Permíteme, en primer lugar, mostrarte cómo comienza Nadie como Él y luego hacer dos breves observaciones. «Si cinco años atrás me hubieras dicho que un día escribiría un libro para mujeres cristianas y que comenzaría con una cita de Proverbios 31, lo más probable es que te hubiera respondido con una especie de insulto». La primera observación: sabes que este libro va a ser interesante cuando comienza con una especie de insulto. La segunda observación: aunque Wilkin dice que ha escrito un libro para mujeres cristianas, es de igual manera un libro beneficioso para los hombres. Aunque la introducción se titula «Convirtiéndonos en mujeres que temen a Dios», no existe razón por la que un hombre no pueda leerlo y ser beneficiado. Después de todo, Nadie como Él es un libro sobre los atributos de Dios y ese tema es uno en el que todo cristiano debe meditar.
Los atributos de Dios son sus características, sus cualidades. Los teólogos tienden a hacer dos listas de atributos, dividiéndolos en aquellos que son únicos de Dios y aquellos que Él le ha dado a otras criaturas. En el primer grupo, se encuentran sus atributos incomunicables, los cuales son: infinito, incomprensible, eterno, omnipotente y muchos más. En el segundo grupo, los atributos comunicables, se encuentran: santo, amoroso, justo, misericordioso, etc. Estos atributos ya han sido tema de muchos libros, con luminarias como Charnock, Pink, Sproul y Tozer que escriben libros excelentes sobre estos temas. Entonces, ¿qué distingue al libro de Wilkin?
En parte, es la audiencia, puesto que su libro es escrito por una mujer para mujeres. Sin embargo, aun más, es su enfoque: ella se enfoca completamente en el primer grupo de atributos, las características que son verdad solo de Dios. A medida que los examina, ella intenta responder esta pregunta: «Si sé que Dios es _________, ¿cómo afecta esto la manera en que vivo?». En otras palabras, ¿qué cambio medible debe ocurrir como resultado de meditar en los atributos únicos de Dios? Más aún, ella tiene la intención de mostrar cómo nosotros, como seres humanos, tratamos la primera lista: «A pesar de que [la lista] solo se aplica a Dios, queremos que sea aplicable a nosotras. Pone de manifiesto la manera en que intentamos competir con Dios. Nos gusta esta lista de atributos más» que la otra. Tratamos de robarle la gloria que solo le pertenece a Dios al anhelar los atributos que solo a Él le pertenecen.
Por consiguiente, a lo largo de diez capítulos, ella examina los diez atributos incomunicables de Dios, mostrando que Dios es infinito, incomprensible, autoexistente, autosuficiente, eterno, inmutable, omnipresente, omnisciente, omnipotente y soberano. Al final, concluye con más casi insultos y otro texto clave con el que se sorprende a sí misma por estar exponiendo: Salmo 139:14. «Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho».
Cuando el 2016 llegaba a su fin, hice una recopilación de los libros más recomendados de ese año. Nadie como Él se abrió camino a la cima de la lista y, en esa base, determiné que lo leería. Me alegra haberlo hecho. En las primeras páginas, Wilkin cuenta la importancia de estudiar los atributos de Dios, la majestad de Dios: «Cuando perdemos de vista que Dios es majestuoso, inevitablemente llenaremos ese vacío en nuestra visión con la “majestad” de alguien más. Adoraremos a nuestro cónyuge o a un líder. Rendiremos culto a nuestros hijos o a una amiga. Incluso sentiremos temor reverente hacia nosotras mismas. Y esto es una completa necedad. No solo es insensato adorar a alguien que no sea Dios, sino que es la mejor definición de la irracionalidad. Y es agotador». Ella entrega un antídoto: nos guía a aceptar nuestros límites frente a un Dios sin límites. Nos lleva hacia una comprensión más profunda de Dios, una comprensión más profunda de nosotros mismos y una comprensión más profunda del infinitamente inmenso abismo entre nosotros. Ella lo hace hábil, fiel y bíblicamente.