Si estás buscando un libro que te muestre de una manera sencilla lo que significa la femineidad bíblica, este es el libro que necesitas. Una chica definida por Dios fue escrito por dos mujeres jóvenes que claramente leen su Biblia. Contiene catorce capítulos cortos, que bien pueden utilizarse como suplemento a tus tiempos de devocional, o bien como un recurso para compartir en un grupo de mujeres. Dividido en cinco secciones, el libro entrelaza testimonios de las mismas autoras con pasajes y enseñanza bíblica, donde además podrás encontrar al final de cada capítulo un pequeño cuestionario que te hará reflexionar sobre lo leído y tomar acciones concretas cuando sea necesario realizar un giro para dar la gloria a Dios.
Hay muchos libros en la actualidad que nos hablan de cómo ser mujeres; de lo que podemos aspirar e incluso demandar por nuestra condición de género, pero hay pocos libros que resaltan la importancia de vivir de acuerdo al modelo que Dios diseñó; libros que destaquen el servicio al prójimo, la procreación y la crianza, y el cultivar relaciones como características típicas de la mujer. Quizás lo más destacable de este recurso sea el mismo testimonio de las escritoras, quienes muestran cómo, en las encrucijadas de su vida, la gracia de Dios les ayudó a mantenerse firmes en la fe.
Muchos de los conceptos que aquí se enumeran han sido escritos con anterioridad, pero es la sinceridad de estas mujeres, con los ejemplos de sus propias vidas, lo que hace que la lectura de este libro sea refrescante y desafiante a la vez. Es más, con tanta influencia mediática en este momento, en oposición a lo que complace a Dios, el recordatorio del diseño divino es sin duda una cuestión de mucha importancia.
Quienes hayan leído libros de Nancy DeMoss Wolgemuth y Mary Kassian, verán su marcada influencia en lo que ellas escriben. Primeramente, denotan las concepciones mundanas sobre la belleza ideal y el éxito, y las contrastan con la verdad bíblica que nos dice: «…no importa lo que la cultura describe como la mujer ideal. Solo importa lo que Cristo piensa» (p. 105). De esta manera, nos animan a que, aun cuando nuestra vida y nuestras decisiones no son siempre perfectas, si «…acepto la Palabra de Dios y valoro las cosas que Él valora, [encontraré en Él mi] verdadero propósito» (p. 105).
Y es precisamente esa convicción, la de tener un propósito, lo que llevó a las hermanas Clark (Bethany adquirió el apellido de su esposo) a escribir este libro. De una manera muy práctica ejemplifican cómo se ve el modelo divino en la vida diaria. El capítulo sobre las diferentes opciones que enfrenta una mujer con respecto a su vida y a las consideraciones que uno debe tener en cuenta a la hora de tomar decisiones es de bastante ayuda. Aunque quizás pueda estar más dirigido a mujeres jóvenes, de igual forma es un fehaciente recordatorio para toda mujer, independiente de la etapa en la que se encuentre. En síntesis, evidencian que uno debe sopesar los motivos para tomar decisiones, preguntarnos si lo que buscamos: complace a Dios, le glorifica y es de servicio a nuestras familias.
Lo anterior me recordó lo que una mujer piadosa me dijo hace unos años cuando anhelaba volver a escribir o ejercer en un trabajo fuera de casa: «disfruta este momento que Dios te da al lado de tus hijos. Esta es solo una etapa y Dios la usará para su gloria». Sin duda alguna, esto es lo que las autoras de este libro expresan: vive para Dios, vive por Él, disfruta de su Palabra y gózate en Él siempre.
Hay una sola cosa que no quedó tan clara para mí y esta se encuentra en la sección sobre la valentía. Ellas mencionan el término «mujer débil» como aquella que decide sucumbir al mundo y no ser valiente para vivir a la manera de Dios. En tal sección, hay un test donde uno puede evaluar y descubrir en qué categoría se encuentra. Puede, quizás, que la intención original del mensaje se haya perdido en la traducción; sin embargo, me gustaría decir que de alguna manera todas somos débiles y Dios sabe y conoce nuestra debilidad. Su Palabra nos habla de que cuando somos débiles la grandeza de su poder se hace más evidente (2Co 12:9). Entiendo que el llamado a ser valientes es un desafío que nace del deseo de complacer a Aquel que nos ha entregado todo y de un compromiso por ser sus embajadoras en este mundo. No obstante, creo que podría crear malentendidos y ser una tentación para una falsa identidad que podría generar arrogancia y división entre aquellas que no sucumban ante las tentaciones del mundo y aquellas que sí lo hagan. En cambio, yo creo que la Biblia nos habla de una vida piadosa basada también en el arrepentimiento genuino y continuo, corriendo a los brazos de Jesús, donde Él, en su misericordia, nos recibe sin reproches para limpiarnos y continuar su obra transformadora.
Para cerrar, hay un llamado a la hermandad cristiana, esa que nos coloca por la gracia de Dios en una familia que cruza fronteras. Una familia destinada a la eternidad donde, «cuando las fuerzas poderosas ataquen la feminidad tal como Dios la define, nuestra hermandad permanecerá como un cordón de varios dobleces» (p. 221).
Este es un buen libro, con un recordatorio más que necesario: vivir como mujeres piadosas definidas no por los estándares culturales del mundo, sino por nuestro majestuoso Dios.