Este artículo es parte de la serie Cartas abiertas publicada originalmente en Crossway.
Querida amiga:
¿Ya estás cansada? Tal vez te quedaste despierta hasta tarde anoche llenando y cerrando sobres porque quieres enviar tus tarjetas de Navidad antes de que sea demasiado cerca de la Navidad. O tal vez estuviste despierta con un niño enfermo (porque Navidad cae justo en medio de la temporada de resfriados y gripe). Aunque la época de Navidad es muy emocionante para una familia, también es completamente agotadora. Simplemente hay demasiado por hacer.
Yo solía comenzar a escuchar música navideña en septiembre. El minuto en el que cerraba la piscina después del Día del Trabajador, yo estaba lista para mi siguiente momento favorito del año (después del verano): la Navidad. Comenzaba a soñar con cómo decoraría la casa. Buscaba cuándo se emitirían todas las películas navideñas del canal televisivo Hallmark. Hacía todas mis compras antes del Día de Acción de Gracias (o rápidamente después), así mis regalos podían ser envueltos y enviados durante los primeros días de diciembre. Incluso escribía mi lista de Navidad temprano. Quería que la época de Navidad durara para siempre, entonces la empezaba antes que los demás. Quería saborearla, apreciarla, meditar en el verdadero significado de la Navidad, así que trabajaba duro para adelantarme y que se prolongara.
Sin embargo, tuve hijos; cuatro en rápida sucesión.
Ahora, levanto la vista por sobre la locura solo para darme cuenta de que ya es Halloween y no he escuchado ni una sola canción navideña.
Hace algunos años le lamenté a mi esposo que ya nada se siente como Navidad. Simplemente estoy avanzando por inercia, corriendo de una cosa a la otra. Compro los regalos para la fiesta de la clase; lo tacho en mi lista. Compro regalos para mis sobrinos; lo tacho en mi lista. Asisto al concierto de Navidad de la iglesia; lo tacho en mi lista. Encuentro un buen devocional de Adviento; lo tacho en mi lista. Hago muchas cosas en la época navideña, pero raramente me siento preparada. A menudo se siente como si mis días de silenciosa meditación ya acabaron. Mi cabeza está llena de cosas como para meditar en otra cosa. Mi casa está llena de demasiado ruido como para sumarle silencio a mis intentos de meditación. ¿Ves por qué estoy cansada?
Sé que no estoy sola en mi angustia por el ajetreo y el deseo de paz y calma en la anticipación al nacimiento de nuestro Salvador. He hablado con algunas de ustedes en las fiestas de clase. Sé que todas estamos estresadas en esta época. Pero para el creyente, lo más importante que podemos hacer en esta Navidad no es envolver otro regalo, sino abrir nuestros corazones y mentes nuevamente ante la maravilla de que Dios vino al mundo.
Sé que no necesitas hacer nada más; no obstante, espero que estos «reinicios navideños» te den el margen que necesitas para celebrar incluso en medio del ajetreo. De una madre ocupada a otra, tratemos de recordar por qué celebramos y recuperemos la maravilla en el proceso.
Recuerda tus objetivos
El objetivo de cada temporada navideña debería ser enfocar nuestros corazones en Cristo. Si hay una cosa que debe suceder, que sea esto. Corriendo el riesgo de sonar cliché, Él es la razón de esta temporada de celebración y de todas las temporadas . Si lo perdemos a Él, hemos perdido todo. El objetivo familiar durante el Adviento siempre debe ser atesorar a Cristo por sobre todo. Tu implementación de este objetivo puede verse diferente a la mía, pero todos tenemos el mismo objetivo. Todos estamos apuntando hacia el mismo resultado: adorar al Salvador como familia. Cuando algo se mete en nuestras vidas durante esta época ajetreada, deberíamos evaluar si nos ayuda a lograr este objetivo. Y si no nos ayuda, está bien descartarlo por un tiempo o incluso para siempre.
Mira tu calendario
Esto puede parecer muy tonto, pero a veces solo necesitamos mirar nuestro calendario para saber lo que se espera de nosotros (y qué puede ser pospuesto hasta el año que viene). ¿Aquellos turnos con el dentista que querías pedir justo antes del descanso de Navidad? Pueden ser importantes, pero pueden esperar un poquito más (no le cuentes a mi dentista). ¿Aquella visita de tu hijo a la casa de su amigo que no ve hace un tiempo? Otra vez, puede ser importante, pero si complica el calendario, no es necesario. ¿Recuerdas el objetivo? Atesora a Cristo por sobre todo en este tiempo. Entonces, si tener algunos niños más en tu casa te abruma, incluso si el amiguito es excelente y te anima a amar más a Cristo, está bien esperar hasta después de Navidad.
Sin embargo, hay otra manera en la que puedes mirar tu calendario y evaluar si está moviendo a tu familia hacia ese objetivo. Puedes preguntar si tu calendario está lleno de cosas que te llevan a recordar a Cristo en esta época. ¿Has asignado un tiempo para servir? ¿Has asignado un tiempo para leer la Escritura juntos? ¿Has asignado un tiempo para orar por tu corazón? Puede parecer tonto calendarizar todas estas cosas, pero esta es una carta a padres ocupados, entonces asumo que todos han cedido y llevan un calendario hace tiempo. A veces, especialmente durante los momentos más ocupados, necesitamos programar nuestras cosas más importantes para que sucedan. Esto nos lleva a nuestro último «reinicio navideño», que es el más importante, después de que has establecido tu objetivo y has hecho lugar en tu calendario.
Lean, canten y oren juntos
Al hacer los «reinicios» anteriores, creas lugar para las cosas más importantes que puede hacer un padre ocupado en la Navidad: llevar a su familia a la historia del Salvador. Puede parecer simple, pero a veces solo leer, cantar y orar juntos despierta nuestro afecto por Jesús. Sé que así es para mí. Y la Navidad está llena de maravillosos himnos que nos recuerdan la razón por la que Jesús vino. La manera de ayudar a tu familia a atesorar a Jesús en esta Navidad es hablándoles de Él. Pueden leer los relatos del Antiguo Testamento que prometen su nacimiento y luego leer los relatos del Nuevo Testamento que cuentan sobre su nacimiento. Pueden leer por qué Él necesitaba venir y lo que lograron su vida y su muerte. Pueden leer sobre cómo va a regresar y que somos un pueblo en espera, anhelando el regreso de nuestro Salvador. Y luego pueden cantar excelentes canciones que los cristianos han estado cantando por siglos. Pueden orar por nuevos corazones en las vidas de sus hijos, pidiendo que el regalo del nuevo nacimiento sea suyo esta Navidad. Pueden orar para que sus vidas sean moldeadas, no por el consumismo, sino por el sacrificio y la adoración.
Si esto suena abrumador, te entiendo, yo también lo siento así. Aun cuando hagas espacio en tu calendario y establezcas objetivos, sumar algo más que no es parte de tu rutina puede ser difícil e incluso incómodo. Así que, empieza de a poco. Lee un versículo de la Biblia, lee una historia de la Biblia para niños y dalo por logrado. Tal vez mañana a la noche puedes cantar una canción o puedes incluso cantar una canción mientras viajan a la iglesia el domingo. El punto es la intencionalidad, no la cantidad. El punto es que nuestros niños vean a Jesús, no al ajetreo como la razón de la celebración. Recuerda el objetivo; haz espacio en el calendario; comienza poco a poco, y adora al Rey Jesús. Él vino una vez y vendrá otra vez. Que Él sea el tesoro de tu familia en esta ajetreada época de Navidad.
A Dios sea la gloria,
Courtney