Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día veintidós:
Ahora pues, hijos míos, escúchenme,
Y no se aparten de las palabras de mi boca. a
Aleja de la extraña tu camino,
Y no te acerques a la puerta de su casa;
No sea que des tu vigor a otros
Y tus años al cruel;
No sea que se sacien los extraños de tus bienes
Y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero;
Y al final te lamentes,
Cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido,
Y digas: “¡Cómo he aborrecido la instrucción,
Y mi corazón ha despreciado la corrección!
No he escuchado la voz de mis maestros,
Ni he inclinado mi oído a mis instructores.
He estado a punto de completa ruina
En medio de la asamblea y la congregación (Proverbios 5:7-14).
Estas palabras fueron escritas miles de años antes de que cualquiera hubiese soñado con un computador; milenios antes de que existieran las cámaras, las pantallas y los iPads y tantos de los medios que hoy transportan tentaciones sexuales. Y sin embargo, son tan aplicables a nosotros como lo fueron para Salomón, hace todos esos años. Aquí el padre sabio le escribe a su hijo y le advierte que se mantenga lejos de la casa de la ramera, lejos del lugar de la tentación sexual y del pecado sexual. Él sabe que si su hijo camina al borde del precipicio, inevitablemente caerá al abismo.
Hace un par de días, oramos para que Dios nos diera voluntad para arrancarnos y cortar lo que sea que nos lleve a pecar. ¿Lo has hecho? Ahora, Salomón nos advierte que necesitamos mantenernos lejos, lejos de cualquier área de tentación. No podemos caminar al borde del precipicio y pretender mantenernos firmes en nuestros pies. ¿En qué camino andas que te lleva al pecado sexual? ¿Qué patrón sigues antes de caer en el pecado sexual? ¿Acaso sucede cuando ves Facebook mecánicamente? ¿Acaso sucede cuando te quedas despierto hasta muy tarde? ¿Cuando pasas por fuera de la casa de una prostituta? Lee la advertencia de Salomón, ora para que Dios te dé su sabiduría y ten cuidado con los pasos que das.
Padre, te pido que me muestres los patrones que sigo que me llevan al pecado sexual. No quiero acercarme a la puerta de una prostituta. No quiero acercarme a un sitio porno. No quiero ir a ningún lugar donde mis ojos y mi mente tiendan a vagar hacia la impureza. No quiero caminar al borde del precipicio y pretender que esta vez no voy a caer. Gracias por tu amable advertencia, dada por medio de Salomón. Ahora dame tu sabiduría, dame tu fuerza, dame tu protección. Permíteme hacer, por mucho tiempo, solo lo que es correcto.