volver
Photo of 2º de Pedro - 02
2º de Pedro - 02
Photo of 2º de Pedro - 02

2º de Pedro - 02

…a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra. (2 Pedro 1:1b) Pedro ahora nos hace una interesante afirmación en relación a la fe de los destinatarios de su carta: Han recibido una fe tan preciosa como la de los propios apóstoles. Su fe, independiente de su tiempo como cristianos, de su contexto, de su conocimiento o de su historia, es tan preciosa como la de los propios testigos y enviados del Señor. ¿Por qué entonces algunas veces pareciera haber ciertos cristianos especiales y otros simplemente ciudadanos de segunda clase? Lamentablemente en términos de la fe también categorizamos y hacemos sentir que hay cristianos más especiales, más cerca de Dios, como diría la gente, o en palabras del apóstol, con una fe más preciosa que otros. Estos individuos con rasgos casi “celestiales” se muestran prácticamente sin crisis, luchas o problemas, mientras otros en medio de sus dificultades y dudas parecieran mirar a años luz su vida espiritual y sintiendo que frente a Dios son de segunda categoría. Pero la descripción de Pedro nos quiebra por completo esta concepción. Estos cristianos, quienquiera que fueran, tenían una fe tan preciosa como la de los propios apóstoles, quienes habían compartido su vida con Jesús mismo, escucharon directamente sus enseñanzas e incluso tuvieron el privilegio de verle resucitado. A pesar de ello su fe (y la nuestra) es tan preciosa como la de los apóstoles.  Por tanto no debemos sentir que estamos en un escalón inferior frente a algunos, ni menos en un escalón superior, pues la belleza de nuestra fe esta dada por el objeto de ésta: Jesús. Nuestra fe en él es preciosa porque no hay nada más grandioso, que como dice el verso, no es otro que nuestro Dios y salvador. Él siendo Dios mismo nos ha salvado y una fe en él hace que todos pasemos de muerte a vida, de enemigos a hijos, de deudores a herederos y todo por su precioso y único sacrificio de amor por nosotros. Por tanto el resultado de esa fe hace que no sea posible que luzca más hermosa, brillante y preciosa, pues entramos en una relación libre, cercana y eterna con el Dios todopoderoso, y no hay nada más precioso en el universo que él mismo. Pero además ni siquiera poner nuestra fe en él nos pone en un nivel diferente a otros, ya que como el mismo verso lo menciona, es una fe que hemos recibido, por lo que ni siquiera de eso nos podemos jactar.  Los falsos profetas estaban atormentando y confundiendo a los receptores de la carta mostrándoles tener una superioridad espiritual. Por lo que Pedro parte estableciendo la base de quiénes son en Cristo. Ellos no son inferiores a nadie, al igual que nosotros. Muchas veces en nuestros tiempos se nos hace sentir que somos ciudadanos de segunda categoría frente a Dios, pero la verdad es que todos tenemos una fe tan preciosa como incluso la de los apóstoles, pues Cristo es quien la ha hecho brillar. Muchas veces se nos hace sentir que debemos hacer más para tener una fe más preciosa. Pero la verdad es que no debemos hacer más sino ver mejor. Ver mejor quién realmente es Jesús, el objeto de nuestra fe, ver qué realmente logró por nosotros con su sacrificio y ver quiénes somos realmente ahora gracias a él. Recordemos a diario las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Efesios 2:19 para tener una perspectiva correcta frente al resto de la iglesia y frente a Dios mismo: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.”  
Photo of 2º de Pedro - 01
2º de Pedro - 01
Photo of 2º de Pedro - 01

2º de Pedro - 01

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo… (2 Pedro 1:1)

El autor de esta desafiante carta, sobre la que estaremos reflexionando en las próximas semanas, parte identificándose a sí mismo para luego mostrarnos sus credenciales. En primer lugar, nos dice que es un siervo o, para ser más exactos con el lenguaje, un esclavo de Jesucristo. Qué manera más chocante de presentarse y comenzar una carta. Golpea con fuerza todos los principios de nuestra cultura y de nuestra propia naturaleza. Hemos sido llamados a alcanzar logros para estar lo más arriba de la pirámide social y de esta forma tener la mayor cantidad de personas a nuestro servicio y las menos posibles que servir. Lo triste es que dentro de nuestras iglesias esto no es la excepción. Mucho más a menudo podemos ver cómo los cristianos presentamos nuestras credenciales académicas y trayectoria cristiana, haciendo ver también que, dentro de la iglesia, hay una especie de escalafón dentro del cual nos encontramos bastante arriba. Tristemente podemos ver que muchas veces pareciera que hay más gerentes generales de ministerios que siervos de Cristo. Sin embargo, la forma humilde en la que Pedro se presenta nos recuerda que no hay diferencia entre los cristianos en este sentido. Todos somos siervos de un solo Señor. Pero además piense esto: Si Pedro, que ni más ni menos fue uno de los apóstoles de Jesús y escribió parte de la Biblia, tiene claro que su primera credencial es ser un siervo de Jesús, cuánto más nosotros debiéramos tenerlo claro. Muchas veces nuestro orgullo nos juega muy malas pasadas con nuestra trayectoria y servicio cristiano. Entre más hemos estudiado o hecho en la iglesia o en la vida, más orgullosos nos sentimos. Y seamos sinceros, muchas veces nos sentimos un poquito más que otros que recién comienzan en la fe, y para qué decir con respecto a los no creyentes. Si bien esto no es algo que decimos a los cuatro vientos, podemos verlo con claridad en la actitud con la que nos desenvolvemos en la comunidad. Pero además Pedro nos dice que es un apóstol de Jesucristo. Esto es tremendamente importante ya que nos muestra la autoridad con la que escribe. Es verdaderamente un mensajero de Jesucristo por lo cual sus palabras deben ser consideradas de la misma forma que las palabras de Jesús. Por ello es que debemos poner cuidadosa atención a todo lo que nos va a decir a continuación y obedecerlo. Decirnos simplemente que es apóstol hubiera sido razón suficiente para que tomemos con toda seriedad sus palabras, pero llama la atención que, como dijimos, además antepone la credencial de siervo. Sin embargo, esto refleja la humildad de un verdadero discípulo de Cristo que nos habla con amor de parte de él y no desde su alta posición espiritual o intelectual. Necesitamos más de esa actitud de siervos frente a nuestra forma de llevar la buena noticia de Jesucristo a otros, en nuestra forma de aconsejar y en nuestro servicio. Somos esclavos de Jesús, y toda nuestra experiencia cristiana, todos los cursos que hacemos, todos los años que hemos servido en diferentes ministerios, nos deben llevar a profundizar en ese concepto. Somos siervos y discípulos de aquel que siendo Dios se humilló a lo más bajo y entregó por amor su vida por nosotros para rescatarnos y llevarnos a una vida eterna con el Padre. Por tanto, llevemos día a día delante de Dios nuestro orgullo, para que no levante su voz revolucionaria intentando abolir esta maravillosa, correcta y privilegiada esclavitud.

 

Photo of 2º de Pedro - 03
2º de Pedro - 03
Photo of 2º de Pedro - 03

2º de Pedro - 03

 Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor. (2 Pedro 1:2)   Pedro nos muestra su deseo de que la gracia y la paz abunden en la vida de los creyentes, y el medio para ello es el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. En la iglesia primitiva los falsos maestros se jactaban de tener un “verdadero conocimiento”, el que incluso presentaban como algo más valioso que la “fe”, sin embargo esto era algo meramente intelectual, sin ningún reflejo en su relación íntima con Jesús, ni menos en su carácter. Sin embargo, Pedro rechaza este falso concepto utilizando la palabra “epignosis que, en el lenguaje original, significa pleno conocimiento. Por tanto, el pleno conocimiento es el que produce abundancia de gracia y paz en nuestras vidas. Es tan importante este concepto que Pedro lo resalta tanto al principio como al final de su carta (3:18) por lo que debemos tenerlo en mente a lo largo de ella. Este será el medio para crecer espiritualmente y no ser arrastrados al error por los falsos maestros. Ahora la gran pregunta que tenemos es ¿qué significa este “pleno conocimiento”? Claramente no significa simplemente conocer a Dios por medio de la Biblia solo con “la cabeza”, como se dice popularmente, pues es lo que se evidencia de los falsos profetas. Sin embargo, tampoco significa experimentar a Dios solo con el “corazón" sin buscar el conocer cosas concretas de él que claramente nos enseñan las escrituras. Hace unos años atrás tuvimos que trasladarnos de iglesia a una que tenía fama de enfatizar mucho el estudio de la Biblia. Cuando quedaba poco tiempo para el cambio, dos personas del liderazgo de nuestra iglesia antigua nos comentaron lo siguiente: “Ojalá no se les apague el Espíritu”. Vivimos constantemente bajo este tipo de discusiones en las iglesias. Tenemos acusaciones de un frente de que algunas de ellas son “pura cabeza”, es decir, persiguen el conocimiento de la Biblia, pero sin experiencia y relación, e incluso llegando a extremos más graves, como acusarlas de no tener “Espíritu”. Por otro lado tenemos acusaciones de que son “puro corazón”, es decir, no conocen a Dios de verdad, no saben lo que creen, solo se dejan llevar por la experiencia y la emoción. Pero Pedro nos muestra que el tipo de conocimiento que nos lleva a la abundancia de gracia y paz en nuestras vidas es un conocimiento pleno, es decir que involucra tanto la cabeza como el corazón. Por un lado esta forma de conocimiento es algo muy íntimo y personal. Los autores del Antiguo Testamento usan esta palabra para describir las relaciones íntimas entre personas. Por tanto este tipo de conocimiento involucra una relación íntima entre nosotros y nuestro Señor Jesús. Una intimidad que involucra pasar tiempo con él en oración, alabarle de forma constante, pasar tiempo con él cuanto sea posible y buscar su guía en cada área de nuestra vida. Implica usar todo nuestro ser para relacionarnos con él, incluyendo todas nuestras emociones. Pero también debemos buscar conocer quién es él, cómo piensa, cómo actúa, lo que hizo, lo que promete y lo que espera de nosotros y tenemos el privilegio de poder contar con una fuente fidedigna para conocer estas cosas y esta es la Biblia. Por tanto el pleno conocimiento involucra ambos aspectos, sin descuidar ninguno de ellos y solo éste nos llevará de verdad a una abundancia de gracia y paz. Por tanto si hay falta de paz en nuestras vidas, hay temores, inseguridades o culpa, debemos buscar el pleno conocimiento, estudiando las escrituras con dedicación, pero también buscar una relación íntima con él en oración. Debemos involucrar todo nuestro ser, donde nuestras emociones exploten frente al ser más majestuoso del universo que hizo la más espectacular demostración de amor por cada uno de nosotros, quien podemos conocer profundamente por medio de las escrituras y con quien podemos relacionarnos íntimamente, día a día. En un documental cristiano llamado “The Finger of God” había una frase que llamó mucho mi atención: la verdad no es una enseñanza, la verdad es una persona. Usemos todos los medios que Dios nos ha dado para conocer y relacionarnos íntimamente con esa persona: Jesús de Nazaret.
Photo of 2º de Pedro - 04
2º de Pedro - 04
Photo of 2º de Pedro - 04

2º de Pedro - 04

Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. (2 Pedro 1:3)

Cuando pensamos en la salvación por gracia y la obediencia, generalmente los cristianos afirmamos con seguridad que Dios nos ha concedido su salvación por medio de Cristo en forma totalmente gratuita, pero ahora es nuestro rol responder a ese sacrificio con una vida de obediencia a él. La Biblia afirma con toda claridad que es por su poder que hemos sido salvados en la cruz por Jesucristo, que por su poder hemos podido conocerle, pero Pedro ahora nos muestra también que es por ese mismo poder que se nos ha dado todo lo necesario para vivir de esa forma. El problema es que en el día a día los cristianos olvidamos a menudo esta última verdad y asumimos este principio por nuestra propia cuenta, empujando a la fuerza una vida de santidad que al final resulta muchas veces decepcionante, frustrante y con muchos dejos de culpabilidad. Vivimos con una constante sensación de que algo falta para realmente tener el tipo de vida que Dios espera de nosotros y le pedimos que haga un milagro para que podamos vivir de esta forma. Sin embargo, este verso nos aclara algo fundamental para la vida cristiana. Dios no solo nos ha dado la salvación, sino que además por su poder nos ha concedido todas las cosas para vivir nuestra vida cristiana de la forma que él quiere que la vivamos. Dios no solo demanda un estilo de vida de acuerdo a lo que decimos creer, sino que además nos brinda los medios para hacerlo posible.Por otro lado, a veces simplemente desobedecemos a Dios, pues concluimos rápidamente que vamos a tener que convivir con el pecado hasta nuestra muerte. No es que esto sea totalmente falso, pero muchas veces utilizamos esto como una excusa para simplemente ceder con rapidez ante nuestros deseos. Todo se resume entonces en dónde creemos que podemos encontrar la fuente de poder para nuestra obediencia, y Pedro nos deja claro que está en Dios. El punto es si lo creemos o no. Entender esta verdad nos da una correcta perspectiva de Dios y de nosotros mismos. Muchas veces no nos sentimos capaces de poder obedecer a Dios y decimos cosas como “esto es más fuerte que yo”, pero eso no es porque seamos incapaces o falte algún milagro en nosotros, sino más bien es una muestra de una falta de fe. Es un reflejo de no creer lo que Dios ha dicho. Y como no lo creemos, entonces es algo natural que cedamos con facilidad ante el pecado. Entonces, la respuesta frente a las tentaciones de nuestra vida debe ser “sí puedo obedecer a Dios en esta circunstancia, por más difícil que sea”. Y la única razón por la que puedo hacerlo es que Dios me ha dado todo lo necesario para ello. Por tanto, si estás luchando con algún área difícil en tu vida y sientes que no puedes salir, o si sientes que ante este fracaso constante es mejor esconderlo de los demás pues no podrás cambiar, te invito a que decidas creerle a Dios, ya que su palabra nos muestra que sí puedes porque te ha dado todo lo necesario para ello. Una vida obediente no es sinónimo de fortaleza personal o autodisciplina, sino que es un reflejo de lo que Dios ya nos ha dado por medio de su poder. Por tanto, créele a Dios y vive una vida de obediencia que le da siempre la gloria, pues recuerda: solo él lo ha hecho posible.
Photo of 2º de Pedro - 05
2º de Pedro - 05
Photo of 2º de Pedro - 05

2º de Pedro - 05

por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia. (2 Pedro 1:4; LBLA)   Una de las citas más famosas de Mahatma Gandhi en relación al cristianismo fue la siguiente: “Me gusta tu Cristo. No me gustan tus cristianos. Tus cristianos son tan diferentes a tu Cristo”. Nuestra tendencia natural como cristianos es reaccionar inmediatamente a la defensiva frente a esta afirmación, pero ¿y si hay algo de cierto en ella? ¿Realmente mostramos en nuestras vidas rasgos del Dios en que decimos creer? ¿Pueden quienes pasan delante de nuestra vida ver aunque sea un aire a Jesús? Frente a esto es que las palabras de Pedro, en este verso, desafían profundamente nuestra vida en este sentido. Jesucristo, por medio de su sacrificio, ha hecho disponibles promesas preciosas y maravillosas para nosotros. Y de manera totalmente impresionante, Pedro nos dice que el cumplimiento de estas promesas es que llegamos a ser partícipes de la naturaleza divina, o dicho de otra forma, que podemos experimentar una intimidad con el Dios todopoderoso, creador del universo, de una forma que nadie jamás imaginó. Esto puede sonar muy ambiguo, por lo que es necesario pensar bien en lo que quiere decir. Lo primero que debemos aclarar es que Pedro nos dice que llegamos a “participar” y no “tener” la naturaleza divina. Es decir, los cristianos pueden compartir ciertas cualidades que solo Dios tiene, pero sin duda alguna hay muchas de ellas que no las vamos a compartir. Por tanto, claramente Pedro no está diciendo que ahora nos convertimos en Dioses. Usted diría que nadie podría pensar algo así, pero la verdad es que casos no faltan. Por ejemplo, hace unos años escuché a un pastor de la prosperidad justificar que los cristianos deben tener lo mejor desde el punto de vista material, porque ahora son dioses, gracias a Cristo. Entonces ¿en qué sentido compartimos algunas cualidades que Dios tiene? Podemos afirmar que estas cualidades divinas le posibilitan al creyente escapar de la corrupción que hay en el mundo, como el mismo verso lo sugiere, es decir, tenemos aquellas cualidades de Dios que nos permiten renunciar al pecado en esta vida. Claramente esto no significa que nunca más vamos a pecar, sino una libertad y capacidad para ir progresando día a día en una vida más obediente a Dios. Esta participación de su naturaleza divina se experimenta de una forma maravillosa. Jesucristo, quien es realmente divino, pues es Dios mismo hecho hombre, comparte con nosotros su propio carácter perfecto al enviarnos el Espíritu Santo. El Espíritu hace que en nuestro propio carácter surjan los mismos deseos que Jesús tenía. Esto se hace evidente en nosotros en un anhelo de agradar a Dios y en un sentido de frustración o tristeza cuando no lo hemos hecho. Por tanto, gracias a la obra de Cristo, a nuestra unión con él y a que ahora ha enviado al Espíritu Santo a vivir dentro de nosotros, vivimos una intimidad con Dios que nunca nadie imaginó, con la cual podemos resistir al pecado y mostrar ciertas cualidades suyas. Este es un privilegio tremendo y maravilloso. Gracias a esto es que podemos y debemos ir progresando día a día en nuestra obediencia a Dios, mostrando más de él cada día en nuestras vidas. Esto no significa que podamos simplemente tirarnos en la cama a descansar en esta nueva condición, porque aún convivimos con nuestra vieja naturaleza. Por el contrario, debemos activa y decididamente obedecer a Dios cuanto podamos. Debemos cuidarnos de pensar que nuestra obediencia a Dios no es tan importante, justificando que Dios nos ha perdonado de todo y presumir de su gracia, sino que gracias a esta maravillosa nueva condición debemos buscar, con todo nuestro ser, honrar a Dios con toda nuestra vida, y así, cuando las personas nos vean, puedan encontrarnos un aire al Dios amoroso, santo y misericordioso que decimos predicar.
Photo of 2º de Pedro - 06
2º de Pedro - 06
Photo of 2º de Pedro - 06

2º de Pedro - 06

2 Pedro 1:5 “Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud”   Un pensador llamado Moffatt describió irónicamente la experiencia cristiana como "un espasmo inicial seguido de una inercia crónica. Esta dura descripción de la vida cristiana nos hace reflexionar seriamente acerca de cuál es nuestro papel en nuestro proceso de santificación. No hay duda que cuando somos alcanzados por Dios en nuestra vida, hay un cambio drástico en nosotros, tanto en nuestra manera de ver a Dios, nuestra pasión por hablar de Él y en cambiar todo lo posible de nuestra vida que puede ofenderle. Pero luego pasa el tiempo y hay una seria tendencia a la inercia, es decir, a permanecer quietos y dejar de esforzarnos por nuestra santidad. A veces pensamos que sólo Dios tiene algo que decir con respecto a nuestro proceso de cambio por lo que si las cosas no avanzan “Dios sabrá por qué”. Por ello es que las palabras de Pedro se presentan como un fuerte grito de atención ante nuestra facilidad de dormirnos en el camino. No hay duda que hay algo importante que nos corresponde hacer ya que nos dice con toda claridad: “Esfuércense”. No podemos simplemente sentarnos a simplemente experimentar o disfrutar de la fe, por decirlo de alguna forma. Que la gracia de Dios actúe en nuestras vidas exige nuestro esfuerzo. Debemos participar activamente en cooperación con Dios en ir transformando nuestra vida en una que le honre cada día más. Sin embargo hay un colchón de seguridad maravilloso para ese esfuerzo, ya que previamente nos dice, “Precisamente por esto”. Es decir, gracias a la maravillosa obra de salvación que Jesús hizo en la cruz por nosotros, gracias a que ahora podemos contar con el poder del Espíritu Santo y tenemos maravillosas y seguras promesas que Jesús nos ha dado, podemos esforzarnos con toda confianza. Entonces cambia profundamente la perspectiva de lo que significa esforzarse bajo ese manto de seguridad. Pero aún así debemos esforzarnos. Para describir cómo debemos hacerlo Pedro pasa a detallar una serie de virtudes que deben ser parte de la vida de un verdadero cristiano. Parte con la fe que es la aceptación inicial del amor de Dios, es la piedra fundamental sobre la que se construyen las virtudes que seguirán a continuación, es la base para poder esforzarnos adecuadamente. Es decir, antes de partir esforzándonos por reflejar ciertas virtudes cristianas, debemos asegurarnos que hemos puesto nuestra fe en Jesús y su sacrificio por nosotros. Este elemento es un punto de partida esencial, ya que si no está presente, nuestro esfuerzo sería totalmente vano e inútil. Sería tan absurdo como construir un edificio en un terreno pantanoso sin los cimientos adecuados, por más esfuerzo que hiciéramos en la parte visible de la construcción, todo terminará por hundirse tarde o temprano. Pero a esta fe dice hay que añadirle virtud que significa "excelencia", y se utiliza para señalar el cumplimiento adecuado de cualquier cosa. Es decir que algo funcione adecuadamente o correctamente según lo que es. Una lavadora debe lavar, una batidora debe batir, o un refrigerador debe enfriar, pues sino lo hacen algo anda mal. En el caso del cristiano este debe reflejar algo del carácter de Cristo ya que Él es el hombre perfecto. Los falsos maestros a los que se enfrentó Pedro tenían atrayentes e impresionantes discursos en relación a la fe, la verdad y la espiritualidad, sin embargo en sus vidas nos mostraban ninguna de estas características o virtudes. Por tanto decían ser algo que no eran, pues no funcionaban adecuadamente de acuerdo a lo que Pedro nos dice que debe ser un cristiano. Con ello vemos que el esfuerzo de añadir virtud a nuestra vida es un tema que debemos considerar seriamente. Y gracias al Espíritu Santo en nosotros es que con toda seguridad podemos ir mostrando algunos rasgos concretos de Jesús en nosotros. Por lo que si no vemos ningún cambio en nosotros, o bien, que no hacemos ningún esfuerzo por tener una vida cada vez más agradable a Dios, es sensato que volvamos un paso atrás y nos preguntemos si realmente hemos puesto nuestra confianza en Jesús. Pues si no es así, nuestra garantía de supuestos cristianos, aún estará vigente, por lo que no nos quedará otra que ser devueltos, pues no éramos lo que decíamos ser.

Photo of 2º de Pedro - 08
2º de Pedro - 08
Photo of 2º de Pedro - 08

2º de Pedro - 08

…al entendimiento, dominio propio… (2 Pedro 1:6)

  Pedro, continuando con la lista de virtudes que los cristianos deben esforzarse por añadir a su vida, menciona ahora el dominio propio. El miércoles 9 de noviembre de 1994, un hombre, en West Haven, Connecticut, iba en su automóvil cuando notó que tenía un problema con sus frenos. Se movió a un costado para revisarlo, pero al bajarse, fortuitamente pasó a llevar la reversa, y sumado a la inclinación del pavimento, el automóvil empezó a moverse hacia atrás, sin nadie al volante. Luego de unos segundos, el volante se giró, justo en una intersección, por lo que el automóvil comenzó a girar en círculos a gran velocidad. Aunque parezca increíble, estuvo sin detenerse por casi 2 horas, hasta que los bomberos lograron hacerlo. Este particular episodio dejó con graves daños al propio automóvil y a muchos otros que se toparon con este vehículo sin control. [1] El dominio propio es como un conductor atento, capacitado y con las manos bien puestas en el volante, frente a los peligros y desniveles del camino. Sin él, las personas dejan que sus vidas se conduzcan por sus pasiones desordenadas y las inclinaciones del terreno que el mundo presenta. Aristóteles reconocía que los seres humanos eran sujetos sin control que estaban dominados por sus propios deseos desordenados, los que les llevaban a pecar voluntariamente. Sin embargo, él no tenía una solución para ello. [2] Frente a esta realidad, que Aristóteles correctamente menciona, aparece el dominio propio en la vida cristiana. Éste se aplica a todas las áreas de nuestra vida, pero aquí en 2 Pedro tiene un especial acento en la tentación sexual. Pablo agrega que este es un fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas. Esto significa que es un regalo que viene como consecuencia de que el Espíritu esté en nosotros. Esto no significa una actitud pasiva frente al pecado, sino que involucra de nuestra parte el esforzarnos por usar este poder que Dios ha puesto a nuestra disposición. El mismo concepto del “dominio propio” nos muestra que, aun siendo cristianos, nuestro corazón va a seguir teniendo algunos deseos que deben ser dominados y no satisfechos. Implica que, a pesar de que tengamos el Espíritu, no todo lo que nuestro ser anhela será correcto, por lo que debemos dominar ciertos anhelos que no agradan a Dios. Sin embargo, el dominio propio es algo mucho más profundo que simplemente decir que no a cosas que deseamos. Muchas filosofías llaman a negarse a las pasiones de todo aquello que es considerado como incorrecto, pero fundamentadas solo en la fuerza del individuo y en su capacidad de aislarse del mundo para ello. Al contrario, el dominio propio cristiano viene como consecuencia de haber puesto nuestra fe en Jesús. Gracias a ello confiamos en que hemos recibido la capacidad de resistir al pecado, pues hemos quedado libres de su poder que antes nos mantenía dominados. Además confiamos en que, aun cuando eso que deseamos nos dará algún tipo de satisfacción o placer, encontramos una satisfacción mucho mayor en nuestro Dios. Finalmente descansamos en que además Jesús nos ha liberado de la condena de cuando caemos, lo que nos impulsa aun más a obedecer a Dios en el futuro. [3] Pero además el dominio propio no solo implica una resistencia, sino que implica tomar un plan de acción que nos ayude a luchar de manera eficaz. Significa pedir ayuda a amigos en la fe que puedan orar por nosotros, darnos consejo y preguntarnos constantemente sobre este tema. Significa orar constantemente por ello y buscar consejo en la Palabra. Y también implica reconocer nuestras limitaciones y tomar desiciones sabias frente a ellas. [4] Un buen ejemplo lo encontramos en José (Gn. 39), quien a pesar de los constantes ofrecimientos de la esposa de un funcionario del faraón para que tuviera sexo con ella, se resistió, llegando incluso a tener que literalmente salir arrancando. Este fue un hombre que, a pesar de tentadores ofrecimientos y óptimas circunstancias, con la ayuda del Espíritu Santo no sacó las manos del volante, y evitó así dejarse llevar por los atrayentes desniveles de pecado de este mundo.

[1] Larson, C. B. (2002). 750 ilustraciones atractivas para predicadores, maestros y escritores (p. 498). Grand Rapids, MI: Baker Books.

[2] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (vol. 18, p. 88.). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

[3] Piper, John, (2001). The Fierce Fruit of Self-Control.

[4] Ed Welch, (2001). Self Control: The Battle Against ‘One More’”: (pp. 24-31).

Photo of 2º de Pedro - 11
2º de Pedro - 11
Photo of 2º de Pedro - 11

2º de Pedro - 11

a la devoción a Dios, afecto fraternal (2 Pedro 1:7) La historia de Gora y Bir es de aquellas que no se escuchan muy seguido. En la India, cada día, van por cada pueblo, anunciando a Jesús, movilizados en una bicicleta. Pero lo impresionante es que Gora es inválido y Bir es ciego. ¿Cómo lo hacen? Mientras Bir pedalea, Gora dirige la bicicleta. Esta conmovedora historia nos grafica lo que es el compañerismo cristiano y el amor incondicional entre hermanos en la fe. Somos una gran variedad de personas con diversas limitaciones, diferentes personalidades, gustos y trasfondos, pero que en vez de alejarnos frente a la diversidad, somos llamados a ser una familia que se ama, ayuda y pone su afecto fraternal incondicionalmente a pedalear, para que el nombre de Jesús sea glorificado. La palabra que Pedro usa es “philadelphia”, que significa "amor de hermano". Se refiere al afecto o amor entre hermanos en una familia que, en este caso, se refiere exclusivamente a los hermanos de la fe. Éste surge directamente de la “devoción a Dios” que vimos en nuestro devocional anterior. Juan, en su primera carta, escribió: "Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’, pero odia a su hermano, es un mentiroso" (1 Juan 4:20). Por tanto, este amor es una señal que identifica a los verdaderos discípulos de Jesús que aman a su Padre celestial. cita-11.png Pero en algunas ocasiones, este amor resulta muy difícil de aplicar, pues nos encontramos con cristianos que tienen diferentes estilos de vestirse, diferentes gustos musicales, otras formas de expresar su alegría, con problemas y luchas diferentes a las nuestras, con algunas opiniones teológicas diversas o que, por alguna razón inexplicable, nos caen mal. Pero aún reconociendo esta realidad, Pedro nos dice que aquellos que ahora dicen que han nacido de nuevo deben demostrarlo en su amor a sus hermanos de la fe, independientemente de cualquier diferencia. El problema es que, algunas veces, la realidad muestra que nos interesamos muy poco en las personas de la iglesia. No conocemos sus luchas, problemas o necesidades. Sólo mantenemos rápidas y superficiales conversaciones por unos segundos a la salida del servicio dominical y con eso creemos que es suficiente. Es como una historia que ocurrió en Worcester, Massachusetts, donde la policía encontró a una anciana muerta en su casa, pero la sorpresa fue que había fallecido hace 4 años, sin que nadie de su familia ni de sus vecinos se enterara. ¿Sabes realmente cuán “vivos” están tus hermanos en la congregación? Si alguna vez sientes que por mucho tiempo las cosas están bien para todos los miembros de la congregación y nadie parece tener luchas, temores o necesidades, antes de colgar orgullosamente el cartel de “30 días sin accidentes” en la puerta de la iglesia, hazte la sensata pregunta de si realmente has estado interesado en sus vidas, pues es muy probable que no sea así. En el mundo antiguo, el término “hermanos” o el concepto de “familia” entre los miembros de una misma religión no era para nada habitual. Su uso entre los cristianos claramente denotaba una relación íntima y afectuosa que lo hacía único, especial y muy llamativo [1]. El fundamento de esta “rareza” de amor misericordioso e incondicional viene del hecho de que Dios nos ha perdonado y adoptado como hijos, de forma inmerecida, por medio de Jesús (Ef. 4:32). Pero también este amor tiene un efecto de brillante luz en este mundo de relaciones condicionales e interesadas. Las personas pueden ver, en nuestras relaciones cristianas, un poco del amor incondicional de Dios demostrado en su forma más perfecta en Cristo, y ser atraídos por él [2]. Por tanto, si te falta motivación para amar a tus hermanos en la fe, piensa un poco en la misericordia que Dios tuvo contigo al entregar a su propio Hijo para rescatarte. Descubre cada día más de la profundidad de esta forma impresionante de amor por medio de las Escrituras y ora para que el Espíritu Santo abra tus ojos para comprender más esta maravillosa verdad y te inspire a amar incondicionalmente a tus hermanos con los que compartirás por toda la eternidad. Piensa cada día si realmente tu amor por tus hermanos refleja al mundo algo del amor misericordioso que Dios tuvo contigo en Cristo, y Dios te guarde, así, de enterarte un día que un miembro de tu familia de la fe lleva más de 4 años fallecido mientras colgabas orgullosamente un cartel en la puerta de tu iglesia diciendo “30 días sin accidentes”.

