Piloto, médico, abogado, profesor. Son trabajos difíciles y exigentes; conllevan mucha responsabilidad y requieren mucha preparación. Durante su extraordinaria vida, Frank Abagnale Jr. trabajó en cada uno de estos puestos. Lo más extraordinario de todo es que lo hizo antes de que tuviera 20 años. La película, Atrápame si puedes, trata de la vida de este hombre, uno de los estafadores más audaces y atrevidos en la historia. Sin contar con nada más que con su confianza y carisma, este estafador llegó a tener la responsabilidad de las vidas de los pacientes de un hospital y de los pasajeros de un avión.
En algunos momentos, Frank Abagnale Jr. parece haberse asustado a sí mismo con la seriedad y la responsabilidad de su rol. Muchos años después, él recordó un día cuando otro piloto le ofreció el control de un avión a una altura de 9100 metros. En ese momento, Frank dijo: «estaba muy consciente de que las vidas de 140 personas —¡incluyendo la mía!—, estaban en mis manos. ¡Ni siquiera sabía cómo volar una cometa!». Es chocante pensar que alguien pueda tener una responsabilidad tan grande sin una preparación adecuada.
Si podemos ver cuán importante es prepararse para ser piloto, podemos entender un poco cuán importante es prepararse para ser pastor. Si eres un piloto o médico, los pasajeros y pacientes confían sus vidas a tu cuidado. Si eres pastor, Dios encomienda a tu cuidado las vidas eternas de su pueblo amado. Es una responsabilidad grande y gloriosa. Cuando alguien me pregunta, ¿por qué debería ir al seminario?, las palabras de Pablo a Timoteo vienen a mi mente:
En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra […] (2 Timoteo 4:1-2).
En estas palabras, podemos ver tres realidades que nos muestran cuán importante es que un pastor reciba una preparación adecuada. Vemos la realidad del Dios al cual servimos, la realidad del pueblo al cual servimos y la realidad de cómo servimos.
1. El Dios al cual servimos
El encargo de Pablo a Timoteo comienza con una visión de la gloria y de la majestad del Dios a quien servimos. Pablo quiere que Timoteo conozca el carácter de Dios. Pablo quiere que Timoteo comparta el corazón de Dios. El carácter y el corazón de Dios (como Pablo dice en su primera carta a Timoteo) es que en Cristo «vino al mundo a salvar a los pecadores» (1Ti 1:15). Si queremos servir a Dios como pastores, necesitamos una visión cada vez más clara de cuán digno, bueno y amoroso es nuestro Dios. Solo una vida cautivada por la gloria de Dios puede dedicarse a la misión de Dios. Este conocimiento crece en comunidad. Cuando Pablo escribe a la iglesia en Éfeso, él pide a Dios que ellos «puedan comprender junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo, es el amor de Cristo» (Ef 3:18, NVI). La comunidad de todos los santos incluye a cristianos de todo el mundo y a lo largo de la historia. El rol de un seminario es ayudar a cristianos a crecer en su conocimiento de Dios en el contexto de la comunidad. Una comunidad formada por los alumnos con quienes estudiamos. Cuando estudiamos la doctrina y la historia de la iglesia, esta comunidad crece e incluye a cristianos de todo el mundo y a lo largo de la historia.
Todos pueden dibujar. Todos pueden pintar. Pero hay una gran diferencia entre un artista y yo. David Hockney, uno de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XX, dijo esto: «Enseñar cómo dibujar es enseñar cómo ver. La mayoría no ve realmente. Simplemente escanean el camino frente a ellos». Es interesante como Hockney describe la diferencia entre un artista como él y yo. La diferencia no tiene que ver en primera instancia con técnicas o destrezas; no tiene que ver con cómo dibujar o pintar, sino que la diferencia se encuentra en cómo ver.
Si el pastor quiere compartir y comunicar la belleza y la gloria de Dios, el pastor debe aprender cómo ver. Estudiamos la Biblia en comunidad para aprender cómo ver a Dios con mayor claridad cada vez. El estudio de la historia de la iglesia y de la doctrina de la iglesia nos ayuda a tener una visión cada vez más clara del Dios proclamado por la Biblia. Queremos ofrecer al mundo un retrato de nuestro Creador y Salvador. En su gloria, Él merece nuestra adoración. En su amor, Él conquista nuestros corazones. Debemos tomar tiempo para aprender a cómo ver.
