Nota del editor: este artículo es una versión editada de la exposición que Shai dio en la conferencia First Five Years el año 2016.
Tristemente, no es inusual para quienes están en autoridad abusar de ella. Por ejemplo, considera estos varios ejemplos:
De un artículo de 2013 sobre malos jefes en The Washingtonian:
Un tipo de la empresa antigua donde trabajé solía hacer que sus empleados pidieran permiso para ir al baño —y les tomaba el tiempo—. Si se demoraban más de cinco minutos, agregaba el tiempo extra al final de la semana y les hacía usar sus vacaciones.
A cualquiera que llegara tarde a una reunión, les hacía pararse en la esquina de la sala y quedarse ahí mientras esta duraba y a quienes decían cualquier cosa que él considerara «estúpida», los hacía pararse sobre la silla o sobre la mesa.
Del libro de Randi Kreger Deja de andar sobre cáscaras de huevo: retoma el control ante el comportamiento de una persona con trastorno límite de la personalidad:
Mi papá usó el miedo, la culpa, la intimidación, la censura y la manipulación para controlar a toda la familia. Es tóxico: el tipo de persona que te hace dudar de tus propias percepciones y creencias. La vida con él era una montaña rusa: iba hacia arriba y hacia abajo, por años y años. Podía enfurecerse y gruñir en un minuto y se disculpaba al siguiente, y esperaba que olvidaras todo. La inestabilidad e inseguridad constantes finalmente me dejó completamente insensible. Él se rehúsa a asumir la responsabilidad de su comportamiento y actúa como si cualquier brecha en mi relación fuera mi culpa. Estoy intentando perdonarlo[1].
O este, del Informe del Departamento de Justicia sobre el Departamento de Policía de Baltimore:
Encontramos una causa razonable para creer que el Departamento de Policía de Baltimore está involucrado en un patrón o práctica de control policial discriminatorio contra afroamericanos. Las evidencias estadísticas muestran que el Departamento se inmiscuye desproporcionadamente en las vidas de los afroamericanos en cada etapa de sus actividades de seguridad; los oficiales del Departamento de Policía de Baltimore detienen desproporcionadamente a los afroamericanos; los buscan con más frecuencia durante esas detenciones, y los arrestan a tasas que exceden significativamente los puntos de referencia para la actividad criminal. De igual manera, los afroamericanos son sujetos, con más frecuencia, de falsos arrestos. Sin duda, para cada delito menor callejero que examinamos, los fiscales locales y los oficiales de reservas desestimaron una proporción mayor de arrestos de afroamericanos tras la revisión inicial en comparación con los arrestos de otras personas con trasfondos raciales diferentes. Los oficiales del Departamento de Policía de Baltimore usaron fuerza desproporcionada (incluso fuerza constitucionalmente excesiva) contra sujetos afroamericanos. Casi el 90 % de los incidentes de fuerza excesiva identificados por la revisión del Departamento de Justicia implican el uso de la fuerza contra afroamericanos[2].
Lo que estas historias tienen en común es su ejemplo consistente de autoridad abusiva. Y cuando esto ocurre, los resultados a menudo son devastadores. Devastadores para un lugar de trabajo, devastadores para una familia, devastadoras para una comunidad completa. Mientras mayor sea el grado de autoridad, mayor será el dolor infligido cuando se abusa de él.
Si es devastador para el mundo, ¿cuánto más para la iglesia de Jesucristo?
Definamos autoridad
La autoridad humana es un poder delegado para tomar decisiones y para hacer valer las leyes de algún tipo sobre quién está bajo autoridad. Y la Biblia deja claro que esto es algo bueno. Romanos 13:1 dice: «porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas». En ese contexto, está hablando de autoridades de gobierno, pero aplica para toda autoridad. No existe autoridad excepto la de Dios.
¿Recuerdas la conversación entre Jesús y Poncio Pilato en Juan 19? «Pilato entonces le dijo: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte?”. Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba”».
La autoridad es buena, porque cuando se usa apropiadamente, es un reflejo del poder, la sabiduría y el amor de Dios.
La autoridad de Jesús
La autoridad abusiva es el uso inapropiado de autoridad. Como todo pecado, es una distorsión. Toma algo bueno y ordenado por Dios, y lo usa inapropiadamente. Por lo tanto, a fin de entender la versión mala, pensemos en cómo es la versión buena. Y para ver la versión buena, como alguien podría predecir, todo lo que tenemos que hacer es mirar a Jesús, porque Él es el epítome de todo lo bueno, y eso incluye la autoridad.
