Nota del editor: este es el primero de una serie de cuatro artículos que fueron publicados originalmente en 9Marks acerca del diseño de una reunión de adoración comunitaria. 9Marks no promueve una forma específica de abordar el diseño de un servicio de adoración. Sin embargo, este es un buen ejemplo de cómo un pastor le enseñó a su iglesia sobre la adoración comunitaria.
Quizás hayas visto una iglesia cuya arquitectura tenía forma de una cruz. Se llama arquitectura cruciforme. Los primeros edificios de iglesias seguían el modelo de la basílica romana, una estructura rectangular larga. Con el tiempo, se agregaron dos alas para formar una cruz.
Recuerdo mi primera impresión tras tomar un tour en una de estas estructuras históricas. Estaba impresionado con el cuidado y la planificación que se dedicó a estos espacios. No obstante, es infinitamente más importante asegurar la arquitectura en forma de cruz de la reunión de una iglesia. Esto es lo que hacemos cuando nos reunimos en el Día del Señor.
Estos cuatro artículos irán desde las cosas más fijas y fundamentales a las cosas más prácticas y flexibles: desde los fundamentos teológicos (parte 1) a los ritmos litúrgicos (parte 2), a la preparación de la reunión dominical (parte 3), hasta los consejos prácticos para organizarse (parte 4).
Por un lado, esta pequeña serie no es necesaria. No necesitamos entender la física detrás de la estructura de una pared para refugiarnos en nuestros hogares. Ni siquiera necesitamos pensar en la estructura para que la casa cumpla con su trabajo. Es lo mismo con el Evangelio y nuestras reuniones.
Por supuesto, los pastores de la iglesia necesitan entender estos asuntos. No obstante, hay algo que decir a favor de que los miembros de la iglesia sepan lo que ocurre detrás de las paredes también. Considera esto: para todos los patrones semanales, mensuales y anuales prescritos bajo el viejo pacto, la reunión del Día del Señor es nuestro nuevo patrón de pacto. Permíteme darte un tour para que veas cómo se ve eso en nuestra iglesia.
Nuestra piedra angular
¿Dónde comenzamos? Tres palabras: ¡Él ha resucitado! Comenzamos con el nuevo comienzo que Dios ha traído por medio de la resurrección de Jesús de entre los muertos.
Desde los primeros días de la iglesia, las iglesias locales se han reunido en un día específico: «el primer día de la semana» (Hch 20:7). Ese es el día que Jesús resucitó de los muertos (Lc 24:1). El apóstol Juan lo llamó «el día del Señor» (Ap 1:10).
Esto es lo que significa: el Evangelio del Señor Jesús resucitado no es sólo la razón por la que nos reunimos, sino la ocasión misma por la que nos reunimos. Jesús ascendió a los cielos para luego reunir a un pueblo. La iglesia es este pueblo «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor» (Ef 2:20-21). Todo fluye desde el hecho central de la resurrección de Jesús, desde las ordenanzas hasta lo que decimos, cantamos y escuchamos cuando nos reunimos.
Habiendo establecido la razón por la que nos reunimos en el Día del Señor, ¿qué más podemos decir a partir de la Biblia sobre nuestros propósitos al reunirnos?
Nuestros propósitos bíblicos y teológicos
Si alguna vez diseñaste una casa o has sido parte de un proyecto de construcción, sabrás que existen muchos factores que afectan la forma y el funcionamiento de un edificio. ¿Para qué es? ¿Quién estará en él? ¿Con qué recursos contamos?
Estas reflexiones sobre la resurrección fueron el punto de partida de nuestros ancianos cuando comenzamos a elaborar un documento de fundamentos teológicos para nuestras reuniones comunitarias. Ese proceso llevó a un documento llamado: «Cómo el Evangelio da forma a nuestras reuniones: doce objetivos». A continuación, se mencionan con breves explicaciones:
1. Queremos que las reuniones del día del Señor satisfagan los propósitos verticales y horizontales de Dios
El mayor propósito de Dios es magnificar su propia gloria: esto es, que Él pueda ser alabado, valorado y atesorado por sobre todas las cosas (Sal 34:3). No obstante, la gloria de Dios se hace manifiesta entre nosotros cuando nos reunimos para servirnos los unos a los otros con nuestros dones, para instruirnos mutuamente con la Palabra, para estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, y para animarnos mutuamente hasta que Cristo regrese (Col 3:16; 1Co 12:4-6; 14:26; Heb 10:24-25).
