Tanto ella como él eran hijos de misioneros. La primera vez que se vieron el uno al otro fue mientras sus familias estaban de servicio en el campo misionero en una aldea remota.
Ambos fueron criados en familias que amaban el evangelio. Ambos fueron criados en familias que amaban el matrimonio.
A medida que los meses fueron pasando, el hijo de misioneros decidió ir tras la linda chica de ojos marrones.
Las cosas despegaron y ambas familias se entusiasmaron con la posibilidad de la unión matrimonial. Desde afuera, la relación se veía perfecta. La pareja parecía honrar a Dios en sus interacciones.
Parecían puros y santos en todos los sentidos.
Sin embargo, cuando la puerta se cerraba, la situación no era muy prometedora.
A medida que la bella hija de misioneros se encariñó cada vez más con el apuesto joven, comenzó a desear su atención y afecto como nunca antes. Ya no se contentaba con la interacción física mínima.
Quería más.
Quería toda su atención y validación. Él se convirtió en su ídolo.
Sin que nadie lo supiera, lenta y sigilosamente comenzó a seducirlo.
Lentamente lo animó a mostrar más afecto físico. Fue sentándose más cerca de él. Usó vestimentas que mostraban sólo «un poco» más de piel. Manipuló situaciones para estar con él a solas. Le coqueteó usando un tono seductor.
De modo egoísta, buscó el afecto de él sin importar el costo.
Una cosa llevó a la otra, y finalmente esta hija de misioneros lo sedujo para llevarlo a la cama.
Deseó a tal punto su atención y afecto que estuvo dispuesta a pecar para obtener lo que quería. Estuvo dispuesta a sacrificar su pureza y virginidad en el altar de su nuevo ídolo.
Trasladémonos rápidamente en el tiempo.
Hoy, después de 25 años, esta esposa y actual madre comparte su historia con lágrimas en el rostro. Ella y el hijo de misioneros finalmente se casaron, pero su precario e impuro comienzo resultó muy perjudicial.
«No tenía idea de cuán devastadora sería la seducción prematrimonial en mi futuro matrimonio», señaló. «Simplemente asumí que casarnos resolvería todo. Asumí que, si me casaba con él, nuestra intimidad prematrimonial no sería gran cosa».
Hoy, 25 años más tarde, esta esposa cuenta por qué su decisión de seducir a su marido antes del matrimonio tuvo para ella un efecto búmeran.
«Poco después de casarnos, el entusiasmo físico y sexual pasó. Pensé que la intimidad matrimonial resolvería todas mis inseguridades, pero no lo hizo. De hecho, puesto que había tomado la decisión de ser agresivamente seductora antes del matrimonio, mi marido aprendió a dejarme perseguirlo. Mi agresividad y seducción prematrimonial lo educaron para ser un hombre extremadamente pasivo».
Continuó diciendo: «Además ocurrió algo que me halló completamente desprevenida. Empecé a desconfiar totalmente de mi marido y a preocuparme de que se fuera con otra mujer. Ya que él había estado dispuesto a ceder ante la presión de mi seducción previa al matrimonio, ¡eso significaba que después del matrimonio sería igualmente capaz de ceder antes las presiones seductoras de otra mujer! Sin saberlo, lo había adiestrado para rendirse ante la presión de una mujer apasionadamente enérgica».
Esta esposa siguió compartiendo su historia con los ojos llenos de lágrimas.
La razón por la cual decidió compartir su historia fue el deseo de dar la alarma a cada una de las chicas solteras.
Como mujeres, Dios nos ha dado deseos de intimidad física y tendencias naturales hacia la seducción. Somos seductoras naturales. Forma parte de cómo Dios nos diseñó. De hecho, estudios han mostrado que la mujer es a menudo la que inicia el contacto físico.
Chicas, ustedes han recibido un extraordinario don de Dios. Pueden usar su don de la belleza y la seducción para atraer y seducir egoístamente a los chicos que las rodean (a través de sus acciones, palabras, vestimentas, etc.), o pueden decidir guardar este extraordinario don para su futuro matrimonio.
La hija de misioneros eligió seducir a su hombre antes del matrimonio y esto volvió totalmente a ella como un búmeran.
Ella consiguió lo que quería en el momento, pero dañó fuertemente su matrimonio en el largo plazo. Ahora, 25 años después, ella sigue compartiendo su historia con lágrimas de pesar y tristeza.
Estés o no en una relación, decide ahora honrar a Dios con tus acciones. Decide cultivar en tu corazón desinterés, pureza y un amor como el de Cristo hacia tus hermanos en la fe (1 Corintios 13). No permitas que tus deseos de atención y validación masculina te conduzcan a la seducción prematrimonial.
Al principio el pecado puede parecer agradable, pero siempre cosecha numerosas consecuencias.
Como mujer, muy probablemente te sentirás inclinada a la seducción en tu relación romántica. La forma en que decidas controlar ese deseo traerá bendición o perjuicio a tu futuro matrimonio. Conducirá a tu novio a Cristo o lo alejará de Él.
Y si eres la chica que está actualmente en una relación y estás activamente seduciendo a tu hombre con palabras, acciones, lenguaje corporal, vestimenta, etc., que esta publicación sea para ti una bandera roja de advertencia. Mi oración es que decidas arrepentirte de tus acciones y, en lugar de repetirlas, honres a Dios por medio de una conducta pura y santa (Salmo 51:10).
Nunca es demasiado tarde para volver a empezar.
Decidí escribir sobre este tema porque sé que para muchas de ustedes es una lucha real. Lo fue para mí como soltera, y sé que para algunas de ustedes lo es en este mismo momento. Quisiera decir mucho más, pero aquí no tengo suficiente espacio.
- ¿De qué formas te sientes tentada a ser seductora con los chicos que te rodean?
- ¿Qué efectos negativos has percibido como resultado de la seducción prematrimonial?