Joey Cochran, graduado del Seminario Dallas Seminary, es un practicante en plantación de iglesias en Redeemer Fellowship en St. Charles, Illinois. Puedes encontrarlo en Twitter como @joeycochran.
Cómo liderar a la iglesia a través del dolor por el pecado
Dolor en la Escritura
Nos dolemos por el pecado porque a Dios le duele el pecado. Los Profetas están llenos de la aflicción del Padre por el pecado de su pueblo. Isaías nos dice que el Espíritu Santo se aflige por nuestro pecado (Is 63:10; también, Ef 4:30). El Hijo vino a cargar la aflicción de la humanidad: «Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y cargó nuestros dolores» (Is 53:4). Lo vemos llorar por la muerte de Lázaro y dolerse por los pecados de Jerusalén. También vemos a Pedro dolerse por su propia negación de Cristo. La tercera vez que Jesús le preguntó a Pedro si lo amaba, la Escritura dice: «Pedro se entristeció…» (ver Jn 21:15-19). El gatillo para Pedro fue la tercera pregunta por su amor, pues le recordó sus tres negaciones.Dolor comunitario
Sin embargo, en la Escritura esta no es solo una actividad individual, es una actividad comunitaria, liderada por los líderes de la iglesia. Pedro predicó el primer mensaje del Evangelio con el objetivo de producir dolor por el pecado. Él los acusa de crucificar y matar a Jesús (Hch 2:23, 26). ¿Su respuesta? «Conmovidos profundamente, dijeron… “Hermanos, ¿qué haremos?”» (v. 37). Experimentaron el dolor por el pecado, lo que produjo arrepentimiento (v. 38). Pablo también observa que una de sus cartas provocó que los corintios se dolieran y se alegra porque los llevó a arrepentimiento: «Me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para arrepentimiento; porque fueron entristecidos conforme a la voluntad de Dios… Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación…» (2Co 7:9-10). Este texto no está dirigido a una persona. Apunta al pecado comunitario y al dolor comunitario. El texto griego usa el pronombre plural «ustedes» una y otra vez en este pasaje (ver Jue 10:10; 1S 7:6; Neh 1; Dn 9 para otras instancias de confesión comunitaria). Nota, el dolor piadoso produce arrepentimiento que lleva a salvación.Cómo liderar a tu iglesia a través del dolor
Es apropiado, por lo tanto, para nosotros incluir oportunidades para dolerse, confesar y arrepentirse por el pecado en nuestra reunión comunitaria de la iglesia. A menos que los miserables pecadores sean llevados a dolerse, no experimentarán alivio. Quisiera compartir algunas sugerencias para ayudar a nuestra congregación a dolerse por el pecado en nuestros servicios de adoración:1. Dolerse por el pecado a través de la oración comunitaria
Dedica una oración completa a la confesión de pecado. El pastor u otro líder confiable debe liderar a la congregación en esta oración. Nehemías 1 y Daniel 9 son excelentes ejemplos (Mark Dever a menudo comienza sus oraciones al leer una versión levemente parafraseada de Daniel 9:18-19). Tanto Nehemías como Daniel se duelen por el pecado de Israel y confiesan este pecado a Dios por ellos. Algunas ideas para ejecutar esto son: orar Escritura que confiesa el pecado como el Salmo 106.6 o Efesios 2:4; usar la oración de otra persona como la oración puritana del Valle de la visión; o escribir tu propia oración.2. Dolerse por el pecado en la mesa del Señor
Un lugar natural para dolerse por el pecado es durante la Mesa del Señor. Ahí recordamos que Cristo tomó toda la copa de la ira de Dios contra el pecado por nosotros (Sal 75:8; Mt 20:22; 26:39). Cualquiera que facilite la Cena del Señor debe trabajar a tiempo para que el pueblo de Dios reflexione, se duela y confiese su pecado. Pablo nos instruye explícitamente a examinarnos a nosotros mismos (1Co 11:27-28). Uno podría simplemente recitar esta confesión del Libro de oración común:Recuerda que la Cena del Señor no es solo una celebración del Evangelio, sino que también un sacrificio participatorio de servicio y devoción al cuerpo (1Co 10:14-22; 11:26).Padre omnipotente y misericordioso: nosotros nos hemos desviado de tus senderos… como ovejas perdidas… No hemos hecho lo que debíamos; antes bien, hemos puesto por obra lo que no debíamos hacer… Nosotros confesamos y lloramos los muchos pecados y maldades que en varias ocasiones hemos gravemente cometido por pensamiento, palabra y obra contra tu divina majestad, provocando muy justamente tu ira e indignación contra nosotros... Oh, Señor, ten misericordia de nosotros… Perdona, Oh Dios, a quienes confiesan sus culpas. Restablece a los que se arrepienten; según tus promesas declaradas al género humano en Jesucristo nuestro Señor. De veras nos arrepentimos y nos dolemos sinceramente de todas nuestras culpas: su memoria nos aflige… perdónanos todo lo pasado.