¿Cuántos amigos tienen?
Supongo que la respuesta a esta pregunta variará dependiendo de cómo defina cada uno lo que es un amigo. Tenemos mejores amigos, buenos amigos, viejos amigos, amigos de la familia, amigos de Facebook y ¡muchos más!
Los amigos son algo maravilloso. Nos hacen reír y nos levantan el ánimo con su presencia. Nuestros momentos más memorables acontecen junto a ellos. En los tiempos difíciles, nos rodean con su amor y apoyo.
Sin embargo, sin importar cuántos amigos tengan o cuántos momentos hayan compartido, todos los que están leyendo este artículo comparten una cosa en común: jamás han tenido y nunca serán un amigo perfecto.
Piénsenlo: mientras que algunas de las alegrías más profundas que han tenido se deben a sus amigos, también las penas más dolorosas son provocadas por ellos. Hay noches en las que están compartiendo junto ellos que les gustaría que no acabaran nunca; mientras que hay otros en los que preferirían vivir en aislamiento.
La amistad es una parte integral de la existencia humana y todos hemos sido moldeados considerablemente por relaciones que están llenas tanto de felicidad como de tristeza.
LO QUE DICE LA BIBLIA
Es importante que sepan por qué Dios diseñó la amistad y qué tiene que decir Él al respecto. Por medio de su Palabra, Él nos ha dado un lente preciso que no solo nos ayuda a no ser ingenuos, sino que también previene que nos convirtamos en unos cínicos.
A continuación, quisiera compartirles un par de principios orientadores sobre la amistad que deberían ayudarlos a mantener relaciones sanas:
Las amistades fueron planeadas
En Génesis 2:18, Dios dijo que no es bueno que el hombre esté solo. Esta afirmación abarca mucho más que solo el matrimonio; se aplica al diseño de Dios para toda la humanidad. La palabra «ayuda» usada para describir a Eva, no se usa para definirla como una colega; más bien, como una compañera. Dios nos creó para vivir con compañeros porque Él es un Dios sociable, que vive en comunidad en la Trinidad como Padre, Hijo y Espíritu.
Hay beneficios que obtenemos naturalmente de esas amistades. Uno de ellos es el hermoso beneficio de tener un compañero para la vida. Otro beneficio es tener personas a nuestro alrededor que nos consuelen en los tiempos difíciles (Job 2:11). Por último, entre muchos otros beneficios, podemos disfrutar de amistades honestas que nos llevarán al arrepentimiento (Pr 27:6).
Los cristianos necesitan ir en búsqueda y sumergirse en una comunidad. Aunque la mentalidad de «lobo solitario» a menudo es aplaudida por nuestra sociedad, la verdad es que vivir en aislamiento es muy peligroso y solitario. No se aparten de las personas, porque están rehuyendo de su diseño original.
Las amistades pueden convertirse en ídolos
Si bien la compañía humana es hermosa, la relación principal para la cual Adán y Eva fueron diseñados es la relación con Dios. La comunión vertical con su Creador les entregaría el fundamento para su comunión horizontal. Sin embargo, puesto que tendemos a adorar y a servir a la creación más que al Creador (Ro 1:25), nuestras amistades pueden convertirse en ídolos.
Dios ya nos ha dado todo lo que necesitamos solo en Cristo para vivir y ser íntegros (2Pe 1:3). Esto significa que no necesitamos buscar una perfecta satisfacción relacional en personas imperfectas. La ironía es que cuando revertimos el orden y elevamos a las personas por sobre Dios, ¡terminamos arruinando las relaciones terrenales con la presión que ponemos en ellas para que nos satisfagan!
Las amistades serán difíciles
La historia primitiva de la amistad ve desde lo perfecto a lo malo, llegando a lo peor. La armonía del compañerismo desaparece cuando Adán usa a Eva como chivo expiatorio para evitar la responsabilidad de sus actos (Gn 3:12). Luego, en el próximo capítulo, ¡Caín mata a su hermano Abel!
Muchos de nosotros no nos identificamos con el asesinato de un hermano o de un amigo, pero el mismo pecado que gobernaba a Adán, a Eva y a Caín existe en nuestros corazones y en los de nuestros amigos. Llevamos motivaciones egoístas, envidiosas, avaras y mucho más a nuestras relaciones, frecuentemente sin siquiera saberlo. ¡No me sorprende que sean un desastre! No se impacten cuando sus amigos los decepcionen o hagan algo peor.
Las amistades son redentoras
Si Dios realmente nos amara, ¿no haría que nuestras relaciones estuvieran libres de conflictos? ¡Me encantaría! No obstante, la verdad del asunto es que el propósito principal del Señor en nuestras vidas es la redención –la limpieza constante del pecado de nuestros corazones (Fil 1:6)–. No hay otro lugar donde ese pecado esté más expuesto que en una relación, donde una persona imperfecta vive con otra persona imperfecta en un mundo caído.
Cuando nuestro pecado o el pecado de nuestros amigos es expuesto, tenemos dos opciones: huimos o nos rendimos. ¿Se esconden avergonzados, se defienden a sí mismos, culpan a otros, critican innecesariamente o guardan rencor? O ¿confiesan su pecado, piden perdón, dicen la verdad, son misericordiosos y se animan unos a otros?
El diseño de Dios consta en que los problemas que enfrentamos con nuestras amistades redentoras prueben y fortalezcan nuestra fe, para que así seamos perfectos e íntegros, sin que nos falte nada (Stg 1:2-4). No huyan de estas pruebas. Ríndanse y regocíjense, ¡aunque no tengan ganas de alegrarse!
Las amistades traen esperanza
Todos buscamos consejos y trucos que mejorarán nuestras amistades –comunicación más efectiva, estrategias para resolver conflictos, estudios sobre el género, tipos de personalidad, etc.– Es cosa de ir a la sección de autoayuda en cualquier librería. No obstante, la realidad es que no hay secretos que garanticen relaciones libres de problemas.
Al contrario, nuestras amistades tienen solo una esperanza: Jesucristo. El quebranto en la relación que experimentó con su Padre en la cruz entrega la base para nuestra doble reconciliación. Jesús nos reconcilió primero con Dios, lo que se convierte en el fundamento para la forma en que Él nos reconcilia con otros.
LO QUE DIJO C. S. LEWIS
Quisiera terminar con una poderosa cita de C.S. Lewis. Sé que acabo de decir que no hay secretos que garanticen relaciones exentas de problemas, pero C.S. Lewis dice algo que se acerca lo más posible. Él escribió:
Cuando aprenda a amar a Dios mejor de lo que amo a mis seres más queridos en la tierra, los podré amar mejor de como lo he hecho hasta ahora. En la medida que ame a mis seres amados a expensas de Dios y en lugar de Dios, estaría entrando a un estado en el cual no amaría a mis seres queridos en lo absoluto. Cuando lo más importante se pone en primer lugar, lo secundario no es reprimido, sino que aumentado.
Verán, cuando Dios reina en nuestros corazones, la paz reina en nuestras relaciones. La amistad perfecta solo será alcanzada en el cielo, pero hay mucho que podemos disfrutar ahora. El Nuevo Testamento nos da la esperanza de tener relaciones que se caracterizan por la humildad, la bondad, la paciencia, la honestidad edificante, la paz, el perdón, la compasión y el amor.
¿No es maravilloso lo que la gracia de Dios puede hacer incluso por personas imperfectas en un mundo caído? Esta esperanza desafía cualquier complaciencia o desánimo que podamos tener sobre nuestras amistades, porque siempre la gracia de Dios puede traer más crecimiento, paz y bendición, aquí y ahora.
La esperanza del Evangelio nos invita a tener una insatisfacción santa en todas nuestras relaciones y nos anima a enfrentar la gratificante pero difícil obra que hacen las amistades redentoras.