Cultivando buenos hábitos
¿Qué podría ser más importante que enseñar a tus hijos a leer la Biblia? ¿Qué mejor hábito te gustaría que tuvieran? Sin embargo, es difícil. Los malos hábitos son como la mala hierba. No tienes que hacer nada para cultivarlos. Los buenos hábitos, al igual que las flores o las plantas, necesitan tiempo, cuidado y atención.
Con tiempo, cuidado y atención podemos ayudarles a nuestros hijos a cultivar el hábito que los mantendrá cerca de Dios, que los mantendrá creyendo en el Evangelio y las promesas de Dios, que los mantendrá andando en sintonía con el Espíritu Santo y con la llama del amor por Cristo ardiendo intensamente. A continuación, encontrarás seis maneras que podrían ayudar.
1. Tan solo léanla
Hay muchos planes bíblicos y mucha ayuda en devocionales. Estos pueden resultar muy útiles. Cuando enfrentas una tarea abrumadora, es bueno tener un camino y un plan. No obstante, a veces nos vemos inundados por un mar de opciones y no todos los planes se ajustan a nuestra situación en particular. No te sientas presionado por leer mucho en la Escritura cada día. No te sientas presionado por seguir algo solo porque funciona para otros. Usa el método Ricitos de oro. Solo lee lo justo para tu familia y para el lapso de atención y contexto único de tus hijos. Siempre puedes incrementar la lectura agregando más y alargándola una vez que has establecido ciertas modalidades. Pero lo importante es comenzar. Tal vez incluso lean menos de lo que crees que tus hijos pueden manejar. ¿No sería fantástico que tu tiempo familiar con la Biblia resultara con tus hijos pidiendo más?
Además, ten en cuenta que habrá algunos días que no serán buenos y no podrás leer la Biblia. Recuerdo haber escuchado decir a un conocido académico bíblico que si él tuviera que crear un plan de lectura diaria de la Biblia, incluiría el saltarse algunos días. Agregó que no lo haría para alentar al lector a hacer esto. Pero a veces fallamos. Hacerlo puede causar culpa. La culpa podría hacerlo omitir aún más. Antes de que nos demos cuenta, los planes bien intencionados quedan guardados en un estante. La lectura de la Biblia se vuelve esporádica y muy pronto se extingue.
Reconoce que habrá días en los que te saltarás la lectura. Tan solo retómala al día siguiente. Solo lee.
2. Hagan una pausa en un libro
Elige un libro de la Biblia y quédate en él durante un mes o incluso dos. Lean un capítulo al día juntos como familia durante una semana. Si es un libro corto, y no abusas demasiado de la joven capacidad de atención de tus hijos, lean el libro completo de una sola sentada. O dos. La semana siguiente enfócate en algunos versículos clave. Memoriza uno de ellos. Lean el libro, reléanlo y vuelvan a leerlo. Dominar libros bíblicos, estudiando uno a la vez, puede convertirse en una deliciosa tarea para toda la vida.
3. Usen arte y manualidades
Intenta una manera totalmente diferente de leer la Biblia. Imprime un libro completo de la Biblia. Puedes hacerlo fácilmente usando ESV.org. Ahora pega las páginas entre sí para crear un documento continuo. Enróllalo y tendrás un pergamino. Así era cómo se leía el Antiguo Testamento. Así es como Jesús hubiera leído la Biblia.
¿Quieres dar un paso más? Intenta imprimir el libro bíblico sin divisiones de capítulos ni versículos. Así fue escrita la Biblia originalmente. Las divisiones en capítulos se usaron por primera vez alrededor de la década de 1200. La Biblia Wycliffe, una traducción inglesa del texto en latín de la Biblia, fue la primera en usar la división en capítulos. Eso fue en 1382. La división en versículos recién apareció en el texto griego de Stephanus en 1551. La Biblia de Ginebra, en 1560, fue la primera Biblia inglesa en estar dividida en versículos. Intenta leer un libro bíblico como si fuera un pergamino, un pergamino hecho por ti.
4. Escuchen la lectura de la Biblia en familia
Cuando las epístolas del Nuevo Testamento fueron escritas por primera vez, las copias de los libros debieron haber sido muy, muy escasas. Cuando los creyentes se juntaban como iglesia, escuchaban la lectura de la Palabra de Dios. Esta fue la experiencia de Jesús de niño en la sinagoga. Él mismo leyó la Biblia a los que estaban congregados para escucharla. Escuchar la lectura de la Biblia puede resultar útil para introducir largas porciones del texto a los niños más pequeños. Escuchar la lectura de la Biblia puede darnos perspectivas nuevas sobre el texto. Escuchar la lectura de la Biblia juntos puede reunir a la familia.
5. Vayan a la iglesia preparados para aprender de la Biblia
La iglesia puede significar muchas cosas para mucha gente. El Nuevo Testamento declara que la iglesia es el lugar donde vamos para escuchar la predicación de la Palabra de Dios. Vamos para que nos enseñen la Palabra de Dios. Quizás puedes buscar el texto del domingo con anticipación para leerlo juntos como familia el sábado en la noche. Lean el texto juntos de nuevo después del sermón. Piensen juntos sobre lo que significa el texto y discutan cómo aplicarlo a sus vidas, y cómo sus hijos pueden aplicarlo a las suyas.
6. Conversen sobre la belleza de la Biblia
Los teólogos a menudo hablan de cuatro atributos de la Escritura: claridad, necesidad, suficiencia y autoridad. Estas palabras nos ayudan a comprender la doctrina ortodoxa e histórica de la Escritura. Yo quisiera agregar una quinta: belleza. La Escritura es una obra de arte. Posee una narrativa brillantemente elaborada, poesía concisa, profecías fantásticas y literatura apocalíptica. La Biblia es el libro más hermoso que alguna vez se haya escrito. Goza, incluso saborea, leyendo la Biblia. Al ayudar a los niños a ver la belleza de la Escritura, no solo les estás enseñando a leerla, sino que les estás enseñando a amarla.
¿Qué razón habría para que los niños quisieran ir a otro lado en busca de dirección y guía para la vida una vez que se han enamorado de la verdad y de la belleza de la Escritura?
Hay muchas otras maneras de enseñarles a los niños a que amen leer la Biblia. Lo importante es empezar y perseverar. No hay nada más que el Enemigo quiera para tus hijos que sus Biblias se encuentren sin leer. Sin embargo, Dios tiene otros planes para ti y tu familia. Él nos ha dado su Palabra. Y nos manda leerla, amarla y vivirla.