Diferentes oraciones para los pastores
Un par de años después de que nos casamos, mi esposo me regaló el libro Marriage to a Difficult Man: The Uncommon Union of Jonathan & Sarah Edwards [Casada con un hombre difícil: la unión poco común de Jonathan y Sarah Edwards], escrito por Elisabeth Dodds. En relación a Jonathan, sabíamos un poco más de lo que se podía deducir de la tarea de la materia obligatoria de la secundaria, Literatura estadounidenses, sobre Pecadores en las manos de un Dios airado. Parece obvio para mí que sería difícil casarse con un hombre que puede imaginar una araña colgando sobre una llama abierta. Mi esposo compró el libro por el humor del título. Pasaron años antes de que respetáramos y apreciáramos la obra del señor Edwards y admiráramos la fe de su esposa.
Ya sea que estar casada con Jonathan haya sido difícil o no, a este lado de estar casada con un pastor por treinta años, sé lo difícil que es. El matrimonio con un hombre de una profesión particular tiene dificultades particulares. Existen algunas coincidencias, pero los desafíos que las esposas de pilotos, de campesinos, de atletas profesionales, de profesores o de «llena el espacio en blanco» son únicos a esa profesión. A lo largo de los años, he aprendido a orar por las necesidades de mi esposo que son diferentes por su llamado como pastor.
Este año que recién pasó, estuve lentamente copiando oraciones del diario de oración que he tenido por muchos años en el nuevo diario de Crossway. Ha sido una dulce alegría recordar cómo Dios me ha guiado en el pasado y cuán fiel Él ha sido a su Palabra. Mientras trabajaba en las oraciones, escribí y oré por mi esposo y se me ocurrió que quizás la esposa del pastor de nuestra plantación podría animarse a orar por su esposo a partir de lo que pude recopilar de la Escritura para orar por Steve. Tal vez hay otras mujeres que se beneficiarán de la reflexión de una esposa de pastor escrita para otra.
La gloria de Dios
Así como el Padre Nuestro nos enseña a comenzar con la petición de que el nombre de Dios sea santificado, quisiera comenzar a orar por Steve para que su principal enfoque sea la gloria del nombre de Dios y su rol como mayordomo de su glorioso Evangelio.
Que él reverencie tu nombre y sea celoso en defenderlo (Mt 6:9; Ro 12:11; 1P 3:15). En todo lo que haga, que busque glorificarte, no ofender ni buscar su propio beneficio (1Co 10:31-33). Que él sea un mayordomo fiel y sabio: que desee sinceramente el honor de su Amo y no el propio, desempeñando hábilmente su tarea, llevando a cabo consistentemente y con perseverancia aquello que su Amo le manda a hacer (Mt 24:45-46; Col 3:23-24; 1Ti 1:11).
Santidad personal
Mi esposo me compartió la famosa respuesta de Robert Murray M’Cheyne que «la mayor necesidad de mi gente es mi santidad personal». Más importante que desarrollar su exégesis y su capacidad de predicar, más importante que ser un consejero sabio y un gestor cuidadoso, y más importante que manejar hábilmente el conflicto es su respuesta a la obra continua del Espíritu en su santificación. Busqué pasajes que pudieran ayudarme a orar por su santidad personal.
Que deteste el pecado en su propia vida y en la vida de su gente porque es una afrenta a su santidad y la ruina de las personas a las que ha sido llamado a servir. Ayúdalo a esforzarse por tener una conciencia tranquila tanto ante Dios como antes los hombres (Sal 69:5-6; Hch 23:1; 24:16; Heb 13:18) para que se sepa, por la gracia de Dios, que se comportó en santidad y con sinceridad piadosa (2Co 1:12). Que el conocimiento experiencial de tu perdón misericordioso y tu amor abundante y perdurable lo hagan un maestro amable de los pecadores (Sal 51:1, 12-13).
Conciencia de necesidad
La naturaleza abrumadora de la tarea de pastorear debería mantener a los pastores de rodillas en humilde dependencia al Señor. Tristemente, las voces de muchos testimonios «exitosos» y conferencias pastorales impulsan: «¡trabaja más duro, pastor!». Un querido amigo nuestro, finalmente dejó el pastorado porque «ya no pudo mantener más los platos dando vueltas en el circo de la iglesia». Dudé en agregar algo más a las responsabilidades de mi esposo al decirle que debe seguir el patrón de Lutero, quien oraba dos horas al día, a menos que estuviera muy ocupado, y luego oraba por tres horas más. Steve no necesitaba que yo pusiera este ejemplo como un estándar para juzgarlo. Pero puedo orar para que el Señor lo haga diariamente consciente de su necesidad de la fortaleza, la guía y la provisión del Señor.
