A veces me preocupa perder mi trabajo, ¿no te pasa lo mismo? La verdad es que trabajo muy duro, pero uno nunca sabe. Quizás puede ser que no obtengamos el financiamiento para nuestra organización o tal vez las necesidades de la organización cambien.
Incluso —me avergüenza admitir que pienso esto— podríamos enfrentar una crisis social, como en esas películas catastróficas, en las que un héroe valiente tiene que defenderse a sí mismo y a sus dos lindos hijos sólo con su ingenio y un arma, mientras los saqueadores patrullan las calles devastadas a bordo de camionetas con barras antivuelco. Aunque esto no es una gran preocupación, se me pasa por la cabeza.
Siendo más realista, quizás gobiernos extranjeros exijan que paguemos nuestras deudas, provocando que el dólar baje y la economía colapse. Después, un gran desastre natural podría azotar la ciudad. Tal vez tú pienses que esas cosas nunca sucederán.
Es más fácil pensar en perder el trabajo cuando estás cuadrando la chequera o cuando estás viendo cómo los azulejos de tu antiguo baño se caen. Entonces, te preguntas, ¿deberíamos remodelar el baño o ahorrar el dinero? Me pregunto si el oro es la mejor inversión. Pero, espera, su valor acaba de descender. Tal vez deba conseguir un arma.
Puedo llegar a pensar cosas descabelladas, por lo que es bueno que vaya a la iglesia. Cada domingo, mi pastor abre la Biblia y me ayuda a tener mejores pensamientos.
Déjame explicarte: en los últimos meses, mi pastor ha estado predicando sobre el evangelio de Juan. He tomado unos apuntes bastante buenos. ¿Sabes lo que me ha animado cuando pienso en que puedo perder mi trabajo?
JESÚS VINO A SALVARNOS DE NUESTRO PECADO
Cuando mi pastor predicó sobre Juan 4, nos enseñó que Jesús vino para salvarnos de nuestro pecado. Como la mujer samaritana que quería agua, nosotros también tenemos necesidades físicas que debemos suplir. Jesús se preocupa por estas necesidades, pero Él quiere que todos los síntomas de la caída, incluidas la sed, la enfermedad e incluso la pérdida del trabajo, dirijan nuestra vista al verdadero mal: el pecado.
Dios permite que a sus hijos les sucedan cosas malas, como la pérdida de un trabajo. La Biblia no promete que eso no pasará; es más, podría pasar. Pero si somos cristianos, sabemos que Jesús se encarga de aquellas cosas de las que sí deberíamos temer: el pecado y el castigo de Dios. Nuestro futuro está asegurado.
DIOS MUESTRA SU GLORIA A TRAVÉS DE LAS PRUEBAS
Cuando llegamos a Juan 9, mi pastor nos ayudó a pensar más en los momentos difíciles de la vida. «Pónganse en el lugar de los padres del hombre que nació ciego», nos dijo. «Imaginen que viven en esa época y tienen un hijo ciego. Podrías cuestionarte, ¿cómo se mantendrá? ¿Pasará por pobreza? ¿Será excluido por la sociedad?».
Qué consuelo es escuchar las palabras de Jesús: «—Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida» (v. 3).
Tal como con el hombre ciego, la Biblia no nos promete que estaremos libres de enfrentar pruebas, pero sí nos promete que Dios mostrará su gloria por medio de las pruebas que enfrentan sus santos.
JESÚS NOS PRESERVARÁ
Después vimos una gran promesa en Juan 10: nadie puede arrebatarle las ovejas a Jesús. Nuestro pastor nos dijo algo interesante: «Las Escrituras nos describen como ovejas con necesidades. ¿Te consideras una de esas ovejas? ¿O vives en base a la ecuación, “salud + riquezas = felicidad”? Pues esta última es una mentira», exclamó.
Repito: podríamos perder nuestros trabajos. El cristianismo no nos promete la mejor vida ahora, así que abandona la falsa religión. En vez, confía en que Jesús nos preservará para Él y para la eternidad.
SUS TIEMPOS Y SU AMOR SON PERFECTOS
La semana siguiente, la prédica fue sobre Juan 11 y aprendimos que el amor de Dios no siempre es como esperamos. ¿Recuerdas cuando Jesús se enteró que Lázaro estaba enfermo? Juan nos cuenta: «Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba». ¿Qué? Jesús lo amaba, ¿y lo dejó morir? Bien, piensa en la oración que hizo antes de resucitar a Lázaro: hizo todo esto para que la gente creyera.
«Miren», dijo mi pastor, «ocurrirán cosas malas y, cuando sucedan, no trates de forzar una explicación. Acepta que la vida puede ser dura y no le des más vueltas. Recuerda lo que sabes sobre Dios y confía en que sus tiempos y su amor son perfectos».