Este artículo forma parte de una serie llamada Carta abierta.
Querido amigo:
¿Qué palabras puedo decirte cuando tu vida es difícil y estás sufriendo? Si estuviéramos cara a cara, probablemente no comenzaría con palabras para nada. Me gustaría que hablaras cuando puedas. Quiero saber de ti, qué es lo que estás atravesando, cómo es para ti y cómo estás. Probablemente, sería más útil simplemente estar presente y transmitirte que esas lágrimas, pena y confusión son válidas. Muchos cristianos sabios han comentado que los consejeros de Job lo hicieron bien hasta que abrieron sus bocas (Job 2:11-13) y sin duda no creo que exista alguna palabra mágica que lo mejorará todo.
Pero cuando llegue el momento de decir algo, podría decir esto: Jesús es el amigo más compasivo, el compañero en el sufrimiento y el Salvador. Él recorrió un camino duro. Él sintió su propia angustia y dolor agobiante (Is 53). Él entiende. Él es compasivo contigo. Por medio del consuelo de su presencia y compasión, quiere tomarte y acercarte a Él.
Te animo a ir a Él y hablarle. Hay algo en nuestra capacidad de encontrar palabras para expresar lo que estamos viviendo que marca una diferencia genuina. Un cristiano sabio de hace muchos siglos dijo: «abrirle nuestro corazón a un amigo, multiplica nuestras alegrías y corta a la mitad nuestros dolores». He descubierto que esto es verdad. Compartir nuestra alegría realmente multiplica la alegría. Por supuesto, compartir la pena nunca provoca que desaparezca, pero hay algo sobre hablar con alguien a quien verdaderamente le importas que calma tus heridas. No estás solo.
Los salmos, que están tan llenos de dolores y tan llenos de fe, a menudo comienzan simplemente dando voz a la experiencia del sufrimiento. A medida que lo hacen, es importante notar que ellos no claman simplemente con un grito de dolor; ellos claman al Dios que escucha, que le importa, que se acerca, que ayuda. Podemos hablarle a nuestro Dios. Mi deseo es que tú puedas clamar a Él. Él te llama su amigo. Él se preocupa profundamente por ti. Él es tu Salvador. Confía en Él. Él recorrió este camino antes que tú. Él promete caminar contigo en esto.
Podría decir una cosa más. El sufrimiento se debe recorrer un paso a la vez. Sé honesto. No tomes atajos. Deja que el afán de cada día sea suficiente para ese día. Busca a tu Padre. Si lo haces, lo encontrarás.
David