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¿Hay esperanza? ¿…Cuando el mal parece ganar? ¿…Cuando la corrupción es la norma? ¿…Cuando el caos y el conflicto nos rodean?

¿Cuál es tu esperanza?

Podría ser fácil sentir desesperanza por el mundo en el que vivimos: la COVID-19; las próximas elecciones; la moralidad de nuestra cultura en constante deterioro; el aumento en las tasas de suicidio, ansiedad y depresión; la incesante discusión entre Republicanos y Demócratas, liberales y conservadores; este bloguero cristiano o ese otro, ese punto de vista o este otro. 

Cuando el mundo a nuestro alrededor parece estar lejos de arreglarse y los problemas parecen ser demasiado grandes como para resolverse, tendemos a caer en dos fosos. El primero es el foso de la desesperación y la indiferencia. Simplemente, renunciamos al mundo actual con un «ah, bueno» y fijamos nuestra vista en el cielo. Al pensar que, de todas formas, no podemos hacer nada, nos retiramos a la privacidad de nuestras vidas y nos escudamos del mundo en nuestras pequeñas burbujas cristianas. 

El otro foso es el de «luchar con las mismas armas». No podemos simplemente quedarnos sin hacer nada y observar cómo las cosas van de mal en peor. Nos importa este mundo y deseamos profundamente ver cambios (y debemos hacerlo). Sin embargo, debido a que los problemas parecen tan grandes, respondemos en grande: soluciones visibles con enormes cifras y con el potencial de efectos mayúsculos. Podemos crear nuestra propia gran solución o tomar la gran solución de alguien más y la evangelizamos como si nuestras vidas dependieran de ello. ¿De qué otra manera podemos dejar una marca en los problemas que nos superan en nuestro tiempo?

A veces, saltamos de acá para allá entre estas dos posturas. Deseamos hacer una gran diferencia, pero simplemente estamos demasiado cansados lidiando con nuestras pequeñas vidas. Entonces, nos retiramos a la indiferencia, no por preferencia, sino que por sobrevivencia.

Pero hay otra opción. Una que no requiere indiferencia ni intensidad, sino que, al contrario, requiere fidelidad: obediencia constante por un tiempo prolongado.

Si has estado leyendo los correos electrónicos que envío los jueves, sabes que he estado leyendo Jueces. Ningún otro libro de la Biblia puede igualar su rápido descenso a la inmoralidad y al caos. Literalmente, comienza justo después de una enorme victoria: ¡Israel acababa de llegar a la Tierra Prometida! La tierra donde fluye la leche y la miel que Dios les había estado prometiendo desde los días de Abraham en Génesis. Y por el capítulo 2, las cosas ya iban cuesta abajo.

Ya para cuando llegamos al último par de capítulos de Jueces, vemos uno de los capítulos más espantosos en toda la Escritura. Una mujer israelita es abusada y asesinada por su propio pueblo en una escena que es más horrorosa que Sodoma y Gomorra. Los israelitas habían mezclado su adoración a Dios con idolatría. Había una guerra civil en Israel que casi extermina una tribu completa. Es doloroso y espantoso leerlo. 

Leer Jueces te deja sintiendo… desesperanzado. ¿Qué esperanza hay para los israelitas? ¿Podrán recuperarse de esto? Los problemas parecen demasiado grandes, demasiado malos, demasiado complejos.

Y, entonces, damos vuelta la página al libro de Rut y descubrimos que comienza de esta manera: «Aconteció que en los días en que gobernaban los jueces […]».

El libro de Rut no comienza aislado. No está separado del vergonzoso periodo de los jueces. No ocurre después de estos eventos; sucede durante ellos. En medio del espiral descendente de la idolatría e inmoralidad de Israel, encontramos esperanza en una joven viuda inmigrante proveniente de la despreciada tierra de Moab: Rut.

Gracias a las acciones de Rut, se restaura la esperanza para Israel, cuando ella se convierte en la madre de Obed, abuelo del rey David (ya sabes, el hombre conforme al corazón de Dios que marcó el comienzo de la era de oro en la historia de Israel. El hombre que escribió los Salmos. El hombre que anunció la venida de nuestro perfecto Rey Jesús). En medio del caos y de la crueldad en Israel, hay esperanza para ellos y es anunciada por medio de Rut.  

Pero ¿qué hizo exactamente? Permíteme darte una lista:

– Se arrepintió de su idolatría, escogiendo adorar al Dios de Israel en lugar de los ídolos que creció adorando (Rut 1:16).

– Se ofreció para servir a su suegra (Rut 2:2).

– Trabajó duro, realizando trabajos manuales, recogiendo grano todo el día durante toda la temporada de cosecha (Rut 2:17, 23).

– Se sometió a los deseos de su suegra (Rut 3:6).

Estos no parecen comportamientos que «cambien al mundo». Arrepentimiento, sumisión, servicio voluntario, duro trabajo manual. Sin embargo, eso es exactamente lo que fueron estas acciones: cambiaron al mundo y al reino, y dieron esperanza. Rut, ya sea que lo haya sabido o no, se opuso directamente a la obra del pecado y de Satanás en su arrepentimiento y simple obediencia.

No subestimes el poder del arrepentimiento y de la simple obediencia. Son misiles en las manos de Dios que arrasan con el reino de las tinieblas. 

No tienes que desesperarte porque este mundo está roto y no hay nada que se pueda hacer. No necesitas trabajar duro para causar un gran revuelo y así ver cambios. Hay otra manera de alejar las tinieblas y comienza en el silencio de tu habitación a medida que te arrepientes de tus pecados e idolatría. Luego, va desde tu habitación hasta tu comedor, tu vecindario y tu oficina mientras sirves a aquellos con quienes vives, de quien eres vecino y con quien trabajas. Y continúa a medida que buscas la humildad, sometiéndote a otros en lugar de servirte a ti mismo. 

No verás el cambio inmediatamente. No sabrás cuánto importan tus acciones. Este es el camino de la fidelidad y requiere fe. Es probable que Rut nunca supo cuán impactantes y trascendentales fueron las ondas de su vida. Pero sabemos, al mirar atrás, que ella marcó el comienzo de la esperanza, no solo para su generación, sino que para las innumerables generaciones que vinieron después de ella. 

No te desesperes. No creas que más grande es mejor. Sé una Rut. Arrepiéntete. Sirve. Trabaja duro en tu vida diaria común y corriente. Sé fiel. Y recuerda que la fidelidad es más poderosa contra el reino de las tinieblas de lo que puedes imaginar, porque los fieles miran a Dios, no a sí mismos, como el héroe.

¿Te unirás a mí para alejar las tinieblas hoy? ¡Arrepintámonos y sirvamos con nuestros ojos puestos en Jesús!

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Kelly Needham.
Photo of Kelly Needham
Kelly Needham
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Kelly Needham

Kelly Needham está casada con el cantante y compositor cristiano Jimmy Needham. Kelly es una colaboradora regular de Aviva Nuestros Corazones y sus artículos han sido parte de Desiring God, The Gospel Coalition, The Ethics and Religious Liberties Commission, Eternal Perspectives Ministries, y Crosswalk. Ha servido en ministerios de jóvenes, de universitarios y de mujeres. Es autora de Friend-ish: Reclaiming Real Friendship in a Culture of Confusion.  Kelly y Jimmy viven en Dallas con sus cuatro hijos, Lively, Sophia, Benjamin e Isaac.
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