2. Queremos que nuestras reuniones estén formadas por y llenas de la Palabra de Dios
La adoración formada por la Palabra confía en los medios de Dios para la obra de Dios. Confiamos en la Palabra de Dios al dedicarnos a los elementos comunes de la oración, el canto, la lectura, la participación en el bautismo y en la Cena del Señor, y la predicación (1Ti 2:1, 8; Ef 5:19; Col 3:16; 1Ti 4:13; 1Co 11:23-26; 2Ti 4:2). La adoración llena de la Palabra significa que llenamos nuestros servicios con un determinado contenido: la Escritura en general y el Evangelio en particular.
3. Queremos que nuestras reuniones se desplieguen con movimientos de revelación y respuesta
En la Escritura, Dios se revela a sí mismo en su gloria trina y trascendente (2Co 13:14; Is 6:1-3; Ap 4:8). Cuando Dios habla, su pueblo responde. Cuando estamos en nuestro mejor momento, respondemos de una manera que refleja su propia grandeza: «grande es el Señor, y muy digno de ser alabado» (Sal 48:1).
4. Queremos que nuestras reuniones sean individualmente significativas e intencionalmente congregacionales
Cada creyente es capaz de decir: «Jesús murió por mí personalmente» (Gá 2:20). No obstante, también es cierto que Jesús compró para sí un pueblo, su novia (Tit 2:14; Ap 5:9). Por esa razón, queremos que nuestras reuniones sean significativas para cada persona y que cada persona encuentre su significado dentro del contexto de la familia de Dios. Es por esto que cada elemento de nuestra reunión está planificada con la participación de la congregación en vista.
5. Queremos que nuestras reuniones renueven nuestras mentes y levanten nuestros afectos
Nuestras reuniones no apuntan sólo al entendimiento intelectual o a la experiencia emocional. Valoramos la luz y el calor; la mente y el corazón. De hecho, queremos levantar nuestros afectos por Jesús lo más alto posible a través del conocimiento de su persona.
6. Queremos que nuestras reuniones sean pastoralmente planificadas y espiritualmente libres
Nuestras reuniones requieren un cierto tipo de planificación. Nuestra reunión es un ministerio de la Palabra: su diseño, una tarea teológica; su fruto, la dieta de la verdad esencial de la iglesia. Por esta razón, el diseño de nuestros servicios no se trata sobre la personalidad, la producción o el desempeño, sino de pastorear. Planes pastoralmente establecidos sirven a la obra libre del Espíritu. Para una iglesia más grande como la nuestra, esto también significa animar y fomentar todo tipo de interacciones significativas y llenas del Espíritu que llevan a y fluyen de la reunión misma.
7. Queremos que nuestras reuniones promuevan una comunidad que esté históricamente enraizada y hambrienta por la obra continua de Dios
Nuestros servicios debieran sentirse tanto antiguos como nuevos, tanto enraizados como relevantes. Nuestros servicios son históricos, en que son construidos con y alrededor de la antigua Escritura y nuestro uso periódico de credos y confesiones. Pero nuestro Dios no ha dejado de obrar en el mundo, por lo que nos reunimos para buscar y celebrar su obra al día presente. Queremos que sea aparente en nuestras predicaciones, oraciones y canciones. Canciones antiguas nos recuerdan que Dios obró en las generaciones previas a la nuestra y las canciones nuevas nos recuerdan que Él está obrando entre nosotros hoy (Sal 40:3).
8. Queremos que nuestras reuniones adornen la Palabra de Dios con una excelencia que no distraiga
Creemos que la música es un regalo de Dios. Al resaltar la verdad, la música graba esa verdad en nuestros corazones (Col 3:16). A través de ella, también nosotros expresamos esa verdad, haciendo melodías a Dios en nuestros corazones (Ef 5:19). Adornar la Palabra requiere una excelencia que evite la distracción. Evitamos un liderazgo descuidado y ostentoso. Se requiere sabiduría para saber cómo se ve esto, pero sabemos cómo suena: nuestra congregación no hablando tanto sobre nuestra gran habilidad ni sobre nuestros grandes errores, sino de la grandiosa gracia de Dios.
