El grito de nuestra época dice «ocupado».
¿Cómo estás? «Ocupado».
¿Cómo vas en el trabajo? «Ocupado».
¿Cómo están los niños? «Tienen vidas tan ocupadas. Me siento como un taxista».
¿Pudiste ir al centro comercial hoy? «No, estaba demasiado ocupado».
¿Puedes ayudarme? «Estoy ocupado en este momento».
El ritmo acelerado de la vida que empuja a Dios hacia los márgenes puede transformarse fácilmente en agotamiento. Muchos de nosotros estamos pidiendo a gritos formas de lidiar con el ajetreo antes de que llegue.
Sin embargo, las expectativas de estar al día con todo se intensifican continuamente, cortesía de Facebook, Twitter, Snapchat, Instagram, Netflix y todo lo demás. Todos somos susceptibles a las expectativas de estar siempre disponibles, de estar conscientes de todo lo que está pasando y de ser capaces de lograr cualquier cosa. Como es de esperar, esta demanda de omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia nos presiona, cualquiera sea nuestro nivel de destreza con las redes sociales.
Agreguemos algunos ingredientes más: el sueño inadecuado, los malos hábitos alimenticios, la adicción a la cafeína, la urgencia de proyectar nuestra identidad preferida, un estilo de vida sedentario; y así tenemos la receta perfecta para nuestra continua ansiedad e inquietud.
Sin embargo, cada uno de nosotros es, si se quiere, el maestro de cocina en nuestra propia cocina. Podemos escoger volver a considerar los ingredientes que agregamos a la mezcla de la vida que nos hace sentir hinchados y estresados en lugar de alimentados y nutridos. El ajetreo y el bullicio 24/7 proviene de nosotros mismos, al menos en cierta medida. Así como existen personas que hacen dietas de desintoxicación, haríamos bien con prestarle atención a la desintoxicación digital y con reconsiderar cuánto tratamos agregar a nuestra vida.
Los inútiles intentos de sustentarnos a nosotros mismos por nuestros propios esfuerzos no son nuevos. Nuestra era digital simplemente ofrece nuevas manifestaciones de la vieja tentación de usurpar el rol de Dios. Sin embargo, contra esta viaja tentación, Dios ofrece una vieja respuesta: ¿qué le pasaría a nuestro mundo, encendido 24/7, si las personas que van a Jesús para reposar (Mt 11:28) regularmente tomaran un día para descansar de la distracción, del trabajo y del ajetreo? ¿Qué tendría que ofrecerle este hábito semanal al mundo en el que nos encontramos (un mundo que continúa sin descanso para buscar paz en medio del ajetreo)?
1. Tomarnos un día a la semana para descansar es una señal de que deseamos a Dios
Tomarse un día a la semana para detener nuestros esfuerzos y centrarnos en Dios grita que deseamos a Dios por sobre el estatus, la recompensa económica, un ascenso en el trabajo, un logro y cualquier otra cosa que pueda distraernos de aquel a quien amamos.
No tomarnos el tiempo para estar con alguien a quien amamos cuando se nos da la oportunidad es una señal segura de que nuestro deseo de estar con ellos, de recordar juntos los buenos momentos que hemos pasado y de considerar lo que trae el futuro ha disminuido. Cuando apartamos un día a la semana específica e intencionalmente para centrarnos en el Señor, como se le ordenó hacer al pueblo de Dios del antiguo pacto mientras viajaban (Ex 16:23, 25), mostramos al mundo que nuestros corazones le pertenecen a él.
Atesorar un día para descansar y adorar le dice a las personas donde descansa nuestro corazón.
2. Tomarnos un día a la semana para descansar es una señal de que confiamos en Dios
Tomarse un día a la semana para dejar nuestros esfuerzos por sobrevivir en el presente y prepararnos para el futuro muestra que confiamos en que la provisión de Dios para el presente es adecuada y que su promesa para el futuro es segura.
Cuando tenemos un ritmo semanal que incluye un día descanso, nos paramos junto a los santos del antiguo pacto que confiaron en que Dios proveería para sus necesidades (Ex 16:22-30). Nos paramos junto a Jesús, quien rechazó los intentos de Satanás para convencerlo de preocuparse de sus propias necesidades, al recordarle que no vivimos solo de pan, sino que de la Palabra de Dios que viene de la boca del Señor (Mt 4:4).
Vivimos con integridad como un pueblo que ora «danos hoy el pan nuestro de cada día» (Mt 6:11) y que luego confía en que Dios lo hará. Como criaturas finitas, declaramos nuestra confianza en los recursos del Creador infinito, que nos provee toda bendición (Ef 1:3; 1Ti 6:17). Cuando nos comprometemos a disfrutar un día a la semana para descansar en los períodos más ocupados de la vida (ver Ex 34:21), declaramos aún más fuerte nuestra confianza en Dios.
3. Tomarnos un día a la semana para descansar proclama la supremacía de Cristo
Tomarnos un día a la semana para soltar el agarre de nuestro corazón a nuestros propios logros hace espacio para acordarnos y recordarnos mutuamente los logros de Cristo. Todo lo que no podemos hacer, incluso con un esfuerzo sin fin, Cristo ya lo ha hecho. En nuestro descanso, proclamamos que él ha complido los requerimientos para la obediencia perfecta a su Padre (Ro 8:3-4). Proclamamos que él ha provisto el verdadero descanso que nuestra búsqueda de actividades para nuestro tiempo de ocio y nuestro sueño sin descanso no pueden entregar (Mt 11:28-30).
Puesto que quien murió en el Señor descansará de su arduo trabajo (Ap 14:13), descansar un día a la semana ahora nos ayuda a recordar y a prepararnos para ese futuro, cuando en el nombre de Jesús toda rodilla se doble y toda lengua confiese que él es el Señor (Fil 1:10-11). Declaramos que nuestra ambición es mucho mayor que desarrollar nuestra carrera, o ascender de estatus, o completar deberes terrenales; es hacer conocido a Cristo.
4. Tomarse un día a la semana para descansar declara nuestra libertad
Liberar un día a la semana de la tiranía de lo urgente y de la interminable lista de quehaceres nos recuerda a nosotros y a quienes nos rodean que ya no somos esclavos. A los destinatarios originales de la orden de descansar un día de cada siete se les recordó que el Señor los rescató de la esclavitud de Egipto (Dt 5:15). Pero para Israel, y para nosotros, la redención de la esclavitud física era simplemente una imagen de una libertad mayor del pecado y la muerte (Ro 6:15-23). Vemos más claramente de lo que Israel lo hizo pues fuimos «llamados a libertad» (Ga 5:13) y, por lo tanto, nuestra motivo para recordar y para celebrar es mayor.
No tomamos un día para descansar porque sea obligación, sino que por un mayor deseo de hacer una pausa, de recordar, de mirar hacia adelante y de adorar. Declarar que escogimos libremente celebrar la libertad es un mensaje que aquellos que son esclavos a las obligaciones del ajetreo y que sienten que no pueden escapar de la tiranía del agotamiento necesitan profundamente.
Colin Noble © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
Colin Noble
Colin Noble es autor de Working for God [Trabajando para Dios]. Vive cerca Bushland, Sydney, Australia con su esposa y sus dos hijas. Sirve como capellán en una comunidad de 1700 personas. Publica en el blog Noble Thoughts.