«¡Feliz Acción de Gracias!», «¡Feliz Navidad!», «¡Feliz Año Nuevo!». A medida que se acerca el final del año, adonde sea que vayamos alguien está diciéndonos que debemos estar felices.
Sin embargo, para quienes han perdido recientemente a un ser querido, las fiestas pueden parecer más como algo de lo cual sobrevivir que algo que disfrutar. Las tradiciones y los eventos que pueden dar tanta alegría y significado a la temporada de festividades son interrumpidos repetidamente por recuerdos dolorosos de la persona que amamos que no está ahí para compartirlos con nosotros. Muchos han deseado encontrar un lugar tranquilo donde esconderse hasta el 2 de enero.
Aunque nosotros, los que rodeamos a las personas que están atravesando un duelo, no podemos quitar el dolor de la pérdida, sí podemos llevar un especial consuelo al acompañar a los que sufren con una especial sensibilidad sobre el dolor durante las fiestas. Las personas en duelo desean que todos supieran al menos cinco verdades, entre otras, en Navidad.
1. Incluso los mejores momentos son interrumpidos por la consciencia de que alguien falta
Recuerdo una conversación que tuve con una amiga mientras nos preparábamos para salir durante las fiestas poco después de que nuestra hija, Hope, había fallecido. «¡Esto va a ser divertido!», dijo. Percibí que yo debía estar totalmente de acuerdo con ella.
Lo que no sabía cómo explicar era que cuando pierdes a un miembro de tu familia, incluso los mejores momentos están dolorosamente incompletos. Alguien falta. Incluso los mejores días y los momentos más felices están teñidos de tristeza. Donde sea que vayas, la tristeza te acompaña.
2. Los eventos sociales son difíciles
Nunca he podido descubrir por qué las multitudes son difíciles cuando estás pasando por momentos de aflicción, pero lo son. Una pequeña conversación puede ser insoportable cuando algo tan significativo ha ocurrido. Conocer nuevas personas traerá preguntas sobre tu familia. Entrar sola a un salón lleno de parejas cuando tu cónyuge ha muerto, o ir a un evento lleno de niños cuando tu hijo ha fallecido, puede ser un recordatorio aplastante de lo que has perdido.
Si has invitado a alguien que está en medio de su duelo a celebrar las fiestas de fin de año, cuéntales que entiendes que a último minuto les parezca demasiado difícil ir y decidan cancelar o que irán solo por un rato.
Si vas a una celebración, llama a una persona que está atravesando por un gran duelo y pregúntale si puedes pasar a buscarla y quédate con ella durante la celebración para apoyarla. Cuando te topes con una persona que está sufriendo durante un evento social por las festividades, cuéntale que aún estás pensando en la persona que ella ama y que ha fallecido e invítala a hablar de los recuerdos que tiene con esa persona. No tengas miedo de decir el nombre de la persona que ha muerto. Será un bálsamo para el alma de la persona que sufre dolor.
3. La familia extendida puede sentirse incómoda y molesta
El dolor a menudo es incómodo —incluso, y quizás especialmente, para aquellos que son más cercanos a nosotros—.
Mi esposo y yo organizamos retiros de fin de semana para parejas que han perdido a sus hijos. La dificultad de estar con la familia durante las festividades a menudo es el tema de conversación de esas parejas. Ellos saben que algunos miembros de su familia piensan que ya han sufrido por suficiente tiempo y quieren que den vuelta la página. Otros quieren iniciar una conversación sobre la persona que murió, pero no están seguros de cómo hacerlo. Lo que a menudo sucede es que el nombre de la persona que falleció nunca se menciona y para la persona que está cargando con el dolor de su pérdida parece como si la hubieran borrado de la familia.
¿Conoces a alguna persona que está en duelo y que irá a una reunión familiar para las fiestas de fin de año? Podrías preguntarle por sus expectativas respecto a su familia cuando lleguen a reunirse. Si tiene un fuerte deseo por que su ser amado sea recordado de una manera específica, combinado con un miedo de que quizás no suceda, podrías animarla y ayudarla a escribir anticipadamente una carta a su familia donde les cuente claramente lo que le traería consuelo, en lugar de esperar que su familia lo sepa instintivamente.
4. Las lágrimas no son un problema
Para la mayoría de nosotros, el dolor tiende a resolverse por medio de las lágrimas (lágrimas que brotan en momentos que no esperamos). A veces las personas en duelo sienten que quienes están a su alrededor ven sus lágrimas como un problema que deben resolver, que las lágrimas deben significar que no están lidiando bien con su dolor. Sin embargo, tiene sentido que el gran dolor de perder a alguien que amamos se manifieste con lágrimas. Las lágrimas no son el enemigo. Las lágrimas no reflejan una falta de fe. Las lágrimas son un regalo de Dios que ayudan a limpiar el profundo dolor de la pérdida.
Decirles a las personas que no tienen que avergonzarse por sus lágrimas es un gran regalo. Diles que pueden llorar contigo. Un regalo aún mayor es derramar tus propias lágrimas por la pérdida de la persona que ellos aman. Tus lágrimas reflejan el valor de la persona que murió y les asegura que no están solas al extrañar a esa persona.
5. Puede ser difícil recordar por qué la Navidad debería ser un tiempo de alegría
En la canción Santa la noche, cantamos: «una esperanza al mundo regocija». Las personas en duelo a tu alrededor sienten el agotamiento de la vida y de la muerte en este mundo y se preguntan cómo las personas que las rodean pueden regocijarse. Ellos están desesperadamente necesitados de que la realidad de Cristo rompa su soledad y desesperación. Aunque no queremos predicarles, sí buscamos la oportunidad de compartir con ellos que el consuelo y la alegría son encontrados en la venida de Dios mismo en Cristo para rescatarnos.
La vida de Jesús que comenzó en una cuna de madera culminará en la muerte en una cruz de madera. Pero, no será una muerte inconsciente y sin sentido. Será una muerte que conquistará la misma muerte, seguida por una nueva vida de resurrección. El escritor de Hebreos explica: «el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte» (Heb 2:14, NTV). El poder que la muerte tiene ahora (traer tanto sufrimiento) no será para siempre. Lo que Jesús puso en marcha cuando venció la muerte en su primera venida llegará a completo término cuando regrese.
Esta es nuestra gran esperanza en Navidad y la esperanza que tenemos para compartir con aquellos que están en duelo durante Navidad: «la luz de un nuevo día al fin brilló». El Cristo que vino como un bebé y murió como nuestro sustituto, un día regresará para consumar su Reino. Y cuando lo haga, «Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más» (Ap 21:4, NTV).