[1] Cranfield, C. E. B. (1993). La Epístola a los Romanos. Buenos Aires; Grand Rapids, MI: Nueva Creación; William B. Eerdmans Publishing Company.

[2] Piper, J. (2012). Amándonos los unos a los otros con amor fraternal (Diciembre 12, 2004) Colección de sermones sobre Romanos de John Piper. Minneapolis, MN: Desiring God.

 
Photo of 2º de Pedro - 10
2º de Pedro - 10
Photo of 2º de Pedro - 10

2º de Pedro - 10

a la constancia, devoción a Dios (2 Pedro 1:6) Siempre me ha llamado la atención el gran poder que tienen las puertas de los templos, iglesias o lugares de reunión de las diversas religiones. Al cruzar por ellas, las personas experimentan un instantáneo y radical cambio de actitud, vocabulario y tema de conversación. Hasta el volumen de nuestras conversaciones se ve profundamente afectado y esto va mucho más allá de un simple respeto al rito que se esté realizando. Pero el efecto “milagroso” de la puerta se revierte al mismo momento de volver a cruzarla. Las personas vuelven a la “normalidad” de forma automática y sus vidas continúan tal cual eran antes de atravesarla por primera vez. El acto o rito religioso ha terminado y con ello la conexión con su divinidad, por lo que parece no haber mucha razón para continuar con esa actitud reverente. Con ello reflejamos que claramente esos ritos religiosos que realizamos tienen muy poco que ver con nuestra vida diaria. Esta es “la maldición de la puerta”, que incluso no hemos podido romper en muchas de nuestras iglesias cristianas. Es aquí donde el correcto entendimiento de esta devoción a Dios o piedad, que Pedro nos llama a buscar, es trascendental. La palabra original es eusebia y guarda relación con esa actitud de reverencia y correcta forma de practicar un rito o religión. Pero en la vida cristiana esta piedad o devoción a Dios es mucho más profunda y transversal que simplemente la actitud frente a los ritos o costumbres que deben practicarse de forma individual o colectiva. Para el cristiano esto tiene que ver con algo muy práctico e influyente en cada área de su vida. Tiene que ver, por ejemplo, con que las palabras ofensivas que muchas veces utilizamos para referirnos a personas o cosas no solo son limitadas por el poder de la puerta de la iglesia, sino que son limitadas profundamente en nuestros corazones, en cada momento de nuestra vida, como consecuencia de poner a Dios en el lugar correcto de influencia y autoridad. Si solo mantenemos una actitud reverente en algunos momentos, o bien creemos tener una actitud reverente pero que no se transforma en obediencia “fuera de los límites de la iglesia”, entonces claramente eso no es una verdadera “devoción a Dios”. Recuerdo una persona que asistió por primera vez a la iglesia y luego en la semana al preguntarle qué le había parecido el servicio dominical me contó una situación que tristemente se repite más de lo que quisiéramos. En el servicio o culto dominical vio una pareja que tenía una profunda actitud de reverencia a Dios. No tardó en asumir que dicha pareja tenía un cierto rol de liderazgo en la iglesia, lo que confirmó cuando incluso el pastor les pidió que oraran por la gente al final del servicio. Luego, al salir de ahí, esta pareja nueva pasó a echar bencina a su automóvil, donde se encontraron con esta misma pareja, pero con una actitud completamente diferente a la que habían visto mientras duraba el servicio al que habían sido invitados. Estaban discutiendo a gritos y con palabras muy ofensivas con su hijo mayor. Si bien entendemos que todos luchamos con nuestro pecado y no queremos juzgar a nadie, vale la pena preguntarnos al menos por qué no surgen esas actitudes con la misma facilidad dentro de los límites de la iglesia y vuelven a aparecer con tanta facilidad al salir de ella. No debemos olvidar algo fundamental, y es que la verdadera devoción a Dios no se ve dentro de las puertas de la iglesia, sino sobre todo fuera de ella. Como dijimos en nuestro cuarto devocional, Jesús nos ha dado todas las cosas necesarias para vivir como Dios manda. Ha roto la influencia del pecado sobre nuestras vidas, ha pagado el precio de nuestra desobediencia y ha enviado el Espíritu Santo para que viva en nosotros y nos transforme a su imagen día a día. Además, en él tenemos el ejemplo sublime de devoción a Dios. En él podemos ver a Dios y cómo adorarlo de forma correcta mostrándonos que la verdadera devoción a Dios está lejos de ejecutarse entre las paredes de los templos y bajo los límites de los ritos, sino que trasciende a cada área y momento de la vida. Es gracias a todas estas cosas maravillosas que Jesús ha logrado que tenemos la responsabilidad de esforzarnos para seguir su ejemplo. Luchemos, con la ayuda del Espíritu Santo, para que esa actitud reverente hacia Dios se expanda a cada momento y lugar de nuestras vidas, para que así podamos romper, de una vez por todas, “la maldición de la puerta”.
Photo of 2º de Pedro - 07
2º de Pedro - 07
Photo of 2º de Pedro - 07

2º de Pedro - 07

v.5 “Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento” En nuestro devocional anterior vimos que Pedro nos pasó a detallar una serie de virtudes que deben ser añadidas con esfuerzo a la vida cristiana. Ahora veremos que debemos esforzarnos por añadir entendimiento o conocimiento. Las Escrituras son el medio fundamental que Dios nos ha entregado para poder conocerle correctamente. Por medio de ellas podemos conocer sus maravillosas promesas y descubrir la profundidad de su amor manifestado en Cristo y su obra de salvación. En la antigüedad los primeros cristianos fueron conocidos, muchas veces, como la comunidad de “el libro”, es decir los identificaban en una relación directa a sus Biblias y su conocimiento de ella. Sin embargo el conocimiento era también un concepto muy utilizado y potenciado por los falsos maestros. Estos se jactaban de tener el verdadero conocimiento que llevaba a la salvación y a la verdadera espiritualidad, y aun cuando sus enseñanzas sonaban “bíblicas”, claramente se alejaban de una correcta interpretación de ellas. Pese a este peligro Pedro no tenía miedo de utilizar este concepto para la vida cristiana, pues, como vemos, el conocimiento de Dios por medio de las Escrituras, esté lejos de perjudicar a los cristianos. La solución para los que se apartan de la verdad no es menos conocimiento, sino todo lo contrario. Algunas veces me ha tocado escuchar una triste frase que también parece sonar bíblica: “la letra mata”, haciendo alusión a que el exceso del conocimiento de la Biblia, de alguna manera, puede provocar el efecto de apagar el Espíritu en nuestras vidas. La utilización de esta frase se hace en relación a 2 Cor 3:6, pero este verso habla en relación al contraste de los efectos de la ley de Moisés, en el antiguo pacto, y al Espíritu Santo en el nuevo pacto. Es decir precisamente por una falta de “conocimiento” se utiliza un verso que nada tiene que decir en este sentido.  Sin embargo, soy consciente que, al igual que en la antigüedad, muchas personas que se jactan de tener verdadero y gran conocimiento, se alejan de la verdad y de lo que realmente es un discípulo de Jesucristo. Pero frente a esta realidad la solución no es, como dijimos, menos Biblia, sino más. Sinceramente me pregunto ¿Cómo podríamos levantar con tanta facilidad cargos por homicidio a la maravillosa palabra de Dios?¿Cómo podríamos decir que las maravillosas Escrituras que Dios nos ha dejado, en su amor y gracia, podrían ser un amenazante y potencial asesino del Espíritu de Dios? Ese mismo Espíritu que habló por medio de los profetas y permitió que sus palabras quedaran escritas para la posteridad para guiarnos y animarnos día a día. Cómo podría matar, sino avivar el Espíritu en nosotros, el empaparnos, cuanto más sea posible, de las maravillosas promesas de Dios, el descubrir de la profundidad de su amor, de su maravilloso plan de salvación en Cristo. Esa misma palabra inspirada que nos lleva a buscar a Dios en oración, a amarlo por sobre todas las cosas y amar al prójimo. Esa palabra que nos lleva a buscar el poder de Dios en nuestras vidas para dar testimonio radical de Jesús en todo momento y lugar. Esa palabra que nos guía, día a día, con la ayuda del mismo Espíritu que la inspiró, a ser más como Jesús, estaría muy lejos de matar a ese Espíritu, como algunos piensan. Tal como lo dice Pedro debemos ser animados a esforzarnos por añadir más conocimiento a nuestras vidas, por medio de las Escrituras, cuanto nos sea posible, en vez de advertir a nuestros hermanos, muchas veces con buenas intenciones, de los falsos peligros de la Biblia. No vaya a ser que por levantar cargos por homicidio a la palabra de Dios usted se haga culpable de matar la pasión de un hermano por el conocimiento más hermoso y fructífero que alguien puede tener. Que la oración de Pablo por la Iglesia en Efeso sea también nuestra oración por nosotros mismos y nuestros hermanos en la fe: “Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.” Efesios 3:16-19
Photo of 2º de Pedro - 09
2º de Pedro - 09
Photo of 2º de Pedro - 09

2º de Pedro - 09

…al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia… (2 Pedro 1:6) La manera más segura que tienen los joyeros de probar la autenticidad de los diamantes es mediante la prueba del agua. Si bien los diamantes falsos nunca brillan igual que uno verdadero, generalmente no es fácil hacer esta distinción a simple vista. Por ello se ocupa este método para asegurarse de su veracidad. Al poner los diamantes bajo el agua, el auténtico sigue brillando en ella, sin embargo, la imitación pierde todo su brillo. Así mismo, existen muchos cristianos que están confiados en la autenticidad de su fe, la cual parece brillar delante de la iglesia, pero cuando sufren alguna prueba, dejan de creer. Pero los que genuinamente han puesto su confianza en Jesús, su fe sigue brillando a pesar de las circunstancias. Por tanto esta virtud que ahora menciona Pedro es algo trascendental. Esta constancia o perseverancia viene de la palabra griega hypomone, la que surge de la unión de dos palabras que significan “bajo” y “permanecer” [1]. Es decir, la constancia cristiana no solo tiene que ver con la permanencia en la fe a lo largo del tiempo, sino que la permanencia bajo circunstancias de prueba. Nuestra fe en Jesús debe ser como el brillo constante de una estrella más que el brillo pasajero de un meteorito, que al entrar a la tierra se ve encendido, pero que rápidamente se consume [2].  Por tanto, una característica esencial de la verdadera fe es que ésta perdura a través del tiempo, aun bajo la más dura resistencia.  A lo largo de nuestra vida cristiana somos probados de diversas formas. Las pérdidas ocurren sin previo aviso, las enfermedades cambian nuestra vida en un instante, los problemas financieros destruyen nuestros anhelos y deseos, los amigos, a veces, nos rechazan, las desilusiones amorosas dejan desilusión, etc. Todas estas circunstancias son una potencial amenaza a nuestra fe. Parecen decirnos que Dios se ha olvidado de nosotros y que en verdad no nos ama.  Producto de estas reales y constantes amenazas a nuestra fe es que Pedro nos llama a esforzarnos en nuestra perseverancia. Para ello debemos primero que todo orar. Pues no podemos hacerlo por nuestras propias fuerzas, sino que solo el poder de Dios lo puede hacer posible. Debemos orar tanto por nosotros como por nuestros hermanos al igual que como lo hizo Pablo por los Colosenses para que ellos pudieran: “ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación” (Col. 1:11). Además debemos poner nuestra mirada en Jesús. Él es nuestro ejemplo sublime de perseverancia tal como lo mencionó el autor de Hebreos: “Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo” (Heb 12:3). Debemos mirarlo, con atención y detalle, recordando todas las diversas pruebas que debió soportar. Todas las innumerables razones que tuvo para poder renunciar a su misión. Pero a pesar de toda oposición, él siguió adelante por amor a cada uno de nosotros, para que pudiéramos tener una vida terna junto a él.  Que la gracia de Dios, por medio de su poder y el ejemplo sublime de Cristo, nos permita seguir brillando con fuerza como diamantes genuinos, aun en medio de la prueba del agua de las circunstancias más difíciles de nuestra vida.

[1] Moo, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (pp. 45-46). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House. [2] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 13
2º de Pedro - 13
Photo of 2º de Pedro - 13

2º de Pedro - 13

Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos. (2 Pedro 1:8) En los tiempos del Imperio Romano, todos aquellos que triunfaban en algún ámbito, como atletas, emperadores, gladiadores, etc., eran reconocidos con coronas de laureles. Junto con ello obtenían rentas vitalicias que les ayudaban a sobrevivir de por vida. El problema era que con ello, muchos dejaban de esforzarse y simplemente se dedicaban a vivir de las rentas de lo que una vez lograron. Esto hacía que muy rara vez volvían a obtener algún otro logro. Así es que surgió la tan popular expresión, “dormirse en los laureles”, en relación a dejar de esforzarse y caer en una vida de improductividad por la simple satisfacción de un logro del pasado.cita-13.png El llamado de Pedro es precisamente a evitar esto, es decir, a que los cristianos no se duerman en los laureles. Estos han obtenido la gran victoria, por los méritos de Cristo, del perdón de sus pecados y la vida eterna. Además han recibido, por medio del Espíritu Santo, ciertas virtudes, que ahora son parte de su vida. Pero el problema es que muchos cristianos se quedan simplemente disfrutando de ello, sin esforzarse por hacer cada vez más visibles estas cualidades en sus vidas. Se contentan con el hecho de ser cristianos al cual Cristo les salvó del infierno y se quedan gozando pasivamente en esta realidad, sin embargo, quien verdaderamente ha comprendido el evangelio no puede quedarse en eso. Esta nueva realidad debe despertar un deseo por conocer cada día más a Jesús y poner ese conocimiento en acción al servicio de todos los que le rodean. [1] Con ello Pedro nos muestra que la vida cristiana está muy lejos de ser algo pasivo o meramente contemplativo. Toda la lista de virtudes que nos llamó a añadir, describen con detalle la huella digital de alguien que dice ser cristiano. La falta de estos frutos es claramente un signo de muerte espiritual y por tanto muestra que la persona no es lo que dice ser. Pero no se trata simplemente de tenerlas, sino que debemos esforzarnos por exhibirlas en mayor abundancia cada día. La exhibición completa y perfecta de estas virtudes solo la encontramos en Jesús, por lo que claramente ninguno de nosotros podrá llegar a este nivel hasta el final de los tiempos, pero eso no es excusa para que no nos vayamos acercando paulatinamente a ese estado. Esto es lo que produce el verdadero conocimiento de Cristo. Mientras el falso conocimiento produce improductividad, el verdadero conocimiento produce los frutos que Pedro ha mencionado anteriormente. Pero el problema no es que simplemente nos quedamos en la pasividad, sino que comenzamos a poner nuestro esfuerzo o atención en otras cosas. Las preocupaciones o los ofrecimientos placenteros del mundo comienzan a ocupar tanto nuestra atención que dejamos de esforzarnos por manifestar en nuestras vidas estas cualidades cristianas hasta terminar totalmente improductivos. [2] Entonces buscar estas cosas nos lleva a experimentar la vida cristiana como lo que realmente es y nos aparta de lo que no es. Si hay signos de pasividad, claramente hay algo que anda mal en nosotros, por lo que es muy probable que estemos concentrando nuestros esfuerzos en otras cosas. ¿Has estado simplemente disfrutando pasivamente de las rentas de tu conversión? Si es así, ora a Dios para que con su grito amoroso del evangelio, te despierte de forma urgente de tu improductivo sueño en los laureles.

[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (Pág. 47). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

[2] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 14:
2º de Pedro - 14:
Photo of 2º de Pedro - 14:

2º de Pedro - 14:

En cambio, el que no las tiene es tan corto de vista que ya ni ve, y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados. (2 Pedro 1:9) Una famosa cadena británica de hoteles hizo una lista de los olvidos más increíbles de sus huéspedes: 1. Un hombre de negocios, luego de una importante reunión, se fue al aeropuerto, y al registrarse recordó que había olvidado a su esposa en el hotel. 2. Un importante policía olvidó su placa y su arma. Volvió unas horas después rogando que no contaran a nadie lo sucedido. 3. Un robot de tamaño natural de la serie británica “Dr. Who” valorado en 12.000 dólares. 4. Una familia que asistió a la cremación de su padre olvidó sus cenizas. 5. Una pareja se percató, al subir a un taxi, que habían olvidado a su hijo de 18 meses. Nos suena casi absurdo y hasta difícil de creer las cosas que las personas pueden llegar a olvidar, pero Pedro nos mostrará que muchos que dicen ser discípulos de Jesús también están en riesgo de tener un increíble olvido. cita-14-b.jpg En los devocionales anteriores vimos una serie de virtudes que el verdadero cristiano debe esforzarse por potenciar en su vida, y ahora nos presenta el grave peligro de no hacerlo: nos volveremos ciegos y cortos de vista (o miopes) y esto provocará que olvidemos que hemos sido limpiados de nuestros pecados. Llama la atención que Pedro diga que podemos volvernos cortos de vista y ciegos a la vez. Pero una traducción más precisa del griego para lo que se expresa como “corto de vista” sería “por cerrar los ojos”, es decir, las personas que nos describe Pedro son ciegos porque han cerrado los ojos o bien son voluntariamente ciegos [1]. La consecuencia de esa ceguera voluntaria es que dejan de poner la vista en lo importante y con ello olvidan la verdad fundamental del cristianismo: que Cristo ha muerto inmerecidamente para el perdón de sus pecados. Este increíble olvido no se produce por una decisión directa de olvidar aquella verdad. La Biblia nos muestra constantemente que la idea de olvidar no es una decisión deliberada, sino un efecto de cuando dejamos de poner atención a algo con la importancia que merece para poner atención a algo de carácter secundario [2]. Las personas no se levantan un día y toman la decisión de olvidar lo que Jesús hizo por ellas en la cruz. Las personas no salieron de ese cuarto de hotel con la decisión de sacar de su mente a su hijo, esposa o las cenizas de su padre. Tienen la mente puesta en preocupaciones que les abruman, de tal manera que olvidan lo esencial y de primera importancia que jamás pensaron que algún día podrían descuidar. De esta misma manera, las personas que Pedro nos describe, que dejan de esforzarse por potenciar las virtudes que ha descrito, comienzan a poner su mente y atención en cosas secundarias que les hacen olvidar también lo esencial sin darse cuenta. Algunas deciden ocupar toda su mente en satisfacer su vida con los ofrecimientos del mundo, volviéndose ciegos voluntariamente a la importante verdad del evangelio. Otras comienzan a vivir un cristianismo tan pasivo y consumista que prontamente se olvidarán de la obra de Cristo en la cruz como fundamento para su cristianismo. Comienzan sutilmente a creer que pueden orar y alabar a Dios por defecto y olvidan que el Hijo de Dios tuvo que morir para eso. Por tanto, el llamado a buscar el tipo de vida cristiana que Pedro nos describe se presenta como algo esencial y no como accesorio a nuestro cristianismo. Aunque a usted ahora le parezca algo absurdo de olvidar, el riesgo de la actitud que Pedro ha descrito es que se vuelva tan corto de vista que olvide la verdad más importante y esencial de todas: Es un pecador que desesperadamente necesitaba que Cristo pagara por su pecado, pues no tenía forma de acercarse a Dios por sus propios méritos. Por ello debemos evaluar nuestra vida día a día, debemos preguntarnos dónde están puestos nuestros pensamientos, preocupaciones, tiempo y esfuerzos. ¿Están puestos sobre el increíble acto de amor que hizo Jesús por nosotros y en potenciar el tipo de vida de alguien que afirma haber sido alcanzado por esa verdad, o sobre cosas secundarias que, sin darse cuenta, provocarán un olvido que en algún momento nos pareció difícil de creer?

[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (Pág. 48). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House. [2] Ibíd.

Photo of 2º de Pedro - 12
2º de Pedro - 12
Photo of 2º de Pedro - 12

2º de Pedro - 12

...y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro 1:7) Pedro finaliza el listado de las virtudes cristianas, que debemos esforzarnos por añadir, con el amor. Cuando el cristiano conoce el amor de Dios y comprende la buena noticia, de que Dios le ha amado tanto, que envió a su Hijo único, para morir por sus pecados y llevarle a una vida eterna junto a él, su vida entera se ve inundada por este amor maravilloso, voluntario, incondicional y fuera de toda comprensión. A pesar de que nos encontrábamos en desobediencia frente a Dios, siendo literalmente sus enemigos, Jesús entregó su vida por nosotros. Este es un amor que cae con la potencia de una represa que abre sus compuertas sobre un campo completamente seco, inundando cada pequeña grieta de nuestras vidas y cada lugar de sequedad de falta de amor, preocupación, desilusión o inseguridad. Cuando realmente hemos comprendido lo que Dios ha hecho en Cristo, nos sentimos abrumados, agradecidos, alegres, seguros y ahora todo tiene una nueva perspectiva frente a nosotros. Pero este amor no es algo que solamente recibimos para llenar nuestros estanques, sino que debe fluir necesariamente por medio de nuestras vidas hacia todas las personas que nos rodean. cita-12.png El amor de Dios entregado en la cruz y en el día a día, por medio de su cuidado como nuestro Padre, hace que nuestro estanque sea llenado constantemente, haciéndonos olvidar la idea de cerrar las compuertas de nuestra vida por miedo de que un día podamos volver a estar secos o agrietados. Constantemente sentimos una cierta inseguridad en amar a todas las personas que nos rodean, pues tenemos el miedo de salir heridos o no ser correspondidos. Pero al comprender el verdadero e inagotable amor de Dios, perdemos ese miedo, pues gracias a él, la correspondencia de ese amor no se hace necesaria. Somos libres para amar, sin temor, gracias a esa maravillosa realidad. Este amor se traduce en un deseo deliberado de buscar lo mejor para los demás, con acciones concretas de sacrificio por ellos. Esto es lo que Dios hizo por nosotros, por medio de Jesús, es lo que espera que hagamos como sus hijos y es lo que está dispuesto a hacer posible en nosotros, por medio de su Espíritu Santo.* La razón de este amor no está en el objeto receptor de ese amor, sino en quien ama. De la misma manera que el amor de Dios no viene por nuestro valor, sino por quién es él, y ahora como hijos de este Dios de amor, la razón de amar al otro, tampoco debe encontrarse en los demás, sin importar quiénes sean o cómo actúen con nosotros. Personalmente me costó muchos años, como cristiano, entender y experimentar este efecto del amor de Dios en relación a los demás. Y aún debo orar mucho para no olvidarlo. Durante mi niñez y juventud tuve que sufrir varias circunstancias familiares bastante difíciles que me hicieron crecer con una gran inseguridad y temor a ser herido por las personas que me rodean. Eso hizo que me convirtiera en una especie de puerco espín y lamentablemente muchas personas que me rodean han sufrido con algunas de mis espinas. Cada vez que alguien hace o dice algo que pueda afectarme, tiendo a reaccionar defendiéndome, sacando mis espinas para que no me hagan daño. Sin embargo, hace muy poco tiempo comprendí profundamente cómo el amor de Dios tenía la capacidad de inundar de tal forma mi vida, que podía amar en libertad, sin temor a salir herido. Aún en estos días sigo viviendo algunas situaciones difíciles, pero independiente de lo que pase, el amor de Dios en mi vida, demostrado en su máxima expresión en la cruz de Cristo, me permite amar en libertad y total seguridad, independiente de lo que las personas hagan o digan. Esto fue un gran alivio para mí pues ha sido muy desgastante vivir una vida a la defensiva. Ahora puedo ver cómo el evangelio me hace bajar el escudo, pues él es mi roca firme y su amor el mejor campo de fuerzas de todos. El amor, como dice Pablo (Col. 3:14), debe ser la ropa con la que los cristianos debemos vestirnos cada día. Debe ser lo que resalta de nuestras vidas y lo primero que deben identificar las personas que nos rodean al vernos. Debe ser lo que nos caracteriza por sobre todas las cosas. Por tanto no hay mejor elemento que el amor para terminar esta lista de virtudes que Pedro nos ha expuesto. Día a día debemos llenar la represa de nuestra vida gozándonos en el infinito amor que Dios nos ha dado en rescatarnos por medio de Jesús y rebalsar de ese amor a los que nos rodean, con la alegría, seguridad y descanso de una vida con compuertas abiertas.

* Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: Una introducción y comentario (Vol. 18, pp. 89-91). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 16
2º de Pedro - 16
Photo of 2º de Pedro - 16

2º de Pedro - 16

y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 Pedro 1:11) ¿Sabes qué pasará el día en que mueras? Detente unos segundos y piénsalo bien. Nos guste o no pensar en esto, la realidad es que este día llegará tarde o temprano. Generalmente las personas responden a esta pregunta con un “no estoy seguro”. Algunos piensan que ese día llegarán delante de Dios y él pondrá en una balanza sus obras buenas y malas. Si ésta se inclina hacia las buenas, podrán pasar a un lugar que llaman “el cielo”. Otro grupo, más pesimista, piensa que el día de su muerte simplemente todo se acabará para siempre. Qué terrible sería que esto ocurriera. Por favor cierra los ojos y trata de imaginar que todo se acabara eternamente. No por un rato ni por unos años, sino por siempre . . . por siempre . . . y por siempre. No más sentimientos, pensamientos, conciencia, etc. Es sin duda algo que hace poner la piel de gallina a cualquiera y hasta parece que se nos va el aire al pensar en esa posibilidad. Sin embargo, la maravillosa promesa es que para los que han puesto su confianza en Jesús, las puertas del reino eterno se abren completamente, de par en par. ¡Qué contraste más maravilloso y qué descanso más increíble! Pedro nos ha dicho que debemos verificar nuestra identidad de hijos de Dios buscando el tipo de vida que viviría una persona que realmente ha puesto su confianza en Jesús. El resultado, para aquellos que sean quienes dicen ser, es la generosa bienvenida al reino de nuestro Señor Jesús. Pedro utiliza aquí una metáfora de un atleta que entra triunfalmente en su ciudad luego de haber resultado vencedor en los juegos olímpicos*. Así mismo, los hijos de Dios entrarán un día a su reino, no como quien se salva buscando refugio de algo, sino como alguien que ha obtenido un gran triunfo. En estas palabras vemos un elemento presente y uno futuro en la vida cristiana. Hoy, a los hijos de Dios se les ha abierto generosamente las puertas del reino de Jesús sin que nada pueda cambiar eso, pero un día en el futuro cruzarán por ellas siendo recibidos con vítores al entrar en su ciudad celestial. Este no es un reino cualquiera, ya que es eterno. No iremos ahí con la inseguridad de que un día pase algo y todo termine, sino con la total seguridad de que nada podrá sacarnos de ahí. Este lugar será el más maravilloso que jamás hayamos conocido. Es el reino de nuestro Señor Jesucristo, donde estaremos en una relación íntima y permanente con nuestro Padre; donde todas nuestras necesidades serán satisfechas. Un reino donde no habrá más dolor, tristeza, enfermedad, necesidad, inseguridad o falta de amor. En este maravilloso lugar es que los creyentes deben tener puesta su esperanza y seguridad, y no en las cosas finitas o momentáneas. Tendemos a poner nuestra seguridad en la posibilidad de alcanzar o mantener relaciones, obtener logros, cosas materiales, en nuestra salud, etc. Pero todas ellas un día se acabarán o destruirán, pase lo que pase. Por tanto, es absurdo que podamos confiar en algo que sabemos con certeza que tiene fecha de expiración. Pero, por otro lado, Dios nos da la seguridad de la entrada a algo realmente eterno, por lo que se hace lógico que ahí pongamos nuestra mirada y esperanza. ¡Qué maravillosa esperanza y seguridad en medio de todos los temores que tenemos de lo que pasará con nuestro futuro! Al igual que un atleta, que se esfuerza con sacrificio y determinación, con los ojos puestos en la victoria, avanzamos en medio de las dificultades de esta vida con la convicción y la seguridad de que un día cruzaremos la meta y seremos recibidos como atletas victoriosos en nuestro verdadero hogar, que Dios ha preparado por siglos para habitar eternamente junto a él, sin fecha de expiración.

*Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (Vol. 18, pp. 94-96). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 15
2º de Pedro - 15
Photo of 2º de Pedro - 15

2º de Pedro - 15

Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás. (2 Pedro 1:10) Durante siglos los cristianos han discutido acerca de si somos hijos de Dios por elección divina o por una decisión personal. Pero versos como estos nos muestran que ambos conceptos están totalmente presentes en el Nuevo Testamento por lo que no podemos rechazar el papel de Dios, ni el nuestro, en la vida cristiana. Aquí Pedro nos está diciendo que debemos esforzarnos por asegurarnos (nuestro papel) que hemos sido llamados por Dios (papel de Dios). Es decir, debemos esforzarnos por asegurarnos de ser verdaderamente hijos de Dios. Entonces, ¿cómo nos aseguramos de esto? La respuesta de Pedro es esforzándonos por vivir una vida agradable a Dios. Debemos buscar fortalecer la lista de virtudes cristianas que Pedro nos llamó a potenciar en nuestra vida en los vv. 5-7 y que vimos en detalle en los devocionales anteriores. Si este es el tipo de vida que anhelamos y buscamos día a día, podemos estar seguros de que en verdad somos sus hijos como decimos ser.cita-15.png Hay dos cosas que esto NO quiere decir. Primero, que buscar esta vida trae el premio de ser hijos de Dios. Nuestra condición y futura vida eterna no es por nuestros méritos, sino que este tipo de vida prueba que en verdad hemos sido llamados por Dios a su reino y nuestra fe en Jesús es verdadera. Este tipo de vida es una consecuencia lógica de alguien que verdaderamente es un discípulo de Cristo salvado por gracia. Segundo, esto no quiere decir que debamos vivir una vida perfecta para asegurarnos de haber sido llamados por Dios. Como Santiago lo expresa (3:2), todos fallamos, nos caemos, desobedecemos, pero cuando esto pasa, el discípulo de Cristo sabe que algo anda mal, sabe que ha fallado a Dios, que este no es el tipo de vida acorde a su condición; se siente incómodo, por lo que con la ayuda del Espíritu Santo se arrepiente y se levanta para volver a la carga nuevamente confiando en la gracia divina. Este tipo de vida es la que un verdadero hijo de Dios buscaría desarrollar día a día en su vida. Si esto es lo que tu alma anhela y desea, entonces eres quien dices ser, pues buscar una vida agradable a Dios no es una opción para nuestra vida cristiana. ¿Es este el tipo de vida que anhelas cada día? Si tu respuesta es no, la gracia de Dios te invita ahora mismo a arrepentirte delante de él, a poner tu confianza verdaderamente en Jesús y a vivir una vida que le glorifique con la ayuda del Espíritu Santo. Los falsos profetas, en la época de Pedro, decían ser elegidos por Dios, pero como una excusa para vidas con todo tipo de licencias; pero claramente con ello mostraban la falsedad de esta afirmación. Pero además la gracia de Dios es tan grandiosa que no solo te llama hacia sus brazos, sino que nos mantiene en ellos con fidelidad y seguridad, ya que Pedro nos dice que aquellos que se han asegurado de su llamado no caerán jamás. Qué maravillosa promesa en medio de este mundo en el que las personas constantemente conviven con el temor de ser “dejadas caer” por aquellos que las aman. Sufrí muchas situaciones dolorosas en mi vida, sobre todo en la niñez, pero una de las peores situaciones que recuerdo fue no recibir el apoyo de alguien que me prometió siempre estar ahí, en un momento tremendamente doloroso. Gracias a Dios esa situación está sanada y perdonada, pero este recuerdo me hace valorar infinitamente la maravillosa seguridad de estas palabras. Si somos sus hijos, Dios no nos dejará caer jamás de sus brazos. En medio del mundo que vivimos lleno de relaciones finitas y condicionales, la promesa es que Dios, como un Padre amoroso, sostendrá infinitamente a sus hijos por toda la eternidad. Qué grandiosa seguridad nos da esto para nuestra vida cristiana. Podemos vivir conociendo, sirviendo y amando a Dios y al prójimo, con la confianza que estamos seguros en los brazos del ser más fiel, poderoso, amoroso y santo del universo, sin caer jamás.
Photo of 2º de Pedro - 17
2º de Pedro - 17
Photo of 2º de Pedro - 17

2º de Pedro - 17

Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen. (2 Pedro 1:12)  Tristemente, a lo largo de mi vida cristiana, muchas veces he conocido personas que, en un determinado momento, estuvieron muy comprometidas con el servicio de la iglesia, con gran conocimiento de las Escrituras y que incluso enseñaron a otros en la Biblia, pero que ahora ni siquiera reconocen ser creyentes. En algún momento de sus vidas afirmaban con mucha seguridad saber acerca de Cristo y la vida cristiana e incluso pasaron por momentos en que aparentemente estaban muy firmes en esas verdades, pero que ahora parecen haber olvidado todo. No discutiremos ahora si estas personas algún día creyeron realmente en el Señor o si todo fue un mero espejismo, pero lo que no me cabe duda es que en el pasado nunca hubieran reconocido la posibilidad de terminar así. Pedro reconoce esta realidad y por eso declara su compromiso de siempre recordar estas cosas a sus hermanos por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen. Por tanto Pedro nos muestra que el verdadero cristiano no solo es alguien que cree y hace ciertas cosas, sino que es alguien que constantemente está recordando por más que sienta que sabe. Por ello es que como cristianos debemos tener una actitud humilde frente a estos recordatorios. Debemos tener mucho cuidado si frente a una enseñanza, lectura de un pasaje o el consejo de un hermano, tenemos una actitud de “esto ya lo sé”. En las cosas de Dios nunca debemos dar nada por sabido. Estamos siendo tentados constantemente, por lo que no debemos pensar que ya hemos egresado de la enseñanza bíblica, sino que por el contrario, es necesario que se nos recuerden estas cosas todo el tiempo. Esto nos modela además cómo los líderes, en primer lugar, pero también el resto de la iglesia, no deben confiarse en que simplemente sus hermanos en Cristo conocen la verdad. Hemos visto que están tentados a volverse improductivos o a ser arrastrados por los falsos profetas y sus falsas enseñanzas, por lo que tenemos la responsabilidad de recordar estas cosas una y otra vez. Por más que sintamos que estamos firmes o que hay cosas que tenemos claras, debemos recordar una y otra vez la importancia de la obra de Cristo y cómo debemos responder adecuadamente con toda nuestra vida a eso. Así mismo, por más que veas firmes a tus hermanos en la fe, debemos atrevernos a recordarles estas cosas por más expertos o eruditos que se vean. Nuestro frágil corazón nos recuerda la realidad de que nunca hemos escuchado o aprendido suficiente. Nuestra tentación de volvernos improductivos o bien tomar la gracia de Dios como una excusa para el pecado en nuestra vida se vuelven un grito desesperado para que constantemente se nos enseñe como si lo estuviéramos escuchando por primera vez. Nunca creamos que ya hemos aprendido suficiente y nunca creamos que hemos enseñado suficiente. Nunca creamos que estamos lo suficientemente avanzados, en algún área espiritual, como para no seguir aprendiendo, pues siempre existe el peligro de terminar amoldándonos al mundo y creyendo sus falsos ofrecimientos. Como egresado de un instituto bíblico, esta es una de las grandes tentaciones que uno enfrenta. Tenemos la tentación de que, al aprobar ciertas asignaturas del programa, hay cosas que no es necesario volver a estudiar, sino que solo debemos enseñarlas, pero la verdad es que entre más uno conoce la palabra de Dios, más debe darse cuenta de su necesidad de acercarse a Él con la actitud de un niño que tiene mucho que aprender. Un diploma de egresado en teología no nos certifica como espiritualmente inmunes al olvido de las verdades de Dios. Oremos para tener la humildad suficiente de darnos cuenta que el conocimiento de su palabra es siempre una asignatura pendiente.
Photo of 2º de Pedro - 18
2º de Pedro - 18
Photo of 2º de Pedro - 18

2º de Pedro - 18

Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo; porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro 1:13-14) ¿Cómo te sentirías si supieras que te queda 1 semana de vida? Aun cuando sigas leyendo sin considerar la pregunta anterior, la muerte es una realidad que deberemos enfrentar tarde o temprano. La mayoría de las personas, frente a esto, tienen un sentimiento de inseguridad o temor, donde sus convicciones se ven puestas a prueba al máximo. Muchas veces los cristianos también enfrentamos esos sentimientos frente a la muerte, ya sea la propia, como la de nuestros seres queridos. Las noticias de cáncer, accidentes o la vejez de quienes amamos son una realidad en nuestra vida y nos desafían profundamente. Pedro no solo sabe que la muerte es una realidad que vendrá en algún momento, sino que la mayor parte de su vida debió lidiar con el hecho de que el mismo Señor Jesús le reveló que un día moriría también en una cruz (Juan 21:18-19). En este verso expresa que ese momento se acerca, pero con una convicción y paz que nos impresionan. Se refiere a su vida como una habitación pasajera que dejará pronto. La palabra que utiliza para ello se traduce textualmente como tienda o carpa, en la cual está viviendo provisoriamente para luego ir a su verdadera casa [1]. Pablo, en esta misma línea, también nos describe la vida como una tienda de campaña provisoria que se va deteriorando, hasta un día abandonarla para ir a nuestra verdadera casa eterna en los cielos (2 Co 5:1). Tanto Pablo como Pedro tienen totalmente claro lo transitoria que es su vida, sin embargo, lo ven como una buena noticia pues saben que les espera un lugar mejor, su verdadero hogar. Esta visión de su vida afectó claramente sus prioridades y les hizo enfrentar la muerte con paz y esperanza. Nosotros también necesitamos ser afectados profundamente por esta realidad. Poco a poco nos vamos acercando inevitablemente a la muerte con una sensación de que quisiéramos hacer más de lo que hemos podido, ya sea con nuestras familias, trabajos o nuestros sueños y deseos personales. Tenemos una sensación de que nuestra vida es tan valiosa que la muerte nos arrebatará inevitablemente lo mejor que tenemos. Pero la buena noticia es que esta vida es solo una carpa desgastada que un día vamos a dejar por algo mejor. Las personas muchas veces piensan que esto es algo que suena esperanzador, pero que en el momento de la realidad de la muerte es difícil experimentarlo. Que quizá solo funcionó para los apóstoles, pero que está muy lejos de nuestra experiencia. Sin embargo, hace un año tuve un ejemplo bastante cercano. Mi abuelo paterno, de un momento a otro, comenzó a presentar problemas de salud. En el plazo de unos pocos días lo internamos en la clínica, y a los dos días supimos que tenía un cáncer terminal que acabaría con su vida en el plazo máximo de dos semanas. Él estuvo totalmente consciente todo este tiempo y Dios me dio el privilegio de predicarle la buena noticia de Jesucristo y de ver cómo entregó su vida al Señor. Tuve el honor de compartir con él cada uno de sus últimos momentos, hasta que a los 10 días finalmente murió. Frente a la realidad de la muerte, él tenía una paz que realmente me conmocionó. En una oportunidad me pidió que yo entrara en su cuarto y orara por él. Luego de terminar la oración me dijo algo que hace eco en mi corazón hasta hoy: “Estos días he tenido más paz que en toda mi vida”. Este recuerdo me desafía día tras día en mi actitud frente a la muerte. Sin duda alguna, la paz sobrenatural que mi abuelo mostró en sus últimos 10 días de vida era la de alguien que sabía que su cuerpo era solo una carpa provisoria, y la muerte, el más maravilloso y esperanzador cambio de casa.

[1] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 101). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 20
2º de Pedro - 20
Photo of 2º de Pedro - 20

2º de Pedro - 20

Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos. (2 Pedro 1:16) No es extraño encontrarnos con personas que nos afirman, con total seguridad, que los relatos de la Biblia son solo historias inventadas, sin base histórica, que solo un ignorante podría creer. Te dicen que aun más absurdo es creer sus promesas de lo que ocurrirá en el futuro, pues ni siquiera sus relatos de hace 2000 años son verdad. Mencionan un video que vieron en Internet o algún programa de televisión para desacreditar completamente lo que la Biblia afirma y con ello decirte que tu fe descansa sobre algo iluso. Frente a estas conversaciones, a veces nos sentimos inseguros o bien no sabemos cómo  responder. Pareciera que lo mejor sería taparse los oídos y no pensar en eso. Sin embargo, esto no es algo nuevo, ya que los primeros cristianos enfrentaron este mismo tipo de ataques. Los falsos profetas intentaban poner al cristianismo al mismo nivel de las religiones de misterio de la época, que basaban sus enseñanzas en mitos o fábulas, que no ocurrieron en un tiempo o en un espacio determinado. Frente a esto es que Pedro dice que, si ha anunciado con seguridad que Jesús vendrá por segunda vez, no ha sido en base a historias inventadas, sino a hechos históricos, de los cuales muchos fueron testigos. Nuestra fe se basa sobre alguien que caminó hace dos mil años en este mundo y que dejó una huella gigante en nuestra historia. Los más importantes historiadores y otros hombres importantes de la época corroboran la existencia de Jesús de forma totalmente precisa. Por ejemplo, Cornelio Tácito, Luciano, Flavio Josefo, Suetonio, Plinio Segundo, Tertuliano, Talo y Justino Mártir, entre otros. Incluso los Talmudes Judíos confirman no solo la existencia de Jesús, sino que además su muerte en la cruz en la víspera de la Pascua e indirectamente sus milagros, pero diciendo que eran actos de hechicería o brujería. Los falsos maestros pensaban que los apóstoles no solo basaban sus enseñanzas en mitos, sino que además usaban estas invenciones para justificar sus ideas de una segunda venida y un juicio, y así dar más peso a sus enseñanzas morales. Decían que la enseñanza de la segunda venida de Cristo era una especie de falsa advertencia para atemorizar y así lograr un cambio de comportamiento en la gente, pues si no habrá un juicio, no hay razón para auto-limitarse moralmente. ¿No les llama la atención que una pequeña duda de la veracidad histórica del cristianismo se transforma rápidamente en una licencia para una vida moralmente desordenada? La verdad es que nuestro corazón rebelde frente a Dios anhela que estas cosas no sean verdad para que podamos seguir nuestros propios deseos y no tener ninguna autoridad sobre nuestras vidas. Como cristianos debemos vivir por fe, pero esto no es algo como tirarse a un precipicio insensatamente a ojos cerrados, pues es una fe que recae en sucesos históricos que conocemos gracias a testigos presenciales como Pedro, que nos lo dieron a conocer, incluso teniendo que soportar sufrimientos y hasta la muerte por ello. Frente a esto es que es absolutamente sensato que podamos tener total confianza en que nuestro Señor Jesús vendrá un día a juzgar al mundo y llevar a su pueblo a una maravillosa eternidad junto a él. Frente a las circunstancias más difíciles, comentarios hirientes o supuestos argumentos inteligentes, no tengamos temor, ni inseguridad, pues estamos lejos de ser necios o ignorantes por poner nuestra confianza en Jesús, pues su huella en la arqueología, historia, filosofía, arte, etc., es tan inmensa que nada podría llenar el abismo que quedaría si dijéramos erróneamente que nunca existió. Que nuestra fe se vea fortalecida frente a la abrumadora evidencia de la Biblia y con ello esperemos con seguridad y esperanza la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo en medio de una sociedad que quiere hacer ver el cristianismo como algo pasado de moda o para los ignorantes. Si estás viviendo alguna injusticia, enfermedad, dolor, tristeza, angustia o necesidad, ten ánimo, pues un día todo esto se acabará para siempre. Un día habrá justicia y toda lágrima se secará, pues nuestro Dios y rey Jesús volverá para juzgar al mundo tal como lo prometió, pues digan lo que digan, sus palabras no son ni mitos, ni leyendas.
Photo of 2º de Pedro - 19
2º de Pedro - 19
Photo of 2º de Pedro - 19

2º de Pedro - 19

Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo; porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro 1:13-14)

Hace un tiempo salió un comercial, en la televisión, de un fondo de pensiones para la vejez cuyo eslogan era “despreocupado”. Presentaban la jubilación como la última etapa de la vida donde solo se debe disfrutar, olvidarse de preocupaciones y hacer todo aquello que siempre quisiste. Sin embargo, la última etapa de la vida de Pedro es algo muy diferente. En nuestro devocional anterior vimos cuál es la perspectiva de Dios acerca de la muerte. Ésta no es más que un cambio de casa, desde una carpa desgastada, a una casa eterna en los cielos junto a nuestro Dios. Pero entender esta realidad no solo nos da paz para enfrentar la muerte, sino que afecta totalmente las prioridades de nuestra vida ahora. Pedro nos muestra claramente esto. Estaba consciente de su importante responsabilidad de guiar a sus hermanos espiritualmente y aun frente a la cercanía de su muerte no abandona esta misión. Él sabe que no hay nada más valioso y útil que invertir tiempo enseñando y recordando las verdades de Dios. Es la forma en la que realmente puede demostrarles que los ama y dejar una huella permanente en sus vidas. Es impactante cómo la mirada de Pedro está puesta realmente en el otro. No en satisfacer sus últimos deseos, no en hacer lo que siempre quiso, sino en ayudar a sus oyentes a recordar lo que Dios les ha dicho. Nuestra perspectiva de la vida afecta profundamente nuestras prioridades en ella. Si crees que la muerte es el final de todo, entonces es comprensible que te sientas con la ansiedad de aprovechar hasta el último momento en “disfrutar” tu vida. Pero si creemos lo que Dios nos ha dicho, no hay necesidad de que estemos ansiosos, pues este es solo el comienzo de una vida eterna con Dios y tus hermanos en la fe. Entonces es absolutamente sensato que dispongamos hasta los últimos momentos para servir y animar espiritualmente a todo el que podamos. Además esto desafía profundamente la manera de ocupar nuestro tiempo hoy. ¿Por qué debemos estar al borde de la muerte para darnos cuenta de lo que es realmente importante? No hay una forma más valiosa de ocupar el tiempo, que ser usados por Dios para afectar la vida de los que nos rodean. Si quieres pasar tiempo de calidad junto a tus seres queridos, no hay nada mejor que hacerlo orando y recordándoles, por medio de la Palabra, cuánto Dios les ama y cómo es la vida que quiere para ellos. Hace unos años Dios me dio una dolorosa lección al respecto. Me pidieron que fuera a orar y conversar con un joven que estaba hospitalizado. Cuando llegué fue una situación muy incómoda, pues al parecer él no sabía de mi visita y se mostró muy reticente a orar y a conversar. Luego de un par de días, me dijeron que él estaba dispuesto a que yo fuera otra vez a visitarlo. En vez de hacerlo de inmediato, me tomó tres días encontrar un espacio, entre las actividades cotidianas y mis inseguridades como consecuencia del primer incómodo encuentro. Cuando me decidí a hacerlo, iba en camino al hospital cuando recibí un llamado que no olvidaré. El joven había muerto. Este fue un duro golpe a mi inseguridad y mi forma de ocupar el tiempo. Dios usó esta triste situación para ayudarme a entender cuáles son sus prioridades. No sabemos cuánto tiempo tienen las personas que nos rodean y no sabemos cuánto tiempo tenemos nosotros mismos; es por eso que debemos invertir nuestro tiempo en lo único que tendrá frutos eternos. Pedro lo sabía bien; es por eso que no duda en hacerlo aun teniendo certeza de la cercanía de su muerte. Debemos entender, de forma urgente, que ya sea nos quedara 1 semana, como 50 años de vida, no tenemos una responsabilidad más importarte y útil que amar y servir espiritualmente a los que nos rodean. Oremos para que el Espíritu Santo nos ayude, hasta el último día de nuestras vidas, a no estar nunca “despreocupados”.
Photo of 2º de Pedro - 21
2º de Pedro - 21
Photo of 2º de Pedro - 21

2º de Pedro - 21

Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo. (2 Pedro 1:17-18) ¿Alguna vez se demoraron mucho tiempo en ir a buscarte al colegio? Empiezan a pasar los minutos, poco a poco todos se van, te vas poniendo más nervioso, preocupado y ansioso. Para qué decir si pasan un par de horas: sientes rabia, pena, desilusión o inseguridad. Piensas que se olvidaron de ti o que simplemente te abandonaron en la puerta. Todo tipo de cosas pasan por tu mente hasta que te vuelve el alma al cuerpo cuando ese anhelado momento llega: por fin vienen por ti. Al recordar las veces que me pasó esto, me hace pensar en lo que muchos cristianos sentimos algunas veces en nuestra vida frente a la segunda venida de nuestro Señor Jesús, en medio de las circunstancias en las que vivimos. En nuestro devocional anterior vimos cómo Pedro asegura la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo en base a hechos históricos de los cuales muchos fueron testigos. Pero ahora se refiere a un evento en particular para asegurarlo con total certeza. Este evento es la transfiguración (Mt 17:5; Mr 9:7; Lc 9:35), donde Pedro dice que Jesús recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre. Si bien Pedro aquí no relata los detalles de este evento, menciona dos elementos muy importantes: primero dice que escuchó la voz de Dios que dijo Este es mi hijo amado…”. Esta frase hace directa alusión al Salmo 2:7, en el que Dios está hablando al Rey mesiánico que enviará a gobernar al mundo para siempre. En segundo lugar, Pedro dice que Dios dijo también: “…estoy muy complacido con él. Esto hace referencia a Isaías 42:1, donde Dios está hablando a su “siervo sufriente” quien recibirá gloria eterna por su obediencia. Por tanto, Pedro pudo ser testigo de la verdadera naturaleza gloriosa y majestuosa de Jesús, oculta, por decirlo de alguna forma, durante su vida terrenal, y que la Biblia promete que se dará a conocer abiertamente a todo el mundo en el momento de su regreso [1]. Por tanto, vemos que hay una relación profunda entre la transfiguración y la segunda venida, ya que gracias a este evento Pedro tiene absoluta confianza en que Jesús regresará como el Rey glorioso a establecer su reino en su forma final y definitiva, tal como lo prometió. El momento en el que los evangelios nos relatan que ocurrió este magnífico evento es muy llamativo, pues dicen que fue luego de la predicción que hace Jesús de su pronta muerte en Jerusalén. Claramente este anuncio dejó a los discípulos muy confundidos. Si Jesús es el rey divino, debiera ir a Jerusalén a ser coronado como rey y no a morir; por ello es que frente a esto la transfiguración les muestra que realmente Jesús es quien dice ser y pueden confiar en el propósito de Dios en lo que va a ocurrir [2]. Él será humillado y muerto en una cruz pues es el obediente siervo sufriente que Dios ha enviado, digno de gloria, y es el rey divino que gobernará para siempre y a quien Dios ha enviado a rescatarnos. Por ello Pedro implica que este evento debe darnos seguridad de la segura segunda venida de nuestro Señor Jesús en toda su gloria en medio de cualquier circunstancia de nuestras vidas. Vivimos en medio de circunstancias muy difíciles en nuestros tiempos. El dolor es parte de nuestra vida. Basta con ver las noticias unos minutos para ver cómo la violencia, egoísmo, hambre, sufrimiento, desastres naturales y la enfermedad son comunes en nuestros días. Frente a ello, la gente te pregunta con ironía “¿Dónde está tu Dios?”. Vivimos en una sociedad en la cual ser cristianos es algo intolerante y retrógrado. Donde muchas veces el nombre de Jesús es ridiculizado o mostrado como alguien un tanto inofensivo y débil. Frente a ello es que las palabras de Pedro deben producir esperanza y seguridad. Él pudo ser testigo privilegiado de la gloria de Cristo que un día será revelada completamente. Su testimonio sincero, directo y desinteresado debe darnos confianza en que Jesús es realmente quien dijo ser y hará lo que prometió. A pesar de las apariencias, él es el verdadero Rey del universo y un día volverá en toda su gloria a reinar para siempre y a buscar a los que en él esperan. Que la duda, el temor y la inseguridad de tu vida sean cubiertos por la certeza de la gloria de Jesús de la que Pedro fue testigo. Él no es alguien débil, inofensivo, ni menos un simple mártir; él es Dios hecho hombre, el Rey celestial quien vendrá pronto a establecer su reino para siempre. No temas ni te angusties pues él no te abandonará en la puerta.

[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (pp. 79-84). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

[2] Ibíd.

Photo of 2º de Pedro - 22
2º de Pedro - 22
Photo of 2º de Pedro - 22

2º de Pedro - 22

Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones. (2 Pedro 1:19)

En nuestro devocional anterior vimos que el evento de la transfiguración de la que Pedro fue testigo es la prueba del seguro regreso de Cristo en gloria a juzgar al mundo y a buscar a los suyos. Ahora, Pedro nos dice que además este magnífico evento es el cumplimiento de las profecías que anunciaron los profetas de Dios muchos años antes. Esto debe darnos una mayor seguridad aun de la segunda venida de nuestro Señor. Estas profecías anunciaron con toda claridad que un día el reino del Mesías sería restablecido para siempre en toda su gloria [1]. Así como los judíos pudieron reconocer a los verdaderos profetas al observar el cumplimiento de sus profecías, nosotros, sabiendo que muchas de ellas se cumplieron en la vida de Cristo, no debemos tener ninguna duda de las que faltan por cumplirse en relación con la segunda venida. Entonces, si en algún momento vienen dudas de nuestro destino, en medio de las circunstancias difíciles en las que vivimos, debemos recordar que tenemos razones suficientes para estar completamente seguros del maravilloso fin que nos espera. Si bien nuestra vida en este mundo debe avanzar sobre esta maravillosa seguridad, Pedro nos dice que, para andar en él, además debemos usar una luz, ya que este es un mundo oscuro y como tal está lleno de peligros. En las vacaciones de mis 20 años, con mis compañeros de universidad jugábamos un tonto juego. Manejábamos en auto por un camino que pasaba entre medio de un bosque que no tenía ninguna luz cerca y durante 3 segundos apagábamos las luces avanzando en completa oscuridad. La sensación de inseguridad que nos provocaban tan solo esos segundos nos hacía pensar que esta era una impresionante hazaña. Hoy, más que una hazaña lo veo como una gran irresponsabilidad, pues solo por diversión estábamos poniendo nuestras vidas en peligro. Si esto era irresponsable e inseguro, cuánto más lo hubiera sido conducir todo el camino con las luces apagadas. Por ello es que es totalmente sensato que usemos una luz para andar en medio de la oscuridad, y pese a que suena obvio, en nuestras vidas muchas veces no lo hacemos. Debemos caminar en nuestra vida, mientras esperamos a nuestro Señor, prestando atención a la confiable y segura palabra de Dios que Pedro nos dice que nos iluminará en la oscuridad, pero que muchas veces descuidamos y abandonamos en el cajón del velador. ¿Qué es lo que te hace caminar con seguridad en este mundo? ¿Cómo lo haces para tomar las decisiones sabias en esta vida para tu vida y la de tu familia? ¿Cómo identificas los peligros que esta vida nos presenta? Pedro nos dice que la palabra de Dios es lo único que nos da real seguridad para caminar en esta vida, y no recurrir a ella es literalmente andar en la oscuridad, con todos los peligros que eso implica. Pero un día esa oscuridad se acabará para siempre cuando llegue ese evento que nos han anunciado los profetas. Pedro nos dice que será como cuando amanece y sale el lucero de la mañana. Pablo nos dice que, si bien vivimos en la oscuridad de la noche, ésta ya está muy avanzada y está pronto a amanecer, por lo que debemos estar preparados porque eso va a ocurrir en cualquier momento (Ro 13:12). Por ello es que debemos estar preparados prestando atención a las Escrituras. Apocalipsis nos dice que esa estrella más brillante que todas es Jesús (22:16). Él terminará definitivamente un día con toda oscuridad, pero por ahora nos ha dejado la maravillosa linterna de su palabra para que podamos caminar seguros y alertas y no cometamos la locura de manejar en la oscuridad.

[1] Moo, D. J. (1996). 2 Peter, Jude (p. 87). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of 2º de Pedro - 23
2º de Pedro - 23
Photo of 2º de Pedro - 23

2º de Pedro - 23

Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:20-21) En el año 1983, en Florida, EEUU, John Errole asesinó a 8 personas afirmando ser un príncipe de Dios que obedecía el mensaje que recibió de él. Fue diagnosticado con esquizofrenia y fue ejecutado hace 3 años. Si lo que nos dicen los versos de Pedro no fuera cierto, la Biblia también sufriría de una clara esquizofrenia religiosa y debiera ser ejecutada por su locura. Está afirmando, de forma osada, el ser la palabra misma de Dios. Pedro nos ha dicho que sus relatos de la vida de Jesús son el cumplimiento de lo anunciado por los profetas del Antiguo Testamento, quienes hablaron de parte de Dios y no siguiendo sus propios instintos. Esto a diferencia de lo que los mismos falsos profetas hacían precisamente hablando de su propia inspiración (Ezequiel 13:3). Este mismo Dios cuya voz habían escuchado en la transfiguración, era quien había hablado a su pueblo por medio de sus profetas. Por tanto, podemos confiar en el testimonio de la gloria de Cristo en la transfiguración, pues Dios habló en ella dando testimonio de su Hijo, como también podemos tener toda confianza en las Escrituras porque Dios habla en ellas por medio de sus mensajeros [1]. Dios, por medio de su Espíritu Santo, inspiró a los profetas en sus contextos, estilos, educación, intereses, temperamentos, etc., a que escribieran lo que él quería decir. Esto significa que no podemos a nuestro antojo decidir lo que la Biblia es. No podemos decir simplemente que es un libro de moral o de buenos consejos para la vida, pues ella misma nos afirma que es mucho más que eso. O debemos creer que lo es o bien rechazarla por su delirio esquizofrénico. Esto tiene poderosas implicancias para nuestra vida. Primero, es confiable. Podemos tener la seguridad de que todo lo que se dice en ella es verdad. Todas sus promesas son seguras. Nos da tranquilidad en medio de una vida agitada de olas que golpean fuerte nuestras vidas. En medio de toda circunstancia, la palabra de Dios es una roca firme y segura que nos sostendrá sin fallarnos jamás. La segunda implicancia es que, si la Biblia es la palabra de Dios, ésta debe ser obedecida. Es autoridad para nosotros. Cuando alguien te dice “tu papá dejó dicho esto”, la perspectiva de esa orden cambia y toma nueva autoridad. La Biblia debe ser obedecida por nosotros porque es la palabra de nuestro Padre celestial. Esto nos debe impulsar a leer y estudiar con detenimiento y gozo la Biblia, pues tenemos en ella un privilegio inigualable. Debemos, frente a toda decisión y área de nuestra vida, ser guiados por ella, así como millones de vidas a lo largo de la historia relatan el haber recibido salvación, ánimo, guía y fortaleza. Su palabra nos permite conocer la profundidad de su amor al rescatarnos y hacernos sus hijos al altísimo costo de haber tenido que entregar a su propio Hijo Jesús para ello. Esa misma palabra inspirada nos lleva a buscar a Dios en oración, a amarlo por sobre todas las cosas y amar al prójimo. Es esa palabra que nos lleva a buscar el poder de Dios en nuestras vidas para dar testimonio radical de Jesús en todo momento y lugar. Por ello, frente a cualquier necesidad, temor, tristeza, herida, inseguridad, angustia que enfrentes en tu vida, Dios por medio de su palabra quiere traer el consejo amoroso de un padre para ti, quien quiere lo mejor para tu vida, que te ama con un amor fuera de este mundo, está atento y preocupado por cada cosa que te suceda y en medio de tus circunstancias más difíciles te inunda con ese infinito amor que por medio de su palabra nos ha dado a conocer. Las palabras de la Biblia son tan brillantes, sabias, perfectas, exactas, amorosas y vivas que están lejos de sufrir algún tipo de esquizofrenia religiosa.

[1] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 112). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

2º de Pedro - 24

2º de Pedro - 24

En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción. (2 Pedro 2:1) Hace un tiempo leí acerca de un particular sistema para sacrificar ovejas. Mientras están apiñadas en los corrales, se abre una puerta a una rampa que lleva a un galpón donde las matan. Para lograr que suban, los encargados usan una “oveja Judas”. Esta es especialmente entrenada para dicha función. Entra al corral, se mezcla entre las demás, pero de pronto comienza a caminar por la rampa, haciendo pausas para esperar que el resto la siga. El resto de las ovejas lo hace confiadamente, pero al final del camino, mientras la oveja Judas es conducida por una puerta de salida, las ovejas son desviadas al matadero. Esta es una ilustración muy adecuada del peligro que Pedro nos advierte en este verso. En contraste con los profetas de Dios, de quienes nos habló en los versos anteriores, nos presenta la realidad de los falsos maestros. Muchos piensan hoy en día que estas situaciones son cosas del pasado, pero Pedro, al igual que Pablo, Judas (hermano de Jacobo) y Jesús, nos advierten que éstos estarán presentes en nuestras iglesias así como fueron también parte de la realidad del pueblo judío: Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos. Así que tengan cuidado; los he prevenido de todo (Marcos 13:22-23). Pedro nos muestra que el peligro de estos personajes se da en su método encubierto. Sutilmente se introducen en la vida de la iglesia, se hacen llamar cristianos, y desde lugares de confianza e influencia comienzan a esparcir herejías destructivas. Usan la Biblia, incluso usan un lenguaje cristiano, pero traen un falso mensaje para intentar apartar a los verdaderos creyentes de la verdad. Pedro nos dice que terminan negando al Señor Jesús quien dio su vida para rescatarnos. Lo hacen de dos formas sutiles. Por un lado, Jesucristo, poco a poco, comienza a ser disminuido. Se le niega algún aspecto de su personalidad, de su obra o de su importancia. Probablemente los escuchamos decir cosas como: “Sí, Jesús y su sacrificio son importantes, pero ahora más importante es…” Pero por otro lado, lo niegan con sus actos. Reconocen la gracia y la libertad que Cristo logró, pero lo utilizan como excusa para hacer lo que les plazca. Comienzan a hacer permisivas ciertas cosas relativizando la Biblia. Enfatizan el amor y la misericordia, pero esconden la obediencia y la santidad de Dios. Con su manera de vivir niegan al Salvador que dicen seguir. Cuán destructivo es sacar a Jesucristo del centro de nuestra vida. Nuestra época pluralista, donde la tolerancia se ha tergiversado y se presenta como excusa para dejar de hablar de la verdad, se presenta como un campo muy fértil para la aparición de estos falsos profetas y su influencia dañina. Hoy la experiencia y el sentimiento son más importantes que la verdad bíblica [1]. Si algo me hace “sentir” bien, entonces debe ser verdad sin importar lo que diga la Biblia. Con que suene cristiano y me haga sentir bien basta para pasar la prueba de la verdad. Esto ha dado pie a una influencia mucho mayor de estos falsos profetas en nuestras iglesias. Por ello nunca debemos investir a nuestra emoción con una autoridad mayor que la de la palabra misma de Dios. Con esto no queremos desatar una cacería de los falsos profetas. No debemos comenzar a levantar el dedo acusatorio ante cada pequeña diferencia de opinión en temas secundarios de la fe, pues la misma palabra nos muestra que éstas pueden ocurrir (1 Corintios 8-10; Romanos 14:1-15). Sin embargo, la palabra de Dios nos muestra que es un peligro al que nos vamos a ver enfrentados tarde o temprano y, el que piense que está firme, mire que no caiga. Por ello, debemos estar alertas por medio de la oración y la lectura constante de la palabra de Dios, pues no debemos permitir que por nuestro descuido espiritual terminemos caminando por la rampa de la muerte cautivados por las enseñanzas destructivas de una “oveja Judas”.

