Dinero, sexo y poder: tres grandes regalos de Dios que se pueden usar con fines muy nobles o se puede abusar de ellos con fines innobles. Se pueden aprovechar para los propósitos más grandes o se pueden explotar para los propósitos dañinos más terribles. Los tres son considerados espantosos para algunos, mientras que otros los adoran como dioses. Este trío santo/impío es el tema del último libro de John Piper: Viviendo en la luz: dinero, sexo y poder. Aunque el libro comenzó como una serie de mensajes de conferencias, este no es un traspaso perezoso de un formato a otro, sino que una nueva versión y expansión hecha cuidadosa y hábilmente.
Piper inicia el libro exactamente como esperaríamos que él lo hiciera:
Dios no creó el dinero, el sexo y el poder solo para que fueran tentaciones. Él tenía buenos propósitos en mente. El dinero, el sexo y el poder existen para los grandes propósitos de Dios en la humanidad. No son desviaciones en el camino hacia el gozo en Dios. Junto con todo el resto de la buena obra de Dios, son parte de ese camino. Con ellos, podemos demostrar el valor supremo de Dios. Uno de los propósitos de este libro es mostrarte cómo lograrlo. Por lo tanto, lo que haré es tratar los beneficios del dinero, el sexo y el poder, así como los peligros.
A medida que lo hace, él demuestra que «el dinero, el sexo y el poder existen para mostrar que Dios debe ser más deseado que el dinero, el sexo y el poder. Paradójicamente, esa es la única forma en que estas cosas se vuelven más satisfactorias en sí mismas». Es solo cuando Dios es nuestro mayor tesoro y nuestro placer más puro que estas tres cosas puede tomar el lugar que les corresponde.
En primer lugar, se encuentra el asunto de las definiciones, ya que no podemos asumir que queremos decir lo mismo incluso con términos tan comunes. El dinero es una forma de moneda, por supuesto, y un medio por el cual se le asigna valor a los objetos o a los servicios, pero es mucho más profundo que eso. «El dinero es un símbolo cultural que utilizamos para mostrar lo que valoramos. Es un medio para mostrar lo que atesoramos; mostrar quién es nuestro tesoro. El uso del dinero es un acto de adoración —ya sea a Cristo o a cualquier otra cosa[—]».
De igual manera, el sexo es mucho más que una estimulación erótica o el deseo por la estimulación erótica. «Puede ser un buen uso de ese buen regalo de Dios, o podemos simplemente abusarlo egoístamente. Lo que hace que el sexo sea una virtud o un vicio no es el placer, o el intento de experimentar ese placer o producirlo en otro, sino algo más profundo. Existen asuntos fundamentales de sumisión a la Palabra de Dios y de la condición del corazón».
El poder es la capacidad de obtener lo que quieres y «puede ser utilizado para hacer el bien o para hacer el mal. Cómo utilizas tu poder demuestra dónde está tu corazón, lo que amas, lo que más atesoras[:] lo que adoras».
Lo que une estas tres cosas es que todas son «formas en las que demuestras el valor supremo de Dios en tu vida, o formas en las que demuestras que piensas que otra cosa tiene ese valor supremo. La manera en que piensas, sientes y actúas respecto al dinero, el sexo y el poder muestra el tesoro de tu corazón —si es Dios o algo que él creó[—]». Cada uno de nosotros ha sido testigo del uso y del abuso de estas tres cosas. Cada uno de nosotros ha estado involucrado en su uso y abuso. Cada uno de nosotros se ha beneficiado de su uso y ha sufrido por su abuso. «Estos son las dos grandes condiciones del corazón en la vida humana: el corazón que atesora a Dios sobre todas las cosas o atesora más otra cosa».
Con los asuntos fundamentales en su lugar, Piper sigue un formato predecible y efectivo. Él dedica un capítulo al sexo: «Los peligros del sexo que destruyen tu placer»; un capítulo al dinero: «Los peligros del dinero que destruyen tu prosperidad»; y un capítulo al poder: «Los peligros del poder que destruyen tu ser». En cada caso, él celebra los buenos regalos de Dios, describe sus propósitos dentro de la economía de Dios y nos advierte sobre las formas en que el torcido corazón humano pervierte tales bondades. Por esta razón, en el primero de estos tres capítulos él dice, «Dios debe ser atesorado por sobre el placer sexual y debe ser saboreado en el placer sexual. Los deleites, pasiones y éxtasis del acto sexual diseñados por Dios en el matrimonio son los tipos de placer que Dios mismo concibió y creó. Vienen de él; le pertenecer a él. Él es el tipo de Dios que conoce el placer, que imagina el placer y que crea el placer. Y por tanto, cuando probamos esos placeres, probamos algo de Dios». Por otra parte, el pecado sexual está enraizado en esto: «no atesoramos la gloria de Dios como aquello que es supremamente deseable sobre todas las cosas. Dejamos que la oscuridad de la mentira nos persuada con que uno u otro placer ilícito deben desearse más que a Dios… El pecado sexual crece en tierra de ceguera, de oscuridad y de ignorancia sobre la grandeza y la belleza de Dios que lo satisface todo».
Viviendo en la luz es un libro corto, de 128 pequeñas páginas, por lo que a esta altura solo queda explorar dos capítulos. El primero nos habla sobre el plan de Dios para liberar a las personas sobre los peligros del sexo, del dinero y del poder. «El antídoto es despertar a la gloria de Dios que lo satisface todo. Si eso puede suceder (si la enceguecedora belleza del sol puede ser restablecida al centro del sistema solar de nuestras vidas), entonces el dinero, el sexo y el poder gradualmente, o bruscamente, retornarían a la órbita que glorifica a Dios, y descubriríamos para lo que fuimos creados. Escaparíamos del quebrantado sistema solar que creamos cuando cambiamos a Dios por algo más». El último capítulo trata el uso de estos regalos para el bien de otros y para la gloria de Dios. «Atesorar a Dios por sobre todas las cosas convierte al dinero en la moneda de adoración y de amor. …El sexo siempre es una ocasión para mostrar que el Dador del sexo es mejor que el sexo. … Cuando cambiamos la autoexaltación en orgullo a la exaltación de Dios en humildad, ganamos el poder de Dios para servir a otros, no para tratar a algo o alguien con prepotencia».
Viviendo en la luz representa un profundo desafío. Ilustra cómo la humanidad pecadora toma las cosas buenas, y especialmente las mejores cosas, y las usa para los propósitos más bajos, más miserables y más egoístas. Describe la importancia, la belleza y el beneficio de ver cada uno como un camino para glorificar a Dios al encontrar satisfacción en él. Léelo y estarás mejor equipado para disfrutar humilde y confiadamente las buenos regalos de Dios del dinero, del sexo y del poder.