Bendícelo con una conciencia de su dependencia de Ti. Que crea que es sólo en tu presencia permanente que dará mucho fruto (Jn 15:5). Que levante sus ojos hacia ti, su Amo entronizado en los cielos, sabiendo que no puede llevar a cabo tu mandato sin tu provisión (Sal 123). Que él sepa que puede entregarte cualquier carga y que Tú lo sostendrás (Sal 55:22). Que él sepa que cuando es débil, Tú serás fuerte en él (2Co 12:9-10). Que permanezca en oración, estando atento en ella con acción de gracias (Col 4:2).
Predicación, enseñanza y pastoreo
Cuando oré por los roles específicos de Steve como pastor, los dividí en predicación, enseñanza y pastoreo. Hay una superposición en los tres junto con las diferencias. La predicación es proclamación, por lo que tiene la energía de exhortación, amonestación y ánimo. La enseñanza se puede ver como educación e impartición de conocimiento, por lo que requiere cuidadoso estudio y palabras precisas. El pastoreo es cuidar las necesidades espirituales del rebaño. La Palabra de Dios es central para estas tres cosas.
Que su predicación esté llena de urgencia, fortaleza y convicción penetrante. Que predique con la pasión y la intensidad de alguien que ha escuchado rugir a un león y debe contárselo a otros (Am 3:8), como un odre de vino nuevo a punto de reventar (Job 32:15-22). Dale un fuego consumidor en sus huesos que no pueda retenerlo (Jr 20:9). Que te tema y que el amor de Cristo lo controle (2Co 11, 14-15).
Que no se avergüence de enseñar todo el consejo de Dios (Hch 20:27). Que pueda ser aprobado ante Ti como un obrero que maneja correctamente la Palabra de Dios a tiempo y fuera de tiempo (2Ti 2:15; 2Ti 4:1-4). Que se aferre con firmeza a tu Palabra digna de confianza, capaz de dar instrucción en la sana doctrina y que refute a aquellos que la contradigan (Tit 1:9). Que un ejemplo de integridad, dignidad y discurso sano por toda la vida complemente su enseñanza (Tit 2:7-8).
Que preste cuidadosa atención al rebaño que le diste, que Tú compraste con la sangre de tu Hijo (Hch 20:28). Que ejerza supervisión con su ejemplo piadoso (Sal 78:72; 1P 5:2-3). Dale sabiduría, compasión y valentía para que pueda advertir al rebelde, consolar al desanimado, sostener al afligido y ser pacientes con todos (Jr 3:15; Mt 9:36; 1Ts 5:14). Que acepte con gozo su obligación de soportar las fallas de los débiles. Que tenga sabiduría para saber cómo edificar a quienes lo rodean. Que tenga resistencia y ánimo para vivir en armonía y unidad con otros para que Tú seas glorificado (Ro 15:1-7). Que sea puro, pacífico, manso, abierto a razonar, lleno de misericordia y de buenos frutos, imparcial y sincero. Envíale una cosecha de justicia (Stg 3:17-18).
Preparación para la oposición
Las pruebas y la oposición son una parte de la vida de cada creyente. He visto de cerca cómo se pueden ver en la vida de un pastor. Su llamado y dones son en sí mismos un pararrayos, que atraen el enojo o la envidia tanto de personas heridas como malvadas. Aquellos a quienes no les gusta el mensaje atacan al mensajero. En la cultura estadounidense, cualquier autoridad es sospechosa. En una cultura cristiana terapéutica, si yo no me siento bien respecto a mí misma, tiene que ser tu culpa. ¿Cómo puede un pastor estar preparado para la oposición que viene de personas a las que él ha servido con ternura o incluso con quienes ha servido con gozo (Sal 41:9; 109:4-5)? Y por supuesto, no existen los pastores perfectos, y las propias limitaciones y fallas del pastor provocarán conflicto. Mi esposo y yo nos dimos cuenta al principio de su ministerio que es una fuerte misericordia que la obra purificadora de Dios esté enfocada directamente en ti. Para la gloria de su nombre y el bien de su iglesia, Dios purificará a sus ministros (Mal 3:3).