[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (pp. 92). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of 2º de Pedro - 25
2º de Pedro - 25
Photo of 2º de Pedro - 25

2º de Pedro - 25

Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad. (2 Pedro 2:2) En una oportunidad tuve el privilegio de visitar el museo MOMA de Nueva York, uno de los museos más importantes del mundo. En un sector de exposición audiovisual había un video de imágenes cortas que se repetían, una y otra vez, con las cosas más vergonzosas de la sociedad. Entre imágenes de violencia, delincuencia, daño al medioambiente, etc., apareció una especialmente lamentable. Salió la imagen de un conocido pastor de la prosperidad en un auditorio repleto pidiendo ofrendas y golpeando con su chaqueta a un grupo de personas. Lo que este artista visual mostraba en su exposición refleja muy bien lo que Pedro nos advierte en este verso sobre el peligro de estos falsos maestros: Serán populares, pero a la vez un muy mal testimonio para el cristianismo. Pedro nos dice que muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas; es decir, tanto sus enseñanzas como su forma de vida representan una vergüenza para el evangelio. En la época de la iglesia primitiva, cuando alguien cuestionaba a estos falsos maestros por sus vidas, éstos se justificaban apelando a la gracia, o con algún verso bíblico sacado de contexto, o bien diciendo que, como personas espiritualmente superiores, nadie debía atreverse a acusarles. Aun cuando evidentemente lo que hacían y decían no representaba lo que Jesús enseñó y mostró con su vida, multitudes les seguían incondicionalmente tal como hoy muchos lo siguen haciendo. Muchas veces las personas me preguntan lo siguiente: “¿Pero por qué están llenas sus iglesias si no son de Dios?”. Esta común pregunta nos muestra que las personas sienten confianza para asistir a estas iglesias o prestar oído a estos personajes precisamente porque hay mucha gente, como si el índice de popularidad fuera la autoridad final de un verdadero siervo de Dios. Sin embargo, Pedro en este verso nos muestra que esto no es así. Cuando Jesús nos dijo que por sus frutos los conoceríamos, claramente no estaba hablando de un fruto de iglesias llenas. Es el carácter cristiano el verdadero fruto que nos muestra quiénes realmente son y es precisamente donde los falsos profetas fallaban en tiempos de Pedro. Pero además su impacto en el movimiento cristiano es desastroso. El mundo ve sus enseñanzas y forma de vida y ponen al cristianismo en el centro de la burla afirmando que la fe cristiana no es más que eso. Además, la historia nos ha mostrado el perfecto cumplimiento de las palabras de Pedro. Desde los primeros años de la iglesia, escritores seculares como Tácito, Suetonio y Celso nos muestran la realidad de estas prácticas vergonzosas dentro de la iglesia [1]. Y como vemos hoy, eso no ha sido la excepción, sino que la influencia de estos falsos maestros incluso parece ser mucho mayor. Todos hemos escuchado los ofrecimientos del evangelio de salud y riquezas por sus populares embajadores, ya sea en la televisión, Internet o en populares eventos. El ofrecimiento viene acompañado por citas bíblicas estratégicamente seleccionadas, por lo que sus oyentes, al oír de las cosas que sus corazones anhelan, salen con la convicción de que esto además es algo “bíblico”. Lo que el corazón anhela, la mente lo justifica y más aun cuando esta justificación parece usar la Biblia. No debemos tambalear frente a la popularidad de muchos de estos maestros, ni menos frente al descrédito que éstos han provocado para el evangelio, pues la certera profecía de Pedro nos debe  animar a estar preparados y tener la seguridad de que Dios sigue teniendo el control en medio de estos acontecimientos. Debemos ser humildes y orar con tristeza por lo que está pasando con tantas personas que son sacadas del camino por ofrecimientos falsos de dinero, status, o por ejemplos inmorales de vida que son incorrectamente justificados por la gracia. Debemos evaluar nuestra obediencia a Dios cada día. Orar y estudiar las Escrituras con dedicación para que nuestra fe sea guiada por la verdad de la palabra de Dios y no por índices de popularidad.

[1] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (Vol. 18, p. 119). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 28
2º de Pedro - 28
Photo of 2º de Pedro - 28

2º de Pedro - 28

Tampoco perdonó al mundo antiguo cuando mandó un diluvio sobre los impíos, aunque protegió a ocho personas, incluyendo a Noé, predicador de la justicia. (2 Pedro 2:5) Cuenta una historia que un circo se instaló en las afueras de un pueblo. En medio de un ensayo, comenzó un incendio. Trataron de apagarlo, pero rápidamente se expandió. El encargado del circo pidió desesperadamente que alguien fuera a advertir al pueblo del peligro. El payaso del circo tomó su bicicleta y a toda prisa fue gritando con desesperación por todas las calles que un gran incendio se aproximaba. La mayoría de las personas no creyeron. Algunos se rieron pensando que se trataba de una broma, y otros se enojaron pues pensaron que solo era una estrategia del circo para atraer público. El incendio llegó prontamente a pesar de que la mayoría pensaba que solo eran inventos de un payaso de circo. Pedro nos está dando ejemplos del pasado para mostrarnos el seguro juicio futuro de Dios sobre los falsos maestros y quienes les siguen. Anteriormente nos dio el ejemplo de los ángeles y ahora nos menciona el diluvio. Sin embargo, a diferencia del ejemplo anterior, aquí encontramos además un ejemplo de salvación con Noé y su familia. Por tanto, Pedro nos muestra que, así como con seguridad aguarda juicio y condenación a quienes se aparten de Dios, también la salvación aguarda con certeza a todos aquellos que confíen verdaderamente en el Señor. Esto ocurrirá sin importar la cantidad de personas que estén en uno u otro grupo, pues como Pedro menciona, Noé y solo 7 personas más fueron salvadas mientras toda una generación fue justamente condenada. A veces nos vemos tentados a dudar de nuestras convicciones pues vemos un gran número de personas haciendo lo contrario, o bien, siguiendo a falsos maestros como aquellos de los que Pedro nos está advirtiendo. O quizá por algunos periodos nos podemos ver desanimados por la cantidad de personas asistiendo a nuestras reuniones. Pero así como vimos en devocionales anteriores, Pedro nos dice que muchas personas van a seguir a estos falsos maestros, y ahora, con el diluvio, nos muestra que Dios juzga, condena, pero salva a los suyos aun cuando éstos sean solo 8, pues Dios no sacrifica su justicia por los números. Por tanto, nuevamente somos alentados a permanecer en el Señor, confiar en su palabra y justicia, y no apartarnos de su camino aun cuando muchos a nuestro alrededor lo estén haciendo. Además, esto nos confronta a todos los que Dios nos ha dado una responsabilidad de liderazgo en la iglesia, pues al igual que él, no debemos sacrificar su verdad y justicia yendo en pos de los números. No debemos esconder la verdad de Dios por temor a que muchos se vayan o para sonar más atrayentes. No somos llamados a realizar un buen marketing del mensaje de salvación sino a ser fieles anunciantes de su palabra. No es nuestro mensaje sino el suyo. Esto no significa que no debamos actuar con sabiduría y amor para predicar su palabra, pero sí que debemos confiar en él y anunciar a otros su verdad independiente de las circunstancias y de lo que la mayoría piense —tal como Noé lo hizo fielmente—. Muchas veces, para no ser impopulares, comenzamos a tolerar el pecado y guardar silencio sobre cosas que sabemos que ofenden a Dios, por lo que las palabras de Pedro son un fuerte llamado de atención al respecto. Por largos años Noé construyó fielmente el arca tal cual Dios le había dicho que lo hiciera. Le creyó a Dios e hizo lo que él le dijo pese a que no había ni el más mínimo indicio de un posible diluvio. Nos imaginamos cómo Noé se trasformó en el objeto de burla de sus conciudadanos construyendo un arca por tanto tiempo. A pesar de ello, se mantuvo fiel y no dudó en hacer lo que Dios le dijo. El resultado de eso fue que solo su familia fue salva mientras toda una generación fue condenada y juzgada. Así mismo, el juicio vendrá sobre aquellos que se aparten de la palabra de Dios mientras que la salvación cubrirá a quienes crean. Por tanto, en medio de toda circunstancia actual, independiente de los números de personas que nieguen al Señor, independiente de todos aquellos que tristemente estén siguiendo a falsos maestros, independiente de las burlas, independiente de que quizá seas el único loco en medio de una sociedad incrédula, sigue creyendo en el Señor y confiando en su palabra aunque piensen que eres solo un payaso de circo.
Photo of 2º de Pedro - 26
2º de Pedro - 26
Photo of 2º de Pedro - 26

2º de Pedro - 26

Llevados por la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas. (2 Pedro 2:3a)

Hace casi 10 años hubo una gran estafa conocida como los “quesitos mágicos”. Una mujer de nacionalidad francesa, con una gran personalidad, gran capacidad de convencimiento, adulaciones y promesas de ganancias inigualables, ofrecía por 400 USD un pack de implementos para la producción casera de quesos, los cuales su misma empresa compraría en el futuro a 3 veces el valor de la inversión inicial. Todo se hizo más tentador cuando varios empezaron a recibir el dinero prometido por su inversión, lo que permitió la llegada de más interesados y la mayor inversión de aquellos que habían ganado. El resultado fue que, de un momento a otro, esta mujer abandonó el país llevándose una gran riqueza y estafando a todo aquel que puso su confianza en su tentador ofrecimiento. Por más increíble que parezca, más de 6000 personas cayeron en este engaño. Como siempre ocurre en los miles de casos que conocemos, donde hay personas con hambre de ganancias fáciles y amor al dinero aparece alguien con una gran capacidad de convencimiento que les engaña para enriquecerse. Este es el caso de lo que Pedro nos presenta sobre los falsos maestros. Llevados por su avaricia, intentarán explotar a las personas con sus palabras engañosas. La palabra avaricia tiene una connotación comercial. Se refiere al deseo de obtener ganancia económica de una actividad determinada. Para ello se introducen encubiertamente en las iglesias y utilizan palabras engañosas para obtener sus ganancias. La palabra que Pedro utiliza para “engañosas” es la que da origen al concepto de “plástico”, “fabricado”; algo que se adapta fácilmente para el elemento que se quiere construir con él [1]. Es decir, los falsos profetas utilizan palabras que se adaptan estratégicamente al oído del oyente para lograr obtener su dinero para el propio enriquecimiento. Los adulan, los atrapan con su personalidad, les prometen riquezas y adaptan ciertos versículos bíblicos para que los oyentes ofrenden, o mejor dicho, inviertan en sus ministerios. Escuchamos de ellos cosas como “Si ofrendas esta cantidad de dinero, Dios te bendecirá y te lo devolverá triplicado”. Entonces, entre más des, más vas a recibir. Ponen en sus púlpitos testimonios atrayentes de gente a la que “le ha funcionado” y hacen que más y más terminen dando su dinero. Pablo nos dice que los verdaderos discípulos de Cristo nunca recurren a las adulaciones ni a las excusas para poder obtener dinero de la gente (1 Ts 2:5). Por tanto, en ello podemos ver que estos no son más que falsos maestros. Debemos evaluar a la luz de la propia Biblia las enseñanzas de todo aquel que afirma enseñar la palabra de Dios. Pero de forma global, no con algunos versos sacados de contexto. Debemos sospechar seriamente si notamos que en una predicación brillan más las “bendiciones materiales” del reino de Dios que Jesucristo mismo. Pero donde hay avaricia y amor al dinero hay oportunidad para estos maestros. Por eso, antes de denunciar a quienes hacen este tipo de engaños, debemos cuidar nuestros propios corazones frente al dinero. No debemos extrañarnos de que caigamos fácilmente presa de este tipo de pastores cuando nos ofrecen lo que en verdad amamos. Hace unos años pude conocer uno de estos casos de forma bastante cercana e íntima, y digo con vergüenza y humildad que sus enseñanzas son bastante convincentes, sobre todo cuando nuestro corazón no está puesto en el Señor. Esto tampoco debe impedir que seamos generosos y ofrendemos con alegría. Pero claramente no para la expansión de la mansión del pastor o para que Dios me devuelva el triple, sino para la expansión de su reino, para que muchos más puedan conocerle. Por eso debes leer tu Biblia a diario, orar, revisar tu corazón frente al Señor y buscar iglesias donde sus líderes muestren con pasión la belleza del Señor, para no caer en los tentadores ofrecimientos de aquellos que buscan enriquecerse con sus palabras plásticas.

[1] Carson, D. A., France, R. T., Motyer, J. A., & Wenham, G. J. (2000). Nuevo Comentario Bı́blico: Siglo Veintiuno (electronic ed., 2 P 2:3). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

Photo of 2º de Pedro - 27
2º de Pedro - 27
Photo of 2º de Pedro - 27

2º de Pedro - 27

Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha. Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio. (2 Pedro 2:3b-4) Hace unos años vi una película llamada Destino Final. Trataba sobre un grupo de amigos que, advertidos por un sueño de uno de ellos, a último momento decidían no subir a un avión, el cual  luego se estrellaba. Durante el desarrollo de la película, cada uno de los que aparentemente habían escapado de la muerte iban muriendo uno a uno en las circunstancias más increíbles e inesperadas. Aun cuando se habían salvado, la muerte llegaba para ellos tarde o temprano. Pedro ha estado advirtiendo a los cristianos de los falsos maestros que se han introducido y se introducirán en la iglesia. Ahora nos muestra que a ellos y a los que les siguen les aguarda el seguro juicio de Dios, aunque parezcan estar a salvo, escapando de él. Para mostrarnos la certeza de ello, pasa a darnos tres ejemplos del pasado. El primer ejemplo que Pedro nos da es el de los ángeles, quienes por su orgullo y rebeldía fueron condenados y les aguarda el juicio de Dios. Varios comentaristas modernos, la tradición judía antigua y algunos libros apócrifos (ej. 1 Enoc) concluyen que Pedro está haciendo referencia a Génesis 6:1-6, señalando que los «hijos de Dios» que se rebelaron contra Él y empezaron a tomar mujeres fueron, en realidad, ángeles [1]. Entonces, con este primer ejemplo del pasado, Pedro nos muestra que, si Dios juzgó a seres celestiales por su orgullo y ahora les aguarda una segura condenación el día del juicio final, podemos tener la certeza de que Dios va a juzgar a todos aquellos que por su orgullo están explotando al pueblo de Dios con sus mentiras e intentando apartarlos del camino de la verdad. Sin embargo, si recordamos que esta carta fue escrita para cristianos, esto debe afectar primero nuestras propias vidas en dos formas concretas. Lo primero es que muchas veces nos preguntamos por qué Dios parece permanecer en silencio frente a la aparente impunidad de ciertos falsos maestros. Algunos piensan que su éxito, popularidad y riquezas son un reflejo de la bendición de Dios sobre sus vidas y que, de alguna manera, eso muestra que Dios aprueba sus enseñanzas. No obstante, como Pedro nos dice, más allá de su felicidad o éxito superficial, tarde o temprano serán juzgados y condenados. No debemos, entonces, ponernos nerviosos ni dudar de la palabra de Dios y de las cosas sobre las cuales el Espíritu Santo nos ha dado convicción, pues su palabra debe tener mayor autoridad que las circunstancias de nuestra vida. Por eso, si estás enfrentando una situación así en tu iglesia, no te angusties ni trates de tomar la justicia en tus manos pues Dios no está ausente de lo que está ocurriendo. Lo segundo es que no debemos pasar por alto que esta es una advertencia para nuestra propia vida y no solamente para mirar lo que otros están haciendo. Debemos revisar nuestro corazón para ver si realmente nuestra vida muestra un arrepentimiento genuino delante de Dios, o bien orgullo y rebeldía frente a Él. Si Dios no dejó impunes a los ángeles, cuánto más podremos estar seguros de que nosotros seremos juzgados si seguimos su ejemplo. Por ello, este es un fuerte grito para hacernos despertar de la inercia espiritual en la que caemos muchas veces, y así, que nos revisemos y aseguremos de que nuestra vida esté rendida a Él y no a nosotros mismos. Las personas a veces sienten incertidumbre de lo que ocurrirá cuando mueran, o bien, al final de los tiempos. Pero la verdad es que la Biblia nos muestra que hay una certeza total del futuro de las personas. Los que se arrepientan y pongan su confianza en el Señor Jesús gozarán de vida eterna pese a que hoy, muchas veces, pueda haber sufrimiento o dolor en sus vidas. Pero aquellos que, por su orgullo, sean rebeldes ante Dios y, más aun, tergiversen sus palabras para explotar al pueblo de Dios y a todos los que les sigan, aun cuando ahora parezcan estar gozando de ciertos beneficios e impunidad, al igual que los ángeles ya han sido juzgados y la condenación llegará de la forma y en el momento que menos se lo esperan pues es su destino final.

[1] Moo, D. J. (1996). 2 Peter, Jude (p. 100). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of 2º de Pedro - 29
2º de Pedro - 29
Photo of 2º de Pedro - 29

2º de Pedro - 29

Además, condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a cenizas, poniéndolas como escarmiento para los impíos. (2 Pedro 2:6) Se calcula que en el mundo aproximadamente 250 millones de personas son consumidoras habituales de la industria del sexo. Solamente en Estados Unidos la pornografía recibe ganancias estimadas entre los 9.000 y 13.000 millones de dólares al año [1]. La popular canción “Sexo” del grupo chileno “Los Prisioneros” lo describe de forma muy apropiada diciendo que es “el mejor gancho comercial” y que las personas tienen cara de “cliente fácil”. La gran cantidad de potenciales consumidores que existen nos muestra que hay una clara tendencia de las personas a satisfacer sus deseos sexuales con toda libertad. Ante ello, Pedro nos presenta el castigo a Sodoma y Gomorra (Gn 18:16—19:28), por su inmoralidad sexual, como el tercer y último ejemplo de la seguridad con que el juicio de Dios vendrá sobre los falsos maestros y quienes les acompañan. En Sodoma y Gomorra podemos ver cómo la homosexualidad y el sexo sin control fueron prácticas muy tempranas e influyentes en la sociedad. En los tiempos de Pedro esto no fue una excepción pues fue promovido incluso por algunos falsos maestros que se autodenominaban cristianos. Sin embargo, esta es una realidad también hoy en día. Tenemos pastores que, en el área sexual, dan enseñanzas que claramente contradicen la palabra de Dios. Conozco incluso casos de pastores que dicen que está bien que los jóvenes experimenten sexualmente antes del matrimonio y otros que presentan las enseñanzas de la Biblia sobre la homosexualidad como algo de la cultura antigua. Pero el ejemplo que Pedro nos hace recordar nos muestra que, sin duda alguna, la aceptación, el apoyo o la promoción de la inmoralidad sexual, en todas sus manifestaciones, es una herejía que será juzgada y condenada. Por ello debemos estar muy atentos, pues como vimos, para muchos es algo muy atrayente. Es por eso que estos maestros alcanzan gran popularidad entre los no creyentes al aceptar prácticas muy comunes en nuestra sociedad moderna, y muchos les siguen pues es “un gran gancho comercial” para sus iglesias. No hay duda de que es un tema difícil con el que las personas tienen que luchar. Personas en sus noviazgos, o bien con tendencias homosexuales, deben tomar decisiones con mucha sabiduría para resistir la tentación. Por ello es que una aprobación a su conducta, que más encima parece venir de la Biblia, es tremendamente atractivo, pues da la posibilidad de dar rienda suelta a nuestros deseos bajo la supuesta aprobación de Dios. Seguir las enseñanzas de los falsos maestros en este sentido puede traer cierta satisfacción y placer momentáneo, pero a fin de cuentas traerá sufrimiento, tristeza, insatisfacción y destrucción en esta vida y en el juicio final. Es fundamental que, así como resistieron los apóstoles en su época, nosotros resistamos hoy a todo aquel que propague estas mismas conductas. Éstos arrastrarán con ellos a la condenación a todo aquel que se vea tentado por sus ofrecimientos. Por ello, debemos mantenernos en oración e incluso es sabio que tengamos a alguien con quien podamos conversar sobre estos asuntos y rendirnos cuentas mutuamente. A pesar de lo que estos personajes nos puedan estar diciendo, la Biblia nos muestra claramente que la inmoralidad sexual es algo que ofende a Dios y que además será juzgada tal como Sodoma nos lo prueba. Por otro lado, si estamos firmes en esta área y tenemos total convicción sobre lo que Dios dice al respecto, no cometamos el error de caer en el orgullo. No olvides que esto sólo ha sido posible por la gracia y misericordia de Dios. Si él no nos hubiera alcanzado, seríamos igual de inmorales que los habitantes de Sodoma y Gomorra o como los falsos profetas. Así lo afirmó el profeta Isaías al pueblo de Dios: “Si el Señor Todopoderoso no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, seríamos ya como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.” (Isaías 1:9) Por ello debemos permanecer humildes y dar gracias a Dios por haber abierto nuestros ojos, sentir un real alivio al ver aquello de lo que nos ha salvado y darle la gloria solo a él por lo que ha hecho en nuestras vidas. Mantengámonos firmes en él y no sigamos a los que nos invitan a sus iglesias usando la inmoralidad sexual como “el mejor gancho comercial”.

[1] “Sexo y millones”.

Photo of 2º de Pedro - 30
2º de Pedro - 30
Photo of 2º de Pedro - 30

2º de Pedro - 30

Por otra parte, libró al justo Lot, que se hallaba abrumado por la vida desenfrenada de esos perversos, pues este justo, que convivía con ellos y amaba el bien, día tras día sentía que se le despedazaba el alma por las obras inicuas que veía y oía. (2 Pedro 2:7-8)

Pedro nos muestra que no todos los habitantes de Sodoma y Gomorra fueron destruidos, ya que Lot fue puesto a salvo. Junto con ello nos resalta una importante actitud de Lot frente a la realidad que vivió en Sodoma y Gomorra. En medio de una sociedad inmoral y desenfrenada, Lot sentía que se le despedazaba el alma por las cosas que veía y oía. Literalmente sentía una tortura por la degradación moral del lugar en que vivía. ¿Cuántos cristianos sentimos esto frente al pecado de nuestra sociedad actual? Muchos de nosotros reconocemos la realidad del pecado, pero sinceramente muy pocas veces sentimos que se nos “despedaza el alma” por las cosas que vemos a nuestro alrededor. Pedro nos muestra que Lot amaba el bien, y que a pesar de ser parte de esa sociedad, no se amoldaba. Sin embargo, tristemente, en el mundo de hoy vemos cómo los cristianos muchas veces nos amoldamos sutilmente en vez de seguir amando el bien y atormentarnos por las cosas que vemos a diario. Basta con observar lo que los cristianos ven en la televisión. Gradualmente nos hemos vuelto tolerantes ante cosas que años atrás pocos habrían observado sin apagar el televisor inmediatamente. Y lo mismo sucede con la música, sobre todo en América Latina, donde solamente porque una canción está de moda o es “pegajosa” no nos causa el menor problema con sus fuertes y degradantes contenidos sexuales —usando frases que, hace sólo un par de décadas, habrían dejado atónito a cualquier cristiano—. Más triste aun es que incluso ya no nos preocupa que nuestros propios hijos escuchen este tipo de contenidos desde pequeños. ¿Cómo podemos escuchar una canción solo por ser “pegajosa” sin importar si ofende a Dios o si rebaja su visión de la mujer o la sexualidad? Qué triste ha sido darme cuenta de que yo también he caído en eso. Muchas veces el Espíritu Santo me ha confrontado seriamente mientras veo una serie de televisión que contiene escenas de fuerte contenido solo porque es la serie de moda. O al escuchar una canción de letra claramente inmoral solo porque está de moda. Claramente nada de esto puede estar por sobre la autoridad de Dios en nuestra vida. Debemos cuestionarnos seriamente nuestra fe en él si ni siquiera podemos sacrificar el contenido de nuestros pasatiempos por honrarlo. Ante esta situación debemos reaccionar con urgencia para que la realidad que vemos nos abrume correctamente. Primero, debemos arrepentirnos delante de él y pedirle que, en medio de los difíciles tiempos en que vivimos, nos ayude por medio de su Espíritu Santo a honrarle sin vergüenza ni temor. Debemos dar gracias porque es misericordioso y, gracias a su Hijo, perdona nuestros pecados sin que lo merezcamos. Si decimos creer que él es Dios y rey del universo, también debemos ir en busca de su palabra para interesarnos de verdad en sus preceptos sobre la moral y no en las voces de nuestra propia comodidad y amoldamiento. Además, debemos preocuparnos de verdad por lo que pasa en nuestra sociedad. Nos hemos dejado de interesar realmente en ella ya sea porque nos hemos amoldado o bien porque nos hemos encerrado tan cómodamente en nuestras iglesias que hemos dejado de mirar hacia fuera. Debemos angustiarnos sinceramente por lo que sucede a nuestro alrededor. La vulgarización del sexo en la música no es algo divertido. Nuestros jóvenes bombardean constantemente sus mentes con letras que basurean su sexualidad y tratan sus cuerpos como meros objetos. Letras que tergiversan el amor incondicional por relaciones de una noche solo para satisfacer deseos egoístas. La implicancia de esto en sus vidas es y será algo desastroso. Cada día podemos ver cómo más jóvenes sufren profundos daños emocionales, inseguridad, soledad, depresión, falta de confianza, falta de amor propio, falta de fidelidad y pérdida de confianza en el matrimonio. Como cristianos que enfrentan esta realidad no podemos simplemente reírnos cantando la canción de moda o permaneciendo tolerantes porque hoy en día es lo normal. Esa realidad debe llevarnos a orar por nuestra sociedad y a mostrar con urgencia el amor de Dios en sus vidas y su verdad sobre el sexo y la familia. Lo que pasa a nuestro alrededor debe hacernos sentir, al igual que Lot, que se nos despedaza el alma.

Photo of 2º de Pedro - 31
2º de Pedro - 31
Photo of 2º de Pedro - 31

2º de Pedro - 31

Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la prueba a los que viven como Dios quiere, y reservar a los impíos para castigarlos en el día del juicio. (2 Pedro 2:9) A pocos días de casarme, mi ahora esposa me despertó un día sábado a las 7:00 a. m. con un urgente llamado. Con mucha emoción trataba de hallar las palabras para expresarme que había encontrado la solución para cocinar en nuestra futura vida matrimonial. Había visto en la televisión algo llamado “Flavor Wave” que milagrosamente cocinaba a la perfección, en pocos minutos, los productos sacados directamente del congelador. Ese mismo día, con mucha emoción, solicitamos aquel milagroso producto que solucionaría nuestros futuros problemas culinarios. Sin embargo, al poco tiempo de casados, lo pusimos a prueba y no funcionó como lo habíamos visto en la televisión. Frente a nuestra gran desilusión terminamos por guardarlo en su caja, y después de más de 5 años, su única utilidad ha sido ocupar un espacio en nuestra cocina. En este verso, Pedro nos da la conclusión de los 3 ejemplos que nos ha dado desde el verso 4, diciéndonos que éstos prueban que Dios librará de la prueba a los suyos mientras castigará a los impíos, que en el contexto son los falsos profetas y sus seguidores. El énfasis aquí es que Dios librará de las pruebas a los suyos. En su vida éstos enfrentarán pruebas, pero serán librados de ellas. En todo tiempo, y con mayor acento hoy en día, ha habido falsos maestros que han presentado el cristianismo como el “producto” que promete solucionar todos los problemas aquí y ahora. Prometen que, si te acercas a Jesús y tienes “fe”, no volverás a tener problemas ni enfermedades y serás próspero económicamente, entre otras cosas. Lo irónico es que Pedro nos dice que los falsos maestros, por su publicidad engañosa, tal como lo ha demostrado con los ejemplos del pasado, serán reservados para el juicio. Sin embargo, los creyentes serán salvados de las pruebas. El lenguaje original nos muestra claramente que no está diciendo que los cristianos seremos librados de experimentar pruebas, sino que dice que seremos librados cuando estemos “en” ellas [1]. Es decir, los cristianos experimentaremos diversas pruebas, y este, y muchos otros versos, lo demuestran (1 Pedro 1:6-7; 5:10; 1 Corintios 10:13; Romanos 5:3-4; Hechos 14:22). Sin embargo, la promesa es que Dios será fiel en librarnos de ellas, haciendo que permanezcamos fieles a él hasta el fin, pase lo que pase. Muchas personas, tristemente, van detrás de este falso “evangelio libre de dificultades” presentado como uno más de esos productos “llame ya” de la televisión. Pero cuando vienen dificultades a sus vidas, se sienten engañados y abandonan rápidamente el producto ya que no funcionó como se les prometió. No debemos engañarnos. Como dice el autor Michael Green, “El cristianismo no es una póliza de seguro contra las pruebas de la vida” [2]. La vida cristiana no está exenta de problemas ni complicaciones, y muchas veces éstas pueden ser bastante extremas. Dios permite que estas cosas vengan a la vida del cristiano, pero podemos estar seguros de que él estará con nosotros, tendrán un propósito y nos librará de ellas. Las vidas de Jesús y de los apóstoles son la primera prueba de esto. Además, la historia nos muestra que los primeros cristianos tampoco fueron la excepción a ello. Muchos fueron duramente perseguidos y tentados con falsas enseñanzas para apartarse del Señor. Sin embargo, Pedro anuncia que el Señor nos libraría tal como lo hizo con ellos. Las historias de Noé y de Lot nos muestran que los creyentes deben a veces soportar largos tiempos de prueba antes de ser librados. Noé debió soportar un largo periodo de burla y humillación mientras construía el arca, antes que viniera el diluvio, pero a pesar de las tentaciones a abandonar su labor, Dios le mantuvo firme para perseverar hasta el final. La ironía es que, mientras los falsos maestros que dicen que en la vida cristiana “no habrá problemas” tendrán un gran problema —pues con seguridad serán juzgados—, los verdaderos hijos de Dios serán librados de las pruebas que con seguridad enfrentarán. No nos engañemos. La vida cristiana presenta diversas dificultades en las que nos veremos tentados a dudar del Señor o a apartarnos de él; pero él será amoroso, fiel y poderoso para librarnos de ellas. Él no nos abandona ni nos deja solos. Estará a nuestro lado acompañándonos en cada situación difícil y ayudándonos a perseverar y a permanecer. Así que no te sorprendas cuando vengan cosas difíciles a tu vida, sino que confía y descansa en él, pues la palabra de Dios nos muestra que las promesas de los falsos maestros son publicidad engañosa.

[1] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 125). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

[2] Ibíd.

