El galardonado libro éxito de ventas de Nancy Pearcey, Verdad total, dejó una gran marca en mi vida. Fue, según recuerdo, el primer libro que leí sobre cosmovisión y su explicación de la forma en la que el mundo divide lo sagrado de lo secular no solo me golpeó, sino que también me ayudó a entender y a explicar mejor la cultura a mi alrededor. Aunque Pearcey escribió otro libro entre medio, considero esta obra, El hallazgo de la verdad, la verdadera secuela de Verdad total.
En El hallazgo de la verdad, Pearcey ofrece cinco principios que tienen el propósito de desenmascarar el sinfín de cosmovisiones alternativas al cristianismo que tiene la cultura: secularismo, ateísmo y similares. Existe todo tipo de libros que hacen una promesa parecida, pero este tiene una notable diferencia: Pearcey mira Romanos 1 para encontrar un tipo de manual de entrenamiento apologético para identificar y desafiar cualquier otra cosmovisión.
Al principio de la carta de Pablo a la iglesia en Roma, él declara que toda la humanidad tiene acceso a la evidencia de la existencia de Dios y luego describe qué le ocurre a las personas se rehúsan a reconocerlo. A medida que las personas se alejan de Dios, restringen la verdad que Dios les da a conocer por medio de la creación y la naturaleza humana. Las personas se esconden de Dios al crear ídolos; sustitutos de Dios. Estos no son meramente ídolos de madera y piedra, sino que también son ideas; cualquier idea que proporcione una explicación alternativa al significado y propósito de la vida. Los ídolos tienen consecuencias y Dios entrega a quienes los adoran a una mente depravada, de modo que se hacen vanos en sus razonamientos y deshonrosos en su comportamiento. Aunque la mayoría de las explicaciones de este texto se centran en el comportamiento, Pearcey se centra en la mente, mostrando las maneras en las que la mente incrédula es afectada por el pecado, por lo que una cosmovisión completa llega a ser totalmente opuesta a Dios.
En Romanos 1, ella encuentra cinco estrategias principales que «permiten identificar los elementos básicos de cualquier cosmovisión —incluidas las ideas vanguardistas de nuestro tiempo— y después elaborar una defensa convincente del cristianismo». A continuación, comparto una breve explicación de cada uno.
Principio 1: identificación del ídolo. Cada cosmovisión no bíblica comienza con algún tipo de sustituto de Dios: un ídolo. Si los seres humanos no van a adorar al Dios que los creó, aun así adorarán algo, algo que proporcione una explicación alterna a los orígenes del mundo o que provea una comprensión del significado de la vida.
Principio 2: identificación del reduccionismo de los ídolos. Una vez que identificamos al ídolo, necesitamos buscar su reduccionismo, la manera en la que este lleva a una visión reducida de la vida humana. Cuando una parte de la creación es deificada o idolatrada, todas las demás partes necesariamente serán denigradas. ¿Por qué? Porque una parte siempre es demasiado pequeña para explicar el todo. El reduccionismo siempre deshumaniza.
Principio 3: póngalo a prueba, ¿contradice lo que sabemos del mundo? El tercer paso es evaluar la cosmovisión a la luz de los hechos de la experiencia; es decir, las verdades de la revelación general. Aunque las personas continuarán suprimiendo la evidencia de la existencia de Dios, lo que Dios ha creado continúa desafiándolos, porque la naturaleza física y la naturaleza humana constantemente evidencian al Creador. Por tanto, cada cosmovisión idólatra fallará en encajar con la evidencia y, al contrario, contradecirá los hechos de la revelación general.
Principio 4: ponga a prueba el ídolo, ¿se contradice a sí mismo? Toda cosmovisión reduccionista es, en cierto nivel, contraproducente. Se suicida al reducir la razón a algo menos de lo razonable. Necesitamos buscar la manera en la que se contradice y colapsa internamente. (Un ejemplo es la declaración relativista de que no existe una verdad universal aunque esa declaración tiene, en sí misma, el propósito de ser una verdad universal).
Principio 5: reemplace el ídolo, promocione el cristianismo. Al centrarse en los puntos donde las cosmovisiones reduccionistas fallan, podemos ofrecer una mejor y más convincente alternativa. Podemos hacerlo al encontrar los inevitables lugares donde otras cosmovisiones se apropian de la cosmovisión cristiana y se exponen a la crítica.
El hallazgo de la verdad tiene muchas fortalezas loables. En primer lugar, Pearcey muestra una y otra vez cuán lejos irá la gente para restringir el conocimiento de Dios. Harán cualquier cosa para negar lo que está frente a sus narices y (aún más cerca) justo dentro de sus propios corazones y mentes. Ella muestra esto en una amplia gama de religiones y filosofías alternativas, apuntando siempre a la consistencia de la fe cristiana.
Aunque ella muestra que todas las otras cosmovisiones son insuficientes e ilógicas, no las descarta todas. Al contrario, muestra cómo contienen cierta sabiduría genuina, y luego muestra cómo su mejor sabiduría es inevitable e ilógicamente robada de la cosmovisión cristiana.
También entrega un argumento intelectual convincente para la fe cristiana. Agradezco lo que Gregory Koukl dice en su opinión: «este es uno de esos libros que no solo desafía a los críticos; también le da una gran dosis de confianza al cristiano que se encontrará terminando sus páginas diciendo: “vaya, esto realmente es verdad”»[1].
Pearcey promete que los principios que establece «te darán las herramientas para reconocer lo que es correcto y lo que es incorrecto en cualquier cosmovisión y para luego crear una perspectiva bíblicamente formada que sea verdadera y humana». Ella hace la promesa y la cumple. El hallazgo de la verdad es, en definitiva, un sucesor digno de Verdad total.
El hallazgo de la verdad: 5 principios para desenmascarar el ateísmo, el laicismo y otros sustitutos de Dios. Editorial JUCUM, 319 páginas.
Esta reseña fue publicada originalmente en Tim Challies.
[1] N. del T.: traducción propia.