2. El pueblo al cual servimos
Pablo no solo le muestra a Timoteo el Dios a quien servimos, sino que también el pueblo al cual servimos. Su encargo a Timoteo continúa con una descripción de los desafíos y de las dificultades que enfrenta el pueblo de Dios. Es similar a lo que dice cuando se despide de los ancianos de Éfeso. Pablo les exhorta:
Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre (Hechos 20:28).
La iglesia de Dios es un pueblo amado, un pueblo precioso, un pueblo adquirido con la sangre de Cristo. Para tener cuidado de este rebaño el pastor debe tener cuidado de sí mismo. El pastor debe conocer la Palabra de Dios y entender cómo aplicarla a su propia vida y a las vidas de las personas en su comunidad. Dios compró a su pueblo con la sangre de su Hijo. Por su Espíritu lo ha puesto a nuestro cuidado. Si queremos entender la Palabra de Dios en su profundidad, si queremos entender el mundo en su complejidad, debemos apartar tiempo para prepararnos.
Cuando tenía solo 20 años, Frank Abagnale Jr. poco a poco fue adoptando la personalidad de un pediatra del hospital de Georgia. Durante once meses, «ejerció» la medicina hasta que decidió abandonar esta práctica cuando puso en riesgo la vida de un bebé. Frank llegó a reconocer la terrible seriedad de ser médico y las consecuencias trágicas que tienen los errores médicos. Fue talentoso. Fue persuasivo. Pero para ser médico, esto no fue suficiente.
El pastor tiene una responsabilidad preciosa. El pastor está cuidando el rebaño que Dios adquirió con su propia sangre. Si el estudio de la medicina es importante, cuánto más importante es apartar tiempo para el estudio del ministerio pastoral, la consejería bíblica y la apologética. El seminario es un contexto en donde podemos crecer en nuestro conocimiento de la Palabra y entender cómo aplicarla a nuestras propias vidas y a las vidas de las personas en nuestras iglesias.
3. Cómo servimos
El enfoque del encargo de Pablo a Timoteo es la predicación de la Palabra. Sea como sea la situación, Timoteo debe estar preparado para predicar, reprender, corregir y animar. El centro del ministerio pastoral es la predicación de la Palabra. Por lo tanto, es importante conocer la Palabra de Dios.
Una cosa es entender algo, otra cosa es entender algo y poder explicarlo. Cuando llegué a Chile hace siete años, no hablaba ni una palabra de español. Cuando comencé el proceso de aprenderlo algo me llamó mucho la atención. Tenía muchos amigos amorosos y pacientes que conversaban conmigo para ayudarme en el proceso. Me mostraron cómo debería hablar. Sin embargo, muy pocas personas pudieron explicarme el porqué cuando quise saber la diferencia entre ser y estar o cuándo usar fue o era o, ¿es le o lo? En cualquier país, cualquier hablante nativo puede mostrarte cómo hablar. Pero, pocos pueden ayudarte realmente a entender el porqué. Requiere estudio. Requiere preparación.
Hay una dinámica similar en la vida cristiana. Una cosa es entender las verdades del Evangelio, amar las verdades del Evangelio y vivir las verdades del Evangelio, pero otra cosa es poder predicarlas. La obra de la predicación requiere un conocimiento íntimo y profundo de la Palabra de Dios. Por lo tanto, el seminario ofrece la oportunidad de leer la Biblia en sus idiomas originales. El seminario ofrece la oportunidad para estudiar de manera íntima y profunda la Palabra de Dios. Queremos conocer la Palabra para luego compartirla y para ayudar a otras personas a escuchar la voz de su Dios.
Conclusión
Piloto, médico, abogado, profesor. Son trabajos difíciles y exigentes; conllevan mucha responsabilidad y requieren mucha preparación. El pastor debe guiar al pueblo de Dios en su peregrinaje a la Nueva Creación. El pastor es un médico ofreciendo tratamiento para almas enfermas y necesitadas. El pastor es un abogado proclamando la justicia que se encuentra en Jesús. El pastor es un profesor explicando con paciencia y amor el mensaje glorioso del Evangelio. El pastor es todo esto y más. Cuando consideramos el Dios a quien servimos, el pueblo al cual servimos y el carácter de nuestro servicio, la pregunta no es, ¿por qué ir al seminario? Si tenemos la oportunidad de ir a un seminario para prepararnos, la pregunta es, ¿por qué no?