Photo of 2º de Pedro - 32
2º de Pedro - 32
Photo of 2º de Pedro - 32

2º de Pedro - 32

Esto les espera sobre todo a los que siguen los corrompidos deseos de la naturaleza humana y desprecian la autoridad del Señor. (2 Pedro 2:10a) Con este verso, Pedro termina esta sección sobre el seguro futuro que les espera a los falsos maestros. Luego de varios versos que hablan sobre este tema, es tentador comenzar a sentir que es un tema repetitivo, del que no hay nada nuevo que saber, y perder con ello el verdadero enfoque de lo que Pedro está escribiendo. No debemos olvidar que esta carta no está escrita directamente para los falsos maestros, sino para la iglesia. Por tanto, Pedro sigue teniendo el propósito de afirmarnos en nuestra fe y buscar que tomemos todos los medios que Dios nos ha dado para llevar una vida que le sea agradable. Sin embargo, obviamente en este capítulo lo está haciendo con una estrategia muy diferente, pues lo hace mostrándonos el seguro destino y las características de quienes no lo hacen. Por tanto, como Pedro quiere que estemos firmes y vivamos a la manera de Dios, debemos usar estos versos para asegurarnos de que nuestras vidas no son como las de aquellos falsos maestros que Pedro nos describe. Pedro aquí nos muestra dos características que resumen el por qué a estos falsos maestros les espera el seguro juicio de Dios. Éstas nos muestran que dichas personas no son más que rebeldes sometidos. La primera de ellas es que siguen los corrompidos deseos de la naturaleza humana. Literalmente, dice que van detrás de la carne, en un anhelo apasionado por la corrupción, en una clara referencia al pecado sexual. Están atrapados en una ansiedad por usar la sexualidad de una forma totalmente inmoral. La ironía es que, mientras estas personas se ven y se presentan como líderes de otros, la verdad es que están sometidos a sus propias pasiones sexuales desordenadas. Esto es lo que los domina y mueve. ¿Sientes tú que vas descontroladamente en pos de tus pasiones sexuales? Cuando escoges lo que ves en Internet o en la televisión, ¿te sometes a tus deseos sexuales desordenados, o a Dios? La segunda característica que resume el por qué a los falsos maestros les espera el juicio de Dios es que desprecian la autoridad. Son personas rebeldes ante lo que es la autoridad del Señor y la autoridad que él les ha dado a ciertas personas en su iglesia. No son personas enseñables que quieren saber y hacer lo que la palabra de Dios dice, sino que la adaptan según sus propios anhelos y no les interesa saber si están equivocados o no. Se sienten tan altamente capacitados intelectual y espiritualmente que no están dispuestos a someterse ni a recibir consejos, pues nadie está a su nivel como para tener una posición de autoridad sobre la de ellos. Ni siquiera consideran válida la autoridad del Señor y su palabra. Piensan que solo ellos son dignos de ser su propia autoridad —aunque, anteriormente, de forma irónica vimos que finalmente son liderados por sus deseos sexuales desordenados—. ¿Cómo reaccionas frente a la autoridad? ¿Te cuesta someterte a los líderes de la iglesia? ¿Piensas constantemente que las personas que el Señor ha puesto a cargo de su iglesia están equivocadas? La palabra nos muestra que la manera en la que reaccionamos ante las autoridades terrenales refleja la forma en la que vemos y actuamos ante la autoridad de Dios, por lo que, si tenemos serios problemas con la autoridad, reflejamos que tenemos serios problemas para someternos al mismo Señor. Dios no puede ser engañado. A él no lo impresionamos ni lo convencemos con nuestras apariencias, por lo que, aun si usamos palabras bonitas y persuasivas, él sabe quiénes somos en verdad. Por ello es que, con estos versos, Pedro nos llama a que no seamos  espectadores pasivos de cómo la palabra pone en evidencia a los falsos maestros. Debemos confirmar nuestro llamado del Señor evaluando constantemente nuestras vidas, utilizando la oración y la meditación en la palabra como un preciso radar para detectar si hay evidencias peligrosas de estas características en nosotros. Si las identificas, debes hacer un alto en este mismo instante, ponerte de rodillas, arrepentirte delante del Señor, poner tu confianza en los méritos de Jesucristo y recibir su perdón. Luego ponte de pie y confía en que el Señor te dará todo lo necesario para dejar de ser un rebelde sometido.
Photo of 2º de Pedro - 33
2º de Pedro - 33
Photo of 2º de Pedro - 33

2º de Pedro - 33

¡Atrevidos y arrogantes que son! No tienen reparo en insultar a los seres celestiales, mientras que los ángeles, a pesar de superarlos en fuerza y en poder, no pronuncian contra tales seres ninguna acusación insultante en la presencia del Señor. (2 Pedro 2:10b-11) Hace varios años vi una película llamada “Ciudad de Ángeles” donde, en resumen, un ángel se enamoraba de una mujer que debía cuidar. Si bien era una película muy romántica e incluso entretenida, reflejaba muy bien el concepto simplista que la sociedad moderna tiene de los ángeles: que son seres puestos únicamente para ayudarnos. En los versos de hoy, Pedro va a desafiar la actitud que los falsos maestros estaban teniendo frente a los seres celestiales, y con ello, nuestra propia actitud frente al tema. Pedro, continuando con una descripción detallada de los falsos maestros, los retrata ahora como atrevidos y arrogantes. Sin embargo, para describir cómo se expresaba esta arrogancia, agrega también palabras muy llamativas (y no fáciles de traducir). No podemos aquí hacer un análisis minucioso del griego, pero tal parece que lo que Pedro está diciendo es que la arrogancia de los falsos maestros se manifestaba en los insultos que dirigían a los ángeles malos o caídos [1]. En contraste, plantea que ni siquiera los ángeles buenos se atreven a acusar o insultar delante del Señor a estos ángeles caídos [2]. Las expresiones prácticas de esto podían ser diversas, pero aun cuando no las conocemos en detalle, podemos suponer algunas cosas a partir de los ejemplos del pasado y de nuestros propios días. Anteriormente, Pedro, para mostrarnos el futuro juicio de estos falsos maestros, nos citó el ejemplo de los ángeles caídos de Génesis 6, quienes desearon y tomaron mujeres. Por tanto, una posibilidad es que los falsos maestros hayan estado menospreciando la conducta de todos los ángeles para así justificar la propia, la cual, como vimos, según ellos no guarda relación con la fe [3]. Probablemente hayan dicho cosas como: “Si los ángeles lo hacen, ¿qué puede entonces esperarse de mí, que soy un simple mortal?”. ¿Has tú llegado a justificar tu pecado comparándote con lo que otros hacen o incluso señalando casos que la misma Biblia nos presenta? Otra posibilidad es que, como los falsos maestros eran escépticos que negaban incluso que los ángeles caídos experimentarían el juicio del Señor, los hayan “calumniado” de la manera más básica negando su existencia, o bien, descartando que caerían en las manos de ellos por llevar vidas pecaminosas [4]. ¿Tomas en serio lo que la Biblia dice con respecto a los ángeles, los demonios y, en general, el mundo espiritual? ¿Crees que, como dice Pablo, “nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra huestes espirituales” (Ef 6:12)? Otra opción es que puedan haberles dado una atención negativa a estos seres. Estamos en una época de un despertar de lo espiritual. Es muy común que las personas piensen en los espíritus como seres exclusivamente puestos para ayudarles. Las personas consultan con libertad el tarot, el horóscopo, juegan con la ouija (que puede encontrarse fácilmente en el supermercado), asisten a sesiones de espiritismo, etc. Las personas creen que los ángeles y todo lo celestial es algo con lo que pueden jugar y que está disponible solo para su servicio y entretención [5]. Como seres espirituales que somos, tenemos una gran hambre espiritual que satisfacer, pero muchos (a veces incluso cristianos) lo hacen de manera incorrecta prestándoles una excesiva o incorrecta atención a estas cosas. Solo Jesucristo es el pan de vida quien puede satisfacer nuestra hambre espiritual para siempre (Jn 6:35). ¿Cómo tú satisfaces tu hambre espiritual? Dijimos, sin embargo, que la contraparte de estos falsos maestros son los propios ángeles buenos, quienes a pesar de ser más poderosos que los ángeles caídos (y mucho más que los propios falsos maestros), no se atrevieron a acusarles delante del Señor sino que confiaron su destino en las manos del único que puede hacer justicia. Esto es lo que se menciona, por ejemplo, en Judas 9, en el caso de Miguel, quien entregó al diablo en las manos del Señor sin atreverse a maldecirlo, sino diciéndole: “¡Que el Señor te reprenda!” Los cristianos, por tanto, no debemos relativizar nuestras propias faltas poniendo el foco acusatorio en los pecados ajenos, sino dejemos el juicio de cada cual en las manos de nuestro Señor —el único verdaderamente justo—. Tengamos, finalmente, cuidado de no recorrer despreocupadamente el camino de los seres espirituales caídos, ni de terminar, como los arrogantes falsos maestros, jugando con ángeles.

[1] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, p. 348). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

[2] Moo, D. J. (1996). 2 Peter, Jude (p. 139). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

[3] Carson, D. A., France, R. T., Motyer, J. A., & Wenham, G. J. (2000). Nuevo comentario Bı́blico: Siglo veintiuno (electronic ed., 2 P 2.12). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[4] Moo, D. J. (p. 139).

[5] Ibíd.

Photo of 2º de Pedro - 34
2º de Pedro - 34
Photo of 2º de Pedro - 34

2º de Pedro - 34

Pero aquellos blasfeman en asuntos que no entienden. Como animales irracionales, se guían únicamente por el instinto, pues nacieron para ser atrapados y degollados. Lo mismo que esos animales, perecerán también en su corrupción y recibirán el justo pago por sus injusticias. (2 Pedro 2:12-13a) Tenemos una perrita de raza maltés. Cada domingo, cuando vamos a la iglesia, debemos dejarla en la casa, pero como presiente cuando vamos a salir, espera en la puerta, y apenas la abrimos, trata de escaparse. Por eso, para lograr irnos, le servimos la comida, y como sus ganas de comer son más grandes, en ese momento aprovechamos de salir y dejarla encerrada en la casa. En este versículo, Pedro nos dice que los falsos maestros y sus seguidores funcionan de la misma manera. Son como animales irracionales que, guiados por su instinto, toman decisiones por las cuales finalmente terminarán atrapados, recibiendo las consecuencias de sus actos. Al igual que un perrito que va ciegamente tras su alimento, estas personas van tras sus pasiones desordenadas sin evaluar racionalmente las consecuencias e implicaciones de sus actos, y sin darse cuenta, quedarán atrapados, tal como ocurre con mi perrita. Aquí vemos nuevamente algo que hemos estado viendo a lo largo de toda la carta: En el cristianismo sí importa la manera en la que te comportas, no para salvarte sino como consecuencia lógica de que has sido salvado por ese Dios misericordioso. No podemos afirmar que tenemos una relación con un Dios bueno sin convertirnos día a día en personas mejores. ¿Cómo tomas las decisiones en tu vida diaria? ¿Cómo decides qué ver en la televisión o en Internet? ¿Cómo tomas las decisiones sobre la manera en que gastas tu dinero? ¿Buscas honrar a Dios en todo lo que haces, o únicamente eres guiado por tus instintos? Si reconocemos delante de Dios que, sinceramente, un instinto desordenado es lo que nos lleva a tomar la mayoría de las decisiones de nuestra vida —al igual que los animales—, Pedro dice que nuestro destino es ser atrapados y degollados, es decir, es una señal clara de la perdición que sufriremos cuando nuestro Señor Jesús vuelva para juzgar al mundo. Por ello es que debemos arrepentirnos ahora mismo delante del Señor, mirar a Jesús y cómo él pagó por nuestras pasiones desordenadas guiadas por un instinto “animal”, como Pedro lo describe, y confiando en la obra del Espíritu Santo, debemos cambiar urgentemente nuestra manera de vivir. Pero además Pedro nos dice que estas personas que viven por sus instintos no sólo deberán esperar el juicio final para recibir su castigo, sino que comenzarán a sufrir las consecuencias de sus propias pasiones siendo destruidos por ellas. El autor Barclay describe esto muy acertadamente: ”Durante un tiempo pueden disfrutar de lo que ellos llaman el placer, pero al final les arruina su salud, destruye su imagen, destruye su mente y el carácter y comienza su experiencia de infierno mientras ellos todavía están en la tierra” [1]. Barclay nos muestra en profundidad lo que Pedro nos dice. Ellos recibirán el justo pago por sus injusticias, en su corrupción, pero esto no sólo ocurrirá en el momento del juicio final sino que comenzarán a experimentar las consecuencias de su pecado acá en la tierra. Cada una de las cosas en que sus instintos les llevaron a poner su confianza, les terminarán abandonando y no cumplirán sus promesas eternas de placer, satisfacción y felicidad que les hicieron. Tarde o temprano terminarán atrapados en aquellas cosas que, irónicamente, ellos decidieron como argumento de su libertad. Dios no sólo pide que lo obedezcamos porque “él es Dios, y punto”, sino porque además en su sabiduría él sabe que es lo mejor para nosotros y no hay nada mejor que él mismo. Muchas veces las personas caen presas de sus propios instintos, arruinan por completo sus vidas y las de sus familias y al final terminan echándole la culpa de su situación a Dios. Tengamos cuidado de no ser presas de nuestros instintos y revisemos día a día nuestra manera de vivir. Frente al alcohol, el sexo, la comida, las redes sociales, la televisión, etc., etc., ¿actúas como alguien guiado por el Espíritu Santo, o como un animal de instinto?

[1] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 130). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 35
2º de Pedro - 35
Photo of 2º de Pedro - 35

2º de Pedro - 35

Su concepto de placer es entregarse a las pasiones desenfrenadas en pleno día. Son manchas y suciedad, que gozan de sus placeres mientras los acompañan a ustedes en sus comidas. (2 Pedro 2:13b) Cuando en el noticiero relatan que ha ocurrido un delito “a plena luz del día”, percibimos con ello una desvergüenza y descaro total de parte de los delincuentes. De alguna manera, es parte de cierta normalidad que ocurran algunos delitos durante la noche. Pero cuando los eventos ocurren a plena luz del día, algo indica que las cosas andan realmente mal. Esto es precisamente lo que Pedro nos declara en este verso. Las cosas están realmente mal en las vidas de los falsos profetas y sus seguidores, pues ya ni siquiera esperan la noche para satisfacer sus pasiones desenfrenadas, sino que lo hacen a plena luz del día. ¿Cómo ocupas tu tiempo durante el día, mientras trabajas, mientras debes estar estudiando o haciendo las labores de la casa? Si realmente no estamos cumpliendo con nuestras responsabilidades y, sin vergüenza alguna, estamos satisfaciendo nuestras pasiones desordenadas, esto es un claro reflejo de que el pecado tiene total dominio de nosotros, estamos atrapados y nuestro corazón está lejos del Señor. Por tanto, si estás pecando desenfrenadamente y, además, lo estás haciendo a plena luz del día, esto demuestra una peligrosa degradación de tu corazón y, quizá sin darte cuenta, te has convertido en uno de los seguidores de los falsos profetas. Es por ello que, de forma urgente, debes arrepentirte delante del Señor y confiar en el sacrificio de Cristo, pero además es tremendamente aconsejable que busques alguien de confianza dentro de la iglesia para que puedas confesarte y pueda ayudarte y apoyarte, como lo señala la Escritura. Sería muy sabio que incluso le pidieras que te llamara e hiciera constantemente preguntas incómodas sobre esa área. Pedro dice luego que son manchas y suciedad. Es decir, son el antónimo del carácter del Señor Jesús, quien Pedro mismo nos menciona que es sin mancha o defecto [1]. Es decir, por más que hablen de él y que su discurso muchas veces suene correcto, no reflejan nada de él en sus vidas. Pero los cristianos debemos parecernos cada día más a quien decimos seguir, admirar y rendir nuestras vidas. ¿Refleja tu vida cristiana algo del carácter del Señor Jesús, o pareces realmente su antónimo? Finalmente nos dice que usan la comunidad de la iglesia para sus placeres desordenados. En la época de la primera iglesia se celebraban cenas ágape o fiestas de amor fraternal donde los cristianos compartían en comunidad y se edificaban en amor unos con otros, pero al poco tiempo dichas cenas se prestaron para abusos [2], como lo relata 1 Corintios 11. Éstas generalmente se realizaban de noche, por lo que, para evitar estos abusos, se hicieron durante el día, pero a los falsos maestros esto no les importó, pues como vimos, ya ni siquiera esto les detiene. Es decir, varios falsos seguidores de Jesús comenzaron a utilizar estas cenas para su desenfreno. Mientras los cristianos buscaban este tiempo para recordar el sacrificio del Señor Jesús, animarse en la esperanza de su segunda venida, y edificarse unos con otros, ellos lo utilizaban como una mera excusa para satisfacer su desenfreno con el alcohol, la comida, y otras cosas. Hoy muchas veces ocurre esto con algunas células o grupos de crecimiento en las iglesias. Constantemente los pastores reciben comentarios de que ciertos grupos, que se reúnen con el fin de estudiar las Escrituras, terminan siendo una mera excusa para juntarse a beber alcohol o comer en exceso. Debemos observar nuestras vidas para ver si nos estamos pareciendo más a nuestro Señor Jesús o transformándonos cada día más en sus antónimos. Debemos observar la forma en que ocupamos nuestro tiempo y nuestro comportamiento, sobre todo en las reuniones de la iglesia. Que se prenda una alerta de emergencia en nuestras vidas que nos haga arrepentirnos y buscar ayuda urgente si es que nuestro pecado está apareciendo desenfrenadamente a plena luz del día.

[1] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (Vol. 18, p. 133). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

[2] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, pp. 350–351). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

Photo of 2º de Pedro - 36
2º de Pedro - 36
Photo of 2º de Pedro - 36

2º de Pedro - 36

Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables en el pecar; seducen a las personas inconstantes… (2 Pedro 2:14a) En este verso, Pedro nos menciona tres elementos que se relacionan con la sexualidad de los falsos profetas. Lo primero que menciona es que tienen los ojos llenos de adulterio. En el griego original, esto significa literalmente que ven a todas las mujeres como posibles candidatas para practicar su adulterio [1]. Es imposible para ellos mirar a una mujer o un hombre sin evaluar su desempeño sexual, su físico, imaginarse algún encuentro íntimo e intentar persuadirlos para satisfacer sus deseos [2]. No es suficiente para ellos tener sexo con sus esposas, sino que necesitan más para satisfacerse; necesitan de nuevas personas o bien explorar nuevas experiencias constantemente. Sin embargo, como veremos a continuación, ni siquiera eso es suficiente para calmar sus deseos. Lo segundo que menciona es que son insaciables en el pecar; nunca se satisfacen. No les basta con mirar y fantasear, sino que viven inquietos buscando toda circunstancia para satisfacer sus deseos sexuales. Si caen una vez, lo volverán a hacer otra y otra vez. Finalmente dice que seducen a las personas inconstantes. Esto tiene una clara connotación de incentivar al pecado sexual. Pedro utiliza aquí una metáfora en la palabra que se traduce como “seducen”. La palabra que utiliza es un concepto de pesca o caza que significa “atraer algo con un cebo”, es decir, cuando se usa una carnada para atraer a un pez al anzuelo o a un animal confiado a la trampa [3]. Pedro nos había animado en 1:12 a estar firmes en la verdad de la palabra, pero aquellos que no lo están son el blanco fácil para atraerlos hacia el anzuelo [4]. Por tanto, están usando carnadas para atraer a los inconstantes a su trampa. Les dan la excusa que necesitan para llevar a cabo sus deseos. Tienen una teología sexual bastante atractiva como para que aquellos que luchan en esta área puedan dejarla pasar, por lo que se ven atraídos por ella y muerden el anzuelo con efectos desastrosos para su vida y la de la iglesia [5]. Son personas que buscan tener conversaciones íntimas todo el tiempo con otras que no son sus cónyuges. Ponen el tema sexual constantemente sobre la mesa. Son los primeros en acudir en ayuda de las separadas o viudas y de formas poco sabias. No tienen problema con realizar discipulados uno a uno con personas del otro sexo, etc. Probablemente también escucharíamos a estos falsos profetas decir cosas como “está bien que los jóvenes experimenten sexualmente antes del matrimonio”. “Está bien que los matrimonios usen pornografía, prostitutas o la pareja de otra persona para satisfacerse.” O “la moral sexual de la Biblia es anticuada y no se aplica a nuestra cultura”. O bien, que no importa cómo vives tu sexualidad pues Dios no juzgará tu vida por eso. Frente a esta clara realidad, lo primero que debemos hacer es evaluarnos delante del Señor en esta área. ¿Evaluamos constantemente el físico de otras personas desde el punto de vista sexual? ¿Tenemos fantasías sexuales con personas diferentes a nuestros cónyuges? ¿Tenemos problemas para confesar pensamientos de este tipo a personas de nuestra confianza en la iglesia? ¿Sientes que la vida sexual con tu cónyuge no es suficiente para sentirte satisfecho? Si la respuesta es positiva a alguna de estas preguntas, quiere decir que hemos mordido el anzuelo y estamos atrapados por el pecado sexual. En este caso, debemos partir por reconocer nuestro pecado delante de Dios y arrepentirnos. Luego debemos reconocer que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, que hemos muerto junto con él y hemos resucitado también con él a una vida nueva, donde el pecado ha perdido su poder y ya no tiene dominio sobre nosotros (Ro 6:6-7). Finalmente, debemos buscar ayuda para hablar sobre este tema y confesar lo que nos pasa. Sin embargo, también debemos cuidarnos a nosotros y a nuestras familias de personas como estas que puedan estar en nuestras iglesias. Porque créanme que las hay. Por ello, debemos ser sabios y mantenernos firmes en la verdad de la palabra constantemente, pues hay personas que están esperando con la carnada en el anzuelo.

[1] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, p. 352). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

[2] Green, M. (1987). 2 Peter and Jude: an introduction and commentary (Vol. 18, p. 129). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

[3] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (p. 135). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

[4] MOO, D. J.

[5] Schreiner, T. R.

Photo of 2º de Pedro - 38
2º de Pedro - 38
Photo of 2º de Pedro - 38

2º de Pedro - 38

“Estos individuos son fuentes sin agua, niebla empujada por la tormenta, para quienes está reservada la más densa oscuridad.” 2 Pedro 2:17 Hace casi 20 años un hombre llamado Mauro Prosperi, de 39 años, vivió la peor experiencia de su vida al perderse en el desierto del Sahara mientras participaba de una maratón. Durante 10 días estuvo perdido, y a pesar de contar con toda la implementación básica, el agua fue su gran problema. Llegó a estar tan desesperado que bebió su propia orina y sangre de murciélago para sobrevivir. Fue tan terrible su experiencia que incluso, en un determinado momento, tomó la decisión de quitarse la vida. Escribió una carta para su esposa, y se cortó las muñecas, pero de milagro despertó a la mañana siguiente vivo. Al décimo día se encontró con un campamento de mujeres quienes salvaron su vida.[1] ¿Puedes imaginar la desesperante y terrible situación que experimentó? Ahora,  imagina que en su peor momento este hombre hubiera visto a lo lejos una fuente de agua. Imagina la esperanza, alegría, y el placer de beber que debe estar experimentando este hombre, que incluso puede sentir el agua  en su boca mientras corre con sus últimas fuerzas hacía ella.  Piensa ahora, e intenta imaginar lo que hubiese sentido este hombre si al llegar a la fuente está se encontrara completamente seca. Esta es precisamente la imagen que nos presenta Pedro sobre los falsos maestros en este verso. Son una fuente sin agua. Dan esperanza y promesas de satisfacción a las personas que caminan sedientas y moribundas espiritualmente, quienes corren gozosas creyendo haber encontrado lo que siempre buscaron, pero al final solo encuentran vacío y sequedad. En este mismo sentido Pedro también los compara con una niebla empujada por la tormenta, que al formarse da la esperanza de una lluvia refrescante, pero que es fácilmente dispersada por el viento no dando el agua prometida. En ambos sentidos Pedro nos está diciendo que las enseñanzas de los falsos profetas nunca van a dar la satisfacción que prometen, sino que van a dejarnos desesperanzados, desilusionados y más sedientos que antes. Tristemente vemos como muchos falsos maestros hacen llamados a beber de sus fuentes por medio de promesas de prosperidad o de experiencias espirituales donde la santidad no tiene ninguna importancia. Más triste aun es ver como muchos sedientos corren en masa buscando satisfacción para sus vidas, pero por más prometedoras que se vean a lo lejos, tarde o temprano terminaran dándose cuenta que no cumplen lo que prometen. Por el contrario a esta triste realidad, la Palabra de Dios nos muestra que los verdaderos maestros del evangelio, te aman con la verdad, al llamarte a beber solamente de aquella única fuente que puede saciar tu sed de verdad para siempre, de aquella única fuente inagotable que siempre cumple lo que promete: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed—respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” (Juan 4:13-14) Jesús es el único que puede saciar de verdad nuestra sed.[2] Solo él hace promesas que puede cumplir a los sedientos espirituales. El nombre de Jesús y algunas de sus palabras, fuera de contexto, van a ser mencionadas por estos falsos maestros en sus falsas promesas. Sin embargo no será presentado como la verdadera fuente en si misma, sino solo como un medio para alcanzar las falsas fuentes sin agua, que prometen saciar nuestra sed, pero sin éxito. La imagen que se presenta de Jesús es tan diluida, que solo termina siendo un espejismo atrayente solamente para buscar la satisfacción de nuestros propios deseos, lo que hará que, tarde o temprano, terminemos golpeándonos la cara con tierra seca. ¿Cuál es el llamado que estás recibiendo de tus líderes espirituales? ¿Cuál es la fuente a la que realmente estas siendo invitado a beber? Si no es a la fuente verdadera, busca a Jesús, conócelo y cree en sus palabras, pues solo bebiendo de Él no volverás a tener sed, pues cualquier otra cosa que te ofrezcan, por más esperanzadora que se vea, será solo una fuente sin agua.

[1] http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/11/141127_deportes_mauro_prosperi_desierto_finde [2] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (vol 18, p 137). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

Photo of 2º de Pedro - 40
2º de Pedro - 40
Photo of 2º de Pedro - 40

2º de Pedro - 40

Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, ya que cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado. (2 Pedro 2:19)

Desde hace algunos años, en nuestro país, están de moda las estafas telefónicas. Estas llamadas, por lo general, vienen desde la cárcel. En una ocasión llamaron a mi casa diciendo que yo estaba preso por un accidente de tránsito, y que para poder ser liberado, la persona que cuidaba nuestra casa debía entregar todas nuestras cosas de valor. Gracias a Dios le habíamos advertido de este tipo de estafas y cortó el teléfono sin creer una palabra. La ironía es que alguien desde la cárcel misma llamaba para ofrecer mi falsa libertad a cambio de todas nuestras cosas “de valor”.

Hoy Pedro nos advierte de este tipo de estafas tal como nosotros, oportunamente, pudimos advertir a la persona que cuida nuestra casa. Hay falsos maestros que están ofreciendo una libertad falsa desde la cárcel misma o, en este caso, desde la esclavitud del pecado. 

Como ya hemos visto en los versos anteriores, los falsos maestros ofrecen un tipo de vida cristiana en la que las personas pueden ser “libres” al no tener que preocuparse por su obediencia a Dios. Sin embargo, Pedro nos dice que esta es una contradicción, pues con sus propias vidas nos muestran que esta libertad es una ilusión, ya que son esclavos de la corrupción. Es decir, creen ser libres para pecar, pero en verdad son esclavos de sus propios pecados. Son dominados por sus pasiones desordenadas. No pueden dejarlas, les sirven de día y de noche con su tiempo, mente, cuerpo, y recursos, y están dispuestos a dar todo lo “de valor” por ellas.

Quienes caen en su estafa comienzan a creer que la vida cristiana sólo se trata de mi actitud durante el servicio, de cuán fuerte canto, de cuánto ofrendo, etc., y que eso de alguna manera les faculta para no preocuparse de su santidad cuando no están en las “actividades” cristianas. Esto ya había sido advertido por el profeta Ezequiel en el Antiguo Testamento:

“Y se te acercan en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero después sólo buscan las ganancias injustas.” (Ez 33:31)

La Biblia nos muestra que la verdadera adoración se da sobre todo cuando no estamos en la iglesia sino en las cosas cotidianas a lo largo de la semana. No somos libres “de” adorar, sino que tenemos el privilegio de ser libres “para” ello. Esto lo expresa con toda claridad también Pablo:

“Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.” (Ro 6:22)

Muchas iglesias enfatizan la libertad que Cristo logró, y punto. Si bien eso es algo acertado, es incompleto, pues Pablo nos muestra que hemos sido liberados de la esclavitud del pecado para ahora ponernos bajo el señorío y servicio de Dios. Somos libres del pecado para ahora servir a Dios y, por tanto, obedecerle. Entonces siempre seremos servidores de alguien, no simplemente libres como a los falsos maestros les gusta enfatizar. La pregunta es: ¿Serviremos al pecado, o al Señor? [1]

Hemos visto a lo largo de la carta de Pedro cuán importante es la moral en la vida cristiana, y Dios, en su poder, nos ha librado de la esclavitud del pecado para que le sirvamos en toda nuestra vida. Tenemos el privilegio de poder glorificar a Dios con todas nuestras actividades y relaciones. Somos llamados a darlo a conocer al mundo por medio de la manera en que actuamos. Nuestra lógica pecaminosa dice que al insulto se responde con insulto, pero él nos ha hecho libres de eso para poder responder con paciencia, amabilidad, e incluso con amor, tal como Jesús lo hizo. Somos libres para amar a nuestros enemigos, para perdonar a los que nos ofenden, para ser generosos sin necesidad de que nos vean, para ser fieles en el matrimonio, para decir la verdad en toda circunstancia, para orar por los que nos maldicen y bendecir a los que nos tratan mal, para poner los intereses del otro por sobre los nuestros, etc.

La advertencia de Pedro ha sido lo suficientemente clara para que la próxima vez que alguien nos llame para ofrecernos libertad a costa de nuestra obediencia al Señor, sepamos de inmediato que es sólo otra estafa telefónica.


