El enrejado y la vid escrito por Colin Marshall y Tony Payne fue un sorpresivo éxito de ventas. Procedente de una pequeña editorial australiana, llegó a manos de Mark Dever, quien dijo: «Entre los libros que he leído, este es el que más nos dirige hacia la verdadera naturaleza del ministerio pastoral». El resto —como se dice— es historia. Por medio de este libro, se les presentó a los pastores y a los líderes de la iglesia la útil ilustración de la vid y el enrejado: la vid representa el ministerio del Evangelio que alcanza y alimenta a las personas, y el enrejado representa el marco y la estructura necesaria para apoyar y sustentar dicho ministerio.
El problema que tratamos de presentar en El enrejado y la vid, el cual tocó la fibra sensible de muchos lectores, es que es muy posible que una iglesia esté ocupada, activa y que tenga todos los programas y sistemas comunes de una iglesia, pero que haya abandonado la tarea común y fundamental de hacer discípulos por medio de la proclamación de la Palabra de Dios en oración. Es muy posible tener un enrejado bien construido y en buenas condiciones en el que la vid desaliñada lucha por crecer.
Fue un mensaje poderoso que resonó en muchas iglesias a lo largo del mundo. Sin embargo, el libro tenía una debilidad que se hizo evidente con el tiempo. He visitado congregaciones donde el pastor me contaba sobre la influencia de El enrejado y la vid y cómo modeló su iglesia después de leerlo. No obstante, cuando participé en la adoración, escuché el sermón y vi los programas, incluso por solo un domingo o dos, yo no estaba convencido de que el pastor haya entendido realmente lo que los autores estaban pidiendo.
En los seis años desde que se publicó el libro, Marshall y Payne viajaron por el mundo para dirigir seminarios e interactuar con pastores. Concluyeron que lo anterior era una preocupación común. Muchos pastores expresaron confusión sobre cómo implementar las grandes ideas del libro y cómo lograr el tipo de cambio que el libro describe de manera eficaz. Ellos anhelaban ver una cultura de hacer discípulos extendiéndose en sus iglesias y dieron algunos pequeños pasos para implementar los principios del libro. A pesar de ello, descubrieron que sus iglesias tenían una cultura arraigada que, silenciosa pero firmemente, rechazaba los cambios a gran escala, deteniendo los cambios antes de que se enraizaran.
Este es el trasfondo de El proyecto de la vid. Este libro es una especie de guía de implementación de los principios de El enrejado y la vid. «Al hablar y reflexionar constantemente sobre estos temas durante los últimos seis años, nos hemos convencido de la necesidad de responder la pregunta […] ¿Cómo podemos cambiar toda la cultura de nuestra iglesia para que el objetivo sea hacer discípulos?». Para ver el tipo de iglesia descrito en El enrejado y la vid no es suficiente con realizar cambios pequeños y cosméticos. No basta con adaptar uno que otro ministerio. Requiere un cambio completo de cultura. Por esta razón, los autores deciden hablar de sus libros como un «proyecto».
No es un conjunto de respuestas ni de prescripciones detalladas enviadas de lo alto para resolver tus problemas. Es un conjunto de procesos, herramientas y guías en las que puedes trabajar con un equipo pequeño de colaboradores que buscan el mismo objetivo —comenzando en donde sea que estés, con todas las fortalezas y debilidades que tengas.
Esto hace que El proyecto de la vid sea un libro que no solo tenga el propósito de ser leído, sino que también de que se lleve a cabo. Describe y perfila un proceso que se debe trabajar y discutir con un equipo por un tiempo. Tiene el propósito de llevar a planes y acciones que se implementarán cuidadosa y pacientemente en oración; de provocar una transformación lenta de una iglesia para que así todos sus ministerios se dirijan al gran objetivo de hacer discípulos de Jesús. Aunque se puede leer en un par de horas, podría tomar años implementarlo completamente. Indudablemente, es un proyecto.
El proyecto de la vid está estructurado en cinco fases:
- Aclaren sus convicciones. «Profundicen en la Biblia y en su teología para aclarar sus convicciones respecto a la misión de hacer discípulos y al ministerio».
- Reformen sus culturas personales. «Asegúrense de que sus convicciones hayan penetrado la cultura de sus propias vidas; de que sus formas de vivir y de servir a otros demuestren lo que creen».
- Una evaluación amorosa y honesta. «Hagan una evaluación cuidadosa y objetiva de todo lo que sucede en su iglesia, para ver qué tan bien (o mal) concuerda con sus convicciones: ¿en cuáles áreas de la cultura de su iglesia se reflejan mejor sus convicciones? ¿Cuál es su mayor debilidad? ¿Cuáles áreas parecen tener un mayor potencial para el crecimiento y el cambio?».
- Innoven e implementen. «Determin[en] qué quiere[n] dejar de hacer, comenzar a hacer o seguir haciendo; piens[en] en formas nuevas de hacer discípulos y bus[quen] la forma de implementarlas en cierto período de tiempo».
- Mantengan el impulso. «Monitoreen y revisen cómo se está desarrollando el proyecto; observen cuáles son los obstáculos y busquen la forma de superarlos; ganen fuerza y sigan avanzando».
Leí El enrejado y la vid apenas se publicó e inmediatamente capté la visión de los autores. Anhelo ver a nuestra iglesia impregnarse con la cultura que ellos describen de que cada miembro es un ministro que hace discípulos. No obstante, encuentro que es difícil implementarla. Adoptar la jerga de enrejado y vid era lo suficientemente simple, pero transformar la cultura de la iglesia fue extremadamente difícil (incluso en una iglesia con una cultura dispuesta). El proyecto de la vid es una guía para descubrir por qué nos es tan difícil implementarla y, aun mejor, para ayudarnos a ver cómo superar las dificultades.
Realmente, disfruté leer El proyecto de la vid y me desafió. Sin embargo, sé que al leerlo solo y sin hacer todos los ejercicios, solo obtuve una pequeña cantidad de valor. Espero leerlo nuevamente en el futuro cercano, y esta vez, leerlo y completarlo como un proyecto con otros líderes de la iglesia. Por mientras, te lo recomiendo a ti y a tu iglesia de igual forma.