Esta es la última parte de la serie de «Femineidad para la gloria de Dios». Espero que, seas mamá o no, te tomes el tiempo de leer este artículo. Todas nosotras en todas las etapas de la vida nos encontramos con niños. Podrían ser los tuyos, los de unos amigos, sobrinos y sobrinas o los hijos de tus vecinos. Por lo tanto, es importante que tengamos una visión de ellos formada bíblicamente. Aunque creo que una visión bíblica de los niños es importante para todos los creyentes, es especialmente importante para las mujeres. Nuestros cuerpos están diseñados para cuidar de los niños: nuestro útero para ser el primer hogar de un niño y nuestros pechos para ser la primera fuente de alimento que reciben. Ya sea que hayamos tenido el privilegio de tener hijos o no, Dios ha diseñado a las mujeres para la crianza.
Los niños son un inconveniente: la actitud común
Lamentablemente, la actitud dominante respecto a los niños es que son un inconveniente. A continuación, comparto un par de publicidades de control de natalidad que exponen esta visión:
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¿Cuál es el mensaje? Que los hijos equivalen a subir casi 14 kilos, a renunciar a tus sueños, a ser menos genial y a no vivir la vida a tu manera. Los niños se interponen en el camino de tus planes para tu vida.
Una cultura cada vez más activa sexualmente ha avivado esta actitud. Años atrás, el embarazo era el resultado normal y esperado de ser sexualmente activos. Sin embargo, gracias al control de natalidad y al aborto, los hijos ahora solo son un resultado opcional del sexo. El impulso para divorciar el embarazo del sexo está sucediendo para apaciguar un estilo de vida descaradamente egocéntrico. En lugar de tener un momento lleno de alegría, un test de embarazo positivo a menudo es recibido con miedo como si fuera una maldición, una enfermedad o un castigo.
Esta manera de pensar de que los niños solo se interponen en tu camino continúa más allá del embarazo. La carrera dirige todo en nuestra cultura y los hombres y mujeres en todas partes están encontrando maneras de dejarle sus responsabilidades de crianza a las guarderías, a las niñeras y a los abuelos para que puedan continuar viviendo su vida de la manera en que ellos quieren. (Hablaré sobre qué lugar tiene el control de natalidad y el cuidado de niños en la vida de un creyente en un artículo que publicaré más adelante).
No obstante, esta actitud no solo se encuentra en el mundo que nos rodea, sino que también entre aquellos que siguen a Cristo. Vemos que esto sucede incluso entre los discípulos de Jesús en Marcos 10:13: «Traían niños a Jesús para que Él los tocara, pero los discípulos los reprendieron».
Imagina ese momento. Los discípulos apostaron a la misión de Jesús y dejaron todo para seguirlo. Ellos vieron un montón de mamás con niños llorando, pequeños entreteniéndose y bulliciosos niños de 7 años acercándose a Jesús. Probablemente, ellos pensaron que estaban siendo increíblemente espirituales y teniendo una mentalidad de Reino. «Todos estos niños solo retrasan a Jesús. Hay lugares donde Él debe estar, sermones que debe predicar, personas que debe sanar, ¡demonios que expulsar! Quítenlos del camino para que podamos llegar a lo importante».
Los discípulos consideraron que los niños eran un inconveniente para el ministerio de Jesús. Y con mucha frecuencia hoy también lo hacen muchos de sus seguidores. Puede que no sea una carrera lo que nos haga marginar a los niños, pero sí el ministerio: «el importante ministerio que cambia al mundo».
Los hijos son un regalo: la visión bíblica de los hijos
La Biblia no nos entrega otra manera de pensar de los hijos que esta: son un regalo, una bendición, una recompensa. Regresemos a la reprimenda de los discípulos a los niños y veamos cómo Jesús respondió:
Traían niños a Jesús para que Él los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque de los que son como estos es el reino de Dios. En realidad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en los brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos (Mr 10:13-16).
A continuación, compartiré un par de cosas que podemos aprender de Jesús respecto a los niños:
No le impidas a los niños
Los discípulos estaban intentando prevenir que estos niños llegaran a Jesús. Sin embargo, Jesús les dice que no se lo impidan. Literalmente, ¡no se interpongan en su camino! ¡No le prohibas a esos niños venir a mí! ¿Cuán a menudo nos interponemos en el camino de la curiosidad natural de un niño porque estamos demasiado ocupadas haciendo algo más importante?
Un niño podría estar interesado en aprender sobre este Jesús del que hablas con tu amiga o en entender qué es lo especial de la Biblia que lees. ¿Respondemos como los discípulos en esos momentos, reprendiendo al niño: «déjame sola, anda a jugar con tus juguetes. Estoy ocupada con cosas importantes como juntarme con Jesús o hablar de Jesús»? ¡No le impidas eso a los niños! No te interpongas en su camino. Permíteles que interrumpan tus planes y tu día.