[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Judas (pp. 141-145). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of 2º de Pedro - 41
2º de Pedro - 41
Photo of 2º de Pedro - 41

2º de Pedro - 41

Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio. Más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio. En su caso ha sucedido lo que acertadamente afirman estos proverbios: «El perro vuelve a su vómito», y «la puerca lavada, a revolcarse en el lodo». (2 Pedro 2:20-22)   Pedro cierra esta sección sobre los falsos maestros diciendo que dejaron la corrupción del mundo, se introdujeron en la vida de la iglesia, probaron la vida cristiana, pero finalmente volvieron a su vida antigua. Esta situación los dejó en una peor condición que aquella en la que se encontraban antes de “experimentar” el cristianismo. La razón es que, de alguna manera, ahora tienen menos esperanza de salvación pues ya pasaron por la vida cristiana y han rechazado desde el conocimiento, en forma explícita, el único camino de salvación. Además, la Escritura deja claro en muchos lugares que, entre más conocimiento tengamos de Dios al rechazar su verdad, mayor será nuestro castigo. Así, hubiera sido mejor que no conocieran la fe cristiana para que todavía tuvieran una esperanza de responder correctamente a ella sin haberla “probado”. Frente a esto, Pedro dice que son como un perro que vuelve al vómito o un chancho que vuelve a revolcarse. Estas personas nunca cambiaron su naturaleza. Inicialmente dejaron su vómito, pero siguieron siendo perros: se comportaron como cristianos, palparon la vida piadosa, recibieron las bendiciones de ella, pero finalmente volvieron a su propio vómito por más sucio, maloliente y asqueroso que éste fuera. Es decir, claramente no nos está diciendo que fueron cristianos y luego dejaron de serlo, sino que, sin cambiar de naturaleza, vivieron la vida cristiana para luego volver a su antigua vida [1]. La ilustración del chancho es muy apropiada también, ya que, aun cuando externamente fueron limpios de la corrupción del mundo y se mostraron como cristianos por un tiempo, tarde o temprano volvieron a revolcarse en el lodo porque nunca dejaron de ser chanchos. Pedro, como un buen pastor que está preocupado por sus ovejas, hace una advertencia final para cerrar esta sección diciéndole a la iglesia que no se deje engañar por estos falsos maestros, pues a pesar de que ellos se reconocen como cristianos verdaderos —y externamente en muchas cosas parecen serlo—, su naturaleza no ha cambiado y nunca han sido parte de la iglesia verdadera. En una de sus cartas, el apóstol Juan también lo expresa con toda claridad, diciendo: “Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros” (1 Jn 2:19). La perseverancia es la prueba de nuestra fe verdadera. Estos falsos maestros saldrán un día de la comunidad de fe, rechazarán el evangelio y al Señor Jesús —a quien un día dijeron seguir—, y mostrarán con ello que nunca fueron cristianos verdaderos. Por ello, la mejor forma que tenemos de asegurarnos de que no hemos sido atrapados por ellos es seguir perseverando hasta el último de nuestros días y continuar reconociendo nuestra necesidad y dependencia del Señor Jesús sin añorar la condición de la cual fuimos sacados.  Pedro nos muestra que aquellas cosas que atraen y desvían nuevamente a los falsos maestros son como el vómito o el barro. Realmente hay que ser un perro o un chancho para abandonar por ellas todos los tesoros de la fe cristiana. Qué triste es ver cómo personas que parecían tan comprometidas en las iglesias, que participaron de misiones, o fueron incluso profesores bíblicos, terminaron un día prestando oídos a los ofrecimientos de los falsos maestros y sus ídolos, y rechazaron al Señor Jesús desde el conocimiento, habiendo ya “probado” el cristianismo, para volver a su antigua vida. Debemos repudiar el pecado y los ídolos y ver cómo estas cosas nos hacen ofender y pisotear a nuestro Creador. Confiando en nuestro Señor Jesús hasta el último de nuestros días, debemos perseverar mientras oramos para que ni nosotros ni nuestros hermanos seamos arrastrados por los engaños de estos personajes y terminemos un día como un perro volviendo al vómito.

[1] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, p. 365). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

Photo of 2º de Pedro - 42
2º de Pedro - 42
Photo of 2º de Pedro - 42

2º de Pedro - 42

Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que les escribo. En las dos he procurado refrescarles la memoria para que, con una mente íntegra... (2 Pedro 3:1)   Cuando estaba escribiendo este devocional, busqué una situación que ilustrara el olvido que podemos sufrir los cristianos. Seleccioné una que funcionaba perfectamente, hasta que luego el editor se dio cuenta de que yo ya la había usado en uno de los primeros devocionales de esta serie. Hay olvidos que no necesariamente conllevan grandes consecuencias, pero los cristianos a diario olvidamos cosas tremendamente fundamentales para nuestra vida. Por eso, el llamado que Pedro ahora hará al final de su carta es que los cristianos recuerden. Pedro ahora cambia drásticamente el tono de su carta luego de la sección que dedicó a hablar de los falsos maestros. Habiendo usado palabras fuertes y hecho acusaciones serias, pasa a hablarles a los destinatarios de la carta como “Queridos hermanos”, aunque una traducción más apropiada sería “amados”. Pedro quiere que los cristianos que están leyendo sus palabras se sientan seguros, como hermanos en Cristo, y puedan percibir que todo lo que les ha estado diciendo surge de su preocupación y amor como pastor por sus ovejas, por más fuertes que estas palabras hayan sido. Entonces, a sus “amados”, vuelve a reafirmarles el propósito de su carta al decirles que les ha escrito para recordarles. La consecuencia de recordar producirá una mente íntegra en cada cristiano. Por otro lado, el aumento de los pensamientos pecaminosos en la vida de una persona será directamente proporcional al olvido de las cosas del Señor. El olvido es algo espiritual, por lo que debemos estar atentos a sus síntomas y peligros. Por ello es tan importante lo que nos está exhortando Pedro. Esto no significa que las cosas del Señor necesariamente desaparezcan de nuestra mente, como por arte de magia, sino que comienzan a ser irrelevantes para nosotros. Y aun cuando las cosas puedan permanecer en nuestra mente, puede haber olvido si ya se han desvanecido en nuestro corazón y no dirigen nuestra vida. Puedes conocer bien muchas “cosas” de la Biblia, puedes saber versículos de memoria y manejar conceptos teológicos apropiados, pero eso no necesariamente significa que éstos tengan autoridad real sobre nosotros. Quizás lleves muchos años en la fe, pero ¿dirige la palabra del Señor cada área de tu vida? ¿Son las palabras de Dios las que vienen a tu corazón para darte paz en los momentos difíciles o mantenerte humilde y dependiente en los éxitos de tu vida? Si no es así, quiere decir que hay síntomas de olvido en tu vida. A veces nos sentimos seguros en lo que conocemos del Señor y su palabra. Eso, en sí mismo, no está mal, pero si finalmente se traduce en dar por sentadas las cosas de Dios, o asumir que no hay nada nuevo en las lecturas del servicio, o bien en cada sermón, quiere decir que hay serios síntomas de olvido. Por eso es que, para hacer frente a esto, Pedro nos llama a recordar, y en forma concreta, debemos hacerlo aprovechando todos los medios que por su gracia el Señor nos ha dado. En algunas iglesias los servicios se llevan a cabo haciendo uso de una liturgia escrita. Muchas personas critican esta modalidad pues la encuentran repetitiva, mecánica o fría, pero ese preciso estilo de culto, cuando está construido fielmente sobre la palabra, tiene el propósito de hacernos recordar cosas fundamentales. La lectura bíblica es el ejemplo más obvio. Muchas veces enfrentamos ciertos capítulos conocidos de la Biblia con un poquito de arrogancia pensando que los conocemos casi de memoria. Sin embargo, debemos volver a leerlos pues podemos olvidar. Si saltas algunos pasajes porque ya te los sabes de memoria y no hay nada nuevo en ellos, puede que haya síntomas de olvido en tu vida. La Santa Cena también tiene el propósito de hacernos recordar, específicamente la muerte de nuestro Señor Jesús, y mantenernos confiados en esta vida en la esperanza de su segunda venida. Cada uno de nosotros debe asumir esta exhortación con humildad y aprovechar cada oportunidad para recordar. Nunca debemos dar por sentadas las cosas del Señor en nuestra vida. Debemos estar recordando constantemente, pues tenemos tendencia al olvido.  Sea que identifiques o no los síntomas del olvido en tu vida, debes escuchar las palabras de Pedro, ya que tanto los que están recordando como los que han olvidado, no deben olvidar recordar.
Photo of 2º de Pedro - 37
2º de Pedro - 37
Photo of 2º de Pedro - 37

2º de Pedro - 37

2 Pedro 2:14b-16 “…son expertos en la avaricia, ¡hijos de maldición! Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balán, hijo de Bosor, a quien le encantaba el salario de la injusticia.  Pero fue reprendido por su maldad: su burrauna muda bestia de cargahabló con voz humana y refrenó la locura del profeta.”   Pedro ahora se refiere a los falsos maestros como expertos en avaricia. En el idioma original,  la palabra que usa es un derivado de “gimnasio”.[1] Es decir, mientras Pablo llama a los cristianos a entrenarse en la piedad, estos hombres están entrenados para la búsqueda de más dinero. En este mismo sentido, Pablo afirmó que los falsos maestros usan la piedad para enriquecerse (1 Timoteo 6:3-10). Como están especialmente “entrenados”, los falsos maestros usarán estratégicas enseñanzas para obtener el dinero de sus seguidores. Tergiversan textos bíblicos, usan versos fuera de contexto, juegan con las propias pasiones y preocupaciones de sus audiencias, se jactan de su propia prosperidad, hacen promesas, provocan culpabilidad, etc., es decir usan la piedad para obtener sus ganancias sin temor de Dios. Además Pedro los compara con Balán, un profeta del Antiguo Testamento (Números 22-24),  quien fue movido por su avaricia, a tal punto, que pensó que podía oponerse a la voluntad de Dios para obtener sus deseos. Intentó desviar a la gente del camino de la verdad para obtener ganancias económicas. Y no solo eso, sino que además influyó negativamente en la moral de Israel (Números 25). Intentó derechamente buscar ganancias y popularidad tergiversando la Palabra de Dios. ¿Entendemos ahora por qué Pedro uso este ejemplo? Irónicamente su burra, un animal irracional, mostró tener mejor discernimiento espiritual y devoción que el propio profeta. Generalmente usamos a los burros para compararlos con aquellas personas que son tercas o bien,  tienen serias dificultades para entender cosas básicas, pero este profeta muestra ser más burro que su propia burra en su actitud de buscar ganancias financieras a costa del pueblo de Dios y falta de temor de Dios. Así mismo, muchas personas que aparentemente conocen sus Biblias y llevan años en la fe, enseñanzas como estas, parecen no hacerles ningún ruido. Incluso muchos no creyentes a veces muestran tener mayor discernimiento espiritual que muchos cristianos, frente a los pastores de la prosperidad. Sin embargo, a pesar de este avaro profeta, Dios en su soberanía decide hablar por medio de él para bendecir a su pueblo. Actualmente muchas personas cuando escuchan a ciertos pastores de la prosperidad dicen: “pero mira esto otro que dijo” “Mira este otro sermón” “Dios me habló sinceramente en este área”. Pero este tan buen ejemplo que nos da Pedro nos muestra que Dios en su soberanía puede bendecir a su pueblo y hablar por medio de estos personajes aun cuando sean como Balán, buscando solo su propio beneficio económico, pues su ministerio profético era solo movido por su amor al dinero. Balán estaba tan ciego por su avaricia que creía tontamente que podía oponerse a Dios en sus propósitos para ese fin.[2] De esta misma forma, muchos falsos profetas llevan a cabo sus prácticas sin cuestionarse de que serán juzgados, solo porque sus iglesias están llenas, porque han alcanzado prosperidad económica o porque incluso Dios los usa a veces como lo hizo con Balán. Las Escrituras nos muestran que ninguna de estas cosas es sinónimo de que eres un siervo aprobado de Dios. Es más, la propia actitud y corazón desviado de este profeta lo lleva a morir enfrentándose en contra de Israel.  Convirtiéndose así en un claro ejemplo, de cual será finalmente el destino de estos personajes por actuar en contra el pueblo de Dios, a pesar de que en sus sermones afirman desear lo contrario. De la misma manera que Balán mal influenció al pueblo de Dios, los falsos maestros de nuestra época han influenciado la iglesia moderna proveyendo enseñanzas materialistas, donde el dinero siempre es un sinónimo de la bendición de Dios y con ello han borrado de los corazones de muchos cristianos las palabras de Jesús, de que el amor al dinero es el principio de todos los males y las tan claras y explícitas advertencias de Pedro y Pablo. Dios no envió a su único Hijo para que seas rico y exitoso, Dios envío a su Hijo para un problema mucho más grande que es tu pecado, Dios envío a su hijo para que todo el que crea en él no se pierda, sino tenga vida eterna. Revisemos nuestro corazón diariamente si es que acaso hemos absorbido las enseñanzas de estos modernos Balán y no lleguemos a ser más burros que una burra.

[1] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, p. 354). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

[2] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y comentario (Vol 18, pp 136.). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

 
Photo of 2º de Pedro - 39
2º de Pedro - 39
Photo of 2º de Pedro - 39

2º de Pedro - 39

“Pronunciando discursos arrogantes y sin sentido, seducen con los instintos naturales desenfrenados a quienes apenas comienzan a apartarse de los que viven en el error.” 2 Pedro 2:18 En este verso Pedro hace una advertencia a los nuevos creyentes e implícitamente a todos los cristianos maduros de cada iglesia. ¿Cómo estamos cuidando a los nuevos como iglesia? ¿Tenemos una sincera y dedicada preocupación por hacernos cargo de ellos? ¿De qué manera nuestras iglesias los ayudan a involucrarse en la comunidad y a ponerlos al cuidado de creyentes maduros que puedan animarlos y apoyarlos cuando lo necesiten? ¿Qué herramientas tenemos como congregación para que puedan crecer en su fe por medio del estudio de la Palabra de Dios? Pedro nos advierte, que siempre va a haber un equipo de bienvenida en nuestras iglesias, ya sea el formado por los creyentes maduros, o bien el de los falsos maestros. Pedro nos muestra que estos están al acecho de los nuevos creyentes para seducirlos y para ello utilizan una estrategia conformada por dos elementos: Primero, lo hacen por medio de discursos arrogantes y sin sentido.[1]  Es decir, utilizan discursos que suenan a una alta calidad intelectual, de una espiritualidad inalcanzable y de gran conocimiento de la Palabra. Su lenguaje y formato deja boquiabiertos a los creyentes nuevos que inocentemente se ven atraídos por estas personas que suenan a creyentes maduros y llenos de conocimiento. Todo esto lo hacen con una llamativa seguridad y confianza, mostrando ser tremendamente persuasivos, pero en verdad son vacíos de contenido y no pueden dar la satisfacción y altura espiritual que prometen.[2]  El segundo elemento de su estrategia es que buscan seducirlos con aquellas cosas pecaminosas que estos nuevos creyentes están comenzando a dejar. Les ofrecen continuar con cosas de su antiguo estilo de vida. Hacen tentadores ofrecimiento de sexualidad, materialismo, vicios diversos, etc., para que estos puedan encontrar justificación, supuestamente bíblica, para poder volver a sus pecados y creer que siguen siendo fieles a Dios. Es decir les ofrecen una forma de poder llamarse cristianos y seguir sus deseos a la vez. Aunque no lo creas, estas cosas siguen ocurriendo en nuestras iglesias hoy. Hay personas que están atentas a los nuevos creyentes y no con intenciones piadosas. A estos les encanta tener propios adeptos y liderarlos, pero sin ser ellos liderados por el Señor Jesús. Es por ello que esta es una advertencia a cuidar primero a todos aquellos que recién se han acercado a la fe. Si eres nuevo en la fe, cuídate, porque estas cosas son reales. Por ello debes buscar buenos líderes que te ayuden a crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios para que ella te diga qué tipo de vida es la que debes tener. Debes tener cuidado y no buscar ser primero un seguidor de personas antes que del Señor Jesús. Por ello debes revisarte constantemente delante de Dios. Revisa tu corazón a la luz de la Palabra teniendo en cuenta que los falsos profetas te ofrecerán cosas que estás comenzando a dejar. Pero también esta es una advertencia implícita para todos nosotros como creyentes. Debemos cuidar a los nuevos creyentes de nuestras iglesias porque va a haber personas al acecho para llevarlos al error nuevamente y hacerlos sus propios seguidores. Si vemos que algún nuevo creyente ha sido tentado por este tipo de cosas, ya sea porque alguien les prestó un libro, tuvieron una conversación, les mandaron un video, los invitaron a un evento, y con ello les surgieron algunas dudas, debemos mostrar misericordia (Judas 22). Es decir, debemos tenerles paciencia, amarlos, pasar tiempo con ellos, conversando, entendiendo sus dudas, orando y leyendo la Biblia juntos y motivándolos a comprometerse de verdad a la fe de la manera que nos enseñó nuestro Señor Jesús y los apóstoles. Este método será mas efectivo que una dura reprimenda. Cuidemos a los nuevos creyentes de estos lobos rapaces y levantémonos para edificarlos y animarlos, por medio de la Palabra de Dios, con paciencia y amor, para que personas que aman de verdad al Señor, y no los falsos maestros, conformen el equipo de bienvenida.

[1] Schreiner, T. R. (2003). 1, 2 Peter, Jude (Vol. 37, pp. 357). Nashville: Broadman & Holman Publishers.

[2] Moo, D. J. (1996). 2 Peter, Jude (p. 149). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of ¿Por qué lloras?
¿Por qué lloras?
Photo of ¿Por qué lloras?

¿Por qué lloras?

Los discípulos regresaron a su casa, pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. —¿Por qué lloras, mujer?—le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto—les respondió. Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. Jesús le dijo: —¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? (Juan 20:10-15a)
¿Hay en este momento de tu vida algo por lo que estés llorando? Este pasaje ocurre en los primeros momentos luego de la resurrección de Jesús. El apóstol Juan vuelve aquí su atención a María Magdalena, quien a pesar de que ya ha visto el sepulcro de Jesús vacío y conocía todas sus promesas acerca de su resurrección, está desesperanzada y lo manifiesta de la forma más común que reflejamos nuestra angustia y tristeza: llorando. Lejos de pensar que Jesús está vivo, piensa que se han robado el cuerpo. Nada parece consolarla. Ni siquiera el inclinar su mirada y ver dos ángeles le hace pensar que algo está ocurriendo. Ni siquiera una experiencia sobrenatural le calma, pues sigue llorando. Los ángeles se percatan de la situación y le preguntan: “¿Por qué lloras?” Es una pregunta simple, pero llena de contenido: ¿Es que acaso no conoces las promesas de Jesús? ¿Es que acaso no viste el sepulcro vacío? ¿Es que acaso nuestra presencia no te dice que algo está pasando?  La razón es que, pese a las pruebas, sigue buscando un cadáver. Sigue buscando a un muerto en vez de gozarse en aquel que ha vencido a la muerte. Entonces vuelve la mirada y ve a Jesús; sin embargo, sus lágrimas no le permiten reconocerlo con facilidad. Su angustia, tristeza y desesperanza le nublan la vista incluso con Jesús delante de ella. Entonces Jesús repite la pregunta de los ángeles, pero agregando una segunda pregunta: “¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?” Toda la desesperanza de María radica en que, en vez de estar buscando a Jesús, está buscando un cadáver. Esto nos ayuda a entender por qué muchas veces nosotros nos sentimos desesperanzados, por qué muchas veces lloramos sin consuelo, por qué estamos angustiados a pesar de todo lo que está delante de nosotros. Y la razón es que muchas veces estamos buscando un cadáver en vez de buscar a Jesús. ¿Te sientes desesperanzado o angustiado? Si la respuesta es sí, entonces agrega la pregunta de Jesús: “¿A quién buscas?” ¿Estás buscando a Jesús o estás buscando un cadáver? ¿Cuál es el cadáver que estás buscando? ¿Cuál es el cadáver sobre quien realmente están puestas tus esperanzas? ¿Tu salud, dinero, carrera, familia, apariencia, opinión de la gente? Puede que en este momento de tu vida estés llorando y desesperanzado aun cuando Jesús está vivo delante tuyo. O puede que estés feliz en este momento, pero tarde o temprano tendrás un cadáver en tus manos y estarás a la puerta de su sepulcro llorando, pues cualquier cosa que no sea Jesús un día se acabará. Limpia tus lágrimas y entrégate a los brazos de aquel que ha vencido la muerte y está delante tuyo con los brazos abiertos para recibirte. Aquel que entregó su vida para tu salvación eterna y secar tus lágrimas y las de tu familia para siempre. Que esta Semana Santa tú y tu familia puedan dejar de buscar un cadáver y entregarse a los brazos del único que vive y reina para siempre.
Photo of 2º de Pedro - 43
2º de Pedro - 43
Photo of 2º de Pedro - 43

2º de Pedro - 43

…recuerden las palabras que los santos profetas pronunciaron en el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles. (2 Pedro 3:2)   En el país en que vivo, se acaba de destapar una masiva estafa de una empresa de inversiones. Ofrecían intereses realmente absurdos a quienes invirtieran su dinero con ellos. Pero, pese a lo ilógico del ofrecimiento, muchas personas, de diverso nivel social y cultural, cayeron en la estafa. No verificaron la veracidad de lo ofrecido, y de alguna manera, su deseo de obtener la máxima utilidad hizo que su mente justificara y creyera algo que claramente era ilusorio y falso. Hoy, Pedro nos dirá cómo evitar este tipo de ofrecimientos en la fe. En el versículo anterior destacó la importancia de recordar. Ahora especifica qué es lo que quiere que sus destinatarios recuerden: las palabras de los profetas y el mandamiento que Jesús nos dejó por medio de sus apóstoles. Este llamado surge ante la posibilidad de que sus destinatarios comenzaran a seguir las nuevas enseñanzas introducidas por los falsos maestros. Éstas eran un gran peligro, y sobre todo cuando les daban licencia para despreocuparse de su moral. Por ello, Pedro los llama a recordar las palabras de los apóstoles y de los profetas del Antiguo Testamento. Así, expresa con claridad la autoridad de sus palabras como provenientes del Señor mismo. ¿A qué se refiere específicamente Pedro con el mandato de los apóstoles y las palabras de los profetas? Según el contexto de la carta, vemos que se refiere al llamado de no descuidar la santidad a la luz del futuro juicio en la venida del Señor. Recordemos que los falsos profetas estaban diciendo que no había que preocuparse de la vida moral de las personas porque Cristo no volvería a juzgar. Pero Pedro llama a que, en medio de las tentadoras falsas enseñanzas, ellos recordaran las palabras del Señor mismo dadas por medio de sus fieles mensajeros. El acceso a la gran variedad de información que hoy nos da Internet es infinito. Pero con ello, los cristianos pueden igualmente acceder a una gran variedad de enseñanzas provenientes de personas que dicen ser cristianas y se autodenominan pastores. Existe una gran variedad de enseñanzas e interpretaciones sorprendentes. Sin embargo, es quizás mucho más sorprendente la cantidad de cristianos que prestan oído a estas enseñanzas sin siquiera darse la molestia de verificarlo en sus Biblias. La razón de su popularidad es que muchas de las variadas, originales, pero al fin y al cabo falsas enseñanzas que circulan son tremendamente llamativas y tentadoras pues ofrecen satisfacer nuestras luchas y tentaciones más profundas. Hay una frase que dice “lo que el corazón quiere, la mente lo justifica”, por lo que, por más absurda que pueda sonar una enseñanza, si es algo que nuestro corazón anhela, de alguna u otra forma, y algunas veces de forma muy creativa, nuestra mente encontrará algún argumento para creerlo. Hace unos años escuché un sermón en que el pastor citaba el Salmo 86 diciendo que todos nosotros somos dioses, y como tales, merecemos lo mejor de esta tierra. Merecemos los mejores automóviles, relojes, bolsos de diseñador, etc. Por más absurda que pueda sonar esta enseñanza, es sorprendente la popularidad que alcanzan pastores como estos. Por eso es tan importante que escuchemos la amonestación de Pedro y recordemos las palabras que Dios nos ha dado por medio de los profetas y de los apóstoles. Debemos ir a su palabra para recordar cuál es su enseñanza dada por medio de sus fieles mensajeros. Su palabra debe ser nuestra fuente de autoridad para todas las áreas de nuestra vida; no solamente cuando algo nos “gusta”. Por ello, el llamado es claro: Abre tu Biblia cada día para recordar las enseñanzas del Señor. ¿Quién es la verdadera fuente de autoridad en tu vida? ¿La palabra de Dios, o los anhelos de tu corazón? Que día a día puedas ir a tu Biblia, y por medio de ella, el Espíritu Santo te recuerde las fundamentales y únicas enseñanzas de Dios para tu vida y no caigas en ofrecimientos absurdos.
Photo of 2º de Pedro - 44
2º de Pedro - 44
Photo of 2º de Pedro - 44

2º de Pedro - 44

Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará… (2 Pedro 3:3)  

¿Se han burlado alguna vez de tu fe? ¿Cómo te sentiste?

Siempre recuerdo, con mucha tristeza, una época del colegio en que hice bromas muy pesadas a un compañero de curso. Lo molestaba por su forma de hablar, por las cosas que decía, y cuando volvíamos a casa, me divertía impidiéndole bajar en la estación del metro que le correspondía. Nunca pensé cómo esto le podía dañar, pues solo seguía mis propios instintos para hacer lo que me parecía divertido. El pecado en nosotros enceguece de tal forma que nos puede llevar muy lejos en el daño que podemos causar a otros. 

Ahora que conozco a Cristo, miro hacia atrás, siento vergüenza y oro para que Dios pueda sanar cualquier herida que haya causado en ese compañero. Sin embargo, hoy también me ayuda a tener la perspectiva correcta frente a lo que Pedro nos presenta en este verso.

Pedro nos advierte que personas se burlarán de nuestra fe. Nos menciona dos cosas en relación con ellos: (1) que existirán y (2) que actuarán siguiendo sus malos deseos. 

Primero, los burladores fueron, son y serán una realidad en nuestra vida cristiana. Esto no empezó a ocurrir recién en la iglesia primitiva, sino que estuvo presente desde tiempos antiguos en el pueblo de Israel. Por ejemplo, el Salmo 89:50 menciona: “Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.”   

Estos personajes son una realidad desde tiempos antiguos y siguen siendo parte de nuestra vida cristiana. Si alguien se ha burlado de tu fe —o lo hiciera en el futuro—, debes recordar que Dios, por medio de Pedro, nos advirtió que esto ocurriría. Por tanto, lejos de sentirnos amedrentados e inseguros por personas que toman nuestra fe para la risa, debemos sentirnos más seguros y confiados de que Dios y su conocimiento de lo que sucederá en la historia es real.

Lo segundo que Pedro nos dice es que los burladores actuarán siguiendo sus malos deseos. En otras palabras, los que se burlan de nuestra fe lo hacen como consecuencia de su pecado. En este sentido, hay tres cosas importantes que debemos recordar. La primera es que, como dice Pablo: “En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios” (Efesios 2:3). Es decir, nosotros también actuábamos siguiendo nuestros deseos pecaminosos, por lo cual merecíamos la ira de Dios tal como estos burladores. No nos diferenciábamos en nada: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!” (Efesios 2:4-5) 

Entonces, cuando enfrentemos estos difíciles momentos, tengamos la perspectiva correcta de ellos y de nosotros mismos, y recordemos que, si la misericordia de Dios no nos hubiera alcanzado, seríamos igual que ellos.

En segundo lugar, debemos confiar en que Dios es el único juez quien juzgará al mundo con justicia (Salmo 9:8), y por tanto, toda obra contra el pueblo de Dios no quedará impune. Por ello, no debemos tomar la justicia en nuestras manos sino dejar todo en las de Dios sabiendo que él es quien hará justicia un día.

Y finalmente, eso nos da la libertad y la seguridad para que, en vez de ponernos nerviosos, enojarnos, responder a la defensiva o de forma violenta, podamos orar por estas personas como Jesús lo ordenó para que, tal como sucedió con nosotros, Dios les conceda misericordia y los libre de obedecer sus malos deseos: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos” (Mateo 5:44).

Que cuando vengan los burladores a tu vida la próxima vez (porque van a venir), el Espíritu Santo nos pueda recordar estas importantes verdades para poder sentirnos seguros en él, humildes, y aprovechar la libertad que tenemos para amar y orar por todos aquellos que nos atacan con sus bromas pesadas.

Photo of 2º de Pedro - 45
2º de Pedro - 45
Photo of 2º de Pedro - 45

2º de Pedro - 45

Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación.» (2 Pedro 3:3-4)   En 1989, un gran terremoto sacudió a Armenia. En solo 4 minutos destruyó la nación, muriendo más de 3000 personas. Momentos después de ocurrido, un padre corrió hasta la escuela para salvar a su pequeño hijo. Cuando llegó, vio que el edificio estaba en el suelo. Desesperadamente comenzó a levantar los escombros. Cuando sus fuerzas comenzaron a agotarse, recordó algo fundamental. Un día que llevaba a su hijo a la escuela le dijo: “Hijo, no te preocupes, yo siempre estaré ahí para ayudarte.” Había hecho una importante promesa que no podía dejar de cumplir, así que siguió buscando durante 38 horas más hasta que de pronto levantó un gran trozo de concreto y escuchó la voz de su hijo. Le gritó: “¡Aman, Aman!” Y una dulce voz le contestó: “¡Acá estoy, papi!” Les dije a los otros niños que, a pesar de que no veíamos nada, yo sabía que estabas haciendo todo para rescatarme.” En nuestro devocional anterior vimos cómo Pedro nos advierte de la presencia de personas que se burlarían de nuestra fe. Ahora nos menciona una burla específica que harían. Se burlarían de la promesa de la segunda venida de Jesús bajo el argumento de que, desde la creación misma, nunca han visto la mano de Dios en los acontecimientos de la historia. Sin embargo, la Biblia nos muestra que Dios es un Padre fiel que cumplirá su promesa, y aun cuando a veces no lo veamos, sabemos que en cada segundo de nuestra vida está moviendo los escombros necesarios para cuidarnos y salvarnos.  Muchas veces los cristianos también olvidamos esto, pero la palabra de Dios nos muestra dos importantes verdades en relación con el rol activo de Dios sobre la historia frente a los cuestionamientos de los burladores: (1) Dios es soberano y (2) no debemos afirmar más de lo que se nos ha revelado. Primero, la Biblia nos muestra que Dios esta íntimamente involucrado en cada acontecimiento de la historia del hombre y del universo: Él es soberano sobre los tiempos, las épocas y las autoridades de la tierra (Dn 2:21; Ro 13:1), las lluvias (Sal 147:8), y la vida de cada hombre (Hch 17:26). En resumen, Él es quien sustenta todo (Heb 1:3).  Esto debe darnos paz y confianza en todo sentido: Saber que su mano está presente sobre nuestras vidas, sobre todos los acontecimientos y sobre todos los eventos de la naturaleza o el universo. No logramos imaginar la cantidad de detalles y variables que Dios maneja de nuestra vida. Realmente debemos descansar sobre su mano amorosa y no estar angustiados por posibles enfermedades, desastres naturales, accidentes o sobre un nuevo posible fin del mundo cada vez que se acerca una fecha especial. Él es quien controla los tiempos y, por tanto, es quien ha decidido un día para que su Hijo venga por segunda vez a buscar a los suyos. En segundo lugar, si bien por su gracia nos ha revelado que él está soberanamente detrás de cada acontecimiento, no podemos ir más allá y afirmar cosas sobre las que no estamos seguros. Debemos declarar solo lo que por su gracia él nos ha concedido entender (1 Co 2:12). No podemos, por ejemplo, interpretar a Dios diciendo que tal o cual desastre natural ocurrió como un juicio suyo sobre el pecado de una determinada nación. Sí, Dios es soberano, y sí, juzga con justicia, pero no tenemos la autoridad ni el conocimiento para interpretar específicamente las obras de Dios. Solo nos corresponde saber que él sigue íntimamente en control y sostendrá nuestras vidas pase lo que pase. Debemos sentirnos seguros de que él ha estado y estará presente sobre cada circunstancia de la historia, y aun cuando a veces no veamos su mano, podemos confiar en que un día enviará nuevamente a su Hijo a rescatarnos y llevarnos a su lado por toda la eternidad, pues todo este tiempo ha estado fielmente moviendo escombros.
Photo of 2º de Pedro - 46
2º de Pedro - 46
Photo of 2º de Pedro - 46

2º de Pedro - 46

Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. (2 Pedro 3:5-7)   Hace algunos meses me pidieron dar una charla que desde el primer minuto se transformó en un dolor de cabeza. No vale la pena entrar en los detalles del por qué no quería hacerlo, pero claramente era algo que hubiera querido evitar a toda costa. Generalmente soy muy ordenado con mi agenda, pero algo sucedió esta vez y olvidé anotarlo. Recuerdo aquella llamada en la que, en un segundo, se me cayó todo. Me llamaron para preguntarme dónde estaba, pues la gente me estaba esperando. Lo había olvidado por completo. Me demoraría una hora en llegar al lugar, así que era imposible que llegara. Sólo me quedó pedir perdón por mi falta. Siempre me he preguntado si simplemente lo olvidé o mi falta de disposición para hacerlo hizo que de alguna manera lo olvidara. Sea como sea, fue un olvido conveniente para mí, pues al final no tuve que cumplir con la responsabilidad que tenía y que nunca quise llevar a cabo. En el texto del devocional anterior, Pedro nos advirtió de la presencia de burladores que pondrían en duda que Dios juzgará un día al mundo argumentando que, desde la creación, no han visto la mano de Dios interviniendo en la historia. Ante esto, en estos versos Pedro nos presenta dos argumentos para anunciar el inevitable futuro juicio de Dios, al contrario de lo que ellos están diciendo. El primer argumento dice relación con la creación. Pedro dice que ellos intencional y convenientemente olvidan que Dios mismo fue quien creó todo. Es la participación más evidente y fundamental de Dios en la historia de la humanidad. Este argumento parte de una total contradicción de los mismos burladores. Ellos están diciendo que nunca han visto la mano de Dios involucrarse con la humanidad. Su contradicción está en que están diciendo que desde la creación no han visto su mano, pero ellos mismos al hablar de la creación dan por hecho la existencia de un creador. Por tanto, si Dios es quien ha creado todas las cosas, y así, ha marcado el inicio de los tiempos por el poder de su palabra, tiene poder para ponerle término cuando él lo desee. Por tanto, el primer argumento de Pedro para esperar el futuro juicio divino es que, si Dios creó todo, puede también poner término a todo en el plazo establecido por su propia voluntad. El segundo argumento guarda relación con el juicio que Dios ya trajo una vez sobre la tierra por medio del diluvio, en tiempos de Noé, cuando juzgó la maldad de los seres humanos inundando todo y salvando sólo a una familia escogida por gracia. Por tanto, a diferencia de lo que afirman los burladores, Dios sí se ha involucrado en los acontecimientos de la historia, y más aun, ya ha juzgado a la tierra por su pecado, inundándola con agua y salvando a una familia de forma inmerecida. Así, si Dios ha dicho que va a juzgar a la humanidad en el futuro y ha dado una muestra de que es capaz, se hace evidente que en el futuro lo hará. Un día pondrá término al mundo y dará paso a un nuevo cielo y una nueva tierra (Ap 21) en que habitará por toda la eternidad con todos aquellos que han puesto su fe en su Hijo Jesucristo. El olvido intencional de los burladores ha perseguido su propia conveniencia porque, como supuestamente nunca serán juzgados por ello, eso significa que no necesitan preocuparse de su manera de vivir. Frente a esta realidad debemos estar atentos y no olvidar que el juicio de Dios vendrá pase lo que pase. La manera en la que vivimos hoy guarda directa relación con la visión que tenemos del futuro de la humanidad y del juicio de Dios. Nuestras prioridades, anhelos, esperanzas y preocupaciones se ven directamente afectados por nuestra visión del mundo futuro. La tentación es siempre creer que la mejor y más valiosa vida es aquí y ahora. Constantemente nos veremos tentados a adoptar una visión cortoplacista del mundo y de la vida. Frente a ello, es fundamental que vayamos a la palabra de Dios en busca de las promesas y esperanzas futuras para que no perdamos el foco de lo que la vida y el futuro significan y no suframos un olvido conveniente.

