¿Puedes sentir el aroma del asado? ¿Puedes escuchar al cordero chisporroteando tapado de hierbas y especias? Al sacarlo del horno, el vapor se esparce por todas partes y un delicioso aroma llena la habitación. Al servirlo, el primer jugoso bocado es aún más delicioso de lo que pensaste. ¡Rocías un poco de salsa de menta casera sobre el siguiente trozo y es aún mejor!
Luego metes tu tenedor en el acompañamiento: papas fritas grasientas, empapadas en aceite y saladas. ¿De verdad alguien simplemente fue a McDonald’s y compró unas papas grandes para servir junto a este delicioso cordero asado? Pueden tener un buen sabor mientras las comes, pero hay una razón por las que son conocidas como comida chatarra: no entregan una nutrición perdurable; podrían hacer que tu estómago se sienta pesado, y al final, simplemente no son tan buenas para ti.
Si no somos cuidadosos, nuestras reuniones dominicales de la iglesia podrían ser muy similares.
La lectura bíblica y el sermón probablemente son equivalentes al asado de cordero. Las lecturas se seleccionan cuidadosamente. El sermón ha sido cocinado toda la semana. El predicador ha usado su conocimiento jugoso del griego para mirar al texto original y ha aplicado una deliciosa teología bíblica para comprender cómo el texto encaja en el resto de la Escritura. Ha elaborado una aplicación de salsa de menta para llevar el sermón realmente a casa. Puedes olerlo, ¿no? Una comida dominical lista para ser devorada.
No obstante, ¿qué pasa con esas grasientas papas chatarra? ¿Así es como se ve lo demás en tu reunión dominical? Como líder de la reunión/servicio, ¿tus palabras son como papas asadas sazonadas? ¿Tus entrevistas alimentan al pueblo de Dios como una nutritiva ensalada verde? ¿Las canciones que escogiste son como una deliciosa y saludable ensalada de pastas? ¿Tu reunión completa es una comida que satisface o es la lectura bíblica y el sermón la única parte satisfactoria?
Sé que a veces se me acaba el tiempo para preparar la reunión y, por lo tanto, lo único que queda son las opciones rápidas. Es fácil ser alguien que simplemente se levanta y dice lo que ocurrirá después, que toma las canciones populares de siempre en lugar de pasar tiempo reflexionando en qué canciones servirían mejor. Es más fácil no practicar la lectura del pasaje y solo esperar que no haya ningún nombre complicado.
Es más fácil ser esa persona, pero no es saludable para nadie.
¿En qué áreas puedes mejorar tu reunión dominical y asegurarte de que tu iglesia tenga un banquete cuando estén juntos? ¿Qué ingredientes puedes cambiar para hacer que tu servicio sea más saludable? ¿Cómo puedes infundir el Evangelio en cada parte? ¿De qué maneras puedes marinar tu tiempo con la Escritura?
Tengo una receta simple y útil que puedes seguir para dejar de servir algo para llevar:
Antes del domingo
- Lee y vuelve a leer el pasaje que se predicará.
- Pregúntale al predicador cuál será el punto principal y el bosquejo de su sermón.
- Reflexiona en qué canciones tu iglesia conoce bien que resuenan con el pasaje.
- Reflexiona en cómo moldear mejor el flujo y el modo de tu reunión para reflejar el punto central del sermón.
- Prepara un guion y una pauta.
El domingo
- Ora con aquellos que sirven y ayúdalos a captar una visión del flujo y del modo de la reunión.
- Asegúrate de que los servidores sepan lo que están haciendo y cuándo necesitan hacerlo.
- Asegúrate de no socavar ni cambiar el énfasis del sermón.
- Asegúrate de enfatizar y reflejar el punto principal del sermón (¡esto significa escucharlo!).
- ¡Sonríe!
Para buscar más ideas sobre cómo dirigir las reuniones de la iglesia, lee el artículo de Tony Payne «Better church: The why and how of running Sunday meetings [Una mejor iglesia: el porqué y el cómo de dirigir las reuniones dominicales»] en The Tony Payne Collection [La colección de Tony Payne, disponible solo en inglés].
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió. Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca (Hebreos 10:19-25).