Esto no podría estar más claro en pasajes como Juan 10:1-11:
En verdad les digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera. Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les habló por medio de esta comparación, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de Mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón sólo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
»Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.
En este pasaje, que viene después de que Jesús curara a un hombre que era ciego de nacimiento, el Señor Jesús se describe a sí mismo como el «buen pastor». La imagen de pastor/ovejas tiene un rico trasfondo del Antiguo Testamento y es una imagen de cómo Dios se relaciona con su pueblo.
En la cultura de Jesús, habría sido una imagen obvia de autoridad. El pastor tiene autoridad sobre las ovejas. El pastor decide dónde van las ovejas y cuándo es tiempo de que las ovejas vuelvan del campo. Él las alimenta, las cuida, las corrige cuando se desvían. Claramente, él toma las decisiones. Tiene autoridad sobre las ovejas.
No obstante, aquí es donde se vuelve sorprendente. Jesús usa su autoridad, no para herir a las ovejas, aprovecharse ni abusar de ellas, sino para bendecirlas. De esta manera, la autoridad de Jesús es protectora, amorosa y sacrificial.
Protectora
Nota al final del versículo 3: «las conduce fuera». Nota también la mitad del versículo 4: «va delante de ellas». El pastor está al frente de cualquier depredador, si quieren llegar a las ovejas, tienen que pasar por Él primero. Él usa su autoridad para proteger.
Amorosa
Jesús llama a sus ovejas por su nombre (10:3). Es personal. No se limita a cuidar de un grupo de ovejas sin valor, simplemente ahí para servir a sus propósitos y satisfacer sus necesidades. Al contrario, Él las conoce y las llama a cada una individualmente por su nombre.
Sacrificial
En el versículo 11, Jesús dice: «Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas». Esto es escandaloso. Aun cuando las ovejas sin duda tenían valor en esa cultura, el valor de las ovejas era nada en comparación al valor del pastor. No se esperaba que el pastor pusiera en peligro su vida por las ovejas, mucho menos morir por ellas.
No obstante, eso es exactamente lo que Jesús hace. El propósito de la autoridad es para el bien, la bendición y el florecimiento de aquel que está bajo autoridad. Y Jesús dice que exactamente es eso para lo que usa su autoridad: para cumplir el versículo 9: «si alguno entra por mí, será salvo».
¿Salvo de qué? Salvo de la ira de Dios. Eso es lo que merecemos por nuestro pecado. Y todos somos culpables. Como ovejas, todos nos hemos descarriado. Cada uno de nosotros ha seguido sus propios caminos. Y el Señor ha puesto sobre Él la iniquidad de todos nosotros. Por lo tanto, Jesús, por medio de su muerte y resurrección, asegura nuestro mayor bien, nuestra mayor bendición, el grado más alto posible imaginable de florecimiento. Él nos salvó. Jesús usó su poder y autoridad para salvarnos.
Jesús se contrasta a sí mismo tanto con los líderes de su tiempo como con los malos pastores del pasado. Mientras Jesús hacía este contraste, los oyentes de la época habrían recordado textos como el de Ezequiel 34.
Los pastores abusivos de Israel
Esto es lo que Ezequiel dice en Ezequiel 31:1-10:
Entonces vino a mí la palabra del Señor: «Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y di a los pastores: «Así dice el Señor Dios: “¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Comen la grasa, se han vestido con la lana, degüellan la oveja engordada, pero no apacientan el rebaño. Ustedes no han fortalecido a las débiles, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, no han buscado a la perdida; sino que las han dominado con dureza y con severidad. Las ovejas se han dispersado por falta de pastor, y se han convertido en alimento para toda fiera del campo. ¡Se han dispersado! Mis ovejas andaban errantes por todos los montes y por toda colina alta. Mis ovejas han sido dispersadas por toda la superficie de la tierra, sin haber quien las busque ni pregunte por ellas”».
Por tanto, pastores, oigan la palabra del Señor: «Vivo Yo», declara el Señor Dios, «ya que mi rebaño se ha convertido en presa, que incluso mi rebaño se ha convertido en alimento para todas las fieras del campo por falta de pastor, y que Mis pastores no han buscado Mis ovejas, sino que los pastores se han apacentado a sí mismos y no han apacentado mi rebaño, por tanto, pastores, oigan la palabra del Señor: “Así dice el Señor Dios: ‘Yo estoy contra los pastores y demandaré mi rebaño de su mano y haré que dejen de apacentar el rebaño. Así los pastores ya no se apacentarán más a sí mismos, sino que Yo libraré mis ovejas de su boca, y no serán más alimento para ellos’”».