9. Queremos que nuestras reuniones estén culturalmente ancladas y sean expansivas
Alrededor del trono de Jesús habrá hombres y mujeres de toda tribu, lengua y nación, y sus culturas colorearán nuestra experiencia celestial (Ap 5:9-14; 21:24-26). Nuestras reuniones están centradas en una persona cuyo amor redentor es expansivo y trascendental. Su amor nos define, no nuestro estilo de música, de ropa, o cosas parecidas. Por esta razón, aun cuando estamos felices de que nuestras reuniones estén culturalmente ancladas (ser conocidos, sentirnos como nosotros y en casa) queremos que los extranjeros también se sientan así, puesto que también queremos que nuestras reuniones nos estiren.
10. Queremos que nuestras reuniones atraigan a personas lejos de Cristo y que lleven nuestra atención a las partes más remotas de la tierra
Nuestras reuniones involucran la adoración a Dios; también la promueven. Somos una ciudad en un cerro y nuestras reuniones son el foco de la luz de Jesús y de la vida en nosotros (Mt 5:16). Desde la página web hasta el estacionamiento; desde la señalización hasta los asientos; desde la manera en que hablamos de Cristo hasta cómo hablamos de la iglesia: en todo esto queremos ser accesibles, acogedores y claros en todas las maneras apropiadas. La adoración de Dios avanza de otra manera: a través de nuestra visión global cada vez más amplia de la obra de Dios por su Nombre.
11. Queremos que nuestras reuniones nos envalentonen y nos humillen
¿Cómo pueden los creyentes vivir sin miedo al juicio de Dios, a la muerte y a la tiranía del diablo? ¿Cómo pueden vivir los creyentes sin miedo a la condenación del mundo, incluso a las amenazas de nuestras mismas vidas? Al reunirnos cada Día del Señor. Somos valientes en la presencia de Dios, incluso en un mundo que a menudo es poco acogedor, porque sabemos que Él nos recibe. Somos valientes, pero no por ello menos humildes. Nos acercamos «con confianza» a Dios porque sabemos que Él nos da aquello por lo que estamos desesperados: «gracia para la ayuda oportuna» (Heb 4:16).
12. Queremos que nuestras reuniones nos impulsen a descansar en Cristo y a no descansar hasta que Él regrese
A veces el domingo se denomina el sabbat o el día de reposo. Eso no es del todo correcto. El Día del Señor es cuando celebramos la llegada del descanso del sabbat para todos los que confían en Jesús (Mt 11:28). El descanso ya ha llegado, pero sabemos que la obra de Jesús aún no está completa. Sentimos esta tensión entre «el ya pero todavía no» en nuestros cuerpos, en nuestros problemas y los domingos cuando nuestro corazón no está en ello. Hemos encontrado descanso en Cristo, sí, pero nos reunimos para decirnos mutuamente una y otra vez: «esforcémonos por entrar en ese reposo» (Heb 4:11).
Sería excesivo extenderse aquí sobre estos doce puntos. No obstante, hay un punto que es especialmente pertinente para la forma y la sustancia de nuestras reuniones.
Nuestro principio de diseño fundamental
Rumiemos un poco más en el segundo objetivo: «queremos que nuestras reuniones estén formadas por y llenas de la Palabra de Dios».
Cuando construyes un edificio, estás limitado por las leyes de la física. Esas limitaciones no son limitantes en última instancia, sino que liberadoras. Con cuidadosa atención a esa autoridad, los edificios se elevan hacia el cielo para llevar todo tipo de vida y actividad.
Por lo tanto, ¿cuál es la guía autoritativa para la arquitectura de nuestras reuniones?
Sola Scriptura: una frase latina que significa, «sólo Escritura». Creemos que esa salvación es revelada en la Escritura solamente y, lejos de la Palabra de Dios, no podemos saber cómo podríamos ser salvos.
Un compromiso a la autoridad de la Escritura no produce una forma rígida de adoración comunitaria a través del tiempo y de la cultura. Pero sí regula lo que hacemos y, en gran medida, cómo hacemos lo que hacemos.
En el siguiente artículo, analizaremos los diversos elementos de nuestras reuniones y cómo encajan entre sí. Al hacerlo, nuestra intención es confiar en los medios de Dios para su propia adoración, hacer lo que Él ha prescrito de una manera que se ajuste a su naturaleza y a la naturaleza de la iglesia.