John Piper esperó cuatro décadas para escribir un libro sobre el matrimonio. Fue sólo después de cuarenta años de matrimonio que sintió que podría tener algo valioso que decir (o que agregar a esta gran cantidad de libros). “El romance, el sexo y la procreación son regalos temporales de Dios. No son parte de la vida venidera y ni siquiera están garantizados en esta vida. Son el camino posible junto a la estrecha senda que lleva al Paraíso. El matrimonio pasa por alturas asombrosas y también a través de pantanos con vapores asfixiantes. Hace muchas cosas más dulces, y con él vienen amargas providencias”. Cuatro décadas de dulces y amargas providencias respaldan este libro.
Aunque me veo tentado a decir que ninguna generación ha necesitado que le recuerden una teología bíblica del matrimonio más que a la de la actualidad, creo que cientos de generaciones pasadas no estarían de acuerdo conmigo, pues dirían que su generación también tuvo una desesperada necesidad de la sabiduría de Dios. En las páginas iniciales de este libro, Piper escribe acerca de la distorsión cultural del matrimonio, que lo muestra como un poco más que una conveniencia temporal que sólo dura mientras permanecen los sentimientos románticos. Piper lo hace “con la esperanza de que pueda tomar consciencia y considere una visión del matrimonio más elevada, más profunda, más fuerte, más gloriosa que cualquier cosa que esta cultura —o tal vez usted mismo— haya imaginado jamás. La grandeza y la gloria del matrimonio están más allá de nuestra habilidad de pensar o sentir sin la revelación divina ni la iluminación y la obra concientizadora del Espíritu Santo”. El libro se construye sobre esta base: el matrimonio es obra de Dios; es la acción y la demostración de Dios.
“La finalidad de este libro es ampliar su visión de lo que es el matrimonio. Como dice Bonhoeffer, es más que el amor del uno por el otro. Es muchísimo más. Su significado es infinitamente mayor. Lo digo con cuidado. El significado del matrimonio es la representación del amor fiel al pacto entre Cristo y su pueblo”. El matrimonio, entonces, es una parábola, una amable y gloriosa parábola dada por Dios, que nos habla sobre el compromiso permanente de Cristo con su pueblo.
Una y otra vez, Piper hace el siguiente planteamiento: “el matrimonio toma como modelo la relación del pacto de Cristo con su pueblo redimido, la Iglesia. Por lo tanto, el significado más elevado y el propósito más importante del matrimonio es exhibir la relación del pacto de Cristo con su Iglesia. Esa es la razón por la que existe el matrimonio. Si usted está casado, esa es la razón. Si espera casarse, ese debería ser su sueño”. De este modo, estar casado no quiere decir estar enamorado, sino más bien tiene que ver con mantener el pacto; por lo tanto, el divorcio no sólo implica quebrantar el pacto con tu cónyuge, sino que también no representa verdaderamente a Cristo y su pacto. La comprensión de Piper depende, obviamente, de la lectura de Efesios 5:32 que presenta al matrimonio principalmente como una metáfora de Cristo y la Iglesia. Sin embargo, existen algunos intérpretes de la Biblia que parecen estar en desacuerdo; si entiendo apropiadamente su interpretación, pareciera que muchos, tal vez la mayoría de los de tradición Presbiteriana, invertirían la metáfora, diciendo que la relación de Cristo con su Iglesia nos ayuda a entender el matrimonio y no al revés. Aunque no estoy completamente convencido de lo uno o lo otro, creo que Piper tiene un argumento sólido. Aun cuando no lo apoyo en un cien por ciento, encuentro gran valor en el libro.
Con Efesios 5:32 como su punto de partida, Piper ve una lista completa de temas relacionados con el matrimonio: desnudez sin vergüenza; amor y romance; perdón y tolerancia; semejanza a Cristo; liderazgo y sumisión; soltería; sexo; procreación; evangelismo; y divorcio.
Hubo sólo algunos temas en los que no estuve de acuerdo con Piper. El primero tiene que ver con su visión del segundo matrimonio después del divorcio: él comprende la Escritura como que no está permitido volver a casarse bajo ninguna circunstancia; por lo tanto, una mujer a la que su esposo la abandona y se casa con otra, no tiene una defensa bíblica en su deseo de volver a casarse. Aunque Piper admite que esta visión es una minoría dentro de los cristianos, su conciencia lo ciega. Tiendo a estar en desacuerdo con esta visión y creo que la parte inocente podría volver a casarse; sin embargo, entiendo cómo Piper llega a esta postura y puedo ver cómo es consistente con el resto de sus puntos de vista. El segundo punto de desacuerdo (o tal vez potencial desacuerdo) tiene que ver con la procreación dentro del matrimonio. Nuevamente, debido a que su punto de partida es Efesios 5, realza la importancia de los hijos espirituales por sobre los hijos naturales, diciendo que el mandamiento absoluto de la Escritura concierne al evangelismo y no a la procreación. En gran parte de los casos sucederán ambas, pero Piper sí permite a los matrimonios que excluyan deliberadamente a sus hijos —no estoy seguro de que podamos construir un argumento bíblico sólido para esto—.
No obstante, incluso en estos capítulos, como en el resto, aprendí muchísimo; particularmente, de los fuertes capítulos que tratan el tema del liderazgo (donde Piper escribe sobre la naturaleza de humildad del liderazgo bíblico) y el capítulo sobre el regalo del sexo en el matrimonio. Además, el capítulo un tanto inesperado (pero necesario) sobre la soltería es excelente. Es raro que en un libro sobre el matrimonio se escriba acerca de la soltería y el plan de Dios para aquellos que no se casan.
Tal vez lo que más disfruté fue el énfasis que se da a explicar que el matrimonio no se trata de toda una vida de fuegos artificiales e interminables miradas de complicidad llenas de sentimientos de romance. Al contrario, el matrimonio se trata del compromiso a largo plazo para mostrar a Dios al resto del mundo. En los capítulos iniciales, Piper escribe: “el matrimonio es un regalo momentáneo . . . Al momento de publicar este libro, Noël y yo cumplimos nuestro cuadragésimo aniversario. Ella es mi regalo de Dios, mucho más de lo que merezco. A menudo, hablamos de la maravilla que es estar casados hasta que uno de los dos muera. No nos han faltado problemas. De modo que solemos imaginar que tenemos setenta u ochenta años —cuando el divorcio sea no sólo pecado, sino algo socialmente tonto— y estamos sentados el uno frente al otro, tal vez en el restaurante Old Country Buffet, sonriendo el uno al otro con las caras arrugadas y diciendo con la gratitud más profunda por la gracia de Dios: ‘Lo logramos’”. Este es un libro realista, escrito desde una perspectiva cruda y real de la vida. Es un libro potente que vuelve constantemente a la Biblia, al Creador del matrimonio, para ampliar su perspectiva. No es práctico en el sentido de ofrecer seis pasos fáciles para un matrimonio saludable, pero sí lo es en el sentido de que ofrece un fundamento bíblico que puede apoyar y sustentar un matrimonio saludable que honre a Dios. Piper esperó cuarenta años para escribir este libro y esos largos años se reflejan desde la primera hasta la última página.
Pacto matrimonial: perspectiva temporal y eterna. John Piper. Tyndale Español, 180 páginas.
Esta reseña fue publicada en Tim Challies.

