿Qué hay de los libros, las películas, la música o los juguetes que tu familia puede usar para entretenerse y tener tiempo de ocio? ¿Has inventariado con gratitud los platos y las copas de tu casa que usas para comer y beber?
¡Sé agradecido!
Cuando David enfrentó una horrible crisis personal en el Salmo 27, dijo: «Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para meditar en su templo» (v.4).
David no es etéreo ni un súper espiritual poco práctico; él no está ignorando la realidad que está enfrentando. Al contrario, David entiende que él solo podrá interpretar su situación correctamente y responder apropiadamente cuando la mire a través de los lentes de la despampanante belleza de su Redentor.
Como David, solo entenderás esta crisis adecuadamente (o cualquier situación inquietante) y responderás bíblicamente si la observas a través del espectacular esplendor de tu Señor: su carácter, su gracia, y si miras a las personas, a los lugares y a las cosas que Él ha provisto para ti.
Si haces eso, aún serás sensato ante lo que enfrentas y tomarás decisiones sabias, y no serás paralizado por el temor.
Existen pocas herramientas más potentes contra el temor en este momento que la gratitud.
¡Cuenta tus bendiciones!
Dios te bendiga.
Preguntas para reflexionar
- ¿Cuánto tiempo pasas siguiendo la situación actual? ¿Estás invirtiendo este tiempo para educarte o se ha transformado en un hábito poco saludable de meditación en la crisis?
- Escribe una lista de todas las cosas por las que puedes estar agradecido. Categoriza tu lista por personas, lugares y cosas. Discute esa lista con otros y úsala como una herramienta para redireccionar tu gratitud verticalmente.
- ¿Quién ha impactado tu vida recientemente? ¿Le has comunicado tu aprecio? Hazlo nuevamente hoy, expresandoles tu afecto.
- ¿Cómo puedes encarnar el amor de Cristo a otros hoy? Toma pasos específicos y prácticos para representar su generosidad y amor.