No permitas que sea pendenciero, sino hazlo amable, capaz de enseñar, resistente con paciencia al mal y que pueda corregir a sus oponentes con amabilidad (2Ti 2:24-25). Cuando sea duramente atacado o agobiado, que no responda de la misma manera ni haga nada que sea indigno de un siervo del Señor. Fortalécelo para que no decaiga y su fe no flaquee (Gn 49:22-26; Sal 125:1-3). Recuérdale las cosas eternas. Que sólo te mire a ti como juez. Ayúdalo a confiar en un Dios justo que ve todas las cosas (1Co 4:5; Heb 6:10). Que recuerde que Tú estás con él y que nadie puede acusarlo (Ro 8:32). Líbralo de hombres malvados (Sal 3:3-6; 2Ts 3:2-4). Anímalo con la recompensa celestial de una inmarchitable corona de gloria (1P 5:4).
Vida en el hogar
La primera iglesia y congregación de un pastor es su familia. Si los hijos del zapatero no tienen zapatos y los hijos del panadero no tienen pan, es fácil para el pastor, que está siempre trabajando, descuidar la vida espiritual de aquellos que están directamente bajo su responsabilidad. La historia está llena de ejemplos de hombres de Dios (hombres a quienes Dios usó de maneras maravillosas) cuyas familias fueron destrozadas. La esposa del pastor a menudo es llamada a hacer un trabajo doble en casa y luchará con cómo relacionarse con su pastor/esposo. Debido a que él tiene una plataforma espiritual altamente respetada, una esposa podría asumir que él no cometerá errores, lo que resultará en ser demasiado tímida para ofrecer corrección o quedar devastada cuando él peque. O ella podría hacer su responsabilidad «mantenerlo humilde» al ser rápida para señalarle sus defectos. También es difícil para los hijos de pastor. La casa pastoral es una pecera (en parte porque Dios lo quiere así). Dios quiere que sea un ejemplo vivo del crecimiento en gracia. Cuando ese crecimiento en gracia está en exhibición pública y la separación entre la vida familiar y el ministerio a menudo es borrosa, los hijos pueden sentirse como si sólo fueran ilustraciones de un sermón, o una posible mejora o deterioro de la reputación de sus padres. Más allá de esto, los hijos de pastor son rutinariamente examinados o puestos en pedestales en los que no pueden permanecer. Y si hablamos de los hijos descalzos del zapatero, proveer materialmente para su familia a menudo es una carga para un pastor. Todas estas cosas fueron parte de mis más sinceras oraciones por mi esposo.
Dale sabiduría para pastorear nuestra familia. Que nos vea como su primer rebaño (Pr 17:23; 1Ti 5:8). Que sea el mismo pastor en casa que el que es cuando está con la gran familia de Dios. No permitas que sea un padre como Elí, Samuel o David; no permitas que se quede callado cuando deba hablar. Que me vea a mí y a nuestros hijos como personas necesitadas de ser pastoreadas diariamente con el Evangelio de la verdad. Que nuestros hijos conozcan los gozos particulares de la familia del pastor. Que vean el ministerio de su papá como una bendición de tu parte para su florecimiento (Pr 14:26). Que entendamos que nosotros también estamos sirviendo a la iglesia de Cristo cuando lo enviamos lejos de nosotros para ministrar con gracia y confianza, y podamos recibirlo de vuelta en casa con ánimo y acción de gracias. Dale la alegría y satisfacción de ver que su duro trabajo provee para las necesidades de nuestra familia. Ayúdalo a recordar que eres el Proveedor supremo de nuestro pan diario. No permitas que se amargue o decepcione cuando vea el trabajo de otros generando más ganancia financiera. Mantén sus ojos en las bendiciones espirituales que generosamente le has otorgado a nuestra familia.
Perseverancia y resiliencia
Finalmente, oro por su perseverancia y resiliencia. Por la gracia de Dios, él terminó treinta años de ministerio pastoral con fidelidad. Ahora oro por él como un pastor/maestro transcultural para pastores. Puede ser que estemos en nuestra «última vuelta». Quiero cruzar la línea final con él como coheredera de Cristo, como un miembro de la casa de Dios, como una ayuda que hizo todo lo posible para «mantenerlo en el púlpito» (esta fue la respuesta de la esposa de Martyn Lloyd-Jones sobre cuál era su rol en la iglesia). Así que continúo orando.
Hazlo firme, inamovible, siempre abundante en la obra del Señor. Que sepa que su trabajo no es en vano (Is 49:4; Gá 6:7-9; 1Co 15:16). Establece la obra de sus manos (2Ts 2:16). En todo su trabajo, problema y alegría, que desee escuchar de ti «bien hecho, siervo bueno y fiel» (Lc 14:17; 1P 5:4).