Ayer hice algunos trámites con mis hijos y, en el automóvil, jugamos a lo que más nos gusta: «Hazle 100 preguntas a mamá antes de llegar a casa». Entre la típica «¿Qué vamos a comer?» y «¿Qué dice ese letrero?», mi hijo Jude lanzó una nueva: ¿Por qué la Biblia es tan importante? Me alegró mucho explicar que la Biblia es lo más importante porque se trata de la mismísima Palabra de Dios. Lo creo de todo corazón y anhelo profundamente que mis hijos también lo crean. Sin embargo, pensar en ello me remeció: ¿Vivo siempre como si fuera cierto? Porque si la Biblia es la Palabra de Dios y lo más importante de mi vida, la predicación de esa Palabra debería ser el evento más importante de mi semana. Y si es el evento más importante de mi semana, debería afectar mis prioridades, ¿verdad? Sin embargo, para mi vergüenza, a menudo planifico mi semana en torno a mi lista de quehaceres o las actividades de mis hijos. O descubro que, en lugar de la predicación, ansío más una reunión familiar o tomar un café con una amiga. Aunque asisto fielmente a la iglesia los domingos, a veces llego cansada o distraída. Y en consecuencia, no saco de la predicación los beneficios espirituales que Dios ha establecido. Aquí, entonces, enumero unos cuantos hábitos o disciplinas que, cuando soy fiel en aplicarlas, me ayudan a darle la mayor importancia al evento más relevante de mi semana.
Prepárate
Necesito preparar mi corazón y mi agenda. Los puritanos me enseñaron esto hace años. Ellos empezaban a preparar sus corazones la noche del sábado a la espera del servicio matinal del domingo. Podemos preparar nuestros corazones leyendo el pasaje que será predicado, o pasando tiempo en oración para calmar nuestros corazones, confesar nuestro pecado, y pedir luz. Una forma práctica de prepararnos es adelantar nuestra comida y nuestra vestimenta y procurar tener una mañana tranquila. Podemos evitar acumular eventos que nos hagan correr la tarde del sábado y nos dejen agotados para la mañana del domingo.
Escucha
Aunque la comunión anterior y posterior a la reunión dominical es una señal visible de la salud de nuestras relaciones con el pueblo de Dios, escuchar la predicación debería ser nuestra primera prioridad. Esto puede implicar evitar la tentación de revisar nuestro smartphone, evitar que nuestra mente divague durante el servicio, o pedirle a Dios que nos dé gracia para concentrarnos únicamente en lo que el predicador está diciendo. Sé que para las mamás con niños o bebés muy dependientes puede ser difícil escuchar el sermón del domingo —o incluso imposible—, pero anímate: esta etapa pasará pronto y, si estás cuidando de un niño especial, estás haciendo lo que Dios te ha llamado a hacer. Pon atención, sin embargo, a aquellas formas en las cuales tú también puedas priorizar escuchar. Quizás puedas ajustar los horarios de alimentación de tu hijo o traerle juguetes/colaciones. Si estás en una sala aparte con recepción de video, haz que el objetivo más importante sea escuchar el sermón (y no charlar con amigos). Gracias a la tecnología moderna, puedes también beneficiarte de escuchar el sermón en algún otro momento de la semana.
Aplica
Varias mujeres «mayores» piadosas que conozco tienen como prioridad revisar los sermones de los domingos en la tranquilidad de los lunes por la mañana. Para mí ha sido un hábito esporádico, pero cada vez que lo hago saco provecho de ello. Una de mis prácticas favoritas es escoger un buen comentario bíblico que, en mis momentos de calma, me ayude a estudiar el libro de la Biblia que se está predicando. Finalmente, no tomes a la ligera el hecho de que, durante la predicación de la Palabra de Dios, puedes ser convencida de pecado o animada a cambiar. ¡Actúa de acuerdo a ello! Es el Espíritu Santo quien te habla a través de la Palabra y ansía ayudarte a aplicarla. Y un pensamiento más: es aleccionador para mí recordar que mis hijos están mirando. Quiero hacer más que simplemente contarle a Jude que la Biblia es lo más importante para mí. Quiero vivirla. Ahora bien, esta lista no es exhaustiva en absoluto, pero he querido agrupar algunas ideas en un artículo. No pretendo que sea abrumadora —especialmente para las mamás con niños—, sino que, partiendo por mí misma, quiero incitarnos a todas a amar más la Palabra de Dios. Empecemos de a poco, pero empecemos. Hagamos que la predicación de la Palabra sea lo más importante de nuestra semana.
Este artículo fue originalmente publicado por Girltalk. | Traducción: Cristián Morán

