No cabe la menor duda de que el evangelio de la prosperidad ha arrasado en el mundo a tal grado que una porción significativa de quienes se autodenominan cristianos (ya sea en nuestro país o en el extranjero) se aferran a una versión del cristianismo que se parece muy poco a «la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos». No cabe la menor duda de que ese evangelio promete prosperidad a muchos, pero es entregada a solo unos pocos. Y no cabe la menor duda de que existe una clara conexión entre esta perversa enseñanza y el apellido «Hinn».
Por muchos años, Toufik Benedictus Hinn, más conocido como «Benny», ha presidido el imperio del evangelio de la prosperidad que lo ha hecho un nombre muy conocido entre los cristianos. Algunos lo aman; otros lo odian, pero todos lo conocen. Nacido y criado en la iglesia ortodoxa en Jaffa, Israel, Hinn y su familia emigraron a Canadá apenas terminó la Guerra de los Seis Días, donde se convirtió al pentecostalismo. Impresionado e inspirado por Kathryn Kuhlman, fundó una iglesia en Orlando y comenzó a tener servicios de sanidad regulares. Luego, estos mutaron en las grandes «Cruzadas de Sanidad» que entrelazarían al mundo y atraerían a miles, a cientos de miles, o en ocasiones incluso a millones. Las personas iban a él esperando el milagro prometido que sanaría sus cuerpos doloridos o arreglaría sus finanzas quebradas.
Con el tiempo, este ministerio se transformó en una empresa familiar que incluía, dentro de todo, al sobrino de Benny, Costi. A medida que Costi crecía, él no solo vivió de la generosidad del ministerio, sino que también comenzó a trabajar para él. Él pudo experimentar todos los placeres de los autos de lujo, los jets privados, las suites presidenciales y todos los otros beneficios de trabajar para una organización que predicaba que la prosperidad material es la prueba del favor divino. Sin embargo, con el tiempo (no como una epifanía repentina, sino como una consciencia cada vez mayor), él comenzó a ver no solo las vacías declaraciones de esta aberrante teología, sino que también las mejores y mayores promesas de la Escritura. Finalmente, rechazó el evangelio de la prosperidad y dejó el ministerio familiar para, en lugar de ello, enfocarse en pastorear una iglesia local.
Dios, la avaricia y el evangelio (de la prosperidad) es una examinación y evaluación casi autobiográfica del evangelio de la prosperidad. Con su privilegiada perspectiva única, él es capaz de combinar la comprensión teológica con su experiencia personal, y la combinación tiene un gran impacto. Él cuenta cómo funciona el ministerio y cómo su obsesión por el dinero es absolutamente tan sustancial como para los de afuera. Aunque él afirma que Dios es capaz de realizar milagros, muestra cómo los ministerios como el de Hinn hacen demasiadas promesas y entregan poco. Él expone cuidadosamente el evangelio de la prosperidad como uno que es manifiestamente falso y bíblicamente incorrecto. En este sentido, esta es una biografía intencionada que usa su historia como un medio para enseñar la verdad.
Aun cuando Costi expone algunas cosas de las que ocurren tras bambalinas de un ministerio como este, su libro no es amarillista. No contiene información impactante ni escandalosa. Es obvio que aunque él tiene desacuerdos significativos con su familia, continúa amándolos y desea persuadirlos para que se arrepientan y prediquen la verdad. Él dice la verdad, pero de una manera amorosa. No deja ninguna duda de sus convicciones, pero tampoco deja dudas de su deseo de ser persuasivo con cualquiera que esté atrapado o se sienta atraído por la teología de la prosperidad.
En estos últimos años, he tenido la oportunidad de viajar por muchos países a lo largo de todos los continentes y, donde sea que vaya, le he pedido a los pastores que me cuenten los principales desafíos para el Evangelio en sus contextos. Casi sin excepción tenían muy poco que decir sobre las restricciones del gobierno o de las religiones rivales que sobre los falsos evangelios, especialmente el falso evangelio de la prosperidad. Agradezco que Costi Hinn haya escrito este registro de sus experiencias y esta defensa de la verdad bíblica. Espero que tenga un gran alcance y convenza a muchos a mirar más allá de las promesas demasiado pequeñas y débiles del evangelio de la prosperidad hacia los beneficios mucho más altos, mucho mejores, mucho más perdurables del verdadero Evangelio de Jesucristo.