El siguiente extracto ha sido traducido a partir del blog publicado originalmente en inglés por Crossway.
Como mujeres, a menudo debemos encontrar formas creativas para incluir un «tiempo para dedicarlo a estar en la Palabra» en nuestras agendas diarias. Según la etapa de la vida en la que estemos, podremos encontrarnos a nosotras mismas haciéndonos un espacio para esto quince minutos antes de que despierte el bebé, tomándonos dos horas un miércoles por la tarde que, de pronto, tuvimos libre porque se canceló la reunión que teníamos agendada o quitándole un par de minutos a nuestro sueño una vez que las tareas del día finalmente acabaron.
Con frecuencia, las mujeres me piden consejos sobre cómo aprovechar al máximo el tiempo que tenemos para leer la Palabra. A continuación, quiero compartirles cinco formas para hacer que el tiempo que tienen valga la pena:
1. Distingamos entre una lectura devocional y un estudio bíblico
Puede ser tentador querer que nuestro tiempo personal de estudio llene nuestro estanque emocional del día. Quizás nos apresuremos en encontrar un punto de aplicación para ponerlo en práctica en cualquier momento posible. Esto podría significar que limitamos nuestro tiempo en la Palabra a una lectura devocional; es decir, meditar en un pasaje y buscar una forma de ponerlo en práctica inmediatamente.
La lectura devocional es beneficiosa, pero no es fundamental. Su beneficio, de hecho, aumenta exponencialmente a medida que crecemos en nuestro entendimiento esencial de la Biblia. Hagan una distinción entre el tiempo devocional y el tiempo de estudio. Luego, decidan cuánto tiempo van a asignarle a cada uno, basándose en las ventajas respectivas. Dediquen sus tiempos de estudio a construir un conocimiento fundamental de la Escritura.
2. Recordemos de qué se trata la Biblia
Es tentador leer la Biblia como una hoja de ruta para nuestras vidas o como una guía para obtener una vida abundante. Sin embargo, la Biblia, en estricto rigor, no es un libro que habla sobre nosotras; más bien, habla sobre Dios. Desde Génesis hasta Apocalipsis, revela y celebra el carácter y la obra de Dios. No hay duda de que adquirimos conocimiento sobre nosotras mismas, pero esto sólo sucede a medida que obtenemos conocimiento sobre Dios, aprendiendo a ver nuestro propio carácter en relación con el carácter de él.
Léan teniendo en cuenta la siguiente pregunta: «¿qué me enseña este pasaje sobre Dios?». Luego, léan comparándose con él: «saber que Dios es paciente provoca que reflexione en cuán impaciente soy yo. Entonces, ¿cómo debo vivir?». Permitan que la aplicación del pasaje fluya a medida que comprenden a Dios de una manera específica.
3. Cambiemos nuestra visión por una a largo plazo
Piensen que el estudio bíblico es más como una cuenta de ahorros que como una tarjeta de débito. En vez de verlo como un saldo decreciente al cual recurren para suplir una necesidad inmediata, dejen que tenga un efecto acumulativo en las semanas, en los meses y en los años. Puede que no lleguen a entender un pasaje o no puedan aplicarlo bien después de un día de haberlo estudiado. Eso es normal. Continúen depositando en sus cuentas, confiando que en el tiempo perfecto de Dios, él iluminará el sentido y la utilidad de lo que han estudiado, multiplicando su valor.
¿Qué pasaría si el pasaje que están estudiando hoy las está preparando para una prueba en diez años más? Estudien fielmente ahora, confiando en que nada será desaprovechado, ya sea que tengan un estudio bíblico eficiente en treinta minutos o no.
4. No vayamos de aquí para allá
En vez de que cada día lean pasajes tomados de diferentes partes de la Biblia, mejor escojan un libro y quédense ahí. Saltar de pasaje en pasaje puede dejarnos con un conocimiento acotado sobre la Escritura. Quizás podríamos familiarizarnos más con ciertos pasajes, pero tal vez nunca aprenderíamos sus contextos.
Leer un libro de la Biblia desde el principio hasta el final nos ayuda a conectar los puntos de nuestro conocimiento acotado con un entendimiento cohesionado del texto. Asegúrense de aprender el trasfondo del libro (quién, qué, cuándo, por qué y dónde) antes de que se sumerjan en él para que así se posicionen en el contexto histórico y cultural correspondiente a medida que van leyendo.
5. Oremos
Carecemos de sabiduría. Esta realidad nunca es tan evidente como cuando nos embarcamos a estudiar la Biblia. Oren antes, durante y después de sus tiempos de estudio. Pídanle a Dios que les dé oídos para oír. Oren como el salmista, «abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley».
Admitan sus limitaciones y, humildemente, pídanle a Dios que les conceda la sabiduría y el entendimiento mientras estudian. Él nunca se rehusará a esta petición.
Ésta es una publicación escrita por nuestra invitada, Jen Wilkin, y es parte de un devocional gratuito de 31 días, Women of the Word Month [El mes de la mujer de la Palabra], que fue diseñado con el objetivo de animar y preparar mujeres para estudios bíblicos transformadores. Entérate más o suscríbete en crossway.org/women [disponible sólo en inglés]. | Traducción: María José Ojeda