Jesús, como el buen pastor, es el cumplimiento de lo que se profetizó aquí. No obstante, fíjate que todas las críticas específicas hacia los pastores de Israel encajan con lo que Jesús dice sobre los ladrones y salteadores en Juan 10.
La crítica de Dios a los pastores de Israel se comunica de las siguientes diez formas:
- Se apacientan a sí mismos y no a las ovejas (34:2).
- Se comen la grasa (34:3).
- Se visten de lana (34:3).
- Matan a las engordadas (34:3).
En otras palabras, así como los ladrones y los salteadores que Jesús menciona en Juan 10, estos pastores están robando de sus ovejas para su propio vergonzoso beneficio. Pero hay más:
- No han fortalecido a los débiles (34:4).
- No han curado a los enfermos (34:4).
- No han vendado a los heridos (34:4).
- No han traído de vuelta al descarriado (34:4).
- No han buscado al perdido (34:4).
- Han dominado con fuerza y dureza (34:4).
En otras palabras, al igual que el ladrón y el salteador, estos pastores matarán y destruirán a las ovejas por medio de su negligencia.
Fíjate que el abuso de autoridad en este pasaje no es tan visto en como trataban al fuerte, sino en cómo trataban al débil, al enfermo, al herido, al descarriado y al perdido (34:4). No vieron al débil como almas preciosas a los ojos de Dios en necesidad de fortalecimiento, sino que como una molestia. No vieron al enfermo como escogido y amado, sino como un inconveniente. Vieron al herido como un estorbo que ralentizaba el ministerio. No vieron al descarriado como alguien que no merecía tiempo para ser buscado. Vieron sin esperanza al perdido. Abusaron de las ovejas porque no tenían ojos para verlas como Dios las veía.
Consideraciones prácticas
Lamentablemente, hoy en día, este caso es muy habitual. El apóstol Pedro, al dar la instrucción a los subpastores, recoge algunos de estos temas en 1 Pedro 5:1-5:
Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona inmarcesible de gloria. Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
Mi suposición es que ninguno de ustedes quiere abusar de la autoridad que Dios les ha dado. Supongo que aquellos que han cedido ante la tentación de ser abusivos al ejercer autoridad no fueron al ministerio con el objetivo de ser un pastor abusivo. Supongo, como la mayoría del pecado, que ocurrió gradual y sutilmente. Hebreos 3:13 habla del «engaño del pecado» por una razón.
Al ver 1 Pedro 5:2, ¿notas de quién es el rebaño? Es el rebaño de Dios; no es tu rebaño. Es de Dios. Son las ovejas de Dios. Fíjate dónde están: «entre ustedes»; no bajo ustedes. Lo que este versículo sin duda alguna no está diciendo es: «sometan a su propio rebaño que está bajo ustedes».
Y sin embargo, mucho del pastoreo hoy se ve así. Pero debemos preguntarle a Pedro, ¿cómo hacemos esto? ¿Cómo pastorear el rebaño de Dios que está entre nosotros? Él nos dice cómo.
Primero, él dice: «velando por él». Esa es la autoridad: poder delegado por Dios. El significado de «autoridad» ahí es importante: «es mirar atentamente con el objetivo de cuidar a aquel que es observado». Ese objetivo también es importante: cuidar de aquel que está bajo autoridad. Luego, él da instrucciones en tres pares, cada uno de ellos expresados de manera negativa y, después, positivamente. Cada uno de ellos tiene el propósito de ayudar a los pastores, ayudarnos a evitar la autoridad abusiva.
No por obligación, sino voluntariamente: orgullo
Esto hace referencia a nuestros motivos. Provoca que escudriñemos nuestros corazones y nos preguntemos: «¿por qué estamos en el ministerio?». Esa es una buena pregunta. ¿Por qué estás en el ministerio? ¿O por qué deseas ir al ministerio? Esa es una pregunta importante, porque todos sabemos las respuestas correctas: para la gloria de Dios; la extensión del Evangelio; ayudar y servir a la congregación. Esas son respuestas correctas y bíblicas; no obstante, tener la respuesta correcta no es suficiente. Estoy segura de que aquellos en nuestros círculos que han cedido al pecado de abusar de su autoridad tuvieron todos la respuesta correcta.
