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Siete consejos para cultivar relaciones más profundas en la iglesia
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Siete consejos para cultivar relaciones más profundas en la iglesia

Es difícil hacer amigos

De vez en cuando, converso con un nuevo miembro de Trinity Church. En la conversación, expresan la desilusión de haber estado asistiendo por muchos meses, pero sólo han logrado desarrollar un par de amistades. Quiero responder: «ese es un gran comienzo. Tomará alrededor de una década». ¿Por qué? Porque hay muchos factores que desfavorecen nuestra capacidad de cultivar relaciones profundas en la iglesia. En resumen: (1) estamos aislados de las relaciones que más necesitamos; (2) estamos más solos de lo que nos damos cuenta; (3) como resultado, nos sentimos ocupados, abrumados y desconectados, y (4) formar amistades significativas y relaciones no superficiales es más difícil de lo que debiera. Amigos, tienen muchas cosas en contra. No están locos. No hay nada malo con ustedes. Es difícil hacer y mantener amigos en una sociedad como esta; incluso en la iglesia. Pero la respuesta no es que bajes tus expectativas y te prepares para el sufrimiento. La respuesta es enfrentar el desafío, rechazar el aislamiento y la división de nuestros tiempos y abrazar las relaciones auténticas, vulnerables y cara a cara juntos. Podemos hacerlo. Considera estos siete consejos para cultivar relaciones más profundas en la iglesia.
1. Acepta tu necesidad de los demás
Todos los seres humanos somos criaturas en necesidad. Aunque podríamos usar la frase «personas necesitadas» como una de desprecio, la verdad es que todos somos personas necesitadas. Tenemos necesidades biológicas: aire, comida, agua y sueño. Tenemos necesidades emocionales: afirmación, un lugar al cual pertenecer. Y por supuesto, tenemos necesidades relacionales: amistades, familia y comunidad espiritual. Como seres relacionales hechos a la imagen del Dios trino, nos necesitamos mutuamente. Y para ser espiritualmente saludables y completos, necesitamos amigos que compartan nuestro amor por Dios y nuestras convicciones sobre la fe y la iglesia. De manera bastante sencilla, necesitamos amigos de la iglesia. Nuestra necesidad por otros no es algo de qué avergonzarse ni es un resultado del pecado. Cuando Adán estaba solo con Dios en el jardín, él aún carecía de compañía humana genuina. El primer problema del mundo fue la soledad. Por lo que Dios le dio a Eva y él celebró. Por supuesto, nuestra necesidad más grande es conocer y ser conocido por Dios. Pero ser un humano también significa necesitar amistad y comunidad.
2. Descubre el corazón de Dios sobre tu pertenencia
Pertenecer tiene raíces profundas en la historia bíblica y en la teología cristiana. Existen tres expresiones[1] de pertenencia en la Escritura: (1) pertenecemos a Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; (2) ya no pertenecemos a nosotros mismos ni al mundo, y (3) nos pertenecemos el uno al otro en la iglesia. Pertenecer es mucho más profundo que encajar y es mucho más satisfactorio que simplemente rodearte de otras personas. Pertenecer es una de las necesidades humanas más profundas. Aparte de pertenecer a Dios y el uno al otro, seremos continuamente tentados a buscar nuestra identidad en nuestro desempeño, popularidad y estatus social. No obstante, poner nuestra identidad en cosas tan terrenales tiene efectos trágicos. Como dijo Tim Keller: «Todo lo que no sea Jesús te abandonará al final y te decepcionará en el camino»[2]. ¿Qué es la verdadera pertenencia? La verdadera pertenencia es ser completamente conocido y completamente amado por Dios y por tu comunidad. Ciertamente, sólo la pertenencia a Dios —y por medio de Él los unos a los otros en la iglesia— puede ofrecer esta posición segura. Cuando estamos seguros en Cristo, estaremos establecidos y enraizados en cómo Él nos ha hecho y perteneceremos a Él y el uno al otro en la iglesia. Dados los desafíos en la construcción de relaciones en la iglesia, debemos recordar el corazón de Dios sobre nuestra pertenencia.
