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El silencio habla

El asunto de la raza podría ser una de las aplicaciones del lamento más relevantes y complicadas en nuestra cultura contemporánea de la iglesia. El lamento tiene el potencial de proveer un primer paso hacia la unidad de personas cuando el dolor y los malos entendidos están en el aire. La canción sagrada del dolor no resuelve toda la tensión ni la injusticia racial. Sin embargo, sí da a la iglesia un lenguaje de oración compasivo y un punto de partida hacia la comprensión.

¿Cómo la iglesia debe responder a los momentos de incidentes raciales de gran repercusión?

Los asuntos a menudo son tan complicados y el dolor tan crudo. Mi respuesta en el pasado ha sido errar en el lado del silencio porque no sabía qué decir. Pero mi silencio pastoral envió el mensaje incorrecto.

Lamento comunitario

Aquí es donde creo que el lamento comunitario puede ser especialmente útil. Para aquellos de nosotros que no han experimentado el dolor o un tratamiento injusto por nuestra etnia, el lamento puede ser el lenguaje que usamos para llorar con los que lloran (Ro 12:15). Permite que nuestra primera voz (nuestro primer paso) sea uno de compasión. Podemos volvernos a Dios en oración y unirnos a nuestros hermanos y hermanas que son minorías en su dolor. Podemos identificar el quebranto en nuestro mundo, llorar por las tensiones raciales que aún existen y ofrecer nuestra «queja» a Dios por la historia de injusticia, incomprensión y racismo. Juntos podemos pedirle a Dios por sanidad y por bondad en nuestros corazones. En lugar de permitir que la tensión racial siembre discordia entre nosotros o nos asuste hacia el silencio, el lamento puede invitarnos a todos nosotros a un viaje hacia la búsqueda de la gracia de Dios juntos.

El lamento también puede ser el lugar para expresar el temor y el dolor por nuestros hermanos y hermanas que son minoría. Cuando los eventos nacionales hacen surgir dolor personal y ponen de manifiesto una potencial injusticia o inequidad, el lamento ofrece un marco redentor a medida que la congregación es guiada a volverse, a quejarse, a pedir y a confiar. El lamento invita a aquellos que han sido heridos por el maltrato a volverse al Autor de toda sanidad. Por medio del lamento son capaces de compartir abiertamente su dolor. Al pedir la ayuda de Dios, pueden clarificar para sí mismos y para otros lo que su corazón anhela. Y al terminar con confianza, quienes luchan con el dolor persistente del racismo pueden reafirmar su esperanza en Aquel que juzga con justicia (1P 2:23).

El lamento entrega las vías por medio de las cuales el dolor de los asuntos raciales puede avanzar.

Un punto de partida

No me malinterpretes. No soy lo suficientemente ingenuo para creer que el lamento es la única solución para la tensión racial. Hay mucho trabajo por hacer al escuchar, entender y abordar la injusticia y al fomentar la esperanza. Pero sí creo que el lamento es el punto de partida: un lugar donde las personas de trasfondos mayoritarios y minoritarios pueden reunirse. La belleza de este lenguaje bíblico del dolor es su capacidad de proveer un puente lo suficientemente sólido para manejar la indignación y la empatía, la frustración y la fe, el temor y la esperanza. El lamento puede ser nuestro primer paso los unos hacia los otros cuando la tensión racial podría dividirnos.

Es un medio dado por Dios para verbalizar el dolor complejo y cargado.

Por siglos, el lamento ha sido la voz en tono menor de los que sufren. Es el lenguaje de la pérdida que debemos orar juntos. Aun cuando el lamento puede aplicarse a momentos de pérdida individual, su poder redentor es multiplicado a medida que los buscamos juntos. Ya sea que se exprese en un funeral, que se modele en un sermón, que se ore o cante en un servicio de adoración, que se aplique en un grupo pequeño o se verbalice en medio de la tensión racial, lamentarnos juntos es un ministerio esencial del cuerpo de Cristo.

Hay una canción de misericordia que debe cantarse bajo las nubes. La iglesia debe guiar el camino. Por medio de cada injusticia y cada dolor, los seguidores de Jesús pueden ayudarse mutuamente a encontrar sus caminos a través del dolor.

El lamento es el lenguaje de la pérdida mientras nos dolemos juntos.

Este artículo fue publicado originalmente el 12 de mayo de 2020 y es una adaptación del libro Nubes oscuras, misericordia profunda: la gracia de Dios en el lamento, escrito por Mark Vroegop. 

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Mark Vroegop
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Mark Vroegop

Mark Vroegop es el pastor principal de la iglesia College Park en Indianápolis, Indiana. Escribe en su blogwww.markvroegop.com
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