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Photo of Por qué los padres son los principales cuidadores espirituales de sus hijos
Por qué los padres son los principales cuidadores espirituales de sus hijos
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Por qué los padres son los principales cuidadores espirituales de sus hijos

Tenía 20 años cuando me convertí en padre. Era joven, bobo y lamentablemente no estaba preparado. Cuando mi esposa y yo llevamos a nuestro hijo a casa, nos sentamos y nos miramos el uno al otro. Una oleada de emociones encontradas nos invadió: alegría, desconcierto y pánico. Estábamos contentísimos por el regalo de Dios de un niño sano. Estábamos un poco sorprendidos de que, desde el hospital, hayan enviado a casa a dos veinteañeros con un bebé sin un manual de instrucciones. Estábamos entrando en pánico porque estábamos cayendo en cuenta de que ahora éramos responsables de un pequeño humano, un pequeño portador de imagen. A medida que he conversado con padres a lo largo de los años, la mayoría ha admitido tener experiencias similares.  Una vez escuché a alguien decir que a los padres se les ha dado el trabajo de «pastorear a sus hijos hacia la eternidad». No puedo recordar quién lo dijo, pero no olvidé nunca sus palabras. Entonces, ¿cómo puede la iglesia preparar a los padres para cuidar de las almas de sus hijos? Permíteme sugerir cuatro ideas.

1. Regocíjense en la nueva vida y en las familias que crecen

El salmista escribió: «Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre. Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba [...]» (Sal 127:3-5). Lamentablemente, cada vez menos personas entienden el valor de los hijos. Las parejas están teniendo menos hijos, a menudo porque los ven como un inconveniente, no como un regalo. Este no debería ser el caso en nuestras iglesias. Debemos regocijarnos por el regalo de los hijos. Si los padres sienten que no son bienvenidos en la iglesia por el tamaño de su familia o por el comportamiento de sus hijos, entonces esa iglesia tendrá dificultades para equipar a los padres con las herramientas que necesitan para criar a sus hijos. Nuestro Señor dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí [...]» (Mt 19:14); eso también debería caracterizar la actitud de nuestra iglesia hacia los niños.

2. Enséñenles a los padres a qué han sido llamados

En Deuteronomio 6, el Señor llama a los padres a traspasar las instrucciones de la Torá a sus hijos: «Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (Dt 6:7). De igual manera, en Efesios 6:4, Pablo exhorta a los padres a que: «[...] no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor». La Biblia es clara: los padres deben instruir a sus hijos en el Señor. Por lo tanto, ¿cómo pueden las iglesias ayudar a los padres a entender esta responsabilidad? Bien, esto comienza en el púlpito. Pastores, a medida que prediquen la Palabra, tomen oportunidades para aplicar el texto directamente a los padres. Sugieran preguntas que puedan discutir alrededor de la mesa con sus hijos. Anímenlos a medida que evangelizan a sus hijos. Adicionalmente al trabajo desde tu púlpito, asegúrate de que los programas de la iglesia estén estructurados para que las familias puedan involucrarse juntos en la adoración. Muchas iglesias dificultan, sin intención, la participación de los padres al sobrecargar de programas. Una familia podría llegar un domingo a la iglesia, entrar por la puerta y no verse de nuevo hasta que se van. No cantan juntos; no oran juntos; no escuchan la Palabra de Dios leída juntos; no observan las ordenanzas juntos, y no escuchan el sermón juntos. Como pastores, debemos evitar esto cuando sea posible. Los hijos se benefician de cantar y orar con sus padres. Se benefician de ver el bautismo y de ver a personas tomando la Cena del Señor. Al final, necesitan escuchar el mismo sermón que sus padres, y probablemente más pronto de lo que piensas. Debemos hacer todo lo que podamos para ayudar a los padres a cuidar de las almas de sus hijos. Esto significa animarlos a adorar juntos y brindar a los padres vías accesibles para participar. 

3. Enséñenles a los padres cómo hacer lo que han sido llamados a hacer

Después de enseñarles lo que deben hacer, las iglesias deben equipar a los padres sobre cómo hacerlo concretamente. En la historia, el catecismo ha sido usado para enseñarles a los niños las cosas de Dios. Quizás tu iglesia puede sugerir diferentes catecismos para usar en casa. Tal vez podrías entregarles esquemas para padres a fin de usarlos para los devocionales familiares así no se sienten abrumados por tener que idear su propio sistema. Si tu iglesia tiene una librería, no olvides llenar los estantes con libros tanto para padres como para niños. Durante la Escuela Dominical de los niños o incluso en la guardería, enséñales canciones a los niños de tu iglesia que puedan cantar fácilmente en casa.

4. Apoyen a los padres en su llamado

La mayoría de los padres saben que a veces nuestros hijos escuchan a otros mejor que a nosotros. Es por esto que una cultura de discipulado es crucial para una iglesia saludable. Debería ser normal para los jóvenes ser discipulados por personas que no sean sus padres. Una manera directa de fomentar este tipo de relaciones es animar a los miembros solteros de tu iglesia a unirse a una o dos familias. Cuando esto ocurre, una familia gana un par extra de manos y los miembros solteros se benefician de ver a los padres amar bien a sus hijos. ¡Sin mencionar todos los abrazos, los choca esos cinco y las manualidades personalizadas! Finalmente, el mejor apoyo que podemos ofrecer es la oración. Los padres no pueden garantizar la salvación de sus hijos. Ellos simplemente apuntan a la cruz y oran. Los miembros pueden unirse a los padres para apuntar y orar. Por lo tanto, oren por los niños de sus iglesias. Oren por los niños en sus iglesias en las reuniones de equipo y de ancianos. Oren por ellos en sus tiempos a solas. Pastores, deben ayudar a los padres de sus iglesias a crecer en el cuidado de las almas de sus hijos. No dependan principalmente de programas. Al contrario, equipen a los santos para la obra del ministerio al ayudar a los padres a discipular a sus hijos hacia la madurez.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.