Si eres líder y te pareces en cualquier aspecto a mí, la alegría es un residente reacio dentro del alma. Ocasionalmente, la alegría traspasa los límites de la responsabilidad preocupante y sale a actuar. El día brilla más, el corazón se ilumina y veo a Aslan en todas partes. Sin embargo, la mayoría de los días, la alegría permanece ermitaña. Las semanas se reducen a deberes por la ausencia del deleite.
Para mí, esto es algo de la vida. Cuando estoy solo, las trincheras de mi mente siempre han fluido hacia un oscuro charco de pensamientos. La lucha por el gozo es ardua y muy reñida. No obstante, he visto progreso a través de la aplicación determinada de un trozo de la Escritura:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten (Fil 4:8).
La guerra contra el «todo»
Mi viaje comenzó al ver la repetición de una palabra dentro de este pasaje: «¡todo!». Pocas palabras captan nuestra cultura de contentamiento estos días como esta espinosa exclamación. A menudo la escuchamos, incluso entre líderes: un pequeño grupo de silenciosas respuestas de los líderes por la pobre asistencia de la congregación; un murmullo del plantador de una iglesia cuando le dicen que nadie se ofreció como voluntario para servir; la reacción del corazón de un pastor a la crítica dirigida a su ministerio; la respuesta irónica del director a la supervisión de su director.
«Todo» se ha convertido en nuestra ola verbal de despido, la armadura de apatía que nos ponemos (a veces con solo un susurro) que escuda nuestro corazón de la molestia de las expectativas y de las agendas de otras personas.
Sin embargo, en la lucha por el gozo, Dios gana la guerra al definir las palabras. Lee Filipenses 4:8 nuevamente. Aquí Dios da nueva forma a la palabra «todo» en una invitación: ¿qué es lo que realmente ves cuando contemplas nuestro mundo? Todo lo que es verdadero, digno, justo, puro, amable, honorable, todo está ahí.
Rastrea la mano de Dios
La Biblia asume que hay bendición, virtud y deleite en el mundo. Mira a tu alrededor: ¿ves alguna señal?
Hay belleza. El camino centelleante de un rayo de sol, el color de una hoja de otoño, la estremecedora agua de una ensenada mientras cae como cascada entre piedras brillantes. Sigue mirando; hay mucho más. Pablo dijo: «todo lo amable». Cuando Dios ordenó la creación, lo amable estaba estampado en todo, desde las partículas de la tierra hasta los planetas en el cielo. El pasto húmedo, el heno, las rayas venenosas y la arena de la playa; los abejorros polinizando, los picaflores colgando suspendidos en medio del aire. La creación refleja su gloria. ¿Puedes ver el esplendor?
Hay gracia común. El pecado es reducido, las leyes naturales sostenidas, los dones y talentos distribuidos; Dios derrama bendiciones inmerecidas sobre todo su pueblo. ¿Puedes ver la gracia brillando a través de personas fuera de tu iglesia? ¿Qué tal fuera de tu fe? Un soldado defiende su patria, una mujer rica apoya a los huérfanos, un contador valientemente se levanta en contra de las irregularidades de su compañía. Hay virtud, honor, justicia, actos loables de consciencia; la imagen de Dios siendo expresada en criaturas caídas.
Existen cosas en el mundo que valen la pena percibir y adorar. «Todo lo honorable, si es que hay alguna virtud o algo que merece elogio». Líder, ¿puedes rastrear la mano de Dios?
Lo mayor que hay que considerar
La representación de todo tiene un nombre: Jesús; el Alfa y el Omega; el capitán de nuestra salvación. Maravilloso Consejero; Redentor y el Dios eterno. Él es el Cordero de Dios que se ofreció a sí mismo como sustituto por nuestros pecados. Jesús cumplió la ley de Dios. Donde Adán falló, Jesús desplegó su perfecta obediencia. Al convertirse en el segundo y último Adán, Él triunfó donde nosotros fallamos.
