Siempre que escribo una reseña sobre un libro que aborda el tema de la oración siento la necesidad de señalar que los estantes de las librerías ya están crujiendo debido al peso de ellos. Probablemente, existen cientos y miles de libros sobre la oración. Un nuevo libro respecto al tema tendrá que ser demasiado bueno para sustituir los excelentes recursos que ya están disponibles. Paul Miller, quizás un poco a regañadientes, toma este desafío en su nuevo libro Una vida de oración: conectándose con Dios en un mundo lleno de distracciones. Lo que me atrajo a este libro fue el prólogo escrito por David Powlison. En él, David recomienda completamente este libro y dice que «Una vida de oración le dará una realidad viva y vibrante a sus oraciones. Tómelo en serio». ¿Qué cristiano no quiere aprender a orar mejor? ¿Qué cristiano afirmaría que sus oraciones son tan poderosas como siempre quiso que fueran? El amplio número de libros sobre este tema da cuenta del deseo de los cristianos por orar más y mejor.
Una vida de oración es fruto de los muchos seminarios de oración que Miller lideró a lo largo de los años. En su estructura y en su enseñanza, este libro genera la sensación práctica y real de un seminario. El centro del libro está en las historias familiares (no son cuentos dramáticos, sino que pequeñas anécdotas de la vida y de la sobrevivencia cotidiana). Estas historias no sólo ofrecen ese toque personal que le quita al libro esa noción abstracta, sino que también entregan cierta cohesión, escrita capítulo a capítulo y parte a parte.
El libro comienza con una breve reflexión sobre por qué los cristianos luchan tanto con la oración. Miller dice apropiadamente, «estoy seguro de que muchas personas fallan en orar adecuadamente porque buscan más a la oración que a Dios». Irónicamente, convierten a la oración en su centro en vez de centrarse en aquel a quien oran. La oración se convierte en un fin en sí mismo más que el medio por el cual nos relacionamos con Dios. ¡No es de extrañar, entonces, que nos cueste! «Por consiguiente, la oración no es el centro del libro. Llegar a conocer a una persona, a Dios, es el centro». Otra fuente de la frustración que muchas personas sienten cuando reflexionan en sus vidas de oración viene de trabajar esta disciplina en un nivel abstracto, separada del resto de la vida. Es por esta razón que Miller propone una vida de oración y no sólo momentos cortos. Esto es algo que debe aprenderse a lo largo del tiempo y que necesita ser alimentado. «Una vida de oración no es algo que se logra en un año. Es una trayectoria de toda una vida».
Miller enseña la oración en treinta y dos capítulos divididos en cinco partes. En la primera, él escribe sobre orar como un niño: la confianza y el asombro de los niños que conmovió tanto a Jesús y provocó que los usara como ejemplo para sus discípulos. Miller quiere que los lectores aprendan a hablar con su Padre; que aprendan a amar pasar tiempo con él; que aprendan a ser indefensos como lo son los niños ante sus padres; y que aprendan a clamar «Abba» continuamente como lo hizo Jesús. En la segunda parte, él anima a los lectores a «confiar otra vez», a dejar de lado el cinismo endémico en nuestra cultura. Este cinismo es en gran parte la razón que evita que disfrutemos a Dios y confiemos en él en oración. La tercera sección está dedicada a aprender cómo pedir a Dios: cómo pedirle cosas en oración y a hacerlo con confianza. Él muestra por qué nos es tan difícil pedir y nos enseña los motivos por los que podemos hacerlo. Luego, observa las promesas de Dios en relación con el pan de cada día y «la venida del reino» junto con las promesas extraordinarias de Jesús cuando él decía, «todo lo que pidan en mi nombre, lo haré». La cuarta parte, trata el tema de vivir en la historia del Padre, de ver la oración dentro de la gran historia que Dios está escribiendo en la vida de su pueblo. La quinta y última sección, «orando en la vida real», es la parte más práctica del libro, en la que enseña a orar en la vida real utilizando diarios, tarjetas de oración, etc. Esta es una pequeña sección de aplicación práctica que sucede a mucha buena enseñanza.
Una vida de oración es un libro digno de ser citado que ofrece muchas líneas, oraciones y excelentes reflexiones. Éste es sólo un ejemplo de una que llamó mi atención: Miller pregunta, «¿cómo se amaría a alguien sin oración? Es decir, ¿cómo sería amar a alguien por quien no se puede orar? Era un enigma para mí. No podía descifrar cómo sería. El amor sin ser capaz de orar se siente depresivo y frustrante, como tratar de hacer un nudo con los guantes puestos. Yo sería incapaz de hacerle un verdadero bien a la otra persona. La gente es demasiado complicada; el mundo es demasiado malo; y mi propio corazón está demasiado desenfocado como para poder amar adecuadamente sin orar. Necesito a Jesús».
Desde los primeros capítulos hasta el último, el libro está lleno de buena enseñanza. Hay muy pocas cosas que dice Miller que no se apoyan inmediatamente en la Escritura. Incluso, en este libro lleno de historias de su familia, él es capaz de no ser el protagonista. Éste es un libro que se trata principalmente de Dios: el Dios que le pide a su pueblo que vaya a él con la confianza de que él escucha y responde las oraciones. Miller propone constantes desafíos para primero entender la oración correctamente y, luego, orar, sabiendo que Dios desea que su pueblo ore.
Sí, quiero señalar lo que considero una debilidad de este libro y tiene que ver con algunas de las personas que Miller cita. Aquellos que han leído otros libros sobre la oración podrían ver de igual manera que Miller le debe mucho al misticismo. Es claro que él basa al menos una porción de su teología y práctica de la oración en él. En ocasiones, existe una cualidad mística en lo que enseña. Podemos comenzar a ver la fuente de esto en el montón de veces que cita a Thomas Merton. Ahora, sé que muchas personas lo citan como una autoridad de la oración; no he leído sus libros sobre este tema por lo que no puedo opinar. Sin embargo, inevitablemente, puesto que es un monje trapista católico romano, la teología de Merton empeora cada vez que se acerca más a la cruz. Por consiguiente, si un autor quisiera citarlo debiese hacerlo con el máximo cuidado. Mi preocupación con el libro de Miller es que él podría llevar a las personas a investigar a Merton y a leer no sólo lo que escribió sobre la oración, sino que también sobre otros temas. Por lo tanto, hay una buena razón para ser cuidadosos en este punto. Este énfasis místico en la oración fluye como una idea subyacente a través del libro, no destruyéndolo, pero en ciertos momentos —siento— quitándole valor.
Si dejo de lado esa preocupación, todavía no dudo en recomendar Una vida de oración. Quizás la mayor fortaleza de este libro es el énfasis constante que hace Miller en que la oración no puede ser un accesorio de la vida cristiana; no puede ser un complemento, sino que tiene que ser siempre instrumental. Este libro los equipará para entender la oración apropiadamente y, en ese cimiento firme, comprometerse con ella, con la confianza de que Dios está dispuesto y es capaz de escuchar y responder nuestras oraciones.