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No es natural

Quizás ya descubriste las malas noticias: nuestros hijos no son agradecidos por naturaleza, sino que nacen como ingratos egocéntricos por naturaleza, rebosantes de una actitud de derecho ejemplificada con quejidos, miradas agrias y estallidos de: «¡mío!». Esto se debe a que heredaron este tipo de corazones de nosotros. Desde el momento en que nacen, piensan sólo en sí mismos. Ningún niño en una sala cuna está llorando porque algún otro bebé está mojado o tiene hambre. Retrasar voluntariamente la gratificación es señal de madurez, y ninguno de nosotros nació de esa manera.

Mientras tanto, la Biblia enseña que no existe nada que tengamos que no se nos haya dado como una expresión inmerecida de la gracia de alguien más. «¿Qué tienes que no recibiste?» (1Co 4:7). Debemos ser agradecidos, pero no nacimos agradecidos. 

Si nuestros hijos nacen ingratos, ¿cómo podemos criar hijos que reconozcan con sincera gratitud que reciben una inagotable cantidad de beneficios suministrados divinamente, incluyendo la vida, la respiración y todo lo demás? ¿Cómo podemos ayudarlos a ver que Dios está obrando todas las cosas por el bien de aquellos que lo aman? ¿Cómo podemos ayudarlos a ver que Él es bueno todo el tiempo y que nuestro placer en Él es aumentado, profundizado y alegrado cuando conscientemente le agradecemos? ¿Cómo podemos criar hijos agradecidos?

1. Primero, practica la gratitud sincera en los lugares secretos de tu propio corazón

Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:18).

Para ti mismo, amado padre… antes de que tus hijos se conviertan siquiera en un factor a considerar.

2. Practica la gratitud «públicamente»

Esto es, practícala en la presencia de tus hijos a fin de que ellos «capten» que eres agradecido con frecuencia: con Dios y con otros, incluyendo a tus hijos. Agradece al cajero, al repartidor, al portero de la iglesia, al otro conductor que usó su intermitente de señalización y ni siquiera puede oírte agradecerle, etc. Que tus hijos te escuchen expresar aprecio; ellos están aprendiendo no sólo palabras, sino que atención, actitudes y tono.

3. Ora por ellos 

Pídele a Dios que haga una obra en sus corazones. Aun si al principio la verbalización del «gracias» es una mera cortesía (aunque importante), ora para que Dios capacite sus corazones para sentir la cortesía que expresan. También pídele que obre en ellos para que sus corazones crezcan en gratitud genuina, que estallen en expresiones de agradecimiento espontáneas a medida que crecen y se desarrollan.

4. Espera que ellos aprendan a dar «gracias»

Asimismo, espera ser el principal maestro. No esperes que alguien más les enseñe a dar gracias. Si te desentiendes de esto, no esperes que tus hijos lo aprendan mágicamente en otro lugar. Tan pronto aprendan a hablar, «gracias» (o «gachash» como uno de nuestros pequeños solía decir) debe incorporarse a su vocabulario desde el principio. Incluso los niños que aún no hablan pueden aprender (y practicar) la seña en lengua de señas para decir «gracias».

5. Recuérdate que practicar el agradecimiento no es opcional

Es decir, no hacerlo no producirá los mismos resultados que hacerlo. Según Romanos 1, cuando las personas no honran a Dios al darle gracias, Él los entrega a corazones vanidosos, necios y oscurecidos.

6. Prémialos por hacerlo

Premia, premia, premia. Premiar a los niños pequeños por las buenas actitudes y el buen comportamiento es uno de los roles dados por Dios más importantes de los padres. Dios ha diseñado el universo de tal manera que es más probable repetir (y disfrutar) los comportamientos y las actitudes premiados. Los premios pueden incluir sonrisas, abrazos, felicitaciones y algo inmediato tangible (por ejemplo, Cheerios). Los premios (y disciplinas) retrasados no funcionan con niños pequeños. «Si obedeces, te daré un premio después» es como decir: «te daré un premio cuando todos los planetas se alineen y la luna se vuelva de queso verde y llegue nuestro cargamento de polvo de hadas». «Después» no es una categoría en la mente de un niño pequeño. «Después» no existe. El único premio o disciplina efectivo es el que se ejerce ahora, inmediatamente. 

La práctica de decir «gracias» puede comenzar cuando son niños pequeños con ganas de comer más Cheerios. Se los acercamos, los animas a decir «gracias» por la oferta del beneficio esperado (el Cheerio), y cuando lo digan (o alguna forma infantil de la palabra) inmediatamente los premias con el Cheerio. Nota: hay una diferencia clara entre el niño que no puede decir gracias y el niño que desafiantemente no dirá gracias. El niño desafiante puede vivir sin ese Cheerio. Retener el Cheerio sin que grites, frunzas el ceño o aprietes los dientes es simplemente entrenar al niño a obedecer tu instrucción razonable. Darle el Cheerio cuando se rehúse a decir gracias premia el desafío y ciertamente cosecharás más desafío e ingratitud.

7. Destaca a otros que dan las gracias 

Señálales a tus hijos cuando otros dan las gracias en su presencia: el pastor agradece al coro, la abuela agradece al nieto por la tarjeta de Navidad hecha en casa, el papá da gracias a su amigo por el consejo sobre a qué mecánico ir y así sucesivamente. Señalarles cómo dar gracias humildemente esparce felicidad a todo alrededor.

8. Muéstrales gratitud en la Biblia

Pablo agradeció a Dios.

Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:18).

Maravillosamente, Jesús mismo agradeció al Padre. 

Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud (Marcos 8:6).

Tus hijos deben saber que tu objetivo es criarlos como cristianos. Ver a Jesús dar gracias significa que agradecer no sólo es correcto, sino que cristiano.

9. Expresa gratitud creativamente

A medida que tus hijos crecen, haz una lluvia de ideas cada vez más creativas de expresar gratitud. Pídeles que escojan un par de sugerencias de «Cien maneras de ser agradecido» en el capítulo 12 de Practicing Thankfulness [Practica la gratitud] y luego lleva a cabo las que seleccionaron.

10. Muéstrales emoción cuando «encuentres» a tus hijos expresando gratitud no solicitada

Agradéceles por modelar buenas actitudes y comportamientos. Diles que crees que Dios los está ayudando a crecer. Cuéntales que te complace a ti y a Dios escucharlos expresar gratitud. Y da gracias a Dios.

Sam Crabtree es autor de Practicing Thankfulness: Cultivating a Grateful Heart in All Circumstances [Practica la gratitud: cómo cultivar un corazón agradecido en todas las circunstancias].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Sam Crabtree

Sam Crabtree es pastor en Bethlehem Baptist Church en Minneapolis, Minnesota, donde ha servido por veinte años. Es un profesor de escuela pública retirado, presidente del consejo de Bethlehem College & Seminary y es autor de Practicing Affirmation [Practicando la afirmación]. Sam y su esposa, Vicki, viven en Minneapolis, Minnesota, tienen dos hijas y seis nietos. 
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