Gálatas se trata del evangelio. Supongo que es obvio, y sin embargo, mucha gente parece pasar por alto esta clara centralidad en el evangelio con todo el gozo y la libertad que ofrece. Quizás más que cualquier otro libro de la Biblia, muestra con total claridad que el evangelio no es solamente el mensaje que nos salva, sino el mensaje que sustenta y capacita la vida cristiana entera.
Gálatas para ti es un nuevo libro de Tim Keller que simplemente abre la carta a los Gálatas enseñándola versículo por versículo. Es la primera de una nueva serie de guías expositivas que pueden ser usadas para leer, alimentarse y liderar —leer solo, alimentarte devocionalmente y ayudarte a guiar a otros a través de Gálatas—. Puede ser leído de tapa a tapa como cualquier otro libro; puede ser leído como un estudio bíblico personal; o puede funcionar como un programa de estudios para un grupo. Resultará ser excelente en cualquiera de estos contextos.
Keller quiere que el lector «vea cómo Pablo muestra a los nuevos cristianos de Galacia que el problema espiritual de ellos no es causado solamente por no vivir en obediencia a Dios, sino también por descansar en la obediencia a Él. Lo veremos decirles que todo lo que necesitan —todo lo que podrían llegar a necesitar— es el evangelio del favor inmerecido que Dios les extiende por medio de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo. Lo oiremos resolver los problemas de ellos sin decirles que ‘sean mejores cristianos’ sino llamándolos a vivir lo que el evangelio implica».
Con todo lo que actualmente se habla de «centrarse en el evangelio», este libro nos lleva a Gálatas y, de forma clara y útil, ilustra exactamente cómo Pablo llamó a las personas que amaba a centrar sus vidas y su iglesia en el evangelio.
Como con todos los libros de Keller, éste está lleno del evangelio y de poderosas citas. Aquí hay tan sólo algunas de mis favoritas:
«Esta es la humillante verdad que se halla en el corazón del cristianismo: nos encanta ser nuestros propios salvadores. A nuestros corazones les encanta fabricar su propia gloria. Por esto encontramos extremadamente atractivos los mensajes de auto-salvación, sean ellos religiosos (Guarda estas reglas y te ganarás una bendición eterna) o seculares (Aférrate a estas cosas y experimentarás la bendición ahora)».
«Si añades cualquier cosa a Cristo como requisito para ser aceptado por Dios —si empiezas a decir: para ser salvo necesito la gracia de Cristo más otra cosa—, invertirás completamente el ‘orden’ del evangelio anulándolo y vaciándolo. Cualquier revisión del evangelio lo invertirá».
«Es la Biblia la que juzga a la iglesia; la iglesia no juzga a la Biblia. La Biblia es el fundamento y lo que crea a la iglesia; la iglesia no es el fundamento ni la creadora de la Biblia. La iglesia y su jerarquía deben ser evaluadas por el creyente teniendo el evangelio bíblico como piedra de toque o plomada para juzgar todas las afirmaciones de verdad».
«Los cristianos tienden a motivar a los demás por medio de la culpa. Tendemos a decir: ‘Ustedes harían esto si realmente fuesen cristianos comprometidos’, indicando que nosotros lo somos, ¡y que todo lo necesario es que otros lleguen a ser tan buenos como nosotros! Es por esto que muchas iglesias apagan la motivación que las personas sienten por el ministerio. En nuestros zapatos, Pablo diría: ‘Recuerda la gracia con la cual Dios te ha colmado —¿cómo debería vivirse y disfrutarse esa gracia en esta situación?—’».
«Para que una promesa produzca un resultado, sólo requiere ser creída, pero para que una ley produzca un resultado, tiene que ser obedecida».
«Sin el evangelio, podemos obedecer la ley, pero aprenderemos a odiarla. La usaremos, pero no la amaremos de verdad. Sólo si obedecemos la ley porque somos salvos, en lugar de hacerlo para ser salvos, lo haremos ‘para Dios’ (Gálatas 2:19). Una vez que entendemos la salvación-por-promesa, ya no obedecemos a Dios por amor a nosotros usando el sistema de salvación por ley para obtener cosas de Dios. En lugar de eso, ahora obedecemos a Dios por amor a Él, usando el contenido de la ley para agradar y deleitar a nuestro Padre».
Esta es sólo una pequeña degustación de este fantástico libro.
Leí el libro a un ritmo moderado y lo disfruté completamente. Pretendo volver al principio y leerlo de nuevo, esta vez con mucha más calma, y ahora con mi esposa, como parte del devocional matinal que hacemos juntos. Aprendí mucho la primera vez, y sé que aprenderé mucho más al leerlo de nuevo.