Este artículo forma parte de la serie ¡Ayuda! publicado originalmente en Crossway.
El problema
En la cultura agitada que nos rodea, constantemente en cambio y totalmente caótica, sin tiempo para recobrar el aliento, tenemos un problema. El problema con el que todos lidiamos en cierto grado es que hemos olvidado cómo honrar el concepto del sabbat.
Desde la creación hacia adelante, el Señor nos ha ordenado y aconsejado establecer buenos ritmos de trabajo y descanso. Para empezar, Él nos ha pedido trabajar seis días y descansar el séptimo. La conectividad constante de nuestros juguetes tecnológicos con la presión de desempeñarse más rápido y mejor a fin de mantener nuestros trabajos ha sido tal que hemos olvidado cómo descansar.
Aún creo que es mejor tomarse un día libre y divorciarse totalmente del trabajo, algo que sin duda se está transformando en algo más y más difícil de hacer. Pero aún más difícil que eso es aprender a cómo practicar el principio del sabbat cada día (no sólo un día a la semana).
En lo absoluto es una buena idea trabajar 12 a 15 horas al día, matándonos y luego tomando un día libre. La clave es establecer ritmos diarios de trabajo y descanso para que nos quede un poco de energía en nuestros días libres.
Jesús habla sobre este tema en Mateo 11:28-30:
Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.
En la versión parafraseada de la Biblia en inglés llamada The Message Paraphrase dice así:,
Anden y trabajen conmigo: miren cómo lo hago. Aprendan los ritmos no forzados de la gracia. No pondré nada pesado ni que no se ajuste sobre ustedes. Acompáñenme y aprenderán a vivir libres y ligeros[1].
Me encanta la idea de ritmos no forzados de gracia. Eso es en lo que quiero crecer. Creo que todos nosotros afirmaríamos que deseamos esto para nuestras vidas y las vidas de aquellos que amamos.
Paradas de descanso
La mayoría de las personas que conocemos están abrumadas y sobrecomprometidas. Cuando me encuentro con una persona a quien no he visto por un tiempo, le pregunto cómo está, y a menudo escucho:
- Estoy tan cansada.
- Estoy tan agotado.
- Estoy demasiado quemado.
En lugar de eso, sería bueno que cuando le pregunto a alguien cómo está pueda escuchar:
- Estoy fantástico.
- Estoy teniendo mucho tiempo para la familia.
- Me va bien practicando tiempos de sabbat.
- Estoy teniendo un sueño adecuado y reparador.
Sé honesto contigo mismo. ¿Quizás estás viajando muy rápido e intentando hacer demasiado, por lo que violas el concepto de sabbat semanal y diariamente?
Un versículo que me habla genuinamente al corazón sobre estar abrumado es el Salmo 139:3:
Tú escudriñas mi senda y mi descanso,
Y conoces bien todos mis caminos.
Hace años, memoricé este versículo en la versión de la Nueva Biblia Viva, que lo traduce así:
Trazas la senda delante de mí, y me dices dónde debo descansar. Cada momento sabes dónde estoy.
A medida que viajo por la autopista de la vida, Dios tiene áreas de descanso en las que quiere que me detenga. Él llama a esto practicar el sabbat, no sólo como un día, sino que también como un principio de vida. No obstante, en mi deseo de terminar de hacer más y más cosas, sigo adelante sin detenerme en las áreas de descanso, manteniendo mi pie en el acelerador para finalmente sufrir las consecuencias. ¡Y así fue!
Cuando tenía 25 años, trabajaba 60 horas a la semana y tenía algo que hacer casi cada noche. Experimentaba un malestar estomacal constante y tomaba Tums todo el día. Pensé que tenía alguna enfermedad grave (úlceras sangrantes o cáncer de estómago). Después de algunos exámenes, tuve una conversación con mi médico y me dijo que necesitaba reducir la velocidad o, de lo contrario, podría tener problemas. Ni siquiera quise pensar lo que esos «problemas» podrían ser. Por la gracia de Dios, he podido abordar este tema en mi vida ¡y ver cierto cambio real!
¿La nueva norma es estar abrumado y Andar con el tanque vacío[2]? ¡Sin duda espero que no!
¿Y tú? ¿Te sientes (la mayoría del tiempo o gran parte del tiempo) abrumado, sobrecargado, lleno de trabajo? ¿Qué pasa con las personas que están cerca de ti? ¿Se sienten abrumadas?
Causas fundamentales del agotamiento
¿Qué causa este tipo de epidemia de cansancio profundo? Estas son un par de cosas que se me vienen a la mente:
No estás dedicando suficiente tiempo a los pies de Jesús
Un buen punto de partida es dedicar tiempo diario para la lectura, para el estudio, para memorizar y para meditar en la Palabra de Dios a medida que combinas esto con tiempo para adorar y orar. ¿Tienes un plan sobre cómo hacer esto? ¿Jesús recibe tus sobras o recibe los primeros frutos de lo mejor de tu tiempo?
Te cuesta mucho decir que no
Los cristianos son siervos de corazón. Ellos se sienten llamados a ayudar a las personas e intentar satisfacer sus necesidades, las cuales son interminables e inagotables. Tenemos capacidad, tiempo y dones limitados. Necesitamos aprender a poner límites, a reconocerlos y a crear márgenes en nuestras vidas. No podemos (ni debemos) estar disponibles para cada persona que tenga una necesidad. Incluso Jesús, a veces, dejó a personas que estaban en necesidad y desapareció para estar solo (ver Lc 5:15-16).
Estás yendo demasiado rápido y pareciera que no puedes reducir la velocidad
Demasiados de nosotros nos movemos a un ritmo frenético y trabajamos muchísimas horas. Amamos trabajar y, en muchas ocasiones, obtenemos nuestro sentido de valor propio por medio de nuestro trabajo. En la novela de John Grisham, El intermediario, uno de los personajes dice algo: «Soy de Washington. He estado allí. Jamás he visto tanta gente corriendo sin ir a ninguna parte. No entiendo el deseo de una vida tan agitada. Todo tiene que ser rápido: el trabajo, la comida, el sexo». Eso describe a muchos estadounidenses, yendo a una velocidad vertiginosa no siempre seguros de por qué. Uno de los resultados es que estamos convirtiéndonos lentamente, pero con seguridad, en adictos a la velocidad y al ajetreo, y a veces ni siquiera somos capaces de ralentizar el paso.
No estás tomando tiempo adecuado para pensar de manera estratégica
Francamente, conozco muy pocos cristianos que son estratégicos en cómo reparten su tiempo y energía. La mayoría es reactiva en lugar de proactiva. Todos estamos compuestos de un par de temas y necesitamos ceñirnos a nuestra contribución única.
No sabes exactamente cómo simplificar o minimizar
La agenda del Padre
Recientemente, he estado meditando en 1 Timoteo 2:1-2:
Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad.
Charles Swindoll observó una distinción en nuestro ejemplo supremo, Jesús. De alguna manera, Jesús dominó el arte de mantener una perspectiva clara mientras lograba cada uno de sus objetivos (Jn 17:4). Una razón mayor para que Él pudiera decir que consumó todo lo que el Padre tenía en mente para Él es que simplificó su vida.
Él siguió la agenda del Padre en lugar de la de todos los demás. Él también estableció límites predeterminados. Él escogió doce (no doce mil) hombres a quienes entrenó para continuar en su ausencia. Él se atuvo a sus prioridades establecidas sin disculparse, lo que significa que debió haber dicho que no unas veinte veces cada mes.
Él equilibró el trabajo con el descanso, el logro con el refresco, nunca sintió la necesidad de pedir permiso para pasar tiempo en silencio y soledad. Él se rehusó a distraerse con oportunidades tentadoras que drenan energía y tiempo. Fue siervo de su Padre, no un esclavo del pueblo. Aun cuando fue malinterpretado, difamado, mal citado y numerosos enemigos e incluso un par de amigos se le opusieron, Él perseveró. Su simplicidad lo mantuvo equilibrado.
¿Qué necesitas comenzar a hacer, a dejar de hacer o hacer diferente a medida que consideras lo que significa construir una práctica de sabbat en tu vida?