Se siente como una ilustración realista estadounidense de principios del siglo xx. Tu familia está reunida alrededor de una mesa puesta lujosamente. Un enorme pavo asado hace su llegada. Las guarniciones coronan la escena. A los familiares se les comienza a hacer agua la boca.
De pronto, la música de fondo cambia a un siniestro tono menor. Tu cuñado, que ya bebió demasiado, anuncia: «supongo que necesitamos a nuestro típico chico religioso para que haga algún tipo de oración, ¿cierto? No nos demoremos mucho en esto; la comida se está enfriando».
Todos se dan vuelta a mirarte, el solitario cristiano de la familia. ¿Qué oración haces?
Opción A: «bendícenos, oh Señor, y a estos sus regalos, que estamos por recibir de su generosidad, en el nombre de Cristo nuestro Señor. Amén».
Opción B: «gracias, Señor Jesús, por venir a la tierra a salvar pecadores. Gracias porque todos los que te reciben como su Salvador y Señor pueden nacer de nuevo, les pueden ser perdonados sus muchos, muchos, muchos pecados, y pueden tener vida eterna. ¡Qué gran Dios eres! Y gracias por toda esta comida deliciosa. Por favor, protégenos de la glotonería. En el nombre de Jesús. Amén».
Por supuesto, he exagerado este escenario. Pero para algunos de nosotros, asistir a una reunión en las festividades (o ser los anfitriones de una) puede estar cargada de tensión espiritual cuando pocos (o ninguno) comparte nuestra fe cristiana. Y dadas las numerosas tendencias en nuestra sociedad, la tensión podría sólo empeorar en los días futuros. No hace mucho tiempo, la mayoría de nuestros familiares, amigos, vecinos y colegas no cristianos creían que el cristianismo y la pertenencia a una iglesia contribuían al bienestar de la sociedad. Hoy, muchas personas nos culpan por todo tipo de problemas en nuestro mundo. Somos los neandertales prejuiciosos, intolerantes, homofóbicos, armados y anticiencia que estamos arruinando, retrasando y llevando a la decadencia a nuestro país.
En ese ambiente nos reunimos juntos a celebrar «las festividades». ¿Cómo nos hacemos camino en este terreno? ¿Cómo podremos evangelizar a nuestra familia con lo que parece ser un campo minado? Podría ser útil comenzar con alguna preparación interna antes de que propongamos ideas de estrategias para la interacción externa. De hecho, enmarcar el tema en escenarios antes, durante y después podría facilitar la carga de nuestro esfuerzo.
Antes
¿Has estado orando por las personas que verás en la reunión que viene? Si no es así, no es demasiado tarde para comenzar. Si lo estás haciendo, nunca es una mala idea intensificar tus esfuerzos. Jesús les enseñó a sus discípulos a «orar en todo tiempo, y no desfallecer», porque Él sabía que ellos —y nosotros— seríamos tentados a dimitir (Lc 18:1). La oración requiere perseverancia, especialmente cuando se trata de orar por personas que parecen ser resistentes al cambio o cerradas al Evangelio. Esa es una razón por la que Pablo nos dice «perseveren en la oración» (Col 4:2).
También es bueno revisar tu actitud hacia tu familia. ¿Los amas o te resulta difícil amarlos? Tal vez ambos sentimientos se agolpan. Para muchos, la familia es el terreno donde el amor se asume, pero no se expresa con frecuencia (o, al menos, no se expresa bien). Si somos honestos, algunos de nosotros despreciamos a nuestra familia. Por lo que a veces, prepararse para conectar con ella debe incluir la confesión de un corazón frío. Dios es quien te ha puesto soberanamente en una familia en particular. Quizás tu principal objeción hacia tu familia terrenal es hacia tu Padre celestial.
También puede ser útil una pequeña autorreflexión sobre tus pensamientos predeterminados del evangelismo. ¿Presionas demasiado cuando se trata de compartir tu fe o eres una gallina en el evangelismo? ¿Tiendes a siempre a insistir hasta que la gente crea cuando les hablas a las personas sobre Jesús o vives más en el área del testigo tímido? Si tu familia se siente intimidada al verte, temiendo tus preguntas sobre su destino eterno, tal vez necesites considerar un enfoque menos controlador. Si nunca o rara vez sacas el tema de la fe, quizás necesites hacer de la gloria de Dios una prioridad mayor que la comodidad y la armonía familiar.
Durante
Algunos cristianos piensan que el evangelismo se trata de convencer a otros para que estén de acuerdo con los argumentos cognitivos y las proposiciones lógicas. Otros imaginan que el evangelismo es abrumadoramente emocional. Dicen que las personas necesitan ser amadas, no convencidas, para entrar al Reino. Pero la Biblia nos ve como personas completas tanto con cerebros como con corazones. Necesitamos enfoques multifacéticos para conectar con personas multifacéticas. Proclamamos la verdad y expresamos amor. Elaboramos argumentos y también encarnamos la esperanza, el gozo y la paz.