Por su obediencia, Jesús ganó un super almacenamiento de justicia, imputada a nosotros por medio de la muerte y de la resurrección de Cristo. Esto lo hace el «todo» supremo, encarnando completamente la perfección de cada cualidad enlistada en Filipenses 4:8. Nuestro Salvador es perfectamente verdadero, impecablemente honorable, incalculablemente justo, centelleantemente puro, indescriptiblemente amoroso y eternamente excelente y loable.
«Es al contemplar la gloria de Cristo por la fe», dijo John Owen, «que somos edificados espiritualmente y levantados en este mundo». Para los líderes como yo que tocan el gozo con menos frecuencia, contemplar a Jesús a menudo nos ayuda en la pelea por el gozo.
Seguro, los buenos todos son más difíciles de ver, al menos al principio. Existen distracciones internas, el ruido blanco de los pensamientos arremolinados compitiendo por la supremacía. Pero mantente ahí. Escucha, toca, prueba, huele, hay esplendor, valentía, pureza, cosas admirables y dignas de elogio. ¿Puedes ver alguna de ellas? ¿Puedes darte cuenta del bien? Discernir estas bendiciones es encontrar un camino al gozo.
Medita sobre estas cosas
Un anciano que conozco tiene un ejercicio del alma personal que él denomina su «ajustador de actitud». Cuando sus todos se oscurecen, él simplemente se aparta por diez minutos para escribir las áreas en las que ve la bondad de Dios obrando. Él dice que es un acto de subversión. Al volver a los todos redimidos, aviva un fuego en su corazón que consume el mal y anima al bien. «Me ayuda», dijo una vez, «a ver las cosas desde la perspectiva de Dios».
¿Y tú? ¿Alguna vez has reducido la velocidad lo suficiente como para escudriñar tu pensamiento? Filipenses 4:8 nos lleva ahí. ¿Dónde está mi mente? ¿Sobre qué tiendo a detenerme? ¿Cuál de los todos me llama más la atención?
Enfréntalo: una mente caída siempre es vulnerable a los pensamientos sin Dios. Estar despiertos es estar en constante conversación contigo mismo. Cada uno de nosotros tiene una línea de datos de nuestra boca a nuestros oídos, llevando un flujo interminable de información hacia nuestro cerebro. Me maravillo constantemente de cuán lejos puedo llegar en el camino con pensamientos incrédulos, depresivos y que niegan a Dios antes de que siquiera me dé cuenta de lo que estoy haciendo. Sin embargo, a medida que nos detenemos para examinar nuestro camino mental, descubrimos cuál todo buscamos.
Medita en estas cosas
Dios no nos ha dejar sin ayuda. En este pasaje, Él les dice a los líderes que vayan más allá de la percepción para meditar. Dios dice: «Dave, tiendes a vagar. Te alejas del pensamiento centrado en Dios y que edifica al alma. Déjame ayudarte. “¡Medita en estas cosas!”». Dios nos guía en la manera en que podemos fijar nuestra mente para que podamos ser rescatados de los ciclos cínicos y las preocupaciones depresivas. Dios dice: «toma las cosas buenas, justas y amorosas que ves y deja tu mente ahí».
La belleza aquí se encuentra en su simplicidad; un paso de sabiduría tan accesible que incluso un niño podría manejar sin derramar leche o galletas. Las palabras de Pablo a los colosenses hacen eco de esto: «Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Col 3:2). Mientras más dirijamos nuestras mentes hacia las cosas loables, más entraremos al gozo.
Los líderes debemos mirar
¿Ves el camino? Para mí ha marcado una gran diferencia, iluminando los pensamientos correctos y moviéndome más deliberadamente hacia Dios.
Líder, si te puedes identificar con mis luchas, permíteme animarte. Cuéntate a ti mismo Filipenses 4:8. Pelea para encontrar ese camino. Luego, ¡pelea para mantenerte en él! Cuando meditamos en las cosas correctas, entonces procedemos en la dirección correcta. A lo largo del camino, descubrimos algo verdaderamente extraordinario: cuando todo es redimido, la alegría sale a actuar.