3. Recuerda que tu comunidad te necesita (y necesita que tengas amigos)
Sin embargo, también necesitamos amigos de la iglesia para convertirnos en personas más amables y desinteresadas. El investigador de Harvard Robert Putnam, autor del emblemático libro Bowling Alone [Jugando al boliche solo], ha estudiado[3] por qué las personas religiosas son vecinos más amables y mejores en sus comunidades que las personas que no son religiosas. Después de examinar una serie de factores que no guardan relación con un comportamiento más desinteresado, como la tradición denominacional y la intensidad de las creencias, Putnam optó por un factor: las amistades dentro de la iglesia. Su investigación muestra que las personas con las relaciones más fuertes dentro de su propia comunidad de la fe son las más amables, las más desinteresadas en relación a quienes están fuera de la comunidad de la fe. Putnam escribe que de todas las relaciones que se correlacionan con el bienestar y el comportamiento desinteresado hacia los demás, «los amigos de la iglesia parecen estar súper cargados. [...] El poder de los amigos de la iglesia, según nuestros datos, es más que la suma de ser religioso o tener amigos». Aun cuando muchos grupos sociales estos días se identifican con aquello por lo que están en contra, las comunidades cristianas saludables comparten una conexión en relación a para qué estamos aquí. Existimos para glorificar y disfrutar a Dios, para ser formados a la imagen de Cristo y para crecer en Cristo por medio de la presencia de otros. Sin los amigos de la iglesia, languideceremos en nuestra semejanza a Cristo y nos será difícil amar a aquellos que están fuera de la iglesia.
4. Reorienta tu agenda para las relaciones
Nuestra sociedad completa nos aleja de la comunidad bíblica y nos lleva hacia el aislamiento social, el individualismo radical y el egocentrismo. Para resistir esta constante presión, tendremos que vivir vidas evidentemente diferentes de nuestros pares y vecinos no cristianos. Debemos reorientar nuestras vidas en torno a la comunidad. Para cultivar relaciones profundas en la iglesia, tendremos que reducir la velocidad y resistir la cultura del ajetreo que nos rodea. Es posible que no podamos trabajar hasta tarde en las noches o los fines de semana. Necesitamos planificar a fin de hacer tiempo para los amigos, para participar en un grupo pequeño semanal o estudio bíblico, o para servir con otros en la comunidad. Una vida profunda y conectada con otros requiere un nuevo conjunto de prioridades y un nuevo conjunto de ritmos de vida. Pero vale tanto la pena. De hecho, eso es exactamente lo que Jesús hizo en su vida y ministerio terrenal. Su vida demostró una orientación radical en torno a las relaciones. Él estaba absolutamente dedicado a sus amigos más cercanos: sus discípulos. Él fue a bodas, funerales y eventos culturales. Pasó su tiempo alrededor de comedores con amigos, buscadores y escépticos. Él intencionalmente buscó la comunidad de miembros más aislada y desconectada. Se involucró con personas de otras culturas con generosidad y paciencia. Si así es como el Hijo de Dios ordenó su vida en esta tierra, ¿cómo se vería para nosotros seguir su ejemplo? ¿No sólo ser el anfitrión, sino que unirse a las personas en el lugar donde están? ¿Buscar a aquellos que están fuera del redil? ¿Asistir a las reuniones y eventos con intencionalidad y un sentido de misión?
