¿Estás pasando por un momento de tentación ahora mismo? ¿Has sido tentado recientemente? ¿Estás sufriendo sexualmente en este momento o hace poco?
(Si no te ha sucedido, estoy seguro de que estás cerca de alguien que sí).
Como seres sexuales con corazones pecadores, debemos anticipar la atracción hacia las cosas que Dios prohíbe. De igual manera, como residentes de un mundo caído, debemos esperar sufrir, y a veces, ese sufrimiento impactará nuestra sexualidad.
A pesar de esas inevitables desanimantes realidades, existe una animante promesa en la Escritura que sobrepasa cualquier cosa que enfrentemos.
Me encantan las palabras de Romanos 8:31: «Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?».
Existen muchas maneras en que puedo comunicar cómo Dios está por ti, pero quiero enfocarme en tres principios fundamentales que provienen del mismo argumento en Romanos 8.
Dios está por ti… con una gracia que nos incomoda (vv. 18-25)
Las luchas sexuales que enfrentas no son una señal de que Dios te haya olvidado o abandonado. Él te ha puesto en un mundo caído y en un cuerpo quebrantado porque está entregándote redención, no la situación ideal de comodidad y placer.
En manos de nuestro Redentor, este mundo que gime se transforma en una herramienta de su gracia transformadora y refinadora del corazón. Dios usa el quebrantamiento sexual a nuestro alrededor para exponer nuestros corazones errados. No, él nunca nos tentará a pecar, sino que él usará el caos para que lo sigamos más profunda y consistentemente.
Dios está por ti… con una gracia que suple (vv. 26-32)
A veces, la batalla con la tentación es tan grande, tan desanimante y tan agotadora emocionalmente que ni siquiera sabes cómo orar. En esos momentos, Dios no te da la espalda. De hecho, el Espíritu Santo lleva tus clamores en palabras de gracia al Padre.
Incluso va más allá, la cruz de Jesucristo es nuestra garantía de que en todas nuestras luchas con el sexo, sin importar quiénes somos y cuáles sean esas luchas, Dios nos dará todo lo que necesitamos. Si él nos dio a su Hijo voluntariamente, podemos descansar seguros en que él suplirá alegremente lo que nosotros no hemos podido suplir por nosotros mismos.
Dios está por ti… con una gracia que no nos separa (vv. 33-39)
Un sinfín de personas me ha dicho en sesiones de consejería, «creo que he caído tanto que Dios se dio por vencido conmigo». Que Dios se dé por vencido con uno de sus hijos comprados con sangre es una mentira cruel del enemigo.
El final de Romanos 8 nos asegura célebremente que nunca nos encontraremos o lucharemos con algo que tenga el poder para separarnos del amor de aquel que tan generosamente nos bendice con su presencia y gracia.
Verás, este mundo, con toda su distorsión, confusión y seducción sexual no puede separarte del amor de Dios. Tu momento más oscuro de errancia y derrota sexual no puede separarte del amor de Dios. Su amor por ti es eterno.
Así que Romanos 8 está en lo correcto respecto a quién es Dios y a lo que nos ha dado en Jesucristo, así que debemos ser la comunidad más honesta de la tierra, porque sabemos que cualquier cosa que haya sido dada conocer o haya sido expuesta sobre nosotros ya fue completamente cubierta por su maravillosa gracia.
¡Por qué no hablamos con honestidad sobre nuestras luchas y sufrimientos sexuales!
Preguntas para reflexionar
- ¿Cuándo fue la última vez que experimentaste la incómoda gracia de Dios? ¿Cómo respondiste y cómo tus respuestas te acercaron más al Señor o te alejaron más de él?
- ¿Alguna vez has sentido que tu pecado o sufrimiento te ha separado del amor de Dios? Además de Romanos 8, ¿qué otra evidencia bíblica puedes predicarte a ti mismo en momentos oscuros?
- ¿A quién conoces que necesite las verdades de Romanos 8:18-39? Ya sea que se relacione con su sexualidad, con el sufrimiento o con otra cosa, ¿cómo puedes ser una herramienta del ánimo de Dios?
Otros recursos relacionados:
Hablemos de sexo
Sufrimiento y sexualidad
Este devocional es una adaptación de mi nuevo libro, Sex In A Broken World: How Christ Redeems What Sin Distorts[Sexo en un mundo quebrantado: cómo Cristo redime lo que el pecado distorsiona].