Si tiendes hacia el lado cognitivo, quizás durante Acción de Gracias y Navidad harías bien en hablar de aquello por lo que estás agradecido, por qué te anima el futuro y cómo te has sentido animado por las maneras en que Dios te ha provisto en el pasado. Podrías considerar maneras de comunicar preocupación por las personas: escuchar más, empatizar más y pontificar menos. Explora intereses comunes como vías para una conversación más profunda, que podría hacer espacio para discutir la bondad de Dios mostrada a través de la gracia común y la revelación general.
Si tiendes más a la dirección del testigo silencioso, quizás debes prepararte para explicar lo que crees y luego intentar verbalizar tu fe a uno o dos familiares que probablemente conversen de maneras más respetuosas. Seguramente, encontrarás que esto es incómodo. De nuevo, quizás necesitas arrepentirte de hacer de la comodidad un ídolo.
Después
Antes de la era de las redes sociales, los correos electrónicos, los mensajes de texto y otros modos de conexión electrónica (¿puedes recordar semejante antigua historia?), las reuniones de las festividades eran unos de los únicos momentos para tener conversaciones sustantivas con la familia. Si no abordábamos temas importantes en ese momento, pasaba otro año o más antes de que pudiéramos hacerlo.
Este es un mundo completamente nuevo ahora, que ofrece algunas ventajas para el evangelismo. Podemos continuar la conversación mucho después de la reunión familiar y algunas formas de comunicación electrónica podrían ser mejores que la variedad cara a cara. Muchas personas se sienten acorraladas y arrinconadas cuando se les pregunta sobre sus creencias religiosas. Esos momentos pueden ser tan incómodos, que recurren a rechazar el tema de inmediato, cambiando el tema u ofreciendo clichés mecánicos: «creo que la religión es un asunto privado»; «bien, ¿quién puede decir lo que es correcto y lo que es incorrecto?»; «creo que todas las religiones tienen algo de verdad».
Un correo de seguimiento después de una breve conversación en persona podría demostrar ser más fructífera. En primer lugar, es uno a uno sin que nadie más escuche. En segundo lugar, les da tiempo a las personas para reflexionar antes de responder, dándoles la oportunidad de pensar profundamente sobre lo que sí creen realmente.
Muchas personas casi nunca piensan en cosas espirituales. Si les preguntas sobre sus creencias, podría ser la primera vez (o la primera vez en mucho tiempo) que han considerado el tema. Es por eso que algunos recurren a los clichés, que los protegen de la reflexión profunda. Pero mientras se sientan frente al computador o miran su teléfono, con la pregunta que les planteaste esperando pacientemente ante ellos, tienen tiempo para considerar una nueva perspectiva.
No olvidemos que reflexionar sobre el Evangelio desconcierta a muchos no creyentes. Cuando las personas piensan seriamente sobre su pecaminosidad, la santidad de Dios, la singularidad de Jesús, el vacío del mundo o su propia falta de paz interior, no deberíamos sorprendernos si necesitan espacio para luchar por su propia cuenta antes de llegar a conclusiones dolorosas. Como observó C. S. Lewis sobre los tipos de dioses en los que preferiríamos creer en lugar del Dios real:
Un «Dios impersonal», ¡está bien! Un Dios subjetivo de belleza, verdad y bondad dentro de nuestro cerebro, ¡todavía mejor! Una fuerza de vida sin forma surge a través de nosotros, un vasto poder que podemos aprovechar, ¡lo mejor de todo! Pero el mismo Dios viviente, tirando del otro extremo de la cuerda, quizá acercándose a velocidad infinita, el cazador, el Rey, el esposo; eso es una cosa muy distinta.
Batalla por la familia
No debería sorprendernos que dar testimonio a los miembros de la familia nos parezca más difícil que hablar con extraños o conocidos cercanos. ¡Es más difícil! Nuestras emociones son más profundas con la familia. Los conocemos por más tiempo y los seguiremos conociendo por más tiempo aún.
No obstante, a mayor escala, la familia es el campo de batalla favorito del diablo. Él odia el matrimonio, la familia y, por sobre todo, al Dios que se llama a sí mismo «Padre». Dios le da un gran valor a las familias y son una alta prioridad para Él. Si la familia es una prioridad alta para Dios, entonces la familia ciertamente es una alta prioridad para el maligno.
Por tanto, mientras nos reunimos para las celebraciones de las festividades, no seamos ingenuos: hay mucho más pasando que sólo un pavo y todas las guarniciones.