Aprende de los niños
Jesús le dice a los discípulos que esos niños inconvenientes y que quitan tiempo en realidad ¡tienen algo que enseñarles! «[…] De los que son como estos es el Reino de Dios. En verdad les digo, que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». ¡Vaya! ¡Que tremenda afirmación! Los niños tienen algo que enseñarnos sobre Dios y sobre su Reino.
No solo debemos recibir las interrupciones de los niños en nuestras vidas, debemos tener un corazón dispuesto a aprender de ellos también. Los niños tienen algo que enseñarnos sobre la verdadera fe y el amor por Dios y su Reino. ¡Esto debería hacernos querer estar rodeadas de niños! Incluso a buscarlos, preferirlos y estar ansiosas por escuchar sus pensamientos.
Si Jesús hubiera dicho: «el que no reciba el Reino de Dios como un abogado no entrará en él», ¿buscaríamos a un abogado? ¿Acaso no buscaríamos una manera de pasar tiempo con un estudiante de derecho para entender lo que Jesús quiso decir con eso? No obstante, Dios nos ha llamado a aprender de los niños lo que significa estar en su Reino. Por tanto, ponles atención, valóralos y hazles preguntas. Aprende de ellos.
Detente por los niños
«Y tomándolos en los brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos».
Jesús hizo una pausa y se conectó con esos pequeños. Se puso al nivel de ellos. Pronunció palabras de bendición sobre ellos. Dejó lo que estaba haciendo para pasar tiempo con ellos.
¿Qué niños hay en tu vida? ¿Te detienes para conectarte con ellos? Podrían ser tus propios hijos; tus nietos; tus sobrinas y sobrinos; los hijos de amigos. Los niños que corren en el vestíbulo de tu iglesia. Quizás son los niños que ves en los carros de supermercado mientras trabajas como cajera; o los que van a la consulta médica en la que trabajas. No dejes que tu primera suposición de estos pequeños sea la inconveniencia. Ellos son regalos, bendiciones, maestros para nosotros de cómo es el Reino de Dios. Recíbelos; detente por ellos; conéctate con ellos. Háblales a ellos y habla de ellos positivamente.
Los niños son flechas: piensa estratégicamente
«Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre. Como flechas en las manos del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud» (Sal 127:3-4).
Me encanta que el Salmo 127 llame a los hijos «flechas en manos del guerrero». No solo son un regalo, ¡son una arma ofensiva! Que se nos dé un lugar de influencia en la siguiente generación significa que se nos da un valioso lugar de influencia. ¿Deseas marcar la diferencia en este mundo por la causa de Cristo? ¡Entonces, invierte en los niños! Una inversión en la vida de un niño proporciona grandes beneficios.
Piensa en tu propia niñez. ¿Hubo adultos que se tomaron el tiempo para detenerse y conocerte? ¿Para enseñarte? ¿Para ayudarte? ¿O hubo adultos que no te valoraron, sino que te dañaron o te hablaron negativamente? ¿Cómo eso impactó en tu vida? Piensa en tus padres. Lo que hicieron (o a veces no hicieron) probablemente han impactado la manera en que ves el mundo hoy mismo. ¡Qué tremendo impacto tienen los adultos en la vida de un niño! Para bien o para mal.
Por lo tanto, ¿qué pasaría si nos tomáramos el tiempo para invertir en la vida de los niños: preescolares, niños de edad de educación básica y preadolescentes? ¿Si les enseñáramos sobre Dios, quién es Él, lo que Él ha hecho por los pecadores quebrantados por medio de Cristo? ¿Si aprovecháramos cada oportunidad para escucharlos y hablarles verdad, para aconsejarlos y animarlos? ¡Esta es una inversión que jamás será un desperdicio! Los hijos son como flechas en las manos del guerrero. Si apuntamos esas flechas hacia Dios y a su Reino, ¡qué poderoso ejército será la próxima generación!
Tómate el tiempo para invertir en la vida de un niño. Sirve en el ministerio preescolar o de niños. Transfórmate en un mentor para un adolescente. ¿Tienes hermanos menores? Invierte en ellos. ¿Tu amiga tiene hijos? Conéctate con ellos cuando vayas a su casa. Y, por supuesto, aquellas de nosotras que tenemos nuestros propios hijos, permitamos que la visión de Dios de los niños permee nuestros hogares y nuestras acciones.
Como cristianas, ya no pertenecemos a este mundo completamente egocéntrico. Somos aquellas que seguimos al Siervo de Dios abnegado que cargó la cruz, quien recibe a los niños. Mi deseo es que nosotras hagamos lo mismo.
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