Photo of 2º de Pedro - 47
2º de Pedro - 47
Photo of 2º de Pedro - 47

2º de Pedro - 47

Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (2 Pedro 3:8) Siempre me ha llamado mucho la atención esa tan certera frase de Mafalda: “Paren el mundo que me quiero bajar”. Muchas veces tenemos esa sensación de que el tiempo y la vida transcurren mucho más rápido de lo que somos capaces de comprender, por lo que sentimos esa necesidad de que las cosas pudieran detenerse totalmente. Cuando estamos esperando una fecha especial, como por ejemplo las vacaciones, y faltan, digamos, 3 meses, queremos que el tiempo pase rápido; luego quedan 2 semanas, luego 1 día, y de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, ya pasó hace dos meses. Sin duda, la velocidad del tiempo es algo muy relativo en nuestra percepción humana de él. En los versos 8 y 9, Pedro vuelve a hablarles a sus hermanos en la fe para darles dos razones por las que el regreso de Cristo se ha retrasado (si es que pudiera hablarse de retraso). En este devocional veremos la primera razón, que tiene que ver con la relatividad del tiempo para Dios, pues “para el Señor un día es como mil años”. Que Jesús no haya regresado aún puede parecer mucho tiempo para nosotros, pero para él es como si hubiera pasado solo un día. Los planes de Dios no se someten a nuestra perspectiva del tiempo. Si para nosotros una gran espera termina pasando en un abrir y un cerrar de ojos, cuán relativa se hace nuestra interpretación de lo que concluimos que es una demora de Dios. Él, en su infinita sabiduría, sabe cuál es el tiempo adecuado para cada cosa. Él sostiene el universo como también sostiene nuestra vida y ha establecido cada momento perfecto para cada etapa de ella. Dios no tiene que rendir cuentas por el tiempo en que hace cada cosa, pues él no se somete al tiempo ya que es su Creador, por lo que no podríamos argumentar nunca que no ha hecho las cosas en el tiempo adecuado. Cada cosa que decide hacer en el momento estipulado por él es en esencia adecuado y correcto. En este verso, Pedro cita el Salmo 90:4 (“Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche”), donde el salmista también reconoce el gran contraste de la eternidad de Dios frente a nuestra temporalidad y la perspectiva que tenemos de ella. La ansiedad que nos producen los plazos, la espera de una respuesta importante, que lleguen ciertas fechas o eventos especiales, muestra que necesitamos confiar más aun en su perfecta sabiduría y soberanía sobre nuestra vida, mientras reconocemos cuán subjetivo es nuestro juicio con respecto al tiempo. Él somete el tiempo a sus planes y no debemos dudar de que cada cosa ocurre en el mejor momento establecido por él. Debemos recordar siempre que los planes de Dios no fallan ni pierden fuerza o vigencia por el paso del tiempo. No hay plazo que pueda poner en duda la fidelidad de Dios y su íntima preocupación y ocupación por cada cosa que ocurre en nuestras vidas. Debemos ser alentados por las palabras del salmista en el Salmo 33:20: “Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo.” Por tanto, no estemos preocupados porque “ya pasó demasiado tiempo”, ya sea para la segunda venida de nuestro Señor Jesús o para cualquier cosa por la que estemos esperando. Como dijo el salmista, esperemos confiados en el Señor con la convicción de que él está preocupado por nosotros y en su infinita sabiduría ha definido un momento perfecto para cada cosa de la historia. Nunca llegará tarde contigo, pues no olvides que para él un día es como mil años.
Photo of 2º de Pedro - 52
2º de Pedro - 52
Photo of 2º de Pedro - 52

2º de Pedro - 52

Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. (2 Pedro 3:13) Hace unos años, una mujer, madre de tres hijos y con graves problemas económicos, fue detenida por la policía, por orden del tribunal, por no tener en buen estado el antejardín de su casa. Ella afirmó que a duras penas tenía para darles de comer a sus hijos, y por tanto, menos aun tenía para el jardín de fuera de su casa. Alcanzó a estar dos noches en reclusión nocturna hasta que una empresa de paisajismo se compadeció de su situación y arregló su antejardín. Muchos que supimos de esta historia sentimos una gran impotencia, aumentada aun más por las constantes noticias de cómo muchas personas que roban casas de forma violenta y armadas quedan luego libres de sus controles de detención. Claramente esto nos muestra que hay algo que anda mal en nuestra sociedad. Las injusticias son algo constante en el mundo en el que vivimos, y no solo con nuestro sistema de justicia, sino que hasta en las cosas más cotidianas de nuestra vida. Lo peor es que hay una sensación de que las cosas no mejoran, sino que cada vez son peores, por lo que una sensación de frustración nos inunda constantemente. Pero frente a esta realidad, Pedro nos recuerda la buena noticia de que esto no durará para siempre, pues con la segunda venida de nuestro Señor Jesús esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia. Lo primero que nos muestra esta promesa es que la salvación no es algo meramente espiritual. La salvación y la vida eterna implicará una realidad física para nosotros. Existen diversas interpretaciones en relación con la forma en que Dios cumplirá esta promesa, ya sea si Dios destruirá todo y creará algo totalmente nuevo, o bien si será una purificación de lo existente. Sinceramente creo que es difícil estar seguros en una posición u otra, pero sí creo que lo importante no es el “cómo”, sino que podemos estar totalmente seguros de que lo va a hacer y vivir nuestra vida actual bajo la luz de esa certeza. Además podemos estar seguros de que ese será el mejor lugar en que podamos habitar y donde todas nuestras frustraciones actuales se acabarán, pues como dice Pedro, habitará la justicia de una forma perfecta. Todos los anhelos de justicia modernos frente a la realidad del mundo en el que vivimos serán por fin satisfechos. Toda esta realidad debe provocar efectos profundos en nuestra vida presente. Primero podemos enfrentar con esperanza toda circunstancia de esta vida actual, y frente a cualquier injusticia que suframos, aun en nuestra propia vida, pues sabemos que tendrá un límite y un término. Si bien sabemos que Dios puede solucionar toda dificultad en nuestra vida, tenemos además la esperanza de que todo este tipo de cosas se acabarán para siempre un día. Por tanto, cuanto estés enfrentando alguna situación de injusticia en tu familia, trabajo o colegio, mira hacia adelante y ten la esperanza de que no será para siempre. Además te da la seguridad de que puede haber una esperanza para el mundo en que vivimos, pero que esa esperanza está en Jesucristo, por lo que te motiva mucho más aun a compartir acerca de él y mostrarles a todos lo que te rodean que en él está la respuesta para toda circunstancia de nuestra sociedad. Lo segundo es que, si esta será la dinámica de la eternidad, pues es la forma en la que actúa nuestro Padre celestial con quien habitaremos por toda la eternidad, debemos comenzar a vivir y a buscar esta forma de vida desde ya. Debemos preguntarnos si en los diversos escenarios que Dios nos ha puesto estamos realmente buscando la justicia en las diversas circunstancias que enfrentamos. Finalmente nos da la tranquilidad y desprendimiento necesario de lo que esta vida significa. Este no es nuestro hogar definitivo, por lo que podemos vivir con tranquilidad, esperanza y dando nuestra vida en pos de los demás. Esta realidad quita todo temor a la muerte o echa fuera toda desesperanza que podamos estar sufriendo por los problemas de esta vida, pues tenemos una vida mucho más valiosa y duradera. ¿Tus decisiones, preocupaciones, temores y perspectiva sobre tu vida reflejan esta esperanza? Un día nuestro Señor Jesús volverá y nos llevará definitivamente a aquella tierra nueva y ese cielo nuevo eterno donde habitará la justicia.
Photo of 2º de Pedro - 51
2º de Pedro - 51
Photo of 2º de Pedro - 51

2º de Pedro - 51

Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? (2 Pedro 3:11-12) El año 1995 fue un año muy difícil para mí. Con 12 años, diversos problemas familiares hicieron que pasara por un tiempo muy angustiante. Sin embargo, en medio de eso, un día mi abuela paterna llamó a la casa para contarme que me llevarían de vacaciones a Disney. El sueño que muchos niños tienen, de viajar a este lindo lugar, se hizo realidad en un momento muy difícil de mi vida. Esta realidad hizo que lo valorara y agradeciera mucho más, y que, desde aquel llamado, lo esperara con muchas ansias y alegría. Además, entre ese llamado y el viaje, mi perspectiva de los difíciles momentos cambió totalmente y ya nada pareció importar pues, al fin y al cabo, se acercaba el viaje de mis sueños. En estos versos Pedro nos dice que los cristianos debemos vivir en este mundo con una espera mucho más ansiosa y esperanzadora aun. Vivimos en esta vida con la perspectiva de que un día haremos el verdadero viaje de nuestros sueños al ir a nuestro verdadero hogar cuando el Señor Jesús vuelva. Debemos anhelar con todo nuestro corazón que ese momento llegue cuanto antes, pues no habrá un mejor estado ni lugar que cuando podamos ir a la eternidad con nuestro Dios gracias a lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Pablo tenía esta correcta perspectiva de la venida del Señor y la vida eterna. En Filipenses hace una declaración muy radical en relación con este tema: “Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo.” (Fil 1:22-24). Pablo estaba convencido de que no había nada mejor que un día morir y estar con Cristo, y la única razón por la que encuentra provechoso seguir en esta vida es por el bien de la iglesia; para seguir predicando el evangelio y poder servir a sus hermanos en la fe. Él sabe que, independiente de las circunstancias de su vida, no hay nada mejor que estar con el Señor para siempre en la vida eterna, y por ello, espera este momento ansiosamente y con esperanza. Muchas veces es más fácil poder entender a Pablo cuando estamos pasando por alguna circunstancia difícil, como una enfermedad, o bien en medio de la persecución violenta que sufren hermanos en la fe en otras partes del mundo, cuando sin previo aviso alguien puede entrar a sus iglesias o a sus casas y asesinarlos junto a sus familias por su fe en Jesús. La esperanza es que podemos aguardar ansiosamente, con toda certeza, que un día el Señor volverá e iremos por la eternidad a su reino y tendremos una vida que jamás podremos experimentar en el presente. Cualquiera sea la circunstancia difícil que estés enfrentando en este momento, puedes esperar ansiosamente la venida del Señor con la misma certeza, y con ello, confiar en que ese dolor tendrá término. Sin embargo, esta ansiosa espera debe ser una realidad para todos como cristianos en toda circunstancia y no solamente cuando estamos pasando por momentos difíciles. Esperamos ansiosamente, pero otros eventos de nuestra vida. No queremos morir hasta que nos hayamos casado, o hayamos logrado realizarnos laboralmente, o quizá hasta ver a nuestros hijos casados, terminar una carrera, etc., etc. Estas son cosas buenas que podemos disfrutar y dar gracias a Dios por permitirnos vivirlas, pero no debemos olvidar que cualquier alegría de este mundo es solo una sombra, un reflejo, un preámbulo del gran gozo eterno que experimentaremos aquel día en que partamos con el Señor, por lo que siempre debemos recordar que el verdadero y definitivo gozo solo llegará en ese momento. No debemos perder esa perspectiva, pues Jesucristo no ha muerto para que simplemente podamos ser felices y disfrutar limitadamente en esta vida, sino por toda la eternidad. Que cada día, frente a toda circunstancia difícil o triste que estés pasando, puedas ser animado por esta realidad, y frente a toda circunstancia alegre, puedas gozarte en que es solo un mero preámbulo de la verdadera alegría que un día tendrás, y de esta forma, puedas anhelar en todo momento la venida del Señor en una ansiosa espera.
Photo of 2º de Pedro - 49
2º de Pedro - 49
Photo of 2º de Pedro - 49

2º de Pedro - 49

Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. (2 Pedro 3:10) Hace algunos años estábamos en un restaurant en la fiesta de fin de año de la empresa de mi esposa, cuando una llamada arruinó toda la noche. Habían entrado a robar a la bodega de la empresa, maniatando al cuidador y robando una millonaria suma de mercadería. Claramente la fiesta no pudo continuar. Varios partieron hacia el lugar y el resto no tenía ningún ánimo de seguir celebrando. Nadie esperaba que el mismo día de la fiesta entraran a robar. Si hubiéramos sabido que los ladrones vendrían ese día, claramente la fiesta no se hubiera hecho y todos se habrían  quedado en el lugar vigilantes y alertas, listos para defender el lugar. Pedro nos dice que Jesús vendrá un día como un ladrón. Es decir, de forma totalmente sorpresiva y cuando nadie se lo espere, el Señor vendrá por segunda vez para juzgar al mundo y todos aquellos que hayan puesto su fe en él tendrán vida eterna. El apóstol vuelve a reafirmar la certeza de la venida del Señor, a diferencia de lo que los falsos profetas afirman, y utiliza la ilustración que el mismo Señor Jesús utilizó (Mt 24:42-44), así como también Pablo (1Ts 5:2), para señalar el carácter sorpresivo o inesperado de su venida. En varias oportunidades el Señor señala que no podemos saber cuándo será el día o la hora de la segunda venida, por lo que debemos vivir siempre como si esto fuera inminente. Cuando ocurren ciertos eventos como grandes guerras o catástrofes, la gente comienza a interpretar dichos hechos como una señal de que la venida del Señor se aproxima. Por ejemplo, la guerra del Golfo en 1991 desencadenó en EE.UU. una serie de interpretaciones y acciones en los cristianos quienes pensaron que era una señal clara de que la venida del Señor Jesús se aproximaba en el corto plazo. Su evangelismo comenzó a ser realmente urgente y las prioridades de los creyentes cambiaron drásticamente [1]. Sin embargo, comenzaron a vivir conforme a lo que la misma Escritura nos muestra que un hijo de Dios debiera vivir en cada momento de su vida. Quizá este sea un efecto positivo sobre la iglesia pero, ¿qué ocurre con los cristianos en aquellas épocas de mayor paz y tranquilidad? ¿Acaso los creyentes no debiéramos siempre evangelizar con urgencia y vivir cada día en una forma que agrade al Señor? A pesar de que la respuesta es clara, vemos el efecto masivo que estos eventos provocan en la vida de los creyentes. Por ello es que esta ilustración es totalmente oportuna para que, como iglesia, vivamos de la forma correcta en toda época. El Señor vendrá en cualquier momento, de forma totalmente sorpresiva y cuando menos lo esperemos, pero no nos debe caber duda de que vendrá. Por tanto, el llamado es que debemos vivir conforme a esta realidad. Con mucha facilidad olvidamos la certeza e inminencia de la venida del Señor Jesús, y eso se ve de manera práctica en nuestras vidas. Esto debe afectar profundamente nuestras prioridades en todo sentido, partiendo por afectar la constancia y urgencia de nuestro evangelismo, pero en general debe afectar toda nuestra vida. ¿Vives conforme a esta realidad? Que el Espíritu Santo no permita que olvidemos esta realidad, y que vivamos conforme a ella cada día de nuestra vida para que, cuando el Señor venga, no nos sorprenda mientras estamos de fiesta.

[1] MOO, D. J. (1996). 2 Pedro, Jude (pp. 194-195). Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House.

Photo of 2º de Pedro - 48
2º de Pedro - 48
Photo of 2º de Pedro - 48

2º de Pedro - 48

El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. (2 Pedro 3:9) Recuerdo mi primer examen de Derecho Civil en la universidad. Entraba toda la materia del año y había mucho que estudiar, sin embargo, durante esa semana hubo otro examen y el tiempo no había sido suficiente. Estábamos citados a las 8:30 de la mañana y, cuando estábamos sentados y listos para lo que claramente sentíamos que sería un desastre, una persona apareció y nos informó que el profesor se había retrasado. Sin embargo, el examen no sería tomado sólo unos minutos más tarde, sino 9 horas después. Esas 9 horas fueron nuestra gran oportunidad para estudiar en grupo y salvarnos. Esas 9 horas fueron un espacio inesperado e inmerecido de misericordia para evitar el seguro desastre. En este verso Pedro nos da la segunda razón por la que Cristo aún no ha vuelto y es porque Dios tiene paciencia y misericordia con nosotros. Él ha estipulado este tiempo para que las personas puedan arrepentirse y confiar en él. Por tanto, este tiempo, lejos de considerarse una tardanza o demora en sus planes, es una muestra de su misericordia con la humanidad para que puedan arrepentirse todos aquellos quienes no lo han hecho. ¿Cuántos de nosotros hubiéramos enfrentado el desastre eterno si Jesucristo hubiera vuelto 20 años atrás? Pedro nos dice que la perspectiva de cada día que pasa sin que Jesús llegue es totalmente diferente a la que algunos piensan. Algunos dicen que Dios se ha retrasado y esto ha ocurrido como muestra de su infidelidad. Irónicamente algunos piensan que se ha olvidado de nosotros y sus promesas se han diluido, como si ya no le importáramos o bien como si él no tuviera nada que ver con la humanidad. Sin embargo, la razón de que aún no haya ocurrido es totalmente la contraria. Es una muestra de su gracia, fidelidad y misericordia para que más y más personas puedan arrepentirse. Sin embargo, un día ese tiempo se acabará y Jesús volverá a juzgar al mundo y todo aquel que no se haya arrepentido ya no tendrá oportunidad para hacerlo. Esto tiene dos implicancias para nosotros. La primera es: ¡¡¡Arrepiéntete!!! Solo por la misericordia de Dios aún estás a tiempo de hacerlo si no lo has hecho. Y si crees que lo has hecho, no está de más que te preguntes si realmente te has arrepentido de tus pecados y tu confianza está puesta en lo que el Señor Jesús hizo por ti en la cruz. Si eres un cristiano nominal o un ateo, no importa, arrepiéntete mientras aun tengas oportunidad. Este es el momento. Mi oración es que mientras leas esto puedas ver la grandeza de tu pecado que te ha separado de Dios, arrepentirte y ver la mayor grandeza de Jesucristo quien, aun siendo Dios, ocupó tu lugar en la cruz y recibió el castigo para que pudieras tener perdón y vida eterna. La segunda implicancia es que, si ya has puesto tu confianza en el Señor Jesús, este es el tiempo que debemos aprovechar para poder anunciar a todos de la buena noticia del evangelio. Este es el tiempo de misericordia para que todos los que nos rodean vengan al arrepentimiento, por lo que debemos aprovecharlo al máximo buscando ese fin. La predicación del evangelio debe ser nuestra prioridad de vida, y nuestro tiempo, recursos, oraciones, anhelos y deseos deben reflejarlo. Este es el tiempo para que puedas predicarles a tus familiares, amigos y todo aquel que te sea posible; que aún no conoce al Señor. Aprovechemos esta gigante oportunidad que se nos ha dado para el arrepentimiento. Aprovechemos este tiempo extra de misericordia para que podamos arrepentirnos y anunciar su amor a todo el que podamos mientras aún gocemos de su bendita demora.
Photo of 2º de Pedro - 53
2º de Pedro - 53
Photo of 2º de Pedro - 53

2º de Pedro - 53

Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. (2 Pedro 3:14) Siempre me ha gustado mucho el fútbol y, en mi etapa universitaria, admiraba a Ronaldinho Gaucho quien fue el mejor jugador del mundo los años 2004 y 2005. Soñaba con jugar como el mejor de todos, pero claramente estaba muy lejos de hacerlo. Por ello, imaginaba qué sucedería si un día recibiera, por arte de magia, todo su talento para el fútbol. Claramente no me hubiera quedado en mi casa jugando contra la pared. Me hubiera esforzado al máximo por ocupar ese talento cuanto fuera posible. Imaginaba cómo hubiera tratado de ganar todos los campeonatos de la universidad, me hubiera ido a probar en mi equipo favorito y hubiera llegado a la selección de mi país. No hubiera podido desaprovechar ese enorme y admirado talento que honestamente nunca habría logrado con mis propias capacidades y esfuerzos. En el verso de hoy, Pedro nos desafía precisamente a eso: a esforzarnos por ocupar todo lo que Dios nos ha dado para la santidad en esta vida aquí y ahora. En los últimos versos nos ha estado desafiando a ello con la realidad del juicio y la venida de Jesucristo. El lenguaje que utiliza en este verso al decirnos que Dios debe hallarnos “sin mancha y sin defecto” nos recuerda a los animales que se usaban para los sacrificios en el Antiguo Testamento (ej. Éxodo 12:5), donde constantemente se dice que éstos deben ser sin defecto para que sean agradables y aceptados por Dios. Utilizando ese mismo lenguaje, Pedro nos exhorta a esforzarnos cada día para que, cuando Dios mire nuestras vidas, nos encuentre así. Sin duda alguna, los cristianos creemos que eso es imposible por nuestros propios esfuerzos o capacidades. Creemos que Jesucristo fue el único Cordero de Dios perfecto y sin mancha (1 Pedro 1:19) quien murió en nuestro lugar y nos limpió con su sangre. La Biblia nos muestra con toda claridad que ese regalo que llamamos “gracia de Dios” (recibido cuando Dios entregó a su Hijo por nosotros sin que lo mereciéramos) no es excusa para la pereza. Por el contrario, gracias a Cristo y por medio de su Espíritu Santo en nosotros, nos ha dado lo necesario para que podamos esforzarnos por actuar como Cristo lo haría y seguir su ejemplo. Esta serie de devocionales tiene por nombre “Verificación de identidad” pues Pedro, a lo largo de toda su carta, nos muestra cómo se ven en la práctica los que han recibido el perdón de Dios por medio de la obra de su Hijo y ahora son sus hijos también. Frente a eso, Pedro nos vuelve a recordar y a mostrar que, cuando alguien es verdaderamente un hijo de Dios, usa todo lo que Dios le ha dado para esforzarse cada día y en cada circunstancia por actuar en obediencia a Dios. La realidad y cercanía del futuro juicio de Cristo debe recordarnos esta verdad constantemente, pues como hemos dicho, la gracia nunca debe ser usada como excusa para ser perezosos en la obediencia. Obviamente nos vamos a equivocar y vamos a fallar —pues en esta vida nuestra transformación a la imagen de Cristo es gradual—, pero jamás deberíamos llegar a pensar o decir “da lo mismo cómo actúe en esta circunstancia ya que, al final, soy perdonado en Cristo”. La experiencia de su perdón de forma particular, en cada momento, debe empujarnos hacia un mayor esfuerzo de obediencia a nuestro Dios. Así se ven verdaderamente los hijos de Dios y así debe encontrarnos el Señor cuando decida volver. Si efectivamente hemos recibido el Espíritu de Cristo para poder ser conformados a su imagen y mostrar sus frutos en nuestras vidas, no podemos quedarnos en la casa y desaprovechar ese talento santo. Eso es incongruente. Debemos salir a esforzarnos al máximo por mostrar el talento de Cristo en vidas de obediencia. Por eso te animo a que ahora mismo te examines y te preguntes cómo ha sido tu vida cristiana los últimos meses. ¿Has estado esforzándote por obedecer al Señor en cada momento de tu vida? ¿O has estado usando la gracia como una excusa para la pereza de tu santidad? Esfuérzate para que cada día y en toda circunstancia obedezcas al Señor como el mejor de todos.
Photo of Teología Bíblica de la Prosperidad
Teología Bíblica de la Prosperidad
Photo of Teología Bíblica de la Prosperidad

Teología Bíblica de la Prosperidad

INTRODUCCIÓN:

Al hacer una lectura rápida de algunos pasajes del Antiguo Testamento, no es difícil ver de dónde viene el ‘popular’ “evangelio de la prosperidad”. Basta con tomar algunas promesas hechas a los patriarcas, sumarles algunos principios malinterpretados de la fe y sellar todo con la frase “Cristo sufrió para que yo no tenga que sufrir” para tener una buena excusa para la búsqueda de riquezas. Pero también podemos hacer fácilmente una teología de que Dios odia a los ricos y llegar a una austeridad desequilibrada. Basta sólo con observar un poco el Sermón del Monte, el joven rico o Lázaro y formarás fácilmente una teología donde el dinero es malo y también aquellos que lo poseen.

Por estos grandes riesgos es que, en este trabajo, haremos una búsqueda de lo que la Biblia realmente dice acerca de la prosperidad, los bienes materiales y, finalmente, cuáles son las verdaderas riquezas para los hijos de Dios.

Entenderemos como prosperidad el estado de felicidad, satisfacción y bienestar, ya sea espiritual o corporal, que es consecuencia de la abundancia de bienes o de productos valiosos. La Escritura se centra en establecer los usos correctos o incorrectos de este concepto de riqueza.