Las personas entran al ministerio por todo tipo de razones. Estas son algunas de las incorrectas:
1. El deseo de poder
Algunas personas anhelan poder. Les gusta la idea de ser el jefe, de estar a cargo. Les gusta que las personas tengan que hacer lo que ellos dicen. Podría ser porque se sienten impotentes como un niño y ahora tienen la oportunidad de ejercer el poder que siempre desearon pero que nunca tuvieron.
2. El deseo de afirmación
Algunas personas, más que cualquier cosa, sólo quieren afirmación. Esta es la persona que anhela cumplidos y vive del aplauso. Se siente bien ser afirmado, y esta persona tiene una gran oportunidad cada semana de que le digan que está haciendo un gran trabajo. Por supuesto, para muchos, tiene un efecto contrario al esperado cuando son llamados a una congregación que critica más que afirma; estos hermanos a menudo son aplastados bajo la carga de la crítica.
3. El deseo de respeto
Hay un respeto que viene del cargo. Una vez escuché sobre un tipo que insistía en que la congregación no lo llamara por su primer nombre, sino que lo llamara por su título.
No puedo evitar preguntarme si ese tipo alguna vez leyó Mateo 23: «Pero ustedes no dejen que los llamen Rabí; porque Uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen a nadie padre suyo en la tierra, porque Uno es su Padre, el que está en los cielos. Ni dejen que los llamen preceptores; porque Uno es su Preceptor, Cristo».
No hay nada malo en ser un rabí, un maestro o un preceptor, pero hay algo muy malo en gloriarse de ello. Porque gloriarse de ello es una manifestación de orgullo. Es por eso que Jesús dijo inmediatamente: «Pero el mayor de ustedes será su servidor. Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido».
4. El deseo de una «plataforma»
Es por esta razón que las grandes conferencias pueden ser peligrosas. Debido a que no importa cuán cuidadosos sean los organizadores, puede reforzar la falsa noción de que los pastores más fieles son los pastores con los ministerios más grandes y con los dones más evidentes. Es tristemente irónico, pero la realidad es que mientras más grande sea la «plataforma», más desafiante será estar entre el rebaño y pastorear bien. Por alguna razón, hemos separado la predicación del pastoreo. Eso nunca debió ser así porque van de la mano. Me encanta lo que Anthony Carter dice sobre por qué él no habla más en conferencias: «Dios no me ha llamado a pastorear al mundo, sino al rebaño».
No por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo: codicia
Esto se estableció explícitamente en Ezequiel 34 y Jesús lo sugirió implícitamente en Juan 10 cuando dijo que los ladrones y los salteadores roban. La advertencia contra la codicia es una advertencia constante en la Escritura. Habrá una tentación de usar el dinero de la iglesia para sus propios fines pecaminosos. Es por esto que la rendición de cuentas financiera es tan importante: dos firmantes por cada cheque.
No teniendo señorío, sino siendo ejemplos para el rebaño: poder
Estas son un par de maneras de ser dominantes:
- no escuchar;
- tomar represalias cuando hay críticas. Sé de una persona que en cualquier momento en que es criticado saca a las personas del ministerio;
- usar la Palabra para establecer un punto en lugar de hacer tus puntos desde la Palabra de Dios;
- al igualar tus sugerencias con la Biblia y al sujetar las conciencias de las personas,
- ordenar obediencia donde la Palabra no lo hace.
Así es cómo se gobierna con dureza.
Conclusión
Hermanos, debemos darnos cuenta de que el orgullo está en la raíz de todo abuso de autoridad: en casa, en el trabajo, en la iglesia, en todas partes. Asimismo debemos darnos cuenta de que la humildad es la clave para evitarlo. Sin duda, este es el punto de Pedro en 1 Pedro 5:5: «revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes».
Seguramente, muchos confundirán el uso de la autoridad con su abuso. En esos momentos:
- ora;
- muestra una humildad profunda y genuina al escuchar cómo tus acciones pueden haber sido percibidas, incluso erróneamente percibidas;
- apóyate en los otros ancianos que sirven junto a ti;
- enseña el congregacionalismo como un seguro contra el liderazgo autoritario,
- vive verdaderamente entre tu congregación al hacer visitas y al tener conversaciones regulares que produzcan una conciencia general de su bienestar espiritual.
Hay más que decir sobre este tema, pero te dejaré con mi propia exhortación avivada por las palabras de Pedro: «Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada [usa tu autoridad para empoderar a otros]».