¿Disfrutas hablar de dinero con tu iglesia? Para muchos pastores, casi cualquier otra cosa sería preferible. Demasiado a menudo, pareciera ser que en el momento en que comienzas a hablar de dinero, todo el aire del lugar desaparece.
«Aquí va el pastor otra vez, echándonos la culpa. Es hora de desconectarse mentalmente».
¿Cómo podría convertirse la discusión sobre el dinero con tu iglesia en una experiencia positiva para ellos y para ti? Veamos cómo el apóstol Pablo habló de dinero y luego apliquemos su enfoque a las situaciones en las que te puedas encontrar.
La nota de agradecimiento más extraña
Pablo termina su preciosa y animante carta a los filipenses dándoles las gracias por su reciente ofrenda. Sin embargo, no se parece en nada a las notas de agradecimiento que recibes de tu organización benéfica favorita: «muchas gracias por tu reciente donación. Jamás podríamos llevar a cabo esta importante tarea sin ti. Aquí hay diecisiete otras necesidades que tenemos, ¿podrías por favor dar más?».
En lugar de eso, Pablo hace un enorme esfuerzo por dejar en claro que la obra de Dios no es de ninguna manera dependiente de su generosidad. «No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación» (Fil 4:11). «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil 4:13). «No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta […] tengo hasta de sobra» (Fil 4:17-18, NVI).
No obstante, Pablo se «alegró grandemente» en su ofrenda (Fil 4:10). ¿Por qué? No por su bien, sino por el de ellos. «No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta» (Fil 4:17, NVI). Resulta que Pablo verdaderamente creía en las palabras que Jesús citó en Hechos 20:35: «Más bienaventurado es dar que recibir». Según Pablo, dar es para el beneficio del que da.
Aquí hay algunos principios que podemos tomar del ejemplo de Pablo:
- Cuando hablamos de dinero con nuestras congregaciones, debemos ejemplificar una confianza exuberante en que Dios, en su cuidado providencial para nuestras iglesias, proporcionará exactamente lo que es correcto, sea o no la cantidad que esperábamos.
- Cuando hablamos de dinero, nuestro principal interés es el bien eterno de nuestras ovejas, no los planes de sus pastores.
- Hablar de dinero es una oportunidad para enseñar a nuestra gente cómo pensar sobre el dinero.
Hablando como Pablo
Considere algunos escenarios que enfrentan las iglesias y cómo podemos hablar de dinero como Pablo cuando ocurran.
Cuando le pides a tu gente que dé
Cada pastor debe enseñar acerca de dar. Es un tema que se trata repetidamente en la Escritura. Cuando lo hagas, sigue el ejemplo de Pablo dejando en claro que no estás enseñando acerca de dar porque tu iglesia necesita el dinero; estás enseñando acerca de dar porque es bueno para tu congregación dar. Dar hace que sus corazones se desprendan de las cosas de este mundo (Mt 6:21); dar es una inversión en una recompensa eterna (Fil 4:17).
Cuando presentas el presupuesto
El ejemplo de Pablo nos inclina a describir el presupuesto de la iglesia menos como gasto y más como inversión. En ese sentido, podrías describir el presupuesto de tu iglesia como un fondo mutuo orientado espiritualmente.
En un fondo mutuo financiero, miles de inversionistas confían su dinero a un administrador de inversiones, quien busca las mejores oportunidades para invertir ese dinero, para que algún día las personas vean el resultado de su inversión. Del mismo modo, tu congregación confía a su iglesia una parte significativa de su riqueza cada año. Tu iglesia «invierte» ese dinero en trabajo orientado al Reino, como pagar a pastores y financiar misioneros. Un día, cada uno de estos santos se presentará ante Dios para dar cuenta de cómo administraron lo que se les confió (2Co 5:10). Oremos para que en el último día estén agradecidos por cada pedacito de dinero que le dieron al presupuesto de su iglesia.