Photo of 2º de Pedro - 54
2º de Pedro - 54
Photo of 2º de Pedro - 54

2º de Pedro - 54

Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. (2 Pedro 3:15) Pedro vuelve a recordarnos que el hecho de que el Señor aún no haya vuelto a juzgar al mundo, como lo prometió, es sinónimo de su paciencia para que las personas puedan arrepentirse y ser salvas. No es reflejo de su indiferencia o de una falta de compromiso con sus promesas, sino que es una muestra de su misericordia. Sin embargo, esta vez agrega algo más a su argumento, pues dice que el apóstol Pablo también escribió lo mismo en sus cartas. Esta referencia a Pablo en su argumento tiene profundas implicancias. Primero, Pedro nos confirma que las palabras de Pablo, escritas en sus cartas, son parte de la palabra de Dios. Nos dice que las palabras de Pablo no vienen de su propia sabiduría humana, sino que vienen de parte de Dios mismo y su sabiduría, tal como el mismo Pablo lo señaló en sus escritos. Esto hace que podamos leer cada una de las cartas de Pablo con la confianza absoluta de que vienen directamente de la mente de Dios. Podemos confiar en que, cada vez que leemos sus escritos en relación con la gracia, la salvación, la vida eterna, etc., es como si Dios mismo nos estuviera hablando. ¡Qué maravilloso es tener la convicción y la seguridad de que Dios mismo nos habla de manera personal por medio de los escritos del apóstol Pablo, los cuales tenemos el privilegio de leer en nuestras biblias cada vez que lo queramos! Segundo, nos muestra que, a pesar de que la Biblia fue escrita por diferentes autores, quienes ocasionalmente tuvieron algunas diferencias de pensamiento —como sabemos que ocurrió con Pablo y Pedro—, no tiene contradicciones. Ambos fueron soberanamente inspirados por el Espíritu Santo para escribir lo que Dios quería que escribieran para su iglesia. Por tanto, no solo podemos leer con toda confianza los escritos de Pablo, sino que también podemos leer toda la Escritura con la convicción de que es la sabiduría de Dios mismo. Tercero, nos muestra que, como hermanos en la fe y por la causa del evangelio, Pablo y Pedro estaban en un mismo espíritu. Pedro le llama “nuestro querido hermano”. Esto es tremendamente relevante puesto que, por palabras del mismo Pablo, sabemos que tuvieron una profunda diferencia práctica en relación con su actitud hacia los gentiles frente a los judíos. Algunos señalan que, a partir de este incidente, se formaron dos alas de la iglesia provocando una gran división en ella bajo los liderazgos de ambos apóstoles. Sin embargo, estas palabras nos muestran con toda claridad que este fue un incidente específico que, delante del Señor, pudieron solucionar a la luz de la misma sabiduría de él. Por la causa del reino, fueron obedientes a Dios y superaron este incidente solucionándolo a la luz de la Palabra y no de su propia sabiduría. Esto nos desafía mostrándonos que los hermanos en la fe e incluso los líderes de la iglesia pueden tener diferencias o conflictos puntuales, pero que pueden y deben solucionarse en humildad a la luz de la Palabra del Señor. Solo su Palabra y sabiduría deben ser nuestra autoridad para resolver las discrepancias doctrinales, e incluso cuando queden cosas en que no se pueda llegar a acuerdo, debemos recordar que, por sobre todo, somos parte de una familia única y especial al ser hijos del único Dios verdadero quien reina por siempre. A pesar de que Pedro y Pablo tuvieron sus diferencias, pudieron seguir adelante poniendo los ojos en lo único infalible y digno de gloria. ¡Qué alegría saber que, cualquiera sea la circunstancia, Pedro nos muestra seguridad en la revelación de Dios, el amor fraternal cristiano y la unión en la iglesia de Cristo al llamar a Pablo “Querido hermano”!
Photo of 2º de Pedro - 55
2º de Pedro - 55
Photo of 2º de Pedro - 55

2º de Pedro - 55

En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición. (2 Pedro 3:16) Hay una conocida frase que describe muy bien la realidad de cuando se utilizan versos aislados de la Biblia para justificar ideas, pensamientos o estilos de vida que nada tienen que ver con la fe cristiana: “Un texto fuera de contexto es un buen pretexto”. Precisamente de este tema nos habla Pedro en este verso. En el devocional anterior vimos cómo hace una importante referencia a Pablo, diciendo que él habló de los mismos temas que Pedro está hablando en su carta. Ahora comenta que, en los escritos de Pablo, hay algunas cosas que son difíciles de entender, las cuales los ignorantes e inconstantes aprovechan para tergiversar y usar para su propio acomodo, pero lo están haciendo para su propia perdición. Hay tres cosas importantes que debemos aprender de esta reflexión. La primera es que dice que hay cosas que son “difíciles de entender” en las Escrituras, específicamente en los escritos de Pablo. Es importante establecer aquí que Pedro no está diciendo que no puedan entenderse, sino que por su complejidad requieren de más trabajo para lograrlo. Que el mismo apóstol Pedro me diga que hay cosas difíciles en las Escrituras me provoca un gran alivio. Muchas veces nos enfrentamos a ciertos textos de la Escritura de los que pareciera que no entendemos nada en una primera lectura. Sinceramente, hasta me cuestiono si el Espíritu Santo está en mí al no poder entender lo que leo; sin embargo, Pedro nos muestra que esto es una realidad aun para él. No obstante, como dije, no es que sean imposibles de entender, sino que requieren de un mayor esfuerzo y trabajo. Primero podemos leer el pasaje en su contexto inmediato, luego en su contexto más amplio, y si aun así no entendemos, podemos acudir a las personas que Dios ha puesto en el liderazgo de la iglesia y a las cuales ha dado dones de enseñanza para ayudar al cuerpo a crecer en el conocimiento de su Palabra. Lo que no podemos hacer es simplemente quedarnos sin entender, pues como vemos, los pasajes difíciles son potencialmente malinterpretados por ciertas personas para usarlos incorrectamente y apartarnos de la verdad de Dios. Lo segundo es que hay personas, a las cuales Pedro llama ignorantes e inconstantes, que van a aprovecharse de la dificultad de estos textos para justificar sus propias ideas o formas de vida. Por ejemplo, en aquella época, algunos estaban usando versos de Pablo para justificar sus vidas inmorales. Versos como “… allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20) eran usados como pretexto para vidas licenciosas y justificar que las personas podían vivir un cristianismo sin necesidad de preocuparse por su manera de vivir. Por tanto, debemos tener cuidado de no “enganchar” rápidamente con enseñanzas nuevas que den pie con facilidad a la satisfacción de nuestros anhelos y deseos, pues siempre tendremos una tendencia a querer justificar nuestro pecado pensando que Dios está de acuerdo con eso. El mejor filtro para cualquier nueva enseñanza es mirar, por medio de la Escritura, la vida de Jesús, y ver si lo que se nos enseña sería algo que él hubiera hecho. Finalmente vemos que esta tergiversación de textos a manos de los ignorantes o inconstantes no es algo inocente o justificable a la luz de la dificultad de los textos. Pedro, por el contrario, nos muestra que ellos son culpables de su ignorancia o la intencionalidad con que usan la Biblia de forma engañosa. Pedro dice que lo hacen para su propia perdición. La palabra que usa hace referencia al juicio final, por lo que cualquiera que use versos difíciles para justificación —p. ej., de vidas inmorales, evangelio de la prosperidad, universalismo, etc.— será un día juzgado por eso. Dios sigue teniendo el control y un día pedirá cuentas de ello a estas personas. Por tanto, si vemos esto, tenemos la responsabilidad de amorosamente enseñar cuanto podamos el correcto sentido de la enseñanza bíblica, pero confiando en que el Señor es quien tiene el control y un día él juzgará a todo aquel que este usando su Palabra de esta forma. Que el Espíritu Santo nos guíe a conocer cada día más profundamente la palabra de Dios para que ningún inconstante o ignorante nos confunda, o nos tiente, con tergiversaciones o textos fuera de contexto.
Photo of 2º de Pedro - 50
2º de Pedro - 50
Photo of 2º de Pedro - 50

2º de Pedro - 50

Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable…? (2 Pedro 3:11) Hace unos años viajamos en automóvil desde Chile a un congreso de jóvenes en Argentina. Al regresar, yo venía al volante y, al tomar la carretera, pedí a mis acompañantes que oráramos para que Dios nos cuidara en nuestro regreso. Cuando un amigo comenzó a orar, me di cuenta de que, por 5 segundos, había tenido los ojos cerrados mientras conducía. Si bien Dios evitó un accidente, algo grave podría haber ocurrido por no estar atento a lo que estaba delante mío. En el verso de hoy, Pedro nos desafiará enseñando que nuestra confianza y percepción del juicio futuro debe hacernos estar atentos hoy al camino de la vida de obediencia que tenemos por delante. En los versos anteriores, Pedro nos ha estado hablando de lo que ocurrirá en el futuro con el regreso de Cristo y el juicio de Dios sobre la tierra. Ahora se centra en mostrarnos cuál es el efecto práctico que este futuro debe tener en nuestras vidas. Nos dice que, ya que las cosas van a ocurrir de esta manera, debiéramos vivir como Dios manda mostrando una conducta intachable. Pedro, al igual que Pablo (Ro 13:11–14; 1Ts 5:1–3) y Jesús (Lc 12:35–40) usan el juicio final como una forma concreta de motivarnos a la santidad [1]. Es decir, lo que ocurrirá en el futuro debe tener un efecto práctico, aquí y ahora. En concreto, esto tiene dos implicancias prácticas para nuestra vida. Lo primero es que nuestra santidad debe ser motivada por el juicio futuro de Dios. Algunas veces he escuchado a personas decir que no se debe ni motivar ni asustar con el futuro juicio de Dios sobre la tierra, sino solo con el amor, o bien, con la gracia de Dios. Sin embargo, lo que debe motivarnos por completo es el amor inigualable de Dios en sus diversas manifestaciones. Todo el paquete del amor de Dios debe provocar este efecto de valorar aun más lo que Cristo ha hecho por nosotros, y motivarnos más aun a una vida de obediencia. Esto es claramente lo que hacen Jesús y los apóstoles al hablar de este tema. Muchas veces no reaccionamos al amor o la gracia para cambiar nuestro comportamiento. Muchas veces, a pesar de escuchar las palabras amorosas de Jesús, seguimos insultando o juzgando a las personas. Entonces, ahí, la realidad del juicio de Dios nos golpea para hacernos reaccionar cuando lo demás no ha tenido este efecto. Ya que el juicio de Dios es una realidad y el mundo tendrá el destino que hemos visto, “¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable?” La segunda implicancia es que, frente a la realidad de los acontecimientos que ocurrirán en el futuro, muchas personas se quedan literalmente pegadas buscando señales y satisfaciendo su curiosidad, haciendo detalladas predicciones de lo que ocurrirá previamente al juicio de Dios, y nos enseñan a identificar señales para mostrar que esto va a pasar en un momento determinado que ellos han logrado identificar. Es decir, ponen toda su atención en el futuro, al igual que si fueran caminando por la calle con la mirada puesta en el cielo con una gran probabilidad de tropezar con lo que está delante de ellos, olvidando cómo deben vivir su vida hoy. El futuro juicio de Dios debe alimentar nuestra esperanza recordándonos que este no es nuestro verdadero hogar, que esta vida no es la definitiva, y motivarnos cada día a una vida de mayor obediencia a Dios. Nuestra concepción del futuro a la luz de la Biblia debe tener un efecto concreto y práctico en nuestra vida presente. Si pensar en el futuro juicio de Dios no está provocando el efecto mencionado, puede ser por varios motivos. Primero, puede ser que, si bien tal vez crees en lo que la Biblia dice sobre el futuro, una atracción desbalanceada hacia estos temas te esté haciendo olvidar su efecto práctico en tu vida presente. Cada vez que Jesús o sus apóstoles presentan estos temas, los usan además para motivar la obediencia en los creyentes. El segundo motivo puede ser que, en realidad, no crees lo que la Biblia dice sobre el futuro. Lo conoces, lo sabes, lo entiendes, pero no lo crees sinceramente. Entonces, al no creerlo, no afecta debidamente nuestro comportamiento y concepción de la vida presente. ¿Cómo es tu vida de obediencia a Dios? ¿Tienes cada día una lucha sincera con la obediencia? Al mirar atrás, ¿ves algún avance? ¿Sientes que el juicio de Dios te impulsa a buscar un mayor compromiso con él? La realidad de lo que la Biblia nos dice que, tarde o temprano, sucederá con el juicio de Dios sobre la humanidad, debe afectarnos profundamente en nuestra vida de obediencia presente para que, cada día de nuestra vida, podamos estar realmente atentos al camino.

[1] Carson, D. A., France, R. T., Motyer, J. A., & Wenham, G. J. (2000). Nuevo Comentario Bı́blico: Siglo Veintiuno (electronic ed., 2P 3:11–12). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

Photo of 2º de Pedro - 56
2º de Pedro - 56
Photo of 2º de Pedro - 56

2º de Pedro - 56

Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan. (2 Pedro 3:17) El hundimiento del Titanic, el 14 de abril de 1912, es uno de los accidentes masivos más recordados de la historia, donde fallecieron más de 1500 personas. Pero este terrible accidente se pudo haber evitado si la tripulación hubiera puesto más atención a las advertencias que se le comunicaron previamente. Se tiene registro de que, ese mismo día, el Titanic recibió al menos 10 mensajes desde 5 diferentes barcos, advirtiéndole que había presencia de icebergs en la zona, sin embargo, cada uno de ellos fueron ignorados y los tripulantes se mantuvieron navegando a la misma velocidad como si nada ocurriera. Pese a esa vital información que tuvieron de antemano, no se mantuvieron alertas, y producto de su fatal error, numerosas personas fallecieron en esta histórica catástrofe [1]. Esto es precisamente lo que Pedro hace en este verso. Está concluyendo su carta y, frente a la importante información que nos ha dado a lo largo de ella, nos da dos importantes consejos, en este verso y en el siguiente. Aquí nos dice que frente a todas las importantes advertencias que nos ha dado, debemos mantenernos alertas, es decir, no desecharlo como lo hicieron los tripulantes del Titanic, pues las consecuencias pueden ser fatales. Si desechamos sus advertencias y no estamos alertas, podemos ser arrastrados por las falsas enseñanzas de los falsos maestros. Este mandato de Pedro a mantenernos alertas es un mandato para nosotros también hoy como iglesia, pues su advertencia es relevante también para nuestros tiempos. Las personas muchas veces piensan que los falsos profetas son personajes extraños con túnicas raras que tratan de arrastrar a la gente. Pero aun cuando este tipo de casos ocurre, hemos visto a lo largo de la carta de Pedro que es algo mucho más sutil que esto. Por tanto, no debemos cometer la locura de descuidarnos, pues como vemos, esto puede tener consecuencias desastrosas para nuestra vida espiritual. Aun cuando las falsas enseñanzas sean un gran iceberg delante de nosotros, podemos chocar con ellas si es que no estamos alertas y aun cuando a veces pueda parecernos algo imposible de ocurrir. Los verdaderos creyentes se mantienen alertas, mientras que aquellos que no lo están, tarde o temprano se verán arrastrados por falsas enseñanzas. Quizá en este momento ves que tu vida cristiana esta firme y fuerte, sin embargo, eso nunca debe ser sinónimo de dejar de estar alertas. Una señal de la fortaleza espiritual del verdadero creyente es precisamente estar alerta para no ser arrastrado. Jesús constantemente nos advirtió que debíamos estar en guardia para no ser engañados. Con esto, tanto Jesús como Pedro no buscan hacernos sentir inseguros de la gracia y de nuestra salvación. Sin embargo, la confianza en su gracia y amor salvador no es lo mismo que presumir de su gracia, ni menos “experimentar” con enseñanzas que sutilmente nos apartan del Señor para poner nuestra confianza en lo material o en cosas secundarias. Como hemos dicho, aquel que confía y está verdaderamente seguro en la gracia de Dios es alguien que se mantiene alerta y vigilante. Frente a esta importante advertencia, no desechemos la palabra que Dios nos ha dado por medio de su apóstol Pedro creyendo que en estos tiempos estas cosas ya no ocurren. Frente a la realidad de los falsos maestros que Pedro nos ha presentado, debemos estar constantemente revisando nuestras vidas frente al Señor, orando en todo momento y creciendo día a día en nuestro conocimiento de la palabra de Dios; así, el Espíritu Santo nos mostrará con toda claridad los icebergs que puedan aparecer delante de nuestra vida, para no cometer la locura de confiarnos y simplemente desechar el vital llamado que se nos ha hecho, sino por el contrario, mantenernos alertas.

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Hundimiento_del_RMS_Titanic

Photo of 2º de Pedro - 57
2º de Pedro - 57
Photo of 2º de Pedro - 57

2º de Pedro - 57

Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 Pedro 3:18a)

En el devocional anterior vimos cómo Pedro anima a los creyentes a que, frente a todo lo que les ha advertido a lo largo de su carta, se mantengan alertas para no ser arrastrados por el error de los falsos maestros. Sin embargo, mantenerse alerta no es suficiente para el cristiano, pues además debemos crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Lo primero que nos muestra Pedro es que el crecimiento en la vida cristiana es algo constante que nunca debe cesar, por más años que se puedan llevar en la fe. Los creyentes nunca van a alcanzar un nivel de madurez tal que no les exija seguir creciendo en el Señor. El verdadero creyente se mantiene creciendo a lo largo de toda su vida. Concretamente, Pedro nos dice que debemos crecer en dos áreas: en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.

La gracia no es un concepto finito que se aprende totalmente de una vez y para siempre, sino que tiene una profundidad que descubrimos a lo largo de toda nuestra vida. La manifestación de esa gracia se da en que, aun siendo pecadores, Jesucristo murió por nosotros. Eso es algo concreto, pero su profundidad y aplicación es inagotable. Cada día de nuestra vida descubrimos cuánto más pecadores somos y cuánto más inmerecedores somos de su amor, y por otro lado, cuánto más grande es su gracia para haber entregado a su Hijo para nuestra salvación. Cada día nuestro pecado se hace visiblemente más grande para nosotros, y su sacrificio con el que pagó por ese pecado se hace más grande también. Por tanto, su gracia es un concepto dinámico que cada día debemos ir conociendo. Si esto no ocurre, es muy fácil que comencemos a dejar de lado la centralidad del evangelio, a ponernos legalistas o bien a ser atrapados por la condenación. Es como cuando vas viajando y, a lo lejos, ves que aparece una gran ciudad que al principio se ve de manera muy pequeña, pero que, a medida que te vas acercando, se ve cada vez más y más grande. La vida cristiana es un viaje que nunca termina donde, cada día, la gracia de Dios se ve más y más grande para nosotros. Si viajamos con la mirada puesta en descubrir cada día la grandeza de su gracia, ninguna otra cosa nos apartará del camino.

Lo segundo en que Pedro nos llama a crecer es en el conocimiento de nuestro Señor Jesús. Antes que todo, debemos recordar que la verdad no es una doctrina, una denominación, o un cuerpo de ideas, sino una persona. Jesús dijo yo soy la verdad, el camino y la vida. Por tanto, antes que todo, debemos crecer cada día de nuestra vida en conocer a esa persona: el Señor Jesús. Conocer a Jesús como persona también es algo interminable. Debemos conocer sus mandamientos, sus enseñanzas, su vida, sus promesas, etc. Y esto no es algo estático que ocurre solo por medio de la lectura de los cuatro Evangelios, sino algo que hacemos por medio de todos los libros de la Biblia. Todo el Antiguo Testamento nos ayuda a entender correctamente la profundidad de la vida y obra de nuestro Señor y Salvador, así como el Nuevo Testamento nos la da a conocer.

Después de la resurrección, cuando Jesús iba con sus discípulos camino a Emaús, se nos dice que: “Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras” (Lucas 24:27).

Por tanto, el conocimiento inagotable que todo cristiano debe adquirir de nuestro Señor Jesucristo a lo largo de toda su vida se debe dar por medio de todas las Escrituras, pues como él mismo lo enseñó, todas ellas hablan de él.

Pero como es una persona, no solo le conocemos por medio de su Palabra, sino también mediante una relación con él por medio de la oración. Es una persona con la que, por medio de su Espíritu Santo, podemos relacionarnos íntimamente día a día y crecer en un conocimiento inagotable de él. Mi abuelo me dice que lleva más de 50 años casado y que jamás ha terminado de conocer a mi abuela. Nunca terminaremos de conocer la belleza y majestuosidad de nuestro Señor Jesús en toda nuestra vida, pero cada día, nuestra comprensión de él debe crecer sin cesar.

Al mirar este último año de vida cristiana, ¿puedes ver que has crecido en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesús?

Pedro nos llama a recordar que el cristianismo está muy lejos de ser algo estático y finito, por lo que, día tras día, debemos ir en búsqueda de un crecimiento inagotable.

Photo of 2º de Pedro - 58
2º de Pedro - 58
Photo of 2º de Pedro - 58

2º de Pedro - 58

¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén” (2 Pedro 3:18b) Pedro termina su carta con algo que llamamos doxología. Las doxologías son versos que nos muestran que todo es para la gloria de Dios. Es por ello que este tipo de oraciones suelen aparecer en los momentos finales de una predicación o escrito. Es por esto que  el propósito de este verso es mostrarnos que todo lo que ha dicho Pedro, a lo largo de su carta, se trata y tiene que ver con la gloria de Dios. Lo interesante de esta doxología, es que tiene la particularidad de estar dirigida expresamente a Cristo, pues generalmente están dirigidas a Dios. Esto nos muestra claramente que el apóstol Pedro reconoce a Jesucristo como Dios, dándole la gloria que merece, pues darle la gloria a Cristo es darle la gloria a Dios mismo. Esto es algo muy valioso, pues muchas personas a lo largo de la historia han cuestionado la deidad de Cristo y el reconocimiento de sus primeros seguidores como tal. Además de estos versos expresos, tenemos el valioso testimonio histórico de el gobernador romano, Plinio, hacia el año 112 dC, relató a su colega Trajano que los cristianos “cantaban himnos a Cristo como Dios”.[1] Por tanto la deidad de Cristo es algo que estuvo presente en el pensamiento de los primeros cristianos y no surgió como una especie de mito a lo largo de los años, como algunos falsos maestros han afirmado a lo largo de la historia. Muchas personas afirman confundidas que iglesias, como los testigos de Jehová, deben ser consideradas como cristianas por que, al fin y al cabo, creen en Cristo. Sin embargo, que apropiado es que, al final de una carta que ayuda a verificar la identidad de un verdadero cristiano y denunciar con ello a los falsos maestros, termine reconociendo a Jesús como quien realmente es y dando toda la gloria y honra que merece. Debemos estar claros en la gran  diferencia que existe entre afirmar que Cristo solo fue un buen hombre o un muy especial enviado celestial, pero sin reconocer su verdadera identidad divina. Es esencial de la fe cristiana que veamos como Dios mismo hecho hombre decidió soportar el castigo por los pecados de la humanidad y así ser merecedor de toda gloria y honra. En una carta que nos ayuda a identificar a los falsos maestros y verificar si realmente hemos puesto nuestra confianza en el Señor, es muy tentador comenzar a sentirnos superiores y mejores que aquellos que han sido denunciado por Pedro, pero esta frase final nos pone en nuestro lugar y nos da la perspectiva correcta de que si hemos venido a Dios y si hemos puesto nuestra confianza en él, si hemos pasado a ser parte verdadera de la familia de Dios y tendremos vida eterna es todo gracias a Dios y por tanto la gloria y la honra le pertenecen. Nunca debemos olvidar a lo largo de nuestra vida cristiana que toda la gloria le pertenece a él. Si le podemos conocer, si tenemos una esperanza de salvación, si podemos orar, cantar, conocer su palabra, etc., es gracias a su propia misericordia mostrada en la vida y obra de Cristo. Nunca olvides que tu cristianismo y cualquier fruto de este debe dar la gloria a Dios. La gloria de Dios debe ser el propósito de todo lo que hacemos en nuestra vida. Constantemente debemos hacernos la pregunta si lo que estamos haciendo o lo que estamos diciendo, está haciendo a Dios más famoso o a algo más, como por ejemplo nosotros mismos. Si estamos haciendo más famosa a nuestra denominación, nuestro predicador favorito o a Dios. Que día a día podamos gozarnos en el privilegio de haber sido hechos hijos de Dios, y animarnos en la esperanza de que un día alcanzaremos la eternidad junto a el y frente a esto podamos afirmar con seguridad: A él sea la gloria!

[1] Green, M. (1987). 2 Pedro y Judas: una introducción y un comentario (Vol. 18, página 176). Downers Grove, IL: prensa de InterVarsity.

Photo of 2 de Pedro
2 de Pedro
Photo of Una mejor perspectiva
Una mejor perspectiva
Photo of Una mejor perspectiva

Una mejor perspectiva

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios." “Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida.” 2 Cor 1:2-3;8 Vivimos en una época donde hacer lo que sentimos y ser felices, está por sobre todo. Nos vemos plagados de propaganda que nos invita, “por módicos precios”, a tener una mejor vida. El problema, aún mayor, es que estos ofrecimientos han llegado a muchas iglesias. A muchos cristianos les ha alcanzado una verdadera fobia a las dificultades, por lo que se cree, que nada de esto puede provenir de Dios. Muchos viven tristemente sumergidos bajo esta publicidad engañosa. Pero entonces viene esa llamada telefónica que cambió todo, ese lapidario diagnóstico del doctor, esa destructiva discusión con ese ser querido, o te enteraste de eso que jamás pensaste que tu hijo haría. Te sientes tan abrumado que incluso pierdes toda esperanza de salir de ésta con vida. Te preguntas “¿por qué a mí?”, te sientes cristiano de segunda categoría, “es que si tan solo hubiera orado un poco más”, “es que si hubiera tenido más fe”, e incluso dudas si Dios es real, porque “un Dios de amor no permitiría algo así”. Entonces podemos comprender, un poco mejor, por qué el apóstol Pablo no quería que la iglesia en Corintio ignorara acerca de sus aflicciones. Porque eso es lo que hacen los verdaderos hermanos en la fe, dicen la verdad. Pablo no quería que ignoraran acerca de sus aflicciones, y por tanto Dios tampoco, pues los cristianos sí sufrimos. Entonces puedes ver que no es una sorpresa lo que está pasando: Dios sigue en control. Los cristianos sí sufrimos, aunque algunos quieren que creamos lo contrario. Y lo más triste es que esta idea, nos impide ver, el maravilloso privilegio de que en medio de esa aflicción, recibimos el amoroso y paternal consuelo de nuestro Dios. Y no importa cuántos o cuan profundo esto sea, pues entre más sufrimos, más privilegiados somos de recibir su perfecto consuelo. Pero esto no termina ahí, pues así como él nos consuela de forma amorosa y sobrenatural, nosotros tenemos además el privilegio de ser usados por él, para consolar a otros. Que maravilloso es tener la certeza de que aún cuando, él a veces, no cambia las circunstancias, siempre tendrá un propósito con ellas. ¿No fue esto lo que ocurrió también con Cristo frente a la cruz? Entonces puedes obtener una mejor perspectiva y dejar de preguntarte “¿por qué a mí?”, dejar de pensar que eres cristiano de segunda categoría, y entregarte al maravilloso privilegio de ser consolado por el Dios todopoderoso, creador del universo, que entregó a su propio hijo a morir en una cruz para que tus pecados fueran perdonados, obteniendo salvación y gozo eterno. Sé consolado y ve a consolar a otros, con la misma convicción de Pablo, de que “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada"
Photo of Con los ojos puestos en la ropa sucia
Con los ojos puestos en la ropa sucia
Photo of Con los ojos puestos en la ropa sucia

Con los ojos puestos en la ropa sucia

Y lo crucificaron. Repartieron su ropa, echando suertes para ver qué le tocaría a cada uno. (Marcos 15:24)

En el relato de la crucifixión, Marcos nos muestra un contraste desgarrador. Mientras Jesús está siendo crucificado de manera violenta e injusta, los soldados se reparten las sucias y ensangrentadas ropas que le han quitado. Están completamente ciegos a lo que ahí está ocurriendo. Delante de ellos está crucificado el Hijo de Dios, el Rey de Reyes, aquel por medio del cual todo ha sido creado, y sin embargo, están totalmente concentrados en ver cuánto les toca del botín. Sin duda esta imagen nos provoca un tremendo impacto y sentimiento de injusticia, pero la verdad es que la actitud de los soldados representa la de toda la humanidad.  Jesús ha entregado voluntariamente su vida por nosotros y está en esa cruz como la mayor demostración de amor que la historia haya visto jamás, pero simplemente no lo vemos. El único justo está entregando su vida, de forma totalmente inmerecida por los injustos, pero estamos ciegos frente a él y tenemos puesta la mirada y toda nuestra atención en nuestras pasiones y deseos. Esta realidad nos pone en ese grupo de soldados. Mientras el Hijo de Dios ha sido crucificado por nuestra causa, nosotros tenemos puesta la mirada en los trapos sucios. Esta es la realidad de toda la humanidad. Sin embargo muchas veces también vuelve a ser una realidad de los que dicen haber puesto su confianza en Jesús. Él está delante de nosotros en toda nuestra vida, pero seguimos poniendo los ojos en el botín. Vamos a la iglesia, participamos de estudios bíblicos, cantamos canciones, escuchamos sermones, leemos libros cristianos, pero sin afectar nuestras vidas de verdad, ya que nuestros ojos no están puestos en Jesús, sino en otras cosas. Somos consumidos por las preocupaciones, atraídos por falsas promesas de felicidad y satisfacción, y encantados por cosas que parecen únicas y valiosas, pero que frente a la belleza de Cristo no son más que unos trapos sucios.   Aun cuando muchas veces sonamos y parecemos cristianos en lo que hacemos y pensamos, la realidad es que no lo buscamos, ni miramos de verdad, sino que simplemente estamos a la espera de lo que de él podemos obtener. El plan perfecto y misericordioso de Dios se ha cumplido y Jesús está recibiendo en esa escena el castigo por nuestros pecados. Quizás esto es algo que hemos escuchado en muchas oportunidades y conocemos de memoria, sin embargo, frente a esta realidad es que nos damos cuenta que necesitamos gritarla día a día a nuestros hermanos y a nosotros mismos para que no cometamos la locura de poner nuestra mirada en los trapos sucios, mientras delante de nosotros el Hijo de Dios ha sido crucificado en nuestro lugar y como dijo el autor de Hebreos: “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.” (Heb. 12:2)
Photo of Sirviendo al dios del espejo
Sirviendo al dios del espejo
Photo of Sirviendo al dios del espejo

Sirviendo al dios del espejo

Vivimos en un mundo donde, la regla, es que las personas luchan, con todas sus fuerzas, por sus propios intereses, donde cada uno se levanta dispuesto a servir y honrar al dios que cada mañana encuentra en el espejo. Por ello, el llamado que hace Pablo en su carta a los Filipenses es totalmente contra-cultural: “Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.  La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús…” 2:4-5 ¿Por que los cristianos deben vivir con esa constante convicción de servir a los demás, en vez de anhelar de que otros los sirvan a ellos? La respuesta es que Jesús nos amó y murió por nosotros dándonos vida eterna aún cuando no tenía ninguna obligación de hacerlo. Nos trató como dignos de su servicio, cuando no éramos dignos de su servicio. Las palabras de Pablo son claras: en medio de esta cultura competitiva y egoísta, donde cada uno debe auto-promoverse y satisfacerse, Jesús nos invita a ser diferentes y actuar de una manera servicial, que refleje que ha sido impactado por su servicio en la cruz por nosotros y que, a su vez, impacta y ama a otros. No encuentra ejemplo, ni motivación, en ninguna otra cosa más que en el impactante y desgarrador sacrificio que Jesús mismo hizo por nosotros al poner nuestros intereses por sobre los suyos. Ese amor sacrificial gratuito de Jesús, no debe ser un tema de nuestra conversión como algo del pasado, sino que debe el oxigeno que cada día, que nos da el necesario aliento para alabarlo, no solo con palabras hacia él, sino también por medio del amor sacrificial gratuito a los demás y con ello renunciado completamente a la adoración del dios del espejo.
Photo of Mejor de lo que merezco
Mejor de lo que merezco
Photo of Mejor de lo que merezco

Mejor de lo que merezco

Hace un par de años leí un excelente libro llamado “La Vida Cruzcéntrica” del autor C.J. Mahaney, y si bien, a pesar de su corta extensión, tiene una gran cantidad de importantes verdades bíblicas sobre el evangelio, una de las frases no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza hasta el día de hoy: “Estoy mejor de lo que merezco”. Gran parte de las frustraciones e insatisfacciones que experimentamos en nuestra vida se basan en que no somos capaces de ver con claridad esta gran verdad. El enojo que experimentamos cuando nuestra esposa llega tarde, la frustración cuando el auto sufre algún desperfecto o aparece algún gasto extra que desarma nuestro presupuesto, el sentimiento de venganza cuando alguien se atravesó en su auto con imprudencia o el sentimiento de injusticia cuando nuestro jefe nos llama la atención, etc., provocan que día a día tengamos una sensación de que nuestra vida  anda mal. Nos ponen en una posición de amargura de la cual cuesta varias horas salir y donde los que nos rodean terminan también siendo afectados. En momentos como esos nuestra conclusión es clara “no merezco esto”. Entonces es una consecuencia lógica que nos sentimos frustrados y enojados, por que creemos que nuestra posición debe ser mucho mejor que esa. Pero, ¿que es lo que realmente merecemos realmente? Efesios 2:3 dice “Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios.” El Apóstol Pablo lo expresa con toda claridad, todos nosotros, como consecuencia de nuestro rechazo a Dios, no merecemos otra cosa que la justa ira de Dios, y para ser claros, con ello merecemos ir  por la eternidad al infierno. Sin embargo solo por su gracia Jesucristo ha muerto por nosotros y ha cambiado drásticamente esa realidad, pero no lo olvide, de forma totalmente inmerecida. Por ello Pablo dice también en Romanos 5:9 “Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!” Recuerde esto siempre, pues esta percepción de la realidad puede cambiar drásticamente la visión de su vida. Puede terminar con todas esas situaciones que día a día parecen decirle que su vida anda mal y darle una percepción concretamente optimista, agradecida y alegre, que su propia vida y los que le rodean agradecerán. No lo olvide, independiente de cualquier circunstancia usted esta mucho mejor de lo que merece.
Photo of Amor Inigualable
Amor Inigualable
Photo of Amor Inigualable

Amor Inigualable

Amor Inigualable: El problema

[embed]https://www.youtube.com/watch?v=XNPxaPceyW4[/embed]

Amor Inigualable: La solución

[embed]https://www.youtube.com/watch?v=ZKFzZRQWwhE[/embed]

Amor Inigualable: La esperanza

[embed]https://www.youtube.com/watch?v=1R2dc5sDxQg[/embed]