Me he encontrado con muchos hombres jóvenes, muchos predicadores jóvenes que quieren seguir el modelo de John Piper. Ellos ven su gozo en el Señor, ven su pasión por la gloria de Dios, ven el fuego en sus sermones, y quieren ser como él. Lamentablemente, he visto a más de un par predicar con toda la pasión pero nada de unción. Han aprendido que no puedes predicar como Piper a menos que conozcas y ames a Dios como Piper lo hace. No puedes conocer ni amar a Dios como Piper lo hace a menos que primero conozcas, ames y atesores la Palabra de Dios como él lo hace. Él no es en primer lugar un gran predicador, sino que un hombre que atesora a Dios por medio de la Palabra de Dios.
Una gloria peculiar, la primera gran obra de Piper en muchos años, explica por qué y cómo él tiene una confianza tan profunda y enraizada en la Biblia. Su exposición responde esta pregunta: ¿cómo podemos saber que las Escrituras cristianas son la Palabra de Dios? Por supuesto, tenemos muchos libros que responden esa pregunta. Existe un género completo de libros que observa la historia de la Biblia, la formación del canon, la precisión de las narrativas, el cumplimiento de la profecía, etc. Esta es una manera de llegar a la convicción de que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios. No obstante, Piper toma un enfoque diferente. Su preocupación tiene que ver con que si una persona sin acceso a la educación y sin acceso al conocimiento especializado puede tener la misma convicción. Su preocupación tiene que ver con que si «personas ordinarias, con pocas posibilidades de seguir complejos y oscuros argumentos históricos, pueden percibir si las Escrituras cristianas son la Palabra de Dios. Podemos alegrarnos de que Dios siempre levanta a los eruditos cristianos para interactuar con eruditos que se oponen a la fe cristiana. Pero es un error pensar que todos los creyentes tienen que seguir estos debates con el fin de tener una fe acreditada en las Escrituras».
Su enfoque, entonces, está en el autotestimonio de la Biblia o en el testimonio interno del Espíritu Santo. Sin embargo, este testimonio interno no nos hace dar un salto a la oscuridad, una fe ciega. «El argumento de este libro es que el escalón final de la verdad de las Escrituras es el escalón de la vista, no el de la inferencia. El camino que conduce a la vista puede implicar tanto la observación empírica y la conciencia histórica, como el pensamiento racional. Pero el fin que se persigue no es una inferencia probable del razonamiento histórico, sino una completa seguridad de que hemos visto la gloria de Dios. De este modo, al final de todos los medios humanos tanto la persona con poca preparación como el erudito más educado vienen a un conocimiento salvador de la verdad de las Escrituras de la misma manera: por una observación de su gloria».
Él comienza con su propia historia de cuando fue cautivado y sostenido por la Biblia. Entonces, a través de cuatro capítulos, él examina qué libros y palabras forman las Escrituras cristianas. Tres capítulos están dedicados a mirar lo que la Escritura afirma de sí misma a través del Antiguo Testamento, por medio de Jesús y de los apóstoles. Y luego, al fin, está listo para considerar las preguntas que están en el centro del libro, una tarea que toma cuatro capítulos. Los seis últimos capítulos observan cómo las Escrituras cristianas son ratificadas por la gloria peculiar de Dios.
Es en estos diez capítulos finales que se comprende la contribución más notable del libro. La afirmación de Piper es que la Biblia es verdadera, inerrante, de gran autoridad y la única guía para salvación. No obstante, ¿cómo podemos saber esto? «Esto significa que la Biblia asume que existe una base de conocimientos firme y justificada de que lo que enseña es cierto. Se supone que todo aquel que oye una narración fiel del evangelio es responsable de creer, no como un salto en la oscuridad, sino al observar los motivos reales y convincentes para la fe. Según las Escrituras, las personas no tienen que ser historiadores educados para conocer la verdad histórica de la Escritura. Esto es absolutamente crucial, ya que la gran mayoría de las personas en el mundo que van a escuchar el evangelio no están en condiciones de comprender la complejidad (¡legítima!) de la razón histórica que apoya la resurrección de Jesús y la fiabilidad de la Biblia». Los argumentos históricos son buenos, pero insuficientes. «La Biblia no enseña ni asume que llegamos a la fe saltando a la oscuridad. Se asume que aceptamos a Cristo y sus Escrituras viendo motivos reales y convincentes para la fe». Si estás familiarizado con el trabajo de Piper, no te sorprenderá que encuentre sus respuestas al buscar en el trabajo de su autor favorito, Jonathan Edwards, y su texto central, 2 Corintios 4:4-6. Él argumenta que la Biblia nos expone a la gloria de Dios y de esa manera nos da completa confianza de que es, ciertamente, la misma Palabra de Dios.
Después de registrar mis propios pensamientos sobre el libro, leí las opiniones al final del libro para ver lo que otros habían dicho, y me llamó la atención la opinión de Fred Sanders. «La doctrina clásica del autotestimonio de las Escrituras sufre cuando se utiliza como un método de atajo para anotar puntos probatorios o ganar una discusión sin hacer ningún esfuerzo. Pero esta doctrina despliega sus alas y se eleva a los cielos cuando es manejada por alguien que muestra que cuando leemos la Biblia, estamos tratando con el mismo Dios en sus propias santas palabras. En este libro, John Piper nos comparte todo el mensaje de cómo Dios ilumina la mente y da una firme convicción al corazón a través de la Biblia». De esa manera Una gloria particular es una lógica adición al canon literario de Piper y una contribución valiosa a la editorial cristiana. Recibe mi encarecida recomendación.