Cuando a tu iglesia le va bien financieramente
Por lo general, no hablamos tanto de dinero cuando a la iglesia le va bien financieramente, pero ese es el mejor momento para hablar sobre dar, precisamente porque es cuando es menos probable que se malinterpreten nuestros motivos. A menudo digo algo como esto: «estoy agradecido de que a nuestra iglesia le esté yendo bien financieramente, pero, francamente, no podría importarme menos si cumplimos o no con nuestro presupuesto. En cambio, lo que me importa eres tú: el estado de tu corazón, la oportunidad de dar para liberarte de las preocupaciones mundanas y la recompensa que espera la fidelidad. De hecho, la razón por la que menciono esto ahora es precisamente porque estamos cumpliendo con nuestro presupuesto».
Cuando tu iglesia está atrasada en el presupuesto
Cuando los tiempos son difíciles, deja en claro que amas a tu gente mucho más de lo que amas tus planes que dependen del presupuesto. Necesitarás una buena dosis de confianza llena de fe en el cuidado providencial de un Dios bueno y soberano. Como escribió David: «Las cuerdas me cayeron en lugares agradables; en verdad es hermosa la herencia que me ha tocado» (Sal 16:6). Eso siempre es cierto, ya sea que Dios haya provisto el 110 % de su presupuesto o el 10 %. Al hablar con tal confianza, no solo mostrarás con el ejemplo cómo es confiar en los buenos propósitos de Dios en la dura providencia, sino que tu gente confiará más fácilmente en que tu deseo no es su dinero, sino el bien de sus almas.
Por supuesto, decir las palabras: «me importa mucho más su fidelidad que cumplir con este presupuesto» puede sonar falso si la congregación sabe que tú estás entre la espada y la pared y tendrás que despedir personal a menos que entre más dinero. ¡Así que evita estar entre la espalda y la pared! ¿Cómo? Manteniendo cierta flexibilidad en tu presupuesto. Por ejemplo, si es posible, guarda algunas líneas (digamos, para mejoras discrecionales del edificio u oportunidades de misiones únicas) que no gastará hasta el final del año fiscal. La flexibilidad presupuestaria contribuirá en gran medida a ayudar a tu congregación a confiar en que te preocupas más por sus almas que por su dinero.
Cuando se encuentra en un momento de emergencia financiera
No importa qué tan sabia sea tu planificación, habrá momentos en los que estarás, de hecho, entre la espada y la pared, y tendrás que tomar algunas decisiones dolorosas a menos que tu congregación aumente sus ofrendas. ¿Mi consejo en estas situaciones? Sé honesto: «casi siempre, cuando los animo a dar, no lo hago por nuestro presupuesto, sino por sus corazones. Como Pablo en Filipenses 4, busco el fruto que aumenta para su crédito. Sin embargo, esta vez es diferente. Odiaría que redujéramos las inversiones a largo plazo en personal y misioneros para acomodarnos a lo que creo que es una crisis financiera a corto plazo. Así que te pido que des más allá de lo que es fiel. Si podemos equilibrar nuestro presupuesto, creo que será un mejor vehículo de inversión espiritual a largo plazo. Y si no podemos, está bien, sabemos que Dios proveerá exactamente lo que necesitamos».
¿Quién habla de dinero con tu iglesia?
Permíteme cerrar con una última implicancia del ejemplo de Pablo. Dada la cantidad de oportunidades que existen para pastorear a tu iglesia cuando se habla de dinero, ¿por qué no confiarías esto a un pastor?
Cuando presentes el informe financiero mensual y estés animando a la congregación a dar y estés hablando de las necesidades financieras de la iglesia, no comuniques solo los detalles financieros. En cambio, como Pablo, pon las finanzas en el contexto de asuntos más importantes, como la fe en la providencia de Dios y sus recompensas eternas. Siempre que hables de dinero, busca pastorear a tu iglesia.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de 9Marks.

