Escribir sobre el dolor no es tarea fácil. Recomendar un libro a alguien que está pasando por una tragedia o que ha pasado por una experiencia dolorosa, tampoco lo es. Cuando leí este libro hace unos años, estaba sedienta de encontrar respuestas sobre el dolor, aunque, si soy sincera, lo que realmente buscaba eran soluciones para hacerlo desaparecer.
El subtítulo de este libro: «reflexiones bíblicas para ayudarte a entender los propósitos de Dios en tu sufrimiento», fue lo que llamó mi atención. Sin embargo, lo que yo realmente quería, como ya te dije, eran simples pasos para lograr que aquello que estaba llenando mi vida de tristeza se esfumara y no volviera más.
Comencé a leer este libro con cierta reticencia, pero para cuando terminé la introducción, supe que no me detendría hasta llegar al final. Las palabras de estas mujeres jóvenes, con corazones abiertos desde el principio, me tomaron por sorpresa. Ellas no nos muestran el dolor de una manera conceptual, sino todo lo contrario. A sus cortas edades, sus vidas experimentaron la tragedia de contraer la enfermedad de Lyme, y en el caso de Sarah, de transmitirla a sus hijos. Sin embargo, el tono de sus historias tiene muchos halos de alegría; una sensación de esperanza; una especie de pequeño arcoíris en medio de vidas asediadas por el dolor y el profundo sufrimiento.
Aun cuando ambas confirman la certeza de que en este mundo quebrantado todos experimentaremos sufrimiento, ellas dicen: «Todas vamos a enfrentar situaciones así en nuestras vidas, cuando lo que creemos acerca de Dios no parece alinearse con nuestras circunstancias […]». Como ellas claramente lo recalcan, es en estos momentos donde más necesitamos recordar quién es nuestro Señor, pues en Él es donde está nuestra esperanza: «Necesitamos el evangelio de Dios para sufrir bien. Lo necesitamos cada día, y [más que nunca] cuando la vida duele».
El libro consta de 30 capítulos cortos, todos con preguntas para reflexionar o para trabajar en grupo, junto con una pequeña oración al final. Puedes leer un capítulo por día, quizás como parte de tu tiempo devocional. O tal vez, como yo, puedes leer varios capítulos de una vez junto a una taza de té. De una u otra manera, estoy segura que este libro te animará a escuchar y a buscar a nuestro Señor, sobretodo en los momentos más duros de la vida, cuando lo único que queremos hacer es escondernos o huir de Él.
Para aquellas que como yo sientan o hayan sentido que el dolor es demasiado y que la oscuridad de la noche no termina, este libro te recordará que podemos levantarnos y caminar confiadas porque: «Tener fe no es vivir sin sentir desconcierto, sino vivir confiadas en medio del desconcierto».
No esperes hasta que el dolor llegue a tu vida, este libro es un buen material para prepararte. Y si ya estás en la tormenta, abre estas páginas y deja que las palabras de estas siervas de Dios acaricien tu alma, te lleven a los pies de nuestro Señor y te recuerden que la verdadera esperanza que necesitas está en Cristo, quién no fallará.