En medio de todo el trajín para cuidar bien a sus iglesias durante este difícil tiempo, preguntas como esta puede dominar la mente del pastor: «con la disminución de las ofrendas, ¿qué vamos a hacer?». «Incluso si hubiera suficiente dinero en el banco por el momento, ¿nos veremos forzados a realizar recortes drásticos a nuestro presupuesto del próximo año para equilibrar los números?». «¿Qué provocará esto en nuestro equipo, en nuestros misioneros, en nuestros planes y en nuestros programas?».
Permíteme proponer tres cosas a tener en mente mientras miras hacia el presupuesto de la iglesia con una incertidumbre mayor a la usual.
Recuerda tu verdadera tarea
Muy a menudo el objetivo de la iglesia para su presupuesto se traduce esencialmente en «más grande es mejor». Esto quiere decir que la posibilidad de reducciones en el presupuesto se sienten como un desastre inminente. Sin embargo, tu tarea dada por Jesús no es mantener tu mismo equipo, misioneros y programas. Tu tarea dada por Jesús es ser fructífero. Su tarea como iglesia es ser fieles con lo que sea que Él les confíe, sea poco o mucho, más o menos.
En ese sentido, este es el tiempo para confiar en la bondad soberana de Dios y descansar en sus planes para ti. Sus planes nunca se han retrasado por falta de dinero. Él dice en Isaías 46:10: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré». Recuerda el Salmo 50:12: «Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo que en él hay». Los planes de Dios para tu iglesia no están en peligro, y tú no debes preocuparte como si lo estuvieran.
Supongo que ahora mismo muchos en nuestra congregación están desobedeciendo gravemente el mandamiento de Jesús de no estar ansiosos. Están preocupados por la salud, por los trabajos, por las relaciones, por el dinero. Por lo tanto, mientras piensas en el futuro económico de tu iglesia, sé un modelo para ellos de alguien que confía en los buenos planes de Dios. Él sabe lo que está haciendo y este tiempo no es la excepción. Tu trabajo no es entender por qué un presupuesto más pequeño podría ser su plan para tu iglesia; tu trabajo es ser fiel con lo que sea que Él decida confiarte. Él sabe lo que está haciendo.
Recuérdale a tu congregación la razón por la que dan
Si experimentas una disminución en la ofrenda como resultado de la pandemia actual y cualquier otra consecuencia que todos pudiéramos experimentar, muy probablemente en algún punto te dirigirás a tu congregación para ver si pueden dar más. Cuando hagas eso, debes recordarles cómo esta situación actual afecta las dos razones por las que dan:
- Ellos dan porque confían en que Dios es mejor que su dinero. Cuando Dios nos dice que demos, no es porque quiere nuestro dinero, sino porque quiere nuestros corazones. Es porque Él quiere que literalmente pongamos nuestro dinero donde está nuestra boca cuando decimos que sus promesas son mejores que las cosas que el dinero puede comprar. Y en un tiempo de escasez, esta oportunidad (la oportunidad de dar para proclamar el valor incomparable de nuestro Salvador) ¡solo ha aumentado! Es notable que los héroes que dan en la Biblia no son los ricos; son los pobres. Los esclavos liberados de Egipto dieron al tabernáculo (Ex 36); los cristianos macedonios dieron desde su extrema pobreza (2Co 8); la viuda pobre dio todo lo que tenía para vivir y recibió alabanza del Hijo de Dios (Mr 12). La escasez solo resalta el valor de un regalo a la vista de Dios porque resalta el valor de la valía de Dios.
- Ellos dan porque aman a su iglesia. Sí, dan para acumular un tesoro en el cielo al proclamar la excelencia de Jesús, y también dan porque están invirtiendo en lo que la iglesia está haciendo. Con respecto a eso, necesitas ser cuidadoso sobre cómo les hablas ahora. Casi siempre, cuando conversas con tu congregación sobre dar, quieres ser clarísimo en que les estás pidiendo que den porque es bueno para ellos, no porque necesitas el dinero. Sin embargo, esta vez, bueno, sí lo necesitas. O al menos así parece. Por lo tanto, sé honesto respecto a esto. Explícales que esta es una petición diferente a la que normalmente harías. Les estás pidiendo dar más allá de lo normal para que no sea necesario tener que finalizar las inversiones de varios años en instalaciones, equipo y misioneros durante una crisis de dinero a largo plazo. Deja en claro que esta petición es diferente así no confunden su percepción de tus motivaciones en tu enseñanza normal sobre la ofrenda.
A medida que discutes sobre la ofrenda con tu congregación, deja en claro que confías en la sabiduría de los límites que Dios ha puesto a tu alrededor. Si tu congregación da fiel y generosamente, pero esa cantidad da un total de un 25 % menos que el año pasado, estarás contentísimo con ellos. De nuevo, tu tarea dada por Jesús no es tener un presupuesto más grande, sino ser administradores fieles de lo que sea que Él les esté dando.
Reduce sabiamente los gastos
Muchas iglesias necesitamos, como mínimo, prepararnos para hacer reducciones en los gastos más o menos por sobre el próximo año. Probablemente, aún no estés ahí, pero bien podrías estar considerando lo que recortarás si esto es lo que dicta la providencia. Mientras consideras la posibilidad, permíteme darte un par de directrices a tener en mente:
- Resístete a la solución «fácil» de recortar de todo un poco. Tanto las iglesias como los negocios de igual manera hacen esto demasiado a menudo: el ingreso disminuye en un 20 % por lo que cada salario y cada programa es recortado en un 20 %. No obstante, eso simplemente significa pedirle a las personas que hagan más con menos, lo que no es sostenible. Al contrario, piensa en unas pocas cosas que dejarás de hacer (y desfináncialas completamente) en lugar de darle un «corte» al resto del presupuesto.
- Protege las relaciones a largo plazo. Algunos de tus misioneros, compañeros de ministerio y equipo son relaciones que has construido por años y tomará años reemplazarlas. En general, protege esas líneas de presupuesto lo más que puedas. No quisieras romper quince años de confianza por un ajuste a corto plazo del presupuesto.
- Ten cuidado con tu tendencia a financiar lo que puedes ver. El impacto de algunos recortes serán dolorosamente obvios (como despedir a un miembro de tu equipo de la iglesia). Otros recortes podrían no ser tan notorios como lo anterior (como dejar de financiar a un misionero que está al otro lado del mundo). Esa es una dinámica peligrosa porque no hay razón para que el lejano misionero sea menos digno del dinero que un miembro del equipo. Podrías considerar comprometerte con que después de las reducciones del presupuesto, el porcentaje del presupuesto total que va al extranjero será el mismo que antes.
- Utiliza esta oportunidad para eliminar gastos ineficientes. Quizás existen puntos en tu presupuesto que por mucho tiempo sabías que no son inversiones buenas para Jesús, pero el costo político dentro de tu iglesia de recortarlos parecía muy alto. Ese curso de acción podría bien haber sido sabio y tierno para tu congregación, pero este podría ser el momento en el que los cálculos han cambiado.
Si el Señor quiere, nada de esto será necesario para tu iglesia. No obstante, si con el tiempo debes recorrer este camino de disminución de presupuesto, recuerda que Jesús no está sorprendido por este cambio de eventos. Él está en control; puedes confiar en Él.