Memorizar versículos es un clásico de muchos programas eclesiales, especialmente aquellos para niños y jóvenes. Aún no he asistido a un campamento o conferencia de grupo de jóvenes donde no hayamos memorizado un pasaje (a menudo agregándole música y vergonzosos pasos de baile).
Conocer versículos bíblicos individuales sin duda es valioso, pero me he beneficiado aún más de memorizar trozos más largos de la Escritura. ¿Por qué esto es una búsqueda que vale la pena?
La memorización ayuda a la meditación
Somos más moldeados por la Escritura cuando, en lugar de simplemente leer un pasaje una o dos veces, nos detenemos profundamente en él. En mi tiempo de lectura bíblica, medito en lo que leí al escribir un diario. Reflexionar sobre cosas en papel me ayuda a pensar más lenta y cuidadosamente.
Encontré útil incorporar la memorización de la Escritura a este proceso. Memorizar un pasaje, un capítulo o un libro completo te obliga a reducir la velocidad. Mientras más esfuerzo requiera, más tiempo pasas en la Palabra de Dios. Esto ayudará a que esas verdades se arraiguen en tu corazón así como en tu mente.
La Escritura es tu arma en la lucha por la santidad
El autor del Salmo 119 escribió:
¿Cómo puede el joven guardar puro su camino?
Guardando tu palabra.
Con todo mi corazón te he buscado;
No dejes que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón he atesorado tu palabra,
Para no pecar contra ti (Salmo 119:9-11).
Vivimos vidas obedientes y santas al andar de acuerdo con la Escritura. Eso suena bastante simple, pero estoy segura de que a veces has sentido la desconexión entre el pasaje bíblico que lees en el desayuno y la tentación que te ataca al medio día. En ocasiones, simplemente no hay tiempo para buscar un pasaje de la Biblia antes de que el pecado te derribe.
No obstante, si tienes la Palabra de Dios en tu mente y en tu corazón, como el salmista, tendrás armas todo el tiempo. El Espíritu Santo tomará lo que has guardado y te traerá esas palabras poderosas inspiradas por Dios cuando más las necesites.
Entrena tu corazón
Cuando intencionalmente pasas tiempo y gastas energía en algo, te estás enseñando a ti mismo que es importante. A medida que he memorizado porciones de la Escritura y he notado que el Espíritu las usa en mi vida, he llegado a amar y a valorar más la Biblia.
No siempre tendrás ganas de trabajar duro. Yo paso por temporadas en las que me dedico más a la memorización que en otras ocasiones, pero realmente me ayuda a meditar en la bondad de Dios y a obedecerlo. Con el tiempo, en mi corazón han resonado más y más estas palabras de John Newton:
Preciosa Biblia, ¡qué tesoro
La Palabra de Dios nos da!
Mi anhelo, alegría y vida
Mi sustento y protección.
Que el mundo me considere pobre,
Pues al tenerla, no quiero más[1].
Cómo comenzar
Selecciona tu libro y la traducción
Comienza por algo pequeño y simple. Escoge un libro corto de la Biblia (yo comencé con Colosenses, pero tú puedes escoger uno aún más corto).
Considera la traducción que usarás. Por causa de la consistencia, decidí memorizar todos los pasajes de la versión ESV de la Biblia en inglés, puesto que es la que leo con más frecuencia. A veces, me hubiera gustado haber escogido la NIV, ya que la ESV tiende a usar oraciones más largas y complejas, en especial en los escritos de Pablo. Podría ser más fácil de comprender y memorizar una traducción más simple.
Lo más importante es elegir un libro o pasaje y una traducción que tú entiendas. La memorización no es un fin en sí mismo; solo obtendrás valor de ella si comprendes lo que estás recitando.
Busca un compañero o compañera
Hay una razón por la que esos versículos para memorizar en los campamentos y grupos de jóvenes son tan populares: cuando aprendemos con otros, estamos más motivados y somos más responsables para trabajar en ello.
Puede ser útil memorizar la Escritura junto a un amigo o grupo de ideas afines, como los de tu estudio bíblico. Pueden dividir el pasaje en versículos y memorizar uno cada día siguiendo un calendario. O simplemente pueden animarse unos a otros y discutir lo que están aprendiendo, incluso si avanzan a diferentes ritmos.
Hazlo un hábito
Un hábito de memorización que he comenzado es escribir un pasaje de la Escritura en mi carpeta de oración cada mes. Escojo algo de mi lectura bíblica y lo leo regularmente para que a fin de mes lo haya memorizado en líneas generales.
Puedes conectar tu memorización a tu lectura bíblica, si es que eso te va a ayudar a ser más consistente. Como un beneficio agregado, si memorizas un libro que estás estudiando, aprenderás más rápido y probablemente encontrarás que tu meditación será más rica. Sin embargo, si ya te has exigido para tener tiempo en tus sesiones de lectura bíblica, mantén la memorización aparte.
Conectar la memorización a una actividad que ya realizas cada día puede mantenerte en curso. Quizás esa actividad sea el viaje al trabajo en tren o cuando sacas a pasear al perro. Me gusta revisar lo que he aprendido y memorizar uno o dos versículos extra antes de ir a dormir.
Adicionalmente a apartar tiempos específicos y regulares para memorizar, puedes usar cualquier tiempo que encuentres a lo largo del día para recitar lo que ya aprendiste. A veces, salgo a pasear sin mis audífonos y repaso lo que he memorizado hasta ahora de Colosenses. También me ayuda a orar a Dios mientras recito. Mientras más revises, más fácil será retenerlos.
El esfuerzo realmente vale la pena. Cuando estás equipado con una mina de Escritura en tu mente y en tu corazón, descubrirás que Pablo estaba en lo correcto cuando escribió:
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra (2 Timoteo 3:6-17).
Reproducido de GoThereFor.com, publicado por Matthias Media (www.matthiasmedia.com). Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.
[1] N. del T.: traducción propia.