Hoy en día, existen muchas críticas sobre la iglesia de Estados Unidos.
Las criticas vienen tanto desde adentro como desde afuera; de aquellos que aman la iglesia y de aquellos que la odian. Todos sabemos que hay algo que no está bien, ¿pero qué es? En muchos casos la receta es la misma mientras que la cura varía ampliamente. En su primer libro Loco amor, Francis Chan, Pastor de Cornerstone Church en Simi Valley, California, orador habitual en Passion Conferences y otros eventos y quien grabó el video evangelístico “Detente y piensa”, en el cual él camina kilómetros sosteniendo una tabla de surf y toma su oportunidad de desafiar a la iglesia. “Este libro”, dice, “está escrito para quienes quieren más de Jesús; es para quienes están aburridos con lo que ofrece el cristianismo estadounidense; es para quienes no quieren estancarse, quienes preferirían morir antes de que mueran sus convicciones”. Es un libro que está pensado para cambiar la forma en que los cristianos viven sus vidas.
Existen dos formas de criticar la iglesia: podemos criticar desde el amor o desde la repulsión. Chan está comprometido a criticar a la iglesia como un acto de amor. En una entrevista reciente, cuando se le preguntó sobre la iglesia emergente, él dice esto: “como pastor, oigo a muchos líderes emergentes hablar sobre lo que está mal en la Iglesia. Se expresa como alguien que no ama a la Iglesia. Yo soy pastor, sobre todo, y estoy tratando de ofrecer una solución o un modelo de lo que debería ser la Iglesia. Estoy regresando a la Escritura y viendo cómo era la Iglesia en su forma más sencilla, y tratando de recrear eso en mi propia iglesia. No estoy inventando nada nuevo. Estoy llamando a la gente a regresar al modo en que era. No estoy golpeando a la Iglesia; la estoy amando”. Su amor por la iglesia es obvio a través del libro.
El formato de Loco amor es sincero y efectivo. Chan dedica tres capítulos para renovar nuestro entendimiento del carácter de Dios y siete, para llamar a los cristianos a examinarse a sí mismos. Dentro del libro se desarrollan dos temas que provocarán que la gente hable.
El primer tema trata sobre la obligación de examinarnos a nosotros mismos exhaustivamente. No podemos suponer que somos salvos o, al usar una metáfora bíblica, no podemos suponer que estamos en buena tierra. Chan llama al lector a hacer un serio inventario de nosotros mismos por medio de un capítulo que entrega un perfil de aquellos que son tibios. Él concluye que “un cristiano tibio es un oxímoron; no existe tal cosa. Para decirlo claramente, los asistentes a la iglesia que son ‘tibios’ no son cristianos. No los veremos en el cielo”. Dios quiere todo o nada.
El segundo tema es profundamente contracutural, yendo contra la corriente tanto de los cristianos como de la cultura secular; esto es: vive lo mejor de tu vida después. Chan quiere ver a cristianos viviendo vidas diferentes —viviendo de una forma que sea notoriamente diferente de las vidas de aquellos que los rodean—. Él quiere ver cristianos renunciando a más de lo que consideramos necesario, a lo que consideramos que nos falta, con el fin de que nos centremos en los tesoros que son eternos. Quiere que salgamos del área de comodidad y nos enfoquemos en la obediencia radical. “Pero Dios no nos llama a estar cómodos. Él nos llama a confiar en Él de manera tan completa que no tengamos miedo a ponernos a nosotros mismos en situaciones en las que tendremos problemas si Él no interviene”.
Estos dos temas y un enfoque en las Escrituras sirven para crear un libro poderoso y profundamente desafiante. Existe un compromiso bastante obvio aquí para enseñar principios bíblicos desde las Escrituras e invitar al lector para verificar qué es lo que él está escribiendo desde las mismas Escrituras. No es sorprendente que el capítulo más débil de este libro sea el que depende menos de la Biblia. Este es un capítulo que entrega ejemplos de hombres y mujeres que han tomado decisiones radicales para así vivir de una forma radicalmente diferente. Por lo menos un par de ejemplos son de personas que no son los mejores ejemplos en general porque a medida que iban deshaciendo de sus antiguas vidas, también lo hacían con mucha de la buena teología.
Dejando esa pequeña crítica a un lado, encuentro que este es un libro que enfrenta los paradigmas con un mensaje que los cristianos desesperadamente necesitan escuchar. Muchos de nosotros estamos viviendo muy seguros y de forma muy fácil. Sin embargo, en los breves momentos que pasamos en la iglesia cada semana, prácticamente no nos distinguimos de los no creyentes que nos rodean. Esta no es la forma en que se supone que debemos ser. La iglesia debe exhortar amorosamente y Chan lo hace muy bien.