Este artículo forma parte de la serie Cinco mitos, publicada originalmente en Crossway.
Mito no. 1: la liturgia no es una palabra bíblica
La palabra liturgia tiende a usarse hoy con referencia al orden formal de la adoración en la iglesia. A menudo, se asume que este lenguaje llegó a nosotros de los Católicos Romanos o de los Anglicanos, a quienes «realmente les encanta su liturgia». Sin embargo, la palabra liturgia es una palabra bíblica. Viene de la palabra griega λειτουργία, que significa «servicio». En el Nuevo Testamento, se usa ampliamente para hablar de nuestro servicio a Dios (Ro 12:1-2) o nuestro servicio a otros (Fil 2:30). Asimismo, se usa en sentido estricto para hablar del servicio con relación a la adoración formal de Dios cuando su pueblo se reúne (p. ej.: Heb 9:21; 10:11). Por lo tanto, liturgia es una palabra bíblica antes de ser una palabra eclesial.
Mito no. 2: la liturgia sólo la usan algunas iglesias
Algunos cristianos piensan que sólo las Iglesias Católicas y Anglicanas usan la liturgia, mientras que las suyas no lo hacen. No obstante, dado que la liturgia concierne al orden de los elementos de la adoración en un servicio de la iglesia, no se trata de si una iglesia tiene liturgia; se trata de qué liturgia tiene una iglesia. Cada iglesia tiene un orden de los elementos de la adoración en su servicio. En algunas iglesias, ese orden está escrito de una manera establecida, como el Libro de oración común anglicano (1662). En otras iglesias, el orden no está escrito y, por lo tanto, los elementos de la adoración son más flexibles, semana a semana. Sin embargo, el hecho permanece en que cada iglesia tiene ciertos elementos de adoración (p. ej: la lectura bíblica, la oración, las canciones, las ofrendas, etc.) que ocurren en un orden particular. La liturgia, en ese sentido, ya sea escrita o no, es ineludible. Cada iglesia es tan litúrgica como la otra. La pregunta real es qué liturgia ha decidido adoptar la iglesia.
Mito no. 3: la liturgia no es relevante para nuestros tiempos a solas o devocionales
El hecho de que la liturgia sea ineludible para las iglesias quiere decir que es ineludible para nuestros tiempos a solas y devocionales diarios. Así como cada iglesia tiene un orden de los elementos de adoración cuando se reúne el pueblo de Dios, entonces cada persona tiene un orden de los elementos de adoración cuando pasa tiempo con Dios. Para la mayoría de las personas, ese orden es una liturgia simple de una oración corta pidiéndole a Dios que les hable, seguido por una lectura bíblica, seguida por una oración intercesora. Por lo tanto, no se trata de si tenemos liturgia en nuestros tiempos a solas; más bien, de qué liturgia tenemos. Al menos, esto debiera hacer que nos preguntemos: «¿cuán buena es la liturgia que tengo en mis tiempos a solas?». O más prácticamente, «¿qué puedo hacer para enriquecer la liturgia de mis devocionales diarios?». La historia de cada iglesia (con sus liturgias, credos, catecismos y oraciones) nos ha dejado un tesoro que aprovechar.
Mito no. 4: la liturgia apaga al Espíritu Santo y conduce al nominalismo
Una liturgia establecida involucra decir oraciones establecidas, ya sea en la iglesia o en nuestros devocionales diarios. Si nuestra adoración en la iglesia o nuestros devocionales personales involucran decir oraciones escritas por otros, y decirlas repetidamente, entonces sin duda con el tiempo esto simplemente se convertirá en un caso de «ejecutar un mecanismo» y no involucrarnos realmente con Dios desde nuestros corazones. Semejante acercamiento, se dice, apaga al Espíritu de Dios y finalmente lleva a ser sólo un cristiano nominal. ¡La liturgia mata, pero el Espíritu da vida! Sin embargo, esto se dice para ignorar el hecho de que Dios nos ha dado un conjunto de oraciones tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El Salterio es un himnario lleno de oraciones que los santos a través de la historia han encontrado útiles para leer, orar y cantar: personal y comunitariamente. El Padre Nuestro es otro ejemplo de una oración establecida que Jesús esperaba que sus discípulos hicieran juntos. El apóstol Pablo reveló el contenido de sus oraciones personales para las iglesias. Estos ejemplos solos deben indicar que, puesto que el Espíritu Santo inspiró tales «oraciones establecidas», no debemos pensar que recitarlas lo apagará. Es más, no debemos pensar que las oraciones improvisadas, aunque sean buenas y necesarias, son de alguna manera superiores o suficientes.
Mito no. 5: la liturgia es restrictiva, repetitiva y aburrida
Como cristianos viviendo en una cultura adicta a la novedad y al cambio, podemos ser tentados a pensar que cualquier tipo de estructura o rutina en nuestra vida diaria es sofocante. Esto es especialmente cierto cuando se trata de la liturgia, ya sea en el servicio de la iglesia o en nuestros tiempos a solas. Podemos rehuir de la idea de la liturgia porque pensamos que la estructura será muy restrictiva, las oraciones de memoria demasiado repetitivas, el contenido demasiado aburrido. Queremos flexibilidad, cambio y novedad. No obstante, si los expertos médicos ahora creen que una rutina estructurada diaria beneficia nuestra salud mental, ¡cuánto más una liturgia establecida para la salud de nuestras almas! Tener un orden para nuestras oraciones diarias, que se mueve desde oraciones de adoración y confesión a oraciones de iluminación e intercesión, puede ayudarnos a evitar que ofrezcamos meramente una lista de peticiones después de que hayamos leído nuestras Biblias. No obstante, más que eso, cuando luchamos por saber qué orar, las oraciones de los santos que han luchado antes que nosotros pueden reenfocar nuestras mentes en Dios y en sus grandes propósitos para nosotros en el Evangelio. En este aspecto, una liturgia establecida puede proveer una ruta guiada para ayudar a santos débiles en su camino espiritual; puede servir como una cuerda para atar sus corazones errantes a Dios.