5. Crea espacio para aquellos que están fuera
He escuchado un sinnúmero de personas decir a lo largo de mis años de ministerio que no se sienten conectados o que personas no los han buscado. Siempre comienzo lamentando eso y doliéndome con ellos. Pero también les recuerdo que aquellos con las conexiones más profundas típicamente son aquellos que toman la iniciativa y crean espacios para otros. Quizás es contraintuitivo, pero si tomas la iniciativa y creas espacio para otros, en el tiempo, tus relaciones serán abundantes. La hospitalidad es la práctica distintiva del cristiano que crea espacio para otros. No se trata sólo de abrir nuestras casas; es el patrón semejante a Cristo de abrir nuestros corazones y vidas también. La hospitalidad, en un sentido bíblico, incluye crear espacio en nuestros hogares para nuestros hermanos y hermanas en Cristo, espacio en nuestras agendas y corazones para aquellos que no conocen al Señor; espacio en nuestros grupos para nuestros vecinos y colegas, y espacio en nuestras vidas para los pobres y marginados. Así como Cristo vino a nosotros y nos acogió cuando éramos forasteros, así la iglesia puede abrir su corazón y puertas para recibir a aquellos que no lo conocen (Ro 15:7). En las instrucciones que Pablo da a la iglesia para que abrace el amor desinteresado los unos por los otros, incluye una fuerte exhortación a «practica[r] la hospitalidad» (Ro 12:13). Aun cuando esta es una práctica atemporal para toda generación de creyentes, la hospitalidad es únicamente importante en una sociedad aislada. Cada uno de nosotros ha sido el recipiente de la hospitalidad de otros y ahora extendemos ese mismo espíritu hospitalario a la siguiente generación de visitas de la iglesia (y a nuestros propios vecinos, colegas y amigos). Esta visión de hospitalidad es más que un mero curso de entretenimiento. El entretenimiento incluye preparar nuestro mejor plato, alardear de nuestra casa e invitar a las visitas más atractivas; pone el foco en nosotros. La hospitalidad, por otro lado, pone el foco en el otro. Nuestro rol como cristianos es crear espacios para aquellos que están afuera, demostrando el abrazo acogedor de Jesús mismo.
6. Oren juntos
Esto podría parecer simple, incluso podría asumirse, pero para cultivar una verdadera comunidad de cristianos, seremos sabios si priorizamos la oración juntos. Si vamos a ser una comunidad verdaderamente espiritual y no sólo otro club social o grupo de amigos, debemos buscar y disfrutar la presencia de Dios juntos. En las dos décadas pasadas, casi todo libro cristiano sobre comunidad que había leído usaba la frase «vivir la vida juntos». Yo soy uno de ellos. La dije un sinfín de veces. «No es suficiente sólo ir a la iglesia y a un grupo comunitario; podemos y debemos vivir la vida juntos». Y yo sí creo eso. No obstante, también creo que vivir la vida juntos no es suficiente. Cualquiera puede vivir la vida juntos y no ser transformados por eso (tan impaciente, poco amable, codicioso y enojado como antes). Nuestro objetivo como cristianos es glorificar a Dios a través de nuestra conformidad a Cristo, ser gradualmente formados hacia su carácter, su amor por los demás y su estilo de vida. Así nuestras relaciones pueden y deben vivir la vida espiritual juntos. Como resultado, orar juntos es un hábito esencial de las relaciones semejantes a Cristo. Si quieres acercarte más a otro creyente, ora con ellos. Oren juntos en entornos formales (una reunión de oración o un grupo pequeño) o en momentos informales. Podría parecer extraño al principio estar hablando con un amigo, detenerte y decir: «¿en realidad, puedo sólo orar contigo ahora?». Pero te puedo garantizar que muy rara vez dirán que no y muy rara vez te arrepentirás de tomar un par de minutos para reducir la velocidad y orar con un amigo.
7. Quédate, incluso cuando sea difícil
Uno de los desafíos furtivos en nuestra era actual es la fugacidad de nuestra cultura laboral. No estoy en contra de una movilidad ascendente que saca a las personas y las familias de la pobreza, pero cuando nos comprometemos a la movilidad ascendente, sin importar el costo, algo significativo se pierde una y otra vez. Si nos mudamos de ciudad y comunidad cada dos a cuatro años, será casi imposible desarrollar y mantener relaciones profundas. De manera similar, si permanecemos en la misma ciudad, pero cambiamos de comunidad cada pocos años, se podría sentir la misma pérdida. El erudito de la iglesia primitiva Joseph Hellerman lo explica de manera acertada en When the Church Was a Family [Cuando la iglesia era una familia]:
La formación espiritual ocurre ante todo en el contexto de la comunidad. Las personas que permanecen conectadas con sus hermanos y hermanas de la iglesia local casi crecen invariablemente en autocomprensión. [...] Las relaciones interpersonales a largo plazo son el crisol del progreso genuino en la vida cristiana. Las personas que se quedan crecen[4].
Sin duda, he descubierto que esta observación es extraordinariamente cierta: «quienes se quedan crecen». Seguro, será más difícil y requerirá temporadas de paciencia y lucha. Podría involucrar tratar el conflicto con amigos y otros en tu comunidad. Podría incluso significar rechazar una promoción o aumento. No obstante, valdrá la pena a la larga. La estabilidad es uno de los elementos más importantes en una vida espiritual próspera y en crecimiento.

Cómo resistir el aislamiento

Como pastor, asisto y oficio funerales con cierta regularidad. Aunque cada servicio fúnebre es un momento de profunda tristeza, también sirven como momentos raros de claridad. Nos recuerda lo que es realmente importante en la vida. He estado en servicios fúnebres donde no había más de ocho personas y pocos tenían algo significativo que decir sobre la persona fallecida. Fueron breves e incómodos. Fueron trágicos. Y he estado en servicios fúnebres con cientos, incluso miles de personas. He visto persona tras persona pararse y decir: «era mi mejor amiga. Ella amaba a Dios y me amaba a mí». Estos funerales son increíbles. El dolor de la pérdida se une a una celebración de una vida bien vivida: con otros, en relaciones poderosas. El servicio fúnebre de un hombre o una mujer cristianos con cientos de amigos es un testimonio extraordinario del poder del Evangelio en una era solitaria. No tenemos que rendirnos ante el aislamiento y la soledad de nuestro mundo. Otro tipo de vida está disponible. Cristo nos ha acogido en Él mismo y ahora nos invita a acogernos los unos a los otros en relaciones profundas, significativas y no superficiales. Estas relaciones son posibles, pero tomarán tiempo y esfuerzo intencional. Un día seremos capaces de mirar hacia atrás en nuestra vida y ver una extensa familia de personas que nos conocen y nos aman, y que se sienten conocidas y amadas por nosotros. En Cristo, la verdadera pertenencia está disponible. Por medio de la búsqueda y la oración intencionada, una relación profunda es posible.

Jeremy Linneman es el autor de Why Do We Feel Lonely at Church? [¿Por qué nos sentimos solos en la iglesia?].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] Linneman, J. (28 de junio de 2019). What Our Search for Belonging Reveals [Lo que revela nuestra búsqueda de pertenencia]. The Gospel Coalition. https://www.thegospelcoalition.org/article/search-belonging/ [2] Keller, T. (Predicador) (15 de diciembre de 2013). Healing from Decay [Sanando de la decadencia] [Audio de una serie de sermones]. Advent, Jesus Our Hope [Adviento, Jesús nuestra esperanza]. https://www.google.com/url?q=https://gospelinlife.com/downloads/healing-from-decay-6259/&sa=D&source=docs&ust=1696362982224689&usg=AOvVaw1_742F2LRi_S8EZY7irNjK [3] Putnam, R. (2012). What's So Darned Special about Church Friends? [¿Qué tiene de especial la amistad en la iglesia?]. Altruism, Morality & Social Solidarity Forum, American Sociological Association 3(2), 19-21. https://wcfia.harvard.edu/files/wcfia/files/rputnam_church_friends.pdf [4] Hellerman, J. (2009). When the Church Was a Family: Recapturing Jesus' Vision for Authentic Christian Community [Cuando la iglesia era una familia: recapturando la visión de Jesús por la comunidad cristiana auténtica] (B&H Academic). N. del T.: traducción propia.