Mantente alerta
A medida que te involucras relacionalmente con tu comunidad local y escuchas que un miembro se encuentra en una de estas situaciones, toma nota: ese hermano o hermana ya podría estar descarriado. Estas son cinco maneras comunes en la que los miembros de una iglesia se descarrían.
Ovejas pecadoras
Comencemos con una situación fácil, no necesariamente fácil de abordar, sino que fácil de reconocer. Si descubres que uno de los miembros de tu iglesia está involucrado en algún pecado abiertamente, entonces tienes una oveja descarriada y pecadora en necesidad de intervención.
Cada miembro de la iglesia lucha con el pecado, como lo hace todo anciano. Juan escribe: «si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros» (1Jn 1:8). Sin embargo, algunos pecados son más públicos y obvios que otros, y a veces los miembros parecen dejar de luchar y abrazan la desobediencia. Entonces, cuando un pecado evidente y sin arrepentimiento llama la atención de un anciano, él necesita armarse de coraje, confiar en el Señor y confrontar humildemente al miembro tal como Jesús nos enseñó a hacerlo (Mt 18:15-17).
A veces la intervención funciona. Me alegro al recordar las veces que desafié a un miembro enredado en pecado y, a pesar de mi temor, el Señor misericordiosamente llevó a esa persona al arrepentimiento. No obstante, no siempre funciona de esa manera. Conozco a un anciano que estaba tan decidido a contactar a un miembro esquivo y errante que se estacionó afuera de su negocio durante la hora de almorzar con la esperanza de finalmente confrontarlo. Lamentablemente, ese miembro lo evitó y nunca se arrepintió ni regresó.
Ovejas errantes
Las ovejas errantes lentamente se alejan de la iglesia, atraídas por otras actividades o intereses. El alejamiento puede deberse a una apretada agenda de viajes, a una decisión no sabia respecto a los deportes que practican sus hijos que aleja a la familia de la adoración dominical o a la compra de una casa barata que necesita reparación y que consume los fines de semana. En ocasiones, un miembro más joven que va a la universidad, reincide y no regresa a la iglesia ni al Señor. En otros momentos, las personas se quejan de sentirse fuera de lugar en la iglesia, por lo que dejan de ir.
Independientemente de las circunstancias, estos miembros han fallado en hacer caso a la exhortación en Hebreos: «consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre […]» (Heb 10:24-25). Han olvidado que la membresía a la iglesia significa una conexión regular con otros miembros a fin de promover «el amor y las buenas obras». Algunos podrían argumentar que esas ovejas errantes, que se descarrían de nuestras reuniones de adoración, no están tan mal. No obstante, de hecho, tales ovejas están pecando al desobedecer este mandamiento de la Escritura.
Ancianos, presten atención a los miembros con vidas demasiado llenas y recuérdenles amorosamente que no descuiden la comunión y la adoración congregacional.
Ovejas cojas
Jesús nunca nos prometió inmunidad contra el dolor o el sufrimiento. A los cristianos los despiden de sus trabajos, los dejan en sus relaciones, les diagnostican diabetes tipo 2, los chocan por detrás en la autopista y los demandan judicialmente; creyentes que una vez fueron activos ahora quedan confinados en sus hogares. Estos miembros sufrientes son ovejas cojas que están en peligro de quedar atrás porque no pueden ir al ritmo del rebaño. Necesitan que alguien baje la velocidad y camine con ellos. Las dificultades profundas pueden abrumar incluso a los santos más sólidos con desesperanza y debilitar su capacidad de mantener conexiones normales con la iglesia. Si Job, el hombre de la paciencia y de la fe incomparable, tuvo sus límites, también los tiene tu congregación.
Cuando sabes que un miembro está atravesando una gran tormenta en la vida, es tiempo de prestar atención. ¿Ese hermano o hermana es apoyado por otros miembros, ya sea amigos o miembros del estudio bíblico? ¿Hay necesidades prácticas que los diáconos puedan abordar? ¿Las noticias de las tribulaciones de este miembro han llegado al flujo sanguíneo de la congregación? Como ancianos, a menudo podemos servir mejor a un miembro que lucha alertando y movilizando al cuerpo, incluso mientras nosotros mismos nos acercamos para ofrecer oración y consejo.
Es maravilloso cuántas ovejas cojas saborean incluso los gestos más pequeños de preocupación. Un abrazo rápido y una oración en el vestíbulo de la iglesia después del servicio, una nota de ánimo o una corta visita puede levantar a un miembro herido para seguir adelante por otro mes. Justo la semana pasada, le pregunté a una mujer de nuestra congregación sobre su esposo. Él ha tenido problemas de salud importantes que a veces evitan que pueda asistir a la adoración. Esta hermana me actualizó sobre su estado, entonces continuó para elogiar a uno de nuestros ancianos que se había dado el tiempo de visitarlos. Esa simple consulta a domicilio había levantado su fe y les había dado fortaleza para perseverar.
Cada pequeño gesto cuenta. A medida que el Señor lleva tu atención a los miembros heridos, búscalos.
Ovejas peleadoras
Probablemente, encuentres esto difícil de creer, pero he descubierto que existen iglesias donde los miembros se enredan en conflictos los unos con los otros. Por supuesto, esto nunca ha ocurrido en mi iglesia y estoy seguro de que los miembros nunca pelean en tu iglesia. Si tu iglesia es como la mía, todos los miembros comparten visiones idénticas sobre política y música de adoración, todos los comités abordan la resolución de problemas y las finanzas de la misma manera, y nadie peca contra nadie. ¿Te identificas?
Yo tampoco. De hecho, dada la diversidad de personalidades y trasfondos entre nuestros miembros, junto con nuestra propensión continua a pecar, me sorprende que tengamos tanta armonía en la iglesia como la que tenemos. Tiene que ser la obra del Espíritu Santo.
Cuando los miembros de la iglesia se enredan en una pelea con alguien, lo cual es inevitable, existe mayor peligro de descarriarse. Las personas comienzan a desaparecer rápido. «La iglesia no debería ser así», dicen. «Ya no puedo adorar más por toda la tensión que siento. Me voy de aquí». Los miembros en tensión necesitan ser desafiados a hacer las paces para la gloria de Dios y el bien del Evangelio, pero probablemente necesiten ayuda para hacerlo. Incluso los discípulos más maduros podrían requerir un árbitro. Pablo intervino en una pelea entre dos de sus colaboradoras: «ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor» (Fil 4:2). Luego, le rogó a la iglesia que ayudara: «en verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio […]» (Fil 4:3).
Ancianos, no ignoren los conflictos entre los miembros con la esperanza de que se resuelvan solos. Eso rara vez ocurre. Podrías verte tentado a evitar e ignorar, porque eres una persona normal a la que no le gusta intervenir en las peleas. Pero recuerda las palabras de Jesús: «bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5:9). Aférrate a esa bendición. Invita a los miembros que están en enemistad a conversar contigo y a ver qué podría hacer Dios. Recuerda, la meta de un anciano es la madurez de las ovejas. Los conflictos presentan oportunidades increíbles para que las personas crezcan en Cristo.
Ovejas mordedoras
Pero ¿qué ocurre si la queja del miembro es contigo, el pastor-anciano? ¿Qué pasa si la oveja te muerde cuando intentas acercarte? ¿Cómo se supone que debes vigilar a alguien que te ve como la razón por la que quiere huir?
La respuesta a esa pregunta puede variar dramáticamente dependiendo de las circunstancias y de las personas específicas involucradas. No obstante, independientemente de las cosas específicas, estas son tres cosas que un anciano siempre debe hacer cuando está bajo el escrutinio de otros:
- Pídele a un par de ancianos que te ayuden a trabajar con el miembro frustrado. Esta es una de las razones por las que Dios decretó que debe haber más de un anciano en cada iglesia, una práctica que me gusta llamarle «pluralidad de ancianos». Los ancianos se vigilan mutuamente, porque los pastores siguen siendo ovejas. Humíllate al someterte a la auditoría amorosa de otros ancianos. Si el miembro está fuera de línea, permite que los otros miembros vindiquen tu posición.
- Cuida tu corazón de estar a la defensiva, del enojo y del desdén. Cuando te acercas a otros ancianos, no uses eso como pretexto para cerrar las filas del liderazgo. Trabaja para sustentar el amor y la compasión hacia tus detractores.
- Cuando te juntes con tu hermana o hermano disgustado, escucha con atención. He descubierto a lo largo de los años que incluso las críticas más enojadas y despiadadas hacia mí tienen un punto. Podría ser un punto exagerado, expresado de manera inmadura y pecaminosa. No obstante, normalmente aún están respondiendo a algo que necesito enfrentar.
Sigue vigilando: un llamado del Evangelio
Buscar a los miembros descarriados en estas situaciones probablemente es una de las partes más difíciles y menos glamorosas de ser un anciano. Recibes elogios y respeto de la iglesia cuando enseñas. Experimentas profunda satisfacción al orar por miembros y alegría cuando eres parte de un equipo de ancianos que toma una decisión histórica de liderazgo. Pero ¿cuáles son los beneficios personales de confrontar a un adúltero o de meter tu nariz en una antigua pelea? ¿Y quién quiere sentarse y escuchar a una pareja enojada detallar todas las maneras en las que creen que tú y la iglesia han sido injustos con ellos? ¿Acaso ya no todos tenemos suficiente drama en nuestras vidas? ¿Por qué saltar al lodo de alguien más?
Aquí hay una razón: los ancianos encarnan profundamente el Evangelio cuando buscan a los miembros errantes. Seguir vigilando y buscando a los descarriados es una actividad que fue modelada por Jesús.
El Buen Pastor vino a este mundo para buscar y salvar a los perdidos. El Cordero de Dios vino a morir por las ovejas pecadoras no arrepentidas como nosotros. El Gran Doctor vino a vendar a las ovejas cojas, enfermas y rotas por el pecado. El Príncipe de Paz arremete contra nuestro mundo devastado por la guerra, destrozado por las incontables rivalidades y divisiones. Y cuando lo insultamos, lo golpeamos y atravesamos, Él no abrió su boca. Jesús no tenía que venir, pero lo hizo. Y cuando los ancianos toman la iniciativa de involucrarse, aun cuando les cueste, ejemplifican el